Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

573. CON DUENDE, de Duende 2

Allí, allí donde los mirlos unen su canto al murmullo de un  río sosegado, a los cuchicheos que se traen las ramas de los árboles mecidos por una suave brisa, y  a la risa gozosa de las nutrias. Allí donde todos se aúnan para componer la melodía capaz de cautivar los sentidos y, ¡hasta el alma! ¡Allí deseo escapar!, a ese lugar, donde  saciarme de tanta perfección, a ese pequeño valle cercano al bosque,  donde unas casitas tratan de pasar desapercibidas entre tanta naturaleza,  no quieren romper esa armonía tan perfecta, solo están para que otros puedan disfrutar de su belleza  mágica,
-¡Este lugar parece que tiene duende!-, dijo Viviana a sus amigos mientras descansaban en el pequeño porche de una  bonita casa rural.
Ninguno se dio cuenta que justo al lado de ellos, un ser muy pequeñito con orejas  largas, puntiagudas, y sonrisa agradable, los escuchaba atentamente,
-¡Claro que hay duende!, si no existieran los duendes ¿Qué sería del bosque y de los animalitos?, ¿quién mantendría tanta belleza?-, dijo para sí el pequeño duende del lugar. Nadie sabía que ellos formaban una parte fundamental de la naturaleza, ellos lograban que  el lugar fuera totalmente ¡Mágico!, ¡con Duende!

572. AMOR DE OTOÑO, de Arce

Daría mi corazón un vuelco, si a ti unirme pudiera.  Tu movimiento me encandila. Tus aguas son en mis ojos lo que en mi cuerpo sentir no puedo. Sólo espero el momento en que de quien dependo decida el fin de una vida, de la que juntarme a la tuya quiero. Sólo espero la caída sobre ti.
La hoja.

571. EL BOSQUE ASUSTADO, de Musgaño

La noche se posó suavemente entre los árboles y el bosque echó el pestillo para descansar.
Muchos  animales se desperezaron en sus madrigueras y se lamieron con primor su vello suave y tibio antes de salir al exterior. Cuando lo hicieron,  husmearon con placer el olor del viento y disfrutaron  escuchando atentamente los  sonidos  despreocupados que emitían sus futuras presas.
Nadie tenía miedo porque  el día había pasado.
Los árboles respiraban serenos y charlaban pausadamente sobre los acontecimientos del día. Peinaban sus hojas dejando caer los cabellos secos y mecían a sus visitas que se acomodaban sobre sus ramas.
Poco a poco la noche se fue agotando y pequeños rayitos de luz afilada empezaron a colarse por las grietas del bosque, avisándole de que debía ir adormeciéndose.
El sol finalmente lo inundó todo. Entonces se escuchó el estruendo de un potente motor,  y luego otro, y otro más. Una fila de quads irrumpió en el bosque quebrando su silencio. Todos ellos se abalanzaron estrepitosos sobre los  senderos, aplastaron frágiles alfombras de musgo y aterrorizaron con su furia, su aspecto y su olor a todas las criaturas del bosque.
No es extraño que el bosque nos tema y no nos comprenda.

569. COLORÍN COLORADO, ANTES DEBIÓ SER PENSADO, de Luciérnaga

Maldiciendo un beso, se introdujo en el bosque. Soledad era lo que tenía. Soledad y un enorme arrepentimiento, que le pesaba más que el barro arrastrado por su capa azul. Tramo a tramo fue recorriendo el riachuelo. Escudriñó en cada recoveco. La angustia no le permitió dejar la más mínima cavidad   libre de exploración. Una grave sacudida retorcía sus entrañas. Conocía esa sensación; el recuerdo lejano de otros tiempos erróneamente abandonados. Cuando los rayos de sol fueron desapareciendo y la noche cayó sobre el bosque, sin saber muy bien lo que el príncipe buscaba, las luciérnagas iluminaron su camino. Y al salir la luna, un búho, posándose en una rama, sabiamente le dijo:
– Sé bien lo que buscas.
-¿Dónde está?
– En la charca de los lirios, junto a otros batracios.
– Necesito que sea ella quien me bese esta vez. Quiero recuperarla y regresar a mi charca. ¡Deseo volver a ser una rana!
– ¿Acaso, la princesa y el palacio no resultaron ser como tú imaginabas?- con ironía habló el búho y elevando el vuelo, desde el aire gritó- Debiste pensarlo antes amigo mío, ahora tu rana ya tiene un sapo, con quien vive feliz en su charca.

568. EL NIÑO Y EL BOSQUE, de Madreselva

El niño se interna en el bosque, confiado. Siente la húmeda umbría y el rumor del agua, un crujido sordo de hojarasca bajo los pies y un tímido hilo de sol acariciándole la cara.
Una ligera brisa, desde las lejanas brumas, le trae aromas de maternales ganados, alas de pájaros y zumbidos de insectos, mientras camina entre rugosos troncos centenarios.
Saluda a los elegantes helechos, hijos de las sombras. A las vibrantes flores y a las danzarinas mariposas dibujando, con sus brillos de seda, garabatos bajo la luz. A las bayas de vivos colores y a los espinos vigilando moras.
 Domina ya la tierra enmarañada y ansía ver el cielo. Trepa a un árbol y respira, al fin, el aire puro.
Como el rey de un verde mar, se acomoda y admira el horizonte claro, dos torrentes y un roquedal oscuro.
Escuchando desconocidos sonidos lejanos, conoce la belleza, el tiempo detenido y la soledad devastadora, el silencio, la calma, entre la vida que bulle ….. Y un leve movimiento, una rama que cae y la muerte abrumadora.

567. ALUNIZ… AZULIN… ALUCINANDO, de Cacadeconejo

¡Mierda! ¡Encima se pone a llover!
Como me vuelva a encontrar otro gnomo sonriéndome desde el tronco de un árbol hueco, o, incluso, debajo de una seta de lunares de colores le voy a dar una patada que le voy a sacar volando de este maldito bosque. ¿Serán…? ¿Pues no se están riendo de mí porque no hago más que dar vueltas y vueltas sin encontrar el camino de salida? 
Pero…¿quién me mandaría irme de fin de semana al campo? ¡Si yo adoro el CO2 de los coches y el ruido de la ciudad!
¡Uyuyuy…! ¿Qué es esa sombra que se mueve entre los troncos de los árboles?
¡Coooooñó! Si es un trol …¡ ¡Qué feo es! ¡Madre!, ¡Que me está mirando…! ¡Madre! ¡Que viene a por mí! Tengo que correr, ¡Tengo que salir corriendo!  Pero… ¿Qué me está pasando? ¡Dios! El trol me ha lanzado un conjuro. ¡No me puedo mover! ¿Qué es esto húmedo y caliente que noto en mi pantalón? ¡Ahhhhhhh! ¡Qué asco!
¡Ufff! Parece que le he dado esquinazo. ¡Qué hambre me ha entrado de repente!
 Y sin un triste bocadillo. En fin, volveré a comer de las setas de antes. No sabían mal del todo.

566. EL ENEMIGO, de Madera 4

El árbol habló con voz potente. Venía el hombre a invadir el bosque, a llevarse la madera, a dejar sin casa a los animales. Era justo que ante el enemigo, se prepararan para lo peor. Convocaron al viento y a las nubes. Prepararon trampas con disimulo. Aguardaron al acecho por si había que hacerle retroceder. El hombre llevaba una mochila en la espalda. Caminaba con cuidado, se paraba a olisquear el aire. Hizo algo más. Se abrazaba a los troncos y éstos, sobresaltados rugían de gusto. Intercambiaron sus energías durante mucho rato. El hombre lloró, porque sabía que en pocas semanas llegarían las máquinas para derribarlo todo. Esa madera se iba a convertir en unos pocos euros para los políticos. El árbol lo supo porque leía dentro de los corazones puros. Preguntó si había escapatoria y el hombre negó con la cabeza; a no ser que sacaran las raíces del suelo y cruzaran las fronteras en busca de una vida mejor.

565. LA SOMBRA, de Brizna

           Sentí el acre sabor de la sangre en mi boca. No pude esquivar la última rama. Correr a través del bosque en mitad de la noche no era aconsejable, pero sentía su presencia a mi espalda, sentía su aliento en mi nuca. No debimos adentrarnos en su búsqueda, pero lamentarme ya no servía de nada, sólo quería escapar, llegar a la cabaña, refugiarme bajo la luz de su entrada. Nunca creí que una leyenda así fuera cierta, pero lo que hizo desaparecer a Ana de mi lado ahora me perseguía de cerca. Decían que era una sombra más oscura que la propia noche, un agujero negro capaz de absorberlo todo haciéndolo desaparecer bajo su manto. Y ahora esa oscuridad me perseguía.
             No sé como, pero conseguí salir del bosque y llegar a la luz. Subí las escaleras del porche apresuradamente, y mientras recuperaba el aliento lo vi. Estaba allí, bajo  los árboles. Sólo era una oscura silueta  pero al mirarla esta vez lo comprendí todo. Ya era demasiado tarde. El tupido bosque empezaba a rodear lentamente la casa.

564. ESCAPANDO, de Violeta

Era de noche, dos amantes corrían  escapando del resto del mundo y sin pensarlo dos veces se dirigieron al bosque, corrían sin un rumbo fijo, temiendo por sus vidas.
Nadie entendía su amor y no tuvieron mas remedio que escaparse juntos pero les perseguían  y si les daban alcance les matarían seguro . Estaban desesperados, pues cada vez los sentían mas cerca , les estaban dando alcance  y la angustia fue subiendo cuando oyeron a los perros y veían los haces de luz de las linternas escrutando el bosque.
 Sería muy difícil despistarlos pero no dejaron de correr agarrados de la mano, sin soltarse esquivando  las ramas y las raíces que parecía que se apartaban a su paso.
En poco tiempo se sintieron acorralados, un ultimo beso con un gran abrazo intenso y profundo con el que sellaron su amor para siempre, un abrazo interminable que mimetizó sus cuerpos como el tronco de un árbol, tan intenso y verdadero era su amor que aun se les puede ver allí, en el centro del bosque formando el árbol mas hermosos que jamás se haya visto .Un abrazo eterno para un amor verdadero. Jamás los encontraron .

563. EL BOSQUE DE LOS SUEÑOS, de Flores

Anoche soñé con el bosque de sueños.
¡Era hermoso! con cientos de árboles mágicos; de las ramas de uno colgaban libros con maravillosas historias; había otro del que colgaban estrellas pero el más grande y más hermoso era un grandísimo abedul, en cada rama había atada una cuerda y al final de esta un papel brillante que se movía con el viento, parecían centellear y con cada reflejo parecían llamarme, corrí hacia él y al intentar tocarlos un hada salió de las ramas más altas. Revoloteaba a mi alrededor y  sus alas desprendía un olor maravilloso.
–  Soy la guardiana de los deseos de este viejo abedul del bosque de los sueños. Cada papel es un deseo de alguien de corazón puro y si brillan es que han sido concedidos, en unos días caerán al suelo y surgirán nuevos árboles mágicos.
– ¿Quieres tu pedir uno?
– Es que no se si tengo puro el corazón, titubee.
– inténtalo y ya veremos.
Tomé uno de aquellos brillantes papelitos que el hada me dio y con una rama que desprendía savia lo escribí.
Desperté sin saber si brillaba mi deseo pero recordaba perfectamente cual había pedido.
« tener el corazón puro»

562. LA PLUMA, de Violeta

Roberto era un escritor novel, iba caminando por el frondoso bosque ensimismado en sus pensamientos, la inspiración  le había abandonado y trataba de recuperarla en aquel  paraje .
Llegó hasta un claro del bosque, una preciosa pradera llena de flores silvestres  sentándose debajo de un árbol para disfrutar un rato de aquellas maravillas .
No habían transcurrido ni cinco minutos cuando de pronto delante de él se presentó un hada del bosque, era pequeñita, toda ella lila, su vestido, sus alas, su pelo…
En sus manos traía algo se fue acercando a él muy despacito y comenzó a hablarle:
-Mira , esto es una pluma mágica , es la pluma de las hadas del bosque , nos la regaló un mago, esta hecha con las ramas del árbol mas antiguo y sabio del bosque, muy pocas personas poseen una porque muy pocas lo merecen, pero todo buen escritor que se precie debería tenerla y solo sirve si su dueño realmente tiene imaginación, amor y un corazón limpio.
– Gra….gracias
llego a balbucear Roberto sin terminar de creérselo aún, recogiendo de las minúsculas manos una extravagante pluma verde con adornos dorados.
Volvió a casa, su musa estaba con él.

561. UNA TARDE DE TORMENTA, de Trueno

En lo más profundo del bosque, Enma retrata el paisaje insondable que se extiende ante sus curiosos ojos, unos ojos que observan como el cielo caprichoso se ha inundado de nubes deseosas por desfogar su furia sobre aquella tierra de hongos. Las primeras gotas de agua adornan en un extremo el variopinto lienzo de colores, provocando que ella oculte su dibujo con premura, mientras una congregación de pinos con aroma fresco e impúdico, envuelve la resuelta figura de la chica, aun acomodada sobre la tierra cada vez más húmeda. De forma vertiginosa emprende camino, coronada por rayos y truenos aledaños, que desatan implacables una intensa lluvia. Algún animal, con cierto atrevimiento, le acecha a su paso con sigilo y congoja. A lo lejos, una humilde cabaña intuye ferviente la llegada de su afligida visitante. Con la respiración agitada por el intenso caminar, y el pelo y la ropa mojados, Enma irrumpe en la casa, donde el calor de la leña al arder, la sorprende premeditadamente. En un extremo de la habitación, Rafael enfundado en su garrota, levanta la mirada de ojos azules, y con una tierna sonrisa se acerca hasta su nieta y la besa en la sonrosada mejilla.

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