Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

QUIJOTERÍAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en QUIJOTERÍAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el tercero serán QUIJOTERÍAS Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE MAYO

Relatos

JUN04. EL REGRESO, de Blanca Oteiza Corujo

Tras bastantes años sin volver al pueblo donde pasé los veranos de mi infancia, este año lo haría. En este viaje me acompañaban mi marido y mis hijos que preguntaban ya ansiosos “Mamá cuándo llegamos”.
Desde lo alto del monte ya se comenzaba a ver el azul del mar y la carretera empezaba a serpentear hasta el puerto lleno de barcos inundando de color el agua.
Aparcamos y caminando nos dirigimos hasta la parte más baja del pueblo que se levantaba empinado en la falda de una ladera. Al llegar no reconocí mi querido recuerdo, las calles atestadas de turistas se pegaban por el protagonismo, se daban codazos para atraer a más curiosos a sus tienditas de souvenir o a más comensales en sus tascas. ¿Dónde habían quedado esas callejuelas empedradas con las mujeres de los pescadores en la puerta de sus casas cosiendo las redes, dónde estaban las solitarias gaviotas comiendo los restos de pescado en las inmediaciones del muelle? Se habían desvanecido como la noche en el día, era como si el viento se hubiera llevado los recuerdos de mi infancia.

JUN03. MUDANZA DE VIDA, de Eva García Martín

Un viento cálido cargado de humedad marcó el momento: la gata dejó de amamantar a sus crías.
Al más pequeño le costaba renunciar al tibio alimento y aún la seguía a todas partes… hasta que una noche despertó aterido y empapado: El viento que trajo la lluvia, se llevó a su madre definitivamente.
Vagabundeó por las calles hambriento y sin  rumbo, asustado, sin fuerzas pero con vida, hasta que, atraído por un campo magnético diferente, llegó a un portal lleno de macetas que rodeaban a un niño. El instinto le empujó a llamar su atención con aquella voz que jamás usaría con sus congéneres: el maullido. Cuando el niño le miró a los ojos, reconoció su destino. Se arrimó sin miedo y le adoptó, para siempre, frotando su cabecita contra él. Era el comienzo de una nueva vida confortable y segura.
Al caer la noche, aquellas manos amables le instalaron sobre una manta en un rincón, pero trepó sigiloso hasta la cama para enroscarse a sus pies cuando apagaron la luz, después de que la madre leyera un cuento sencillo, de final feliz e imágenes hermosas que no provocaban pesadillas, sino dulces sueños.
Como deberían ser todos los cuentos nocturnos.

JUN02. EN BUSCA DEL JOROBADO, de Sotirios Moutsanas

He perdido el trabajo, mi mujer se divorció de mí, las editoriales me rechazaron otra novela y para el colmo jamás he ganado ni un concurso literario. Así, no tengo mucho que contar. En este acandilado terminaré con mi sufrimiento. Me acerco sigilosamente al borde y estando al punto de arrojarme, escucho una voz :
—¡Hola, hijo! ¿Qué vas a hacer?
Me giro y veo un hombre muy viejo, desdentado, surcado de tantas arugas que parece una pasa de corinto, tiene una joroba tan grande como de un dromedario. Vamos, para que lo endentáis, el jorobado de Notre Dame parecería una belleza a su lado. Le conté mi historia. Su repuesta fue sorprendente
—¡Tu sí que has vivido mucho! Hijo.
Miro hacia el acantilado y como un flash contemplo toda mi vida en cuestión de segundos. Pero por primera vez entiendo que todo mi sufrimiento, obstáculos, y desgracias, tienen un propósito, convertirme en persona con más experiencia, cultura y sabiduría. Me vuelvo y del jorobado ni rastro, se lo llevó el viento.
Así queridos lectores, como veis estoy más vivo y coleando que nunca, escribiendo mi increíble experiencia a ver si encuentro un erudito para explicarme quién era el jorobado.

