Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SAUDADE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta cuarta propuesta es el concepto portugués de SAUDADE. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de SEPTIEMBRE

Relatos

213. IMÁGENES FRAGMENTADAS, de Olmo

 Cuando el jadeo cesó, el aliento que desprendía el ardor de su cuerpo
se enredaba en la niebla que se arrastraba por el suelo al alba. El
sudor se embrollaba con el rocío empujando riachuelos… y ramas y hojas
vestían estampadas su piel desnuda.
Todo el cuerpo le dolía. Pies y rodillas tatuadas, como si de estigmas
se trataran.
No recordaba con claridad la noche pasada, sólo se despeñaban de su
recuerdo imágenes fragmentadas.
La excitación en el aire espoleando su pituitaria…
  La brisa reverberando el llamado sordo de la antigua pasión…
     La mirada deslumbrada por el deseo…
        Su cuerpo excitado vagando desnudo por trochas y veredas…
           Las manos ansiosas atrapando el aire en cada nuevo intento…
              El sabor primitivo del bosque en la pelvis…
                 El sexo henchido como un dragón de fuego…
                    La furia desatada del trueno destellando sobre el lecho…
                       La esencia renovada esparciéndose en un grito reiterado…
Y después la oscuridad, el silencio, el reposo, el sueño… El tiempo de imaginar el deshielo… de desabotonar el sol del gris cielo… de irisar sonrisas sin que cese el juego… Y de nuevo vuelta a empezar con el forcejeo, con el deseo, con esta primavera que hurta mi sosiego.

212. AMOR EN EL BOSQUE, de Arena

Aquel sendero de arena conducía hasta la gruesa fila de eucaliptos para dar paso a los  pinos, bajo cuyo follaje, la frescura reinaba. Antes de llegar a la playa había que recorrer unos quinientos metros de bosque en línea recta para ver el mar azul. Apurada, Elena trastabilló en la raíz saliente de una rara enredadera que se enrollaba en el tronco de un árbol. Cayo de bruces y no pudo levantarse, el dolor la atornillaba a la tierra húmeda. Pasó un buen rato hasta que un joven de barba colorada, con aspecto de extranjero, quien a la sazón caminaba por entre los esbeltos y verdes ejemplares, llegó en su auxilio. Dejó su mochila y la ayudó a incorporarse, pero la joven no podía caminar. Tuvo que alzarla y llevarla entre sus brazos hasta la ruta.  Mientras caminaba sin hablar, ella casi inconsciente, pudo sentir el palpitar apurado de su corazón. Cerró los ojos por un instante y al abrirlos, el techo blanco de la sala del hospital la desorientó. Sentado a su lado estaba el pelirrojo que la miraba enternecido. El encuentro en el bosque había signado sus destinos. De ahora en más, siempre estarían juntos.

211. EL JARDÍN MÁGICO DE MI IMAGINACIÓN, de Claro

El jardín mágico de mi imaginación es un pequeño bosque formado en la más oscura de mis épocas. Tiene en su entrada un enorme laberinto infranqueable para mis pesadillas, lleno de arbustos en sus lados que esconden el misterio de su belleza. Cuando consigues alcanzar la salida de aquel angosto entramado puedes vislumbrar un paraíso de sensaciones en el que tus sentidos se intensificarán con olor a azahar o el sonido que producen las aves al cantar. Con tus pupilas ensalzadas en el paisaje con el más brillante de los cenit, descubres como los rosales y los lirios te conducen por un camino hasta un pequeño bosque de abetos en donde reposa la más placentera de las sombras en donde dejar a tu cuerpo relajarse y perderse en la grandeza de aquel páramo. Por último cuando llega la noche, aquel esplendor se ve encumbrado por un reflejo platino que se cierne desde lo alto de un pequeño lago que delimita el fin. Y volviendo tu vista atrás puedes descubrir que aquel jardín es incluso más bello y mágico por la noche. Por ello cuando te sientas solo o asustado, cierra los ojos y recuerda esto que te he contado.

210. REUNIÓN FORESTAL, de Xana

Hoy, en el claro del bosque, tenemos una reunión forestal con las últimas incidencias del mes, siendo la primera queja la del Viejo Roble con su incómodo inquilino; tiene varios agujeros repartidos por su tronco gracias a su «mejor» amigo Carpintero y familia, sin permiso realizó una bonita escalera de caracol desde su raíz hasta la tercera rama izquierda, teniendo ventilación contínua.
No menos importante es la del Señor Petirrojo, harto ya de las incursiones de los gemelos Cuervos cuando regresa con su comida al nido. Entre picos y patas acaba dando de comer a los suyos y a los otros.
Don Helecho presenta una reclamación a pequeño Eucalipto, que con su afán de crecer, invade su territorio bebiendo descortesmente su ración diaria de agua, que succionada al Acebo, da las gracias por las molestias.
Finalmente las Señoritas Hayas bien acicaladas, descompuestas y sin novio, reclaman al fogoso Avellano parte de la cosecha anual para sus adornos otoñales.
Para terminar, un servidor Fresno, encantado de notificar en esta acta tanto malestar…y empieza la sesión, suerte a todos.

