Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

101. QUÉ LLUEVA, de Ranita

La brisa me decía que venías. Nada lo impediría. Tu presencia ya era inminente en el aire, en el clamor del termómetro, en mis venas. Mil hojas arrancaron su danza de la lluvia impelidas por el viento cómplice, caliente, feroz. Un torbellino de tierra seca y mil colores se mandó sin aviso por el aire anunciándote precoz.
Y tú nada. Sólo calor rabioso y desconcierto. Una calma obligada por esa temperatura fatal nos aplastó contra los árboles terminando asustados los poquitos de agua mineral que  teníamos de reserva.
Lagartijas desesperadas buscaban rincones mas ventilados entre las raíces y los tronquitos caídos. Nada más que llegaras… un camino de hojas multicolores se descubría para ti. Gotones que nos das como primer regalo. Gracias amiga.  El placer del agua lenta y fría por los huecos de las enramadas… luego más y más fuerte hasta colmarnos con tus cascadas de plata.

100. EL HOMBRE DEL SACO MOJADO, de Leño

Llovía hasta debajo del agua. Había dejado el cenicero en la balaustrada de madera y la humedad se había zampado la ceniza. Salí al bosque a por leña con una bolsa de basura por la cabeza. Parecía el hombre del saco mojado. Los conejos se escondían entre la leña. Me miraban asustados mientras seleccionaba los mejores troncos del montón. Imaginé invitarlos a tomar café y a calentarse junto a la chimenea. El pensamiento se desvaneció al caerme uno de los trocos sobre el pie. Trate de cubrir la leña con el mismo plástico que cubría mi cabeza. Fue imposible. Tuve que escurrir la leña antes de meterla en la chimenea.
Me puse ropa seca y pasé la tarde agarrado a una taza de chocolate caliente. En la radio, Frank Sinatra cantaba White Christmas. Yo silbaba la melodía mientras esperaba los huéspedes para ese fin de semana.
Estaba todo preparado.
Llegaron en torno a las cinco de la tarde, cargados como burras. Les expliqué todo muy rápido y me marché.
De camino al coche eché una mirada por la ventana de la casa y de sus sonrisas pude intuir que deseaban que llegara este fin de semana desde hacía mucho tiempo.

99. PACIENCIA, de Cedro

En un recodo del sendero, y sin previo aviso, te desnudaste y te adentraste en la espesura, arrastrada por el bosque.
Hace ya tres años. Empiezo a pensar que igual ya no vuelves.

98. EL ÁRBOL, de Faisanes

        El hombre esperó a que la luna de Enero estuviera llena. Dejó su cama y se abrigó bien, saliendo del albergue rural en donde llevaba dos días preparándose. Ya tenía elegida la encina y fue hacia ella. Primero la abrazó, apretando su rostro contra la fría corteza; luego de alcanzada lo que él entendió como armonía mental, se volvió y mirando hacia la luz lunar, bien abiertos los ojos, se agarró al chaparro ajustando espalda y piernas a su superficie… La luna brillaba, él se hermanaba con la tierra y la noche, hasta que logró la paz, quieto, hermanado con el todo.

        Buscándole, sólo encontraron sus zapatos y ropa, además de algunas coronas de cromo-cobalto y cerámica, más restos de amalgama de plata… A los pies de un árbol.

97. EL CAMINO, de Liquen

Me da un vuelco el corazón cuando me doy cuenta de que estoy perdida. A ambos lados del sendero se yerguen árboles altos, troncos de tonalidades sombrías y denso follaje cubriendo el cielo.

Me detengo y doy la vuelta y aparece una escena ante mis ojos. Un grupo de cinco niños de unos diez años con botellas de cristal vacías colgadas en sus espaldas y una cuerdecilla que conecta sus bocas con las botellas vacías que cada uno porta, los carrillos hinchados de aire retenido en sus bocas, sus brazos se mueven con lentitud como si estuvieran nadando.  Jugaban a ser buzos.
Observo  la escena y siento que el tiempo se detiene de manera inquietante y de repente uno de los niños se para ante mí , me mira mientras alza su dedo índice para indicarme un sendero que se abre nuevo para mí , entonces me dice:  tranquilo, este es el camino.