JUN01. NAUFRAGOS, de Juan Morán

Alberto eligió un puesto directivo en una importante empresa de ingeniería en el norte del país y eso le supuso tener que abandonar a Susana. Ella no ha querido volver a hablar con él. A él la conciencia le hurga detrás de las orejas cada noche, y ha provocado que aflore su extravagante lado romántico e idee un mensaje de amor para la lejanía. Ha llenado un pequeño globo de helio, le ha atado una bolsa hermética con un mensaje y lo ha soltado una mañana de domingo que el viento era favorable… hacia el sur.

Pero las corrientes de viento de las capas altas son caprichosas y el globo, cuando ha ascendido, ha viajado equivocadamente hacia el este durante cientos de kilómetros.
Alicia encuentra un globo estallado sobre las azaleas de la terraza un jueves. Abre la bolsa y lee el mensaje, turbada por la emoción. Ha perdido a su hijo Alex un año atrás, pero el cielo ha querido enviarle un mensaje suyo. “Si no fuese imposible, cómo me gustaría volver a tu lado… Te echo tanto de menos… A.”

MAY106. COMPROMISOS, de Alicia Hermida González

Desde la plaza hasta el magnífico altar no hubo flores. Tampoco grandes adornos, ella sólo permitió que se colocasen simples lazos de tul en las sillas. Un rumor de descontento general llenó la catedral cuando las señoras, engalanadas con sus mejores joyas, y los caballeros, con su colección de relucientes medallas,  tomaron asiento. No hubo flores en las manos de los pajecillos que precedieron a la llegada del novio, vestido con el uniforme militar y con la espada reluciente por único adorno. El disgusto general se hizo audible cuando ella entró del brazo de su padre, con un vestido simple de gasa, el precioso pelo suelto debajo del velo y la sencilla corona que llevaba desde los quince años. Miró al que en breves minutos sería su marido y él le sonrió, tranquilo, haciendo oídos sordos a la indignación general. Había sido idea de ambos el donar el dinero que costaría la ceremonia habitual para construir el nuevo orfanato.

MAY104. FLORES ROTAS, de Rubén Gozalo

Todos los días antes de irse a trabajar, papá dejaba un clavel sobre la almohada. Al despertarse, mamá cogía la flor con delicadeza y la olía durante varios minutos hasta que una sonrisa se dibujaba en sus labios. Luego se reía a todas horas, jugaba con nosotros, nos preparaba tartas y nos bañábamos en la piscina del jardín. La vida puede ser maravillosa, nos decía. Un día dejó de haber flores. Papá y mamá empezaron a dormir en camas separadas. Cesaron los besos, los abrazos y las cenas románticas con velas, champán, ostras y mousse de chocolate. A veces, yo tenía la impresión de que aunque ambos vivían en la misma casa sus corazones se encontraban a millones de kilómetros de distancia. Era como si un muro infranqueable se hubiese abierto entre los dos; como si una alambrada hubiese aprisionado para siempre su amor. Una tarde al abrir un tomo de la enciclopedia, mamá encontró un clavel marchito, aplastado. Se lo llevó a la nariz, pero para entonces la vida ya no olía a nada.

MAY103. FLORES MUERTAS, de Juan Torralba Padilla

 Siempre me reprochaste que no te regalaba nada en San Valentín. Yo siempre me escabullía. Cualquier día era mejor que ese, que de tan ñoño hasta el propio Santo renegaría .
Comentabas  lo mucho que te gustaban las flores. Yo silbaba y me hacia el distraído cuando algún pardillo con cara de borrego degollado pasaba a nuestro lado con un ramo de rosas mas grande que el. Tu me mirabas de reojo. Al final con tus ojos  acusadores clavados en mi espalda replicaba que si de verdad querías  flores muertas, arrancadas de la tierra y con el rígor mortis. “Ya, si, será eso” respondías nada convencida. Yo suspiraba aliviado.
Decías que no era detallista, que  jamás te abría la puerta del coche, que no te llevaba a cenar a restaurantes alumbrados con velas. Yo replicaba recordante que estábamos en el siglo 21 . Que Don Quijote es una novela y Pretty Woman una película. Tu no decías nada.
Heme aquí hoy llorando lagrimas de miel sobre tu tumba, con un ramo enorme de rosas en mi mano y la rodilla hincada en el suelo, como un Tenorio de pacotilla implorando a su Ines. Y tu no dices nada.