209. EL BOSQUE VERDE, de Álamo

Día tras día, noche tras noche, se soñaba en el bosque, el bosque verde.
Por su ventana, a lo lejos, veía el bosque, el bosque verde. Lo veía desde su cama. Soñaba con brumas y estrechos ríos, con un solitario rayo de sol atravesando las tupidas ramas de árboles centenarios que susurraban su nombre. Sentía su paz y oía su llamada. Sabía que entrar en el bosque significaba detener el tiempo, apearse del mundo loco y ruidoso para disfrutar del rumor de las hojas, del canto de las aves, del sonido del agua fluyendo.
Por la noche también se soñaba en el bosque. Un bosque de otro color verde, diferente, pero igual de hermoso. Admiraba la luna, que con sus tenues lazos blancos rompía la oscuridad haciendo nacer un mágico reino de sombras, mudos habitantes de un paraje irreal en el que soñarse a sí misma, en paz, estaba permitido.
Un día, hace algunos años, se puso en pie, miró por la ventana, suspiró y se marchó caminando hacia el bosque. “Abuela, ¿a dónde vas?”, le dije. No contestó. No hacía falta. Yo conocía la respuesta. Ahora su hogar está en el bosque. Allí, en el bosque verde.

208. EL ÁRBOL, de Tronco 2

Hace muchos años a la sombra de mi madre fui creciendo, mi tronco se ponía un anillo-año de adorno e iba engordando, me crecieron muchas hojas… Cuando ya tenía conocimiento, vi que las perdía, que no podía correr y recogerlas, llorando llamé a mi madre, le pregunté qué podía estar ocurriéndome, temía desaparecer…
Mi madre me explicó: Debes estar tranquilo, todos los años perderás tus hojas y las verás hermosas de mil colores a tus pies. Vendrán las hormigas y entre varias las trasportarán a sus guaridas; otras, se las comerán otros animales del bosque; las aves se las llevarán para hacer sus nidos y el viento se las llevará lejos.Los niños se balancearán en tus ramas y puede que alguna de ellas te la rompan, no temas, ya te crecerá otra en su lugar. Muchas personas reposarán sus espaldas y sus cabezas en tu tronco,estarán pensando,leyendo un libro o mirando al infinito; alguien llorará a tus pies.También éstate tranquilo cuando veas que con una navajita te hieren, no te preocupes solo será algún enamorado que dibujará un corazón. Solo deberás temer un poco a las tormentas… pero esto último es mejor olvidarlo.

207. EL VILANO, de Vilano

Era octubre, soplaba viento del sur. Ese viento caliente que consigue que algunos corran, otros se escondan y muchos pierdan el juicio. Y todo se tiñó de naranja. El aire se enrareció, se hizo más pesado e irrespirable. Una noche de humo  en la mitad de la tarde ensombreció el hayedo. En unas horas el mosaico de colores se transformó en gris.  Cientos de años convertidos en humo y ceniza.
 Miles de vilanos  recorren la distancia entre la vida y la muerte montados en la brisa. Tardan meses en renacer.  Volverán  a vivir.  Hoy  el primero ve la luz, comienza  a respirar.  Apenas un punto claro destacando sobre la oscuridad, una estrella en el suelo. Comienza la colonización, este primer vilano es el punto y seguido en la biografía del hayedo.

206. XANAS, NÁYADES Y TRASGUS, de Xana

De niña cuando entreba en el bosque, siempre permanecía atenta, callada y con perspectivas de encontrar alguna Xana blanca o la Nayade de agua. El Abuelo me acompañaba en tan difícil tarea, rebuscábamos en el manantial donde no quedaba piedra sin remover, nos asomábamos en el hueco que había en el viejo roble pero no había manera de oir ni ver ningún Duende, sólo percibíamos el viento meciendo los árboles y un ligero aroma a madera humedecida con un toque a musgo.
Quizás, decía el abuelo, vino el Trasgu y las asustó pero yo no desistía en el intento de volver a casa y poder decir: «Mamá, vi la Xana». Sin más regresábamos al pueblo, y merienda en mano, hechaba un último vistazo en un intento de descibrir su magnífico escondite.
Hoy, es el día que aún regreso al bosque y miro en el manantial y en el viejo roble, aunque ya mi inocencia se perdió y sin embargo,siempre me queda la esperanza de que el bosque permenezca mágico y tuviera razón mi Abuelo, el Trasgu las ahuyentó.

