Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

MAY71. LLUVIA, de Zunilda Moreno

Pensó que luego de la tormenta, según el dicho popular, aparecería el sol. Se equivocó. A esa noche lluviosa acunada por el tronar de las nubes develadas por los relámpagos, continuaron cinco más, encadenadas a los días grises y húmedos que se enlazaban entre sí. Las rosas, espléndidas, que habían florecido antes de la lluvia, se deshojaron, creando un manto gelatinoso en su alquimia con la tierra empapada. Todo el jardín se tiñó de color pastel y alguna tonalidad rosada. ¡No tendría rosas! No, no podría formar el ramo de rosas blancas y amarillas, con alguna roja que siempre escaseaba, tarea habitual de los sábados antes de marchar a la clase de catequesis. ¡A su edad! Obligado por su abuela paterna y su madre habría de prepararse para tomar su primera comunión. Sin embargo, Jeremías, encontró la razón, ajena a las creencias y credos de sus ascendientes para cumplir con el cometido. Con sus quince años, había aprendido que las flores encantan a las mujeres. Ciertamente lo pudo comprobar durante todos los sábados en los que entregó su ramo, sencillo y natural. Pero,  lamentándolo en el alma, ese día, no hubo flores y su joven maestra catequista, sinceramente las extrañó.

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MAY70. SOLEDAD, de Fernando Martínez

Las etiquetas inundaron la playa un día de mar apacible y aguas cristalinas. Hacía meses que sus pies caminaban descalzos por aquella arena, las aletas que emergían entre las olas ya no le impresionaban. Leyó una: Ya es primavera. Aquel eslogan le transportó a calles que olían a contaminación, rugían a bullicio de rebajas y sabían a humo de vehículos atascados. ¿Ya es primavera? Se preguntó en voz alta. Le gustaba oírse. Miró alrededor, no vio flores. En “su isla” no había flores, pero aquella noche algo removió la arena haciéndola hervir. Miles de diminutas tortugas se desenterraron para recorrer frenéticas la playa y adentrarse en la mar oscura, a excepción de una, que le miró y zigzagueó acercándose. Un cormorán cayó de la nada y remontó el vuelo llevándosela hasta un risco cercano. Decidió acabar con aquella bestia sanguinaria por la mañana, le había privado de compañía. Escaló las rocas. El ave reposaba sobre un saliente ajena al inminente ataque. Tensó el arpón con odio. El cormorán se levantó. Varios polluelos hambrientos rebuscaban aún en el caparazón vacío. Desarmó el arpón, volvió al refugio, observó la playa. Las etiquetas habían desaparecido.
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MAY69. OCURRENCIAS DE UN ESCRITOR, de Héctor Ramón Romero

Estaba en mi ecritorio escribiendo, las cosas que se le ocurren a un escritor, cuando justamente no se le ocurre nada, admirando el hermoso jarrón chino, colmado de flores multicolores, que adornaban el salón principal, …cuando comienzo a sentir en mi cuerpo, un cosquilleo, luego un adormecimiento total, después la nada. Mis neúronas se habían amotinado de repente por una huelga brusca, sin aviso de mi torrente sanguíneo en las autopistas de mi cerébro, causándome con ello un A.C.V. de puta madre. Cuándo volví en mi, en un relámpago viaje, me dí cuenta que estaba en un lugar a prueba de toda enfermedad. En un momento sentí que una cantidad importante de corriente eléctrica  penetraba sin atisbos de culpas en mi ser, queriendo activar mi sistema, sin vida, pero, solo por un instánte un pequeño grupo de neúronas, dieron muestras de fidelidad, haciéndome comprender mi situación,…coma 4, estado vegetativo irreversible, salvo por un milágro divino… y …aqui estoy, conectado electrónicamente a la ¿vida? mirándo sin que me vean, flotando a dos metros del piso, en un ángulo de mi habitación…y, …sin las flores en el jarrón.