MAY102. EL PEQUEÑO LILAR, de Alba Martín Gómez

Vivo en las faldas de una modesta montaña de granito recorrida, pasadas las lluvias primaverales, por pequeños arroyos que dejan las dehesas de sus pies brillantes y esponjosas después de haber resbalado por las rocas. En este rincón proliferan bien los lilares,  que habitan en todos los jardines. En el mío tengo uno pequeño pero preñado de flores que acaban de estallar con los primeros rayos de sol, atrayendo a la vida, en toda su plenitud de formas, colores y sonidos. En apenas una semana o diez días si marchitarán. Todos seguirán su curso, buscando la próxima flor y dejando atrás mi lilar. Una vez al año mi pequeño arbolito me regala una bellísima danza de insectos orquestada por el delicado aroma de las lilas, ¡una pena que sea un espectáculo tan temporal!

MAY101. ANIVERSARIO, de Sergio López Vidal

Hoy se cumplen  tres años. Voy a abrir las ventanas de par en para que el aire fresco inunde cada rincón del hogar que compartimos. El perfume de las gardenias que plantamos al mudarnos aquí conquiste su lugar. Las flores del viejo limonero nos anuncien frutos y veraniegos gin tonics. Que el galán de noche embriague la luna más cautivadora y corteje rosas rojas para ti. Te fuiste en aquella carretera. Es Mayo y ya no habrán más flores en aquella cuneta.

MAY.100. SEMILLAS, de Antonia Garcia Lago

Prohibieron todos los libros, arrancaron todas las flores. Se apagó la música, murió la danza.
La nueva humanidad solo tendría bienes útiles: armas, metales, monedas. Un solo mundo, una sola idea: Producir- trabajar- producir-progresar:
Queman los  libros, arrasan las plantas, destierran la poesía.
Exilian a  las magnolias y los iris, destierran a las gardenias y las lilas, masacran a  los lirios.
Río abajo alguien   recoge un libro que flota  entre cenizas y despojos.
En él, el dibujo de un niño que en un pequeño planeta cuidaba una rosa

http://estimemlaparaula.blogspot.com.es/

MAY99. EL RAMO DE FLORES, de Marta Trutxuelo García

Todos los días mi mamá recibe un ramo de flores. Siempre se lo da mi papá. A veces mamá trae el ramo cuando vuelve del hospital. Algunas flores son moradas, como los ojos de mamá. Hace varios días que papá no vuelve a casa. Y ahora mi mamá ya no recibe más flores.

MAY98. EL PAGO DEL PESCADERO, de Jesús Alfonso Redondo

El tiro de gracia apenas sacudió el cuerpo de José Botas tendido en la arena de aquel matadero falangista llamado el “Pago del Pescadero”, en la cuneta de la carretera en Laguna de Duero.
El amanecer desveló de nuevo más cuerpos yertos. Esta vez la alborada era la de un frío 11 de Abril de 1937.
Detenido, llevado a aquellas cocheras de triste memoria, subido con nocturnidad a una camioneta junto a siete compañeros y asesinado en una cuneta.
Todos los partes médicos coincidieron:
“Congestión cerebral, fractura de la base del cráneo por herida de arma de fuego”.
Ya no quedaban féretros en Laguna, y el Juez pidió ocho cajas.
Luis Botas llevó un ataúd y reconoció el cuerpo de su tío asesinado.
Siete años después el Tribunal Especial de la Represión de la Masonería y el Comunismo procesó al encausado por masón y ordenó:
“Con toda urgencia se adopten las medidas precautorias para el aseguramiento de los bienes del procesado”.
Juzgado después de ser asesinado.
Su alma despreció al tribunal y no compareció en el juicio.
No hubo flores aquel día.
Cada 19 de Marzo, su viuda, la siempre enlutada Fidela, dejaba una rosa en el Pago del Pescadero.

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