205. ALQUILO PRECIOSA CASA RURAL, de Oso

He heredado la casona familiar de la Colina Roja. Es lo que llaman en la región una «Casa del Bosque», es decir, que no se sabe dónde empieza la casa y dónde acaba el bosque. Y viceversa. La vivienda me trae maravillosos recuerdos de infancia, pero curiosamente ahora no me parece tan divertida. Paso los fines de semana allí y sobrellevo como puedo sus caprichos de indómito hogar de floresta. Las mesas tienen raíces, las sillas echan brotes verdes en Primavera, las ranas instalan sus nenúfares en el fregadero, las setas crecen en los pucheros, las ardillas saltan por las lámparas, el viento se esconde en los armarios, el oso hiberna en la bañera, la cascada baja por la chimenea y las arañas tejen calcetines de plata en cajones y alacenas. Incluso una vez descubrí un nido de petirrojos en mi maletín de la oficina. He pensado en transformarla  en alojamiento rural para turistas. Mi paciencia ha llegado a su límite. Ni siquiera una sola de mis novias ocasionales ha querido quedarse nunca a dormir. No soportaban hacer el amor mientras un tropel de ninfas de agua nos observaban, curiosas, sentadas en el cabecero de la cama.

204. EL HORTELANO, de Oso

Vivo en el bosque. En mi cabaña apenas hay muebles. Sólo una cama desvencijada, unos pocos utensilios de cocina y algunas cestas de mimbre que utilizo para recoger lo que planto en el corral trasero, junto a los robles. Sólo así puedo leer, rodeado de paredes desnudas. Silencio y rumor de viento en los árboles, fuera. Silencio y rumor de hojas impresas, dentro. Vacío que se llena con las historias de los libros que devoro. Los cultivo yo mismo. Hago un agujero, echo algunas palabras inconexas, riego, fertilizo y en unas semanas crecen unos libros grandes y hermosos. Al principio me gustaba la poesía y abonaba las letras con alas desmenuzadas de mariposa pero cada vez me gusta más el ensayo. Así que, he tenido que cambiar de abono. Lo consigo en el pueblo. Acecho a algún vecino, lo degüello y después lo entierro en el huerto.

203. LOS CUERVOS, de Cazador Furtivo

Aquel invierno de mala suerte, una bandada de cuervos, una enorme bandada salió del bosque para apoderarse de la ciudad. Era un invierno seco, oscuro, sin nieve; una interminable helada había petrificado tanto los edificios como las esperanzas de los habitantes. La crisis había mordido despiadadamente las porciones de comida en las mesas, los fuegos de las chimeneas, el dinero de los bolsillos. Uno, dos, cien, mil cuervos ocuparon con sus negras siluetas y su siniestro croar las ramas de los abedules de la Plaza Central. ¿Qué querían los cuervos? ¿Qué más agoraban?
       Detrás del mostrador del bar desierto, Miguel miraba la tele. Toda la mañana habían transmitido la sesión parlamentaria extraordinaria. La agitación de los trajes oscuros, las agresivas e ininteligibles palabras, aquel confuso croar humano acentuaron su mal humor. Apagó la televisión. Sacó un puñado de monedas, tiró tres en el cajón y tomó del tarro un par de caramelos para sus hijos. Agarró la escopeta del patrón, salió del bar y empezó a disparar ráfagas de tiros contra los cuervos que, asombrados, echaron a volar por encima de la Plaza. «¡Atrás¡ ¡Atrás al bosque de donde saliste!» gritó, pensando: «…¡Sólo el inicio, miserables!…»

202. ¿VES EL BOSQUE?, de Nido

¿Ves los árboles?
Verón miró hacia el punto que señalaba su padre. Veía.
Son abedules. En otoño consiguen ese aspecto plateado, fíjate. Y mira cómo se extienden por allá, bajando por la ladera. Todo esto es la naturaleza, siéntela en tus pulmones. ¿A que aquí se respira diferente a la ciudad, eh?
Verón se encogió de hombros
 Este era un bosque grandioso, ¿sabes?, cuando yo tenía tu edad me parecía enorme. Yo vivía un poco más abajo, detrás de aquella loma. Entonces nadie se atrevía a cruzarlo. Ya sabes, nadie regresaba…
¿Ahora también?
No, ahora no. Ahora ya construyeron la carretera. Se puede atravesar en línea recta, ¿no te diste cuenta?, por donde hemos llegado.
Asintió el hijo aunque dudara cual de todas las carreteras que cruzaban el bosque podía ser.
El mejor terreno que hay sobre el valle… Fíjate, hijo mío, que espectáculo para la vista. Un lugar maravilloso. Imagínate poder despertarte, abrir la ventana y descubrir este cielo, este bosque…
Vale, pero donde está tu oficina. Dijiste que me enseñarías donde trabajas…
Te lo estoy enseñando, hijo mio. Yo construyo sueños: aquí es donde tu padre  construirá el complejo de hoteles más grande que exista.

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