MAY68. AMOR DE MAYO, de Estíbaliz Dilla Muñoz

-¿Huelo bien?
 Acercaste tu nariz a mi cuello.Al rozarme con la punta se erizó la sensible piel como consecuencia de las cosquillas.
-Hueles a flores.
-¿A flores, pero qué flores?
Aspiraste más profundamente el aroma que desprendía mi epidermis.
-Hueles a rosas.
-¿A rosas? Pero, ¿qué clase de rosas?
Noté como tu pecho se hinchaba a medida que se llenaba de todo el aire que fueron capaz de introducir tus pulmones.
-Hueles a rosas rojas porque ardes de pasión, hueles a rosas amarillas porque cada vez que me ves te pones alegre, hueles a rosas rosas porque eres todo bondad, hueles a rosas blancas porque a veces te muestras inocente, hueles a rosas naranjas de amor consolidado, hueles a rosas azules porque eres libre y me relajas, hueles a rosas verdes de esperanza equilibradas, y a rosas lilas tan femeninas. Y yo, ¿a qué huelo yo?
Deslicé mi promiscua nariz desde tu cuello a la abertura de la camisa que me llevó a tu torso velludo y me impregné de tu olor masculino.
– Hueles a tulipanes.
– A tulipanes, pero ¿qué clase de tulipanes?
– A tulipanes blancos.
-¿Y por qué blancos?
– Porque eres  el amante perfecto.

MAY67. PROFECÍA, de Calamanda Nevado

No hubo flores suficientes en la tienda para comprarle, no era capricho… Toda la ternura desprendida de sus lúdicas palabras y sus historias inventadas; valían mucho más. Pensativos, se  ausentaron de la floristería. Irían a buscar flores a la tierra alfarera. En ella resucitaba la flor del cerezo en su morada. El almendro y sus rompientes albores. El manzano  sin su rojo corazón. El murmullo  blanco del rosal; pero crepitaba el silencio. Sintieron que esta callada hermosura, no rezaba con ella;  sus cuentos florecían  mucha más vida.
Desertaron hacia la campiña. Llegaba un canto a antiguos palomares y nenúfares rotos; vencidos por los  juncos y la tarde lluviosa. Abrieron el paraguas. El encaje de sus sonrisas tejió un hilo de esperanza ¡Un viaje en globo! Eso quitaría desazón a su alma, la haría florecer de nuevo, y resucitaría su cuerpo; abortando nuevos regueros.
Cumplirían la gozosa profecía que,  le auguró la pitonisa cuando ella rebosaba salud. “Pronto alcanzaras la huella de las ramas, la sierra, la indómita cascada y verás el rostro de la tierra”. Los hermanos regresaron ilusionados hasta su casa. Hacían planes. –Volaremos  antes de que anochezca.-
Su madre si volaría, pero sola. Ya era  una flor muerta.

MAY66. MAGIA, de Silvia Merino Morales

 Vengo todos los días a ver a los cerditos de mi abuelo. Los trajo a la granja el año pasado. Sólo son cerdos llenos de barro en una pocilga oscura pero no me importa. Seguro que si los lavo son como muñecos de cuero suave, rosados y lisos. Y si los entreno, serían tan obedientes como un perro. El abuelo se burla de mí porque me paso el día acariciándoles y me dice, mientras se ríe a carcajadas, que es mejor no tomarles cariño ya que son nuestra comida, pero yo se que es mentira y no le hago caso. Yo lo que creo es que están encantados y son mágicos. Lo veo en sus ojillos al mirarme y en que cuando estamos a solas, si me acerco lo suficiente me susurran cosas y me cuentan, por ejemplo, por qué desde que llegaron, en el jardín de la abuela no hubo flores.

MAY65. EL FRANCOTIRADOR. EPÍLOGO, de Xavier Blanco

El hombre musita, ya sin fuerzas. Recita cansino. La mujer le hace callar acariciándole los pómulos y cuidadosamente se toca su vientre abultado. “Se mueve”, dice ella. Él la mira, intenta una sonrisa, y muere por segunda vez. Su cuerpo enjuto, lleno de metralla, parece una caricatura en esa silla de ruedas. Antes de bajarle los párpados, ella contempla sus pupilas azules –azules de tanto mirar el cielo-. Desde la ventana se ve el mar. Las aguas chocan entre ellas y se rompen en mil esquirlas de memoria. Y detrás de la memoria, nada, ