Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

670. EL AMOR SABIO, de Viento del Norte

Os voy a contar mi historia…
Vivía en tierra árida, rodeada de insectos, reptiles y otros chupasavias.
Poco a poco sentía que mi tamaño dismuía y que mis hojas verdes y llenas de energía se iban empequeñeciendo.
El entorno era asfixiante y poco relajado.
 Aquella mañana mire al sol y le pedí consejo: “gran sabio”, siento que estoy perdiendo mi condición de planta para convertirme en un captus, lleno de espinas y sin otra compañía que la de aquellos que fueron desterrados.
Te contaré tu historia, hace mil lunas los humanos que habitaban estos parajes cuidaban la tierra y convivían con ella en perfecta armonía pero se volvieron codiciosos y fueron agotando todos los recursos hasta convertirla en un desierto. Tus  tatarabuelos proceden de la familia Plantaristocrata de la Felicidad por su conocida savia de la alegría. Tú eres la última de tu especie y debes sobrevivir para compartir tu legado.
 Aquella noche no pudo dormir pensando que hacer! Eureka, lo tengo! Llamo al viento del norte con voz de siete leguas y le hizo un encargo.
 Nadie sabe como la planta de la felicidad se convierto en el árbol del amor pero hoy todos sienten el corazón lleno de sonrisas.

669. EL ALMA DEL BOSQUE, de Sauce Blanco

La joven Aileen vagaba por los senderos pedregosos cercanos a la ciénaga de las afueras. Era pequeña y ágil, de apariencia delicada. Andaba casi flotando en efímeros movimientos, sin echar la vista atrás.
Una lágrima ondeó en la suave brisa al no poder regresar, su pueblo no se lo permitiría. Muchos de los suyos habían puesto precio a su cabeza si la encontraban en territorio forestal, por eso tuvo que marcharse, aparte de no poder vivir con la carga de haber cometido el peor pecado que un elfo pueda llevar a cabo: dañar al bosque. Aun escuchaba sus susurros ahogados por el dolor tras la quema, aunque accidental, de una de las regiones más pobladas y arcaicas del reino, su reino. Oyó pasos de caballos acercarse hacia ella…
Alguien la había delatado en territorio humano, a lo lejos divisaba caballeros armados. Los elfos eran criaturas muy preciadas que otorgarían honor eterno al que capturase uno.
Notó un rumor en la lejanía. Los árboles la llamaban, los que fueron su refugio… ¿Qué debía hacer? Todo ser tiende a un fin y el suyo estaba en el interior del bosque, entre sus frondosas ramas, desapareciendo en la espesura del destino más cruel.

668. CORZA, de Lobo 4

 Cuando la escoba del agua barrió el invierno, nació una corza de rojo pelaje. El sol desperezó con sus rayos  las ligaduras del frío y lamió la tierra. Los días madrugaron para sentir los cambios. Estalló la flor, olía a violeta y a romero. Las semillas de polen volaron como ingrávidos copos de algodón.
 Con la bonanza en la mano del clima, la corza triscó en el bosque. Los árboles abrieron su toldo de hojas. Escuchó al mirlo  en la bóveda forestal. Descubrió la espalda del sapo partero donde  la hembra bordó sus huevos. El pasto crecía tras el largo sueño.
 Cumplió el verano de tierna yerba. A las  cálidas tierras, emigraron  los pájaros. Los lirones se escondieron en  sus madrigueras. Las ardillas en el hueco del árbol. La manada buscó cobijo pero la corza apuró los montes. El valle quedó vacío.
 Madrugó el temible invierno. La corza notó de golpe el frío. Azotaron su cuerpo vientos del Norte.  Los pájaros blancos de nieve se posaron en el suelo. Robles y  avellanos perdieron las hojas. Los arroyos fueron   cuchillos  de  hielo.
En el profundo silencio  se oyó el lamento  de la corza y el tenebroso aullido del  lobo.

667, NEGACIÓN, de Gaya

Los charcos se sucedían uno tras otro y Dani saltaba sorteándolos feliz. Por fin unos días en el bosque con sus padres. Esto era algo que ansíaba desde que tenía uso de razón (dato histórico al que no había que remontarse en demasía dada su corta edad). Por fin veía a sus padres juntos riendo, relajados y habiendo dado esquinazo a tantos momentos cargados de hostilidad.
¡No podía ser verdad! si hasta se habían dado un beso ¡de enamorados!…eso si que era fantástico, la de veces que había confesado a su abuela que papá no era cariñoso con mamá.
–       ¡Dani, i….. ven cariño tenemos una cosa que contarte!
–       Si ya voy esperad….
El corazón de Dani parecía que se iba a salir en cualquier momento ¿qué tendrían que contarle?
–       Dani …. vas a tener un hermanito para Navidad.
Eso si que no se lo podía creer, cuántes veces había pedido tener un hermanito y cuántas veces le habían contestado que no era posible porque mamá ya no podía tener bebés… ¿le habían mentido?….
–       Pero mamá…¡tu no podías tener bebés…!
–       Si cariño, pero es que yo no soy tu mamá…

666. INFORMACIÓN BÁSICA PARA HUÉSPEDES, de Duende Zahorí

Querido visitante:
 Es nuestra obligación revelarte algunas historias sobre el bosque; indicarte que tal vez auscultes ecos melodiosos; incluso es posible que te susurren las margaritas.  Escucharás cuentos fantásticos, leyendas sobre apariciones. Otearás nubes de unicornios alados que sobrevuelan fantasías. Algunas noches  se percibe el canto de una sirena. Nada debe preocuparte. Podrás engalanarte con el traje nuevo del Emperador; conversar con Caperucita cogiendo moras en un recodo del camino. Dicen que por ahí vaga el espectro de la bruja y el alma de Campanilla. Algunas tardes Hansel y Gretel regalan golosinas al final del sendero. En otoño llueven palomitas y pompas de jabón. Los más afortunados cuentan exaltados que reconocieron a Alicia corriendo detrás del conejo, y a la cigarra, amenizando una procesión de hormigas. Explican que la liebre venció a la tortuga y que la Bella durmiente sigue adormecida bajo la espesura. Si interrogas a un roble, te expresará que Pulgarcito abandonó a sus hermanos, que el lobo se merendó a las siete cabritillas,  y que los enanitos delataron a Blancanieves. Piérdete por el bosque como lo hacen los sueños en primavera. No preguntes. Aquí las cosas siempre pueden ser diferentes, de otra manera.

665. LA DAMA DEL BOSQUE, de Laurisilva 2

 Cuentan que vivió cerca de la comarca, justo al lado del bosque, aunque su origen se pierde en la nebulosa del tiempo.
Cuentan que su corazón sucumbió a un amor traicionero que amenazaba con destruir todo lo que ella amaba y defendía.
Cuentan que su vida se apagó en medio de un fuego voraz, el cual trajo consigo el frío y yermo demonio de la especulación.
Cuentan que, en la actualidad,  la Dama del bosque, como se la conoce popularmente, vaga errática por la fronda con la pálida belleza de su rostro marcado por una mueca agridulce. Su eterna obsesión le obliga a velar por la seguridad de las especies que en ella habitan.
Cuentan que sus pasos no pueden ser oídos y que rara vez se materializa, haciéndose visible únicamente cuando el equilibrio de la naturaleza amenaza con romperse.
Cuentan que si puedes contemplar su silueta, blanca y vaporosa, comprenderás que has dañado su mundo.
Yo jamás la he visto.

664. LUMINISCENCIA SIN RASTRO, de Manantial Brumoso

Habíamos decidido hablar fuera de los lugares cotidianos. Necesitábamos otros aires. Quizás ser otros para seguir siendo juntos. A dos horas de carretera, nos desviamos a un poblado de nombre sugestivo. Este podía ser el sitio que transmutara nuestras posibilidades. Los lugareños nos contaron de apariciones y de sectas que iluminaban los puntos cardinales en sus rituales. No creímos sus cuentos. Durante la noche, vimos luces en las lejanías, en la profundidad del bosque. Nos adentramos impulsados por la curiosidad (un imán mágico). Ella cargaba una grabadora, en la que registraba lo que se le ocurría cuando no tenía material de escritura próximo. Al acercarnos, las luces danzaron. No sugerían ser velas, linternas o bengalas. Llegué a pensar que ahí no había persona alguna. Me pareció que era el ritual de seducción de una criatura nocturna, desconocida. Era una trampa. Cuando me giré para decirle que nos fuéramos, ella ya no estaba. El bosque volvió a oscurecerse y escuché un murmullo de viento, como de tormenta,  que se alejaba. La llamé, pero mi voz estaba ahogada por el miedo y la confusión. Lo último que se reproducía en sus grabaciones parecía una despedida premeditada. Sé que no volverá.

663. EL PIANO, de Acícula

El viejo piano ya había perdido algunas piezas de su brillante dentadura, olía a hierba mojada y estaba lleno de acículas secas. Aun así, seguía manteniendo la misma elegancia que el día que me lo regaló mi hermano mayor. Y sin embargo, estaba ahí, en mitad del bosque, rodeado de nogales y secos pinos hendidos, esperando que un alma perdida golpeara sus teclas en busca de consuelo.
Recuerdo el momento en que mi padre entró por la puerta del salón y advirtió aquel gran objeto. Su mirada se dirigió hacia mi hermano, después hacia mí y por último, sobre el piano. “Esto no se queda en casa” logró decir al final. Palabras que más pronto que tarde cumplió.
A veces doy largos paseos alrededor del majestuoso piano, vendido a un hombre de posición acomodada, que al comprobar su escaso valor lo abandonó en mitad del bosque. Yo me siento, y rozo y golpeo sus teclas e intento repetir lo gestos que haría un pianista de verdad, mientras espero que mi hermano regrese de la guerra, para que, como buen maestro, me pueda enseñar.