96. BELLA, de Búho 7

Me asomé a la cascada de agua que la tormenta furiosa había dejado a su paso, escondida, entre un arco iris brillante e hipnótico,  la vi.,  apoyada en una roca gris plateada. Su belleza era tal…sus alas de mariposa y su colorido asombroso me dejaron impactado, se giro y al verme. Hecho a volar, asustada.
Mi dulce hada se poso en la rama de un roble pedunculado y su curiosidad incauta le hizo retroceder hacia mi mirada, yo quede enamorado de tanta belleza.
La torpeza de mis dedos por intentar atrapar un sueño me hicieron trepar a lo más alto del árbol, allí sentado en una rama, nos miramos a los ojos, chispas de luz divina traspasaron mis sentidos.
El pájaro sabio se acerco y me dijo;
-Juan, deja que se vaya nadie creerá tu historia.
Era tal mi ansia por abrazarla que me acerque a ella, y resbale cayendo al infinito…
La almohada de mi cómoda cama, me recordó tan bello sueño, pero al observar mi rostro en el espejo observe un enorme hematoma en la frente.
Sonó un tic en la ventana y me acerque a mirar, el pájaro sabio sonrió.
“La belleza es para admirarla, no necesitas poseerla”

95. AMOR, de Láudano

A mi pareja actual y a mí nos encantan las casas rurales con muchas actividades, senderismo, bosques, ríos, playas cercanas y picadero. Y los niños con su madre.
Nosotros no salimos de la casa en todo el fin de semana y aprovechamos la ausencia de los otros para disfrutar de ella.
Llevamos un bolso con la comida y bebida y si hay microondas y neverita todo resuelto.
Tenemos una maleta con juguetes eróticos, adminículos y complementos para nuestras fiestas. El otro fin de semana en Ezcaray, una señora volvió antes de tiempo por unas pérdidas y nos pilló en el salón, yo en pelota picada con un gorro de navidad, enhiesto como un unicornio y persiguiendo a mi chica desnuda también, que blandía un vibrador de negro Mandinga.
La señora se quedó en la puerta y la pérdida ya fue total y nosotros al grito de somos elfos y a saltitos la sorteamos a ella y al charquito y nos subimos a nuestra habitación.
En una casa en  Donamaría que enseñan a amasar pan, lo hicimos en la mesa como en el cartero llama dos veces, nos pillaron por las huellas harinosas del pasillo.
Somos adictos al turismo rural.

94. VIDA, de Búho7

Caminaba descalzo de esperanza, por un  sendero arbolado, su perfectiva infinita abrazada mi cuerpo con sus robustas ramas, y las sombras de los árboles reflejaban rostros de enfado que perseguían mi paciencia. Era de noche y estaba perdido.
Sus ojos penetrantes me invitaron a salir, el búho mágico estaba allí esperándome,  me guió a la salida de aquel laberinto y sin apenas ser consciente, regrese a la realidad de mi equilibrio.
Los malos momentos habían desaparecido y ahora debía de aprender a caminar en soledad, con la alegría de la luz del sol, con la enrome ilusión de cada amanecer.
Deje de vivir en futuro y comencé a sobrevivir en presente, y de esta manera el susurro del viento calido, acaricio mi mejilla, una suave lagrima recorrió mi rostro, al contemplar tanta belleza.
Abrace a mi madre, naturaleza, observe su plenitud, sentí su aroma, y dibuje sueños en las nubes. Tras dejar atrás, la cárcel de asfalto que me había mantenido prisionero en su
Maquina del tiempo inventada por el hombre.
Temí que aquella felicidad, la enorme sensación de libertad que manaba desde mi interior, tan solo fuera un espejismo.  El baile de los árboles y la música del viento…  me enseñaron a vivir.

