Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

354. VERDE SELVA, de Montaraz

Siguiendo una estrecha picada está el ranchito donde vive el Monchito,  junto a su madre.

       Su joven y triste vida se reduce a talar árboles y cazar animales para subsistir. .
Los pájaros son sus únicos amigos, aprendió a  imitar sus melodiosos trinos.
Siente que algo esta cambiando, su sangre bulle excitada cuando ve aparearse a los animales del monte.
         Camina en silencio por la  húmeda orilla, disfrutando los ruidos nocturnos, un enorme y silencioso búho vigila sus pasos.
La soledad duele, cree ver en la otra orilla una blanca y vaporosa figura que lo llama
        Desafía al miedo y se arriesga a cruzar en su precario bote, embriagado por la magia de la sibilina luna.
        El río es un piélago plateado, ya se cerca,  la difusa figura corre por la playa, ese juego lo excita, sus manos rudas y callosas reman con frenesí,  su corazón  retumba en un tam-tam ensordecedor.
En la última curva del río reaparece y lo llama,  enamorado se acerca, no sabe que esa noche la muerte salió de cacería  y lo aguarda en las turbulentas aguas de las cataratas.
        Los lugareños culpan a la misteriosa selva.
        La luna y el río, cómplices guardan el secreto. 

353. LAS TRES BRUJITAS DEL BOSQUE, de Ardilla 6

Erase una vez en un bosque muy  remoto…
Vivian dentro de un árbol muy muy grande, tres brujitas; Morenita, Rubita y Pelirroja.
 Mientras preparaban una poción mágica  junto al fuego de la chimenea, la vieja ardilla del bosque golpeó con su robusto bastón la puerta – ¡los arboles están muriendo! –Gritaba.
Morenita que era la más joven con 15000 años, abrió.
-¿Qué ocurre anciana ardilla? –Respondió agitando sus largas pestañas negras. 
– ¡Oh! Tenéis que hacer algo, ¡los árboles están muriendo!-
Las brujitas sorprendidas por las malas noticias montaron en sus escobas voladoras, era cierto, los árboles morían a lo largo y ancho del bosque, los animales huían asustados en todas direcciones.
Las brujitas sabían que si moría el bosque, desaparecerían los animales, los humanos y  la fantasía.
 Agarrándose las manos pronunciaron estas palabras: Arriba, abajo…abajo, arriba… ¡que los humanos imaginen y los árboles recobren vida!- 
Un aliento de magia recorrió todo el bosque, subió por el cielo llegando hasta los humanos, que encantados por el hechizo imaginaron un bosque nuevo. Los árboles revivieron, los animales regresaron. Y las tres brujitas, cogidas de la mano, a su casa del árbol volvieron.
Colorín colorado, este cuento aún no se a acabado…

352. AMANECER EN EL BOSQUE, de Hiedra 2

Amanece. El sol se dispone a inaugurar el nuevo día. Los primeros rayos logran atravesar las gotas de rocío que cubren, como un cendal invisible, los altos castaños centenarios, preñados de hermosos frutos todavía por abrir.
Al pie, la niebla, que ha prestado su manto de blanco algodón a la tierra dormida, comienza a clarear sorprendiendo a la mañana como se despereza mientras la noche se bate en retirada y tras ella los jabalíes que escarbaban buscando alimento, las vigilantes aves nocturnas y la manada de ciervos que ramoneaban en silencio los renuevos y briznas de hierba. Todos se mimetizan con el alborear de la mañana.
Retirado el velo a la oscuridad, la mañana pinta de colores el bosque, este en agradecimiento ofrece morada a los animales que buscan protección de los rayos del sol y agua para refrescarse o simplemente ayudar a despabilar sus cuerpos aún adormilados.
El tránsito hacia la luz cierra las puertas al sueño mientras la aurora, testigo mudo del nacimiento del arco iris gestado por la naciente luz del sol al atravesar los millones de gotas de agua del ambiente, nos invita a colmar nuestros sentidos de naturaleza.

351. RESET, de Ascomiceto

Entró hierático.
Ajeno.
Apartó unas ramas con despreció.
Se molestó cuando una tela de araña le apresó el rostro. Sintió asco y desprecio pero inmediatamente se despojó de esos sentimientos.
Busca se dijo para sí.
Hubo unos crujidos en la espesura. Sintió miedo, un escalofrío. El silencio brotó de nuevo y el miedo desapareció para siempre.
Siguió avanzando.
Las hojas caían perezosas. Le embargó la tristeza pero al segundo siguiente la olvidó. Fue entonces cuando lo vio: su corteza cuarteada, sus nudosas raíces, su imponente copa.
Abrazó al árbol y lloró.

Y aquel llanto achicó el gigantesco mar de impotencia y abismos que  inundaba su ser. Había encontrado su árbol y, en aquel abrazo, la verdad sobre sí mismo.

349. TU BOSQUE, de Verde 2

No sé cómo he llegado hasta aquí, no lo recuerdo bien. Quizá me he colado por el orificio izquierdo de tu nariz y he salido bombeada hasta llegar a él. Estoy en un bosque oscuro iluminado con fugaces destellos de luces… paseando por él siento tus recuerdos. Es un bosque denso, casi nadie lo conoce, ni tú mismo lo reconoces cuando te pierdes en él… me gusta pasear por esos caminos sinuosos, desconocidos pero alentadores. Por fin he llegado a una puerta, es algo insólito. Es la puerta de una casa. Invita a pasar. Allí estás, es como la casa del bosque, donde nos conocimos, allí estamos, en tus recuerdos de la casa del bosque, en la casa luminosa del bosque.

350. SOMBRAS Y RAYITOS DE SOL, de Arce 4

   La edificación emergía inserta en el bello, algo sombrío bosque, sus añosos árboles producían espesa sombra, donde dibujaban rayitos de sol, que asomaban intrépidos entre el follaje, una alfombra de hojas multicolores coronaba el especial aspecto rodeando el lugar, alegres cantos de pájaros mezclados con ruidos característicos de la vegetación, completaban la  imagen.-
    Aunque habían anticipado su apariencia, no puedo negar que me impactó, revolotearon en mi cabeza, los dulces recuerdos de cuentos de mis abuelos, sobre lugares parecidos, eran protagonistas duendes y hadas, que hacían sus travesuras en las largas noches de invierno, asustando niños y adolescentes, cómplices de búhos, zorros y otros animales que esparcían sus estridentes sonidos, complicando el sueño de la comarca.-
   Estaba imbuida de esos pensamientos cuando me tira  la pollera un pequeñito, rubio como trigo maduro,  dos faroles azules como el mar profundo iluminaban su carita sonriente, a quién absorta en mis viejos sueños confundí con un duende.-
    Me extendió su sonrosada manita y dijo ¡Hola ¡ Vienes a  pasar unos días en mi casa?
    Y ese fue el insólito y feliz preámbulo de esas espectaculares y maravillosas vacaciones que nunca olvidaré.-

348. ILLANA, de Duende

Illana se encaminó hacia el arroyo, tras el que se hallaba el bosque. Allí pensaba encontrar la planta que necesitaba.
            Al pasar por donde vivía Paulo, miró al frente y no a la casa porque aquello era lo que había escuchado que debía de hacerse. Si no, algún maleficio podía caer contra quien mirara. Los moradores de aquella casa eran considerados una especie de brujos responsables de casi todas las desgracias que ocurrían en la comarca.
            Illana no encontró la planta y por eso se adentró en el bosque, donde acabó perdiendo la noción del tiempo y al caer la noche se hallaba totalmente perdida.
            Paulo partió en busca de la joven, sin hacer caso de los contrarios consejos de sus padres.
            El caso es que pasaron los días y nadie salvo Paulo logró encontrar a Illana y traerla a casa con vida. Todos en el pueblo se alegraron muchísimo de verla en perfecto estado después de estar seis días perdida. A partir de entonces ya nadie pensó que la casa y familia de Paulo estaban embrujadas.
            Paulo fue recibido por sus padres con mucha alegría, después de haber pasado siete días en el bosque buscando a Illana.

347. EL LOBO Y EL ZORRO, de Duende

Tras matar el hombre al oso, zorro y lobo disputaban el poder del bosque. El zorro siempre burlando. Se acercaba al lobo y gritaba:
– ¡Soy más listo que tú!
El lobo enseñaba dientes, salía disparado tras su enemigo. Corrían hasta una gran roca dando vueltas. Luego el zorro se subía a la roca y cuando el lobo desfallecía y antes de darse a la fuga, gritaba:
¡Soy más listo que tú!
            Ocurrió que en plena persecución, el zorro cayó en una trampa del hombre.
¿Qué le ocurrió al listo?
¡Ayúdame a salir y otro día podrás darte un buen banquete!
            El lobo marchaba cuando el zorro le ofreció enseñarle cómo atrapaba corderitos. El lobo aceptó. El zorro ofreció la piel para disfrazarse de cordero. Sin ayudarle, el lobo  gritó:
            – ¡Soy más listo que tú!
Marchó feliz con su disfraz.
Después, el hombre se acercó al zorro, diciéndole:
Cumpliré mi palabra, cumpliste la tuya de entregarme al lobo si te liberaba cuando te atrapé. Acertaste, el lobo apareció junto al rebaño, con una piel que apenas le cubría. Antes de matarlo, dije:
– El zorro es más listo que tú.

346. LA BRUJA, de Duende

           Cerca de San Vicente del Monte había un frondoso bosque. Pero nadie se atrevía a adentrarse allí por miedo a una bruja del mágico anillo.

            El rey, preocupado por el poder de la mujer ofreció recompensa por capturarla. Tan solo el más valiente de la comarca decidió intentarlo.
            Caminó sigilosamente hasta ver a la bruja lavando sus ropajes junto al arroyo. Se dio cuenta que  se había quitado su anillo para aquella labor. Con la punta de su espada logró cogerlo para desesperación de la mujer que se vio perdida. Después, arrojó  el anillo al arroyo.
¿Qué te ofrecieron por capturarme?
Una bolsa de monedas de oro.
Si me dejas libre, te llevaré al lugar donde está el tesoro más valioso que ha existido. Muy cerca surcaron los mares piratas y corsarios. Aquellos hombres temerosos hicieron fortunas incalculables.
El hombre, fascinado por las maravillas que describía accedió. Gracias a un ungüento, marcharon por los aires, ya de noche.
Ahí abajo está tu tesoro.
¿No tratas de engañarme, verdad?
El mayor de los tesoros está en el fondo del mar.
Tras decir aquello, lo soltó y cayó al agua donde quedó para siempre.

345. PROFECÍA, de Nogal 2

  Se deslizó entre las sombras dejando atrás el sagrado oráculo. Sigiloso y absorto,  con el ondular de su elegante atavío serpenteó las enigmáticas y apretadas columnas de nogales, hayas y castaños que se alzaban, como misteriosos pilares, envueltas en una estremecedora penumbra. Solo el crujir de los escurridizos pasos se agigantaba en el silencio del bosque cuando su fino ropaje cayó sobre la hojarasca dejando al descubierto su esmirriada figura. Una escalofriante y álgida sensación lo invalidó; apenas atinó a arrastrar aquella desnudez al compás de frenéticos jadeos mientras sus desorbitadas pupilas clamaban por piedad. Mas un gutural alarido atronó la noche. Preso del dolor pretendió, en vano, erguir la enjuta y desgarrada espalda tras advertir dos voluminosas protuberancias. El horror obnubilaba sus sentidos pero un incontrolable impulso lo conducía hacia el Templo. Con inconmensurable esfuerzo fue atravesando el último tramo que lo condujo hasta la torre y, aunque exhausto, trepó enajenado por la balaustrada. Al llegar a las alturas, diabólicos ojos lo observaban inmóviles; tembló sin cesar entretanto su cuerpo experimentaba el efecto de la pétrea y mísera deformidad.
 Recién allí, rendido y perplejo, se agazapó junto a las gárgolas y acató finalmente la devastadora predicción…

344. EL ESCONDITE, de Sombra

-Mamá, hay una sombra escondida en el bosque, que nos mira.
-Creo que es papá que nos está buscando.
-Escondámonos tras el árbol.
-Qué raro es este árbol. No tiene sombra.
-¿Y papa?

343. A LA BUSCA DEL DÉBIL, de Niebla

   El valle estaba cubierto por un manto blanco oscuro de niebla intensa. Lloraban lágrimas finas sobre las copas de los pinos. Se intuían las cumbres nevadas pues el ojo de los humanos solo alcanzaba unos pocos metros.
Reinaba un silencio casi absoluto. Había en el ambiente una paz inquietante.
Tres cuervos volaban zigzagueantes de copa a copa. Tan ateridos estaban de frio que sus picos producían un continuo repiqueteo, y el negruzco plumaje estaba cubierto por una fina lámina de hielo que hacía más difícil el vuelo.
Graznaban sin interrupción; otras aves parecían responder al sonido de los córvidos.
Cumplían una misión que les había encomendado el alcaide de la Comunidad Pajaril. Se había detectado un contingente importante de humanos que se encaminaban hacia el monte armados hasta los dientes.
Las circunstancias de aquel crudo invierno hacían a las aves una presa fácil. Apenas tenían fuerzas para volar. Llevaban días sin comer. La vegetación cubierta de blanco no proporcionaba ningún camuflaje.
La matanza sería digna de una repugnacia sin límite.

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