662. EL PASEO, de Hayedo

¿Recuerdas cuando recorríamos juntos estos bosques de encina y pino? ¿Esta rivera lindada por olmos y chopos tan antiguos como los ancestrales secretos que los alisios susurran a las velas de los barcos en el puerto? ¿Lo recuerdas? ¿No? Ni siquiera a las ardillas escalando por columnas de madera, ni a las aves, cuyo cántico nos embriagaba como una insondable sinfonía de lo etéreo. ¿No? Quizá es que no estuviste y soy yo quien no recuerda, sino que imagina.

661. BARBACOA, de Cacadeconejo

Entre la hojarasca seca de los pinos centenarios, Rabito, el conejo blanco de cola de algodón, rebuscaba afanosamente algún piñón con qué alimentarse, aunque no había gran cosa que comer.
Hacía calor. En realidad estaba siendo un verano muy caluroso. Apenas había llovido durante la primavera y el ambiente era, en ocasiones irrespirable. Pero hoy era más insufrible que nunca. Rabito ya había visto caer algún pájaro desde los árboles en los últimos días, derrotados por tan altas temperaturas, pero si hubiera tenido la capacidad de sentir asombro, hoy lo hubiera experimentado en grado sumo. Cada poco podía escuchar el sordo golpe contra el suelo de algún pequeño cuerpecillo alado.
Aunque Rabito era conejo y por tanto incapaz de razonar, algo en su interior, le decía que todo aquello era muy extraño. Desde hacía horas no oía el canto de los pájaros, tampoco el zumbido de los insectos.
Sí. Algo inusual estaba ocurriendo allí donde los humanos solían venir a pasar el día, haciendo ruido. El aire se iba volviendo de color gris y le impedía respirar. Se sentía morir. Por eso, cuando la voraz y gigantesca lengua de fuego llegó hasta donde estaba Rabito, no sintió dolor alguno

660. EL HECHIZO, de Espino

Me he despertado sobresaltado por los sonidos nocturnos del bosque que se cuelan por la ventana. Lo unico que deseo en este extraño momento de lucidez es poder acordarme de mi nombre todos los días y saber quien es la mujer que amo. También quisiera poder reconocera mis hijos y poder acordarme de cuando eran pequeños y jugaba con ellos. Algunas mañanas al mirarme en el espejo, este me devuelve el reflejo de un rostro desconocido.Tengo la certeza de que dentro de poco todos mis recuerdos, todas mis ilusiones y la persona que un día fui se perderán entre la niebla del olvido. Tu, tan hermosa como siempre duermes placidamente a mi lado. Me gustaría despertarte para contarte que estoy de nuevo contigo y susurrarte al oído que te quiero pero me da miedo que este hechizo dure solo un momento y provocarte aun más dolor. Esta noche no quiero dormir, solo quiero recordar pues vivo sumido en un continuo sueño.
¡¡¡ Maldita enfermedad del olvido !!! -grito para mis adentros y hasta el mismo bosque parece quedar en silencio por un momento.

659. EL ORIGEN, de Conejitu Hemozo

Hace muchas nubes atrás, la diosa de las tormentas se enfureció al ver nacer a Paraíso, la parcela más tranquila y preciosa del cielo.
Envidiosa, rabió su fastidio, creando la tempestad más destructiva que pudo. Pero paradójicamente, los árboles y las pocas flores que quedaron en pie crecieron con más fuerzas, las aves cantaron bajo el inmenso arco iris, y los arroyos cautelosos se volvieron más profundos y cristalinos.
Como no estaba dispuesta a compartir el centro de atención, la divinidad se preparó para dar el último golpe. Los ángeles, al enterarse de esto, tomaron una drástica decisión: arrancarle el corazón al Edén y llevarlo muy lejos, para conservarlo puro, bello y seguro. Así fue como llegó a latir aquí en la Tierra, un mágico trozo de Paraíso.
Allí arriba cuando las oye bramar, el Sol abraza a las tormentas para evaporarlas.  Cuando no lo logra, aquí, a tantos kilómetros de distancia, ese enojo llega en forma de dulces y suaves gotas, que reverdecen aún más el encanto del lugar.
Dicen que ese fragmento se esconde en Cantabria y que ya no corre peligro: el Ángel Juan cumple a la perfección su tarea de resguardo.

Nuestras publicaciones