93. PERDIDO, de Sendero

Cuando ya todos lo dan por desaparecido soy yo quien insiste en darle otra oportunidad y organizar una batida más para poder hallarle con vida. Él y su mujer son mis mejores amigos y no puedo soportar el disgusto al ver la desesperación de ella, la muda súplica en sus ojos. Cada vez que la miro y la veo así, no lo puedo soportar. Por eso tengo que encontrarle.
La mañana había empezado alegre con los preparativos de las excursión, pero se torció con la tormenta, el frío, la nieve y sobre todo cuando él se perdió en el bosque. Enseguida, en medio del caos, organizamos su búsqueda, pero hasta ahora no hemos tenido suerte. Sólo quedamos unos pocos voluntarios para seguir buscándole por lo que sugiero que nos separamos y así poder cubrir más terreno. Yo me dirijo a una zona escarpada y cubierta por una espesa vegetación que no hemos registrado todavía, y ahí es donde oigo su agónica llamada de auxilio, más parecida a un estertor, pero la ignoro. Sólo quiero asegurarme de que él no va a vivir hasta que lo encuentren los demás. Me gusta mucho su mujer.

92. CERRANDO HERIDAS, de Robin

El pino la tenía tomada conmigo. Decidí congraciarme con él y acudí el sábado temprano a limpiar. Mientras recogía ramas y hojas –mi especialidad, según mi jefe de equipo- , no dejé de mirarle. La verdad es que siempre convergía en el corazoncito que le tallé con quince años; un “Montse y yo” dentro. Me sentí fatal, como cada vez que veía esa herida que el pino no parecía querer perdonar.
       Cuando até el último saco, vi la oportunidad de redimirme.
       Un loco apuntaba con un arco hacia el pino.
       -Al centro del corazón, entre Montse y quien sea, -anunció el Robin Hood de pacotilla.
       Oí tensarse la cuerda y juro que sentí el retroceso máximo y el primer impulso de la flecha. Más rápido de lo que me haya podido mover nunca, más rápido que Clint Eastwood protegiendo al presidente, me interpuse entre el sibilante dardo y el corazón del árbol. Justo a tiempo. Quizá, para ser exactos, un par de décimas de segundo antes.
       Me costó una semana separar la ventosa de la camisa verde, mi favorita.
       Desde entonces, Montse y los niños volvemos a acampar bajo el pino jefe, que me mira con menos severidad.

91. EL BOSQUE DE MIS PENSAMIENTOS, de Mariposa 2

Aquí, más allá de la profundidad de mi mirada, dentro de mis pensamientos, existe un bosque palpitante de vida. Caminos alfombrados de hojas amarillas por los que me gusta transitar, árboles que dan cobijo a mis sueños, un arroyo de aguas plateadas por donde navegan mis ilusiones embarcadas sobre cáscaras de nuez. Una tenue bruma envuelve a veces este paisaje, transformada en espesa niebla en puntuales ocasiones. Lo mejor es cuando el sol ilumina todo esto y sus rayos, aliándose con la humedad reinante, terminan por formar un arco iris en el que me gusta deslizarme hasta aterrizar sobre un lecho mullido de color verde, en donde las mariposas se alteran por mi llegada y terminan por revolotear alrededor de mi presencia sin descanso.
Aquí, más allá de la profundidad de mi mirada, donde habitas perennemente tú.

90. CINE, de Jasper

La película ya había empezado cuando la pareja se sentó delante de mí. Pude ver las siluetas recortadas contra la pantalla. Al principio no noté nada, pero cuando ya habían pasado unos minutos percibí la esencia de un perfume que conocía. Puede que fuera ella una de las dos siluetas abrazadas que tenía delante. En ese momento la película estaba en una sucesión de escenas nocturnas y apenas podía distinguir nada, pero entonces ella hizo algo que ya no me dejó duda sobre su identidad: se sacudió el pelo de una forma que sólo la persona que yo conocí podía hacerlo. Mi memoria sumó el olor y aquel movimiento de anuncio de champú y como un resorte me levanté y salí a la noche estrellada. Recordé los versos de Neruda: “en noches como ésta la tuve entre mis brazos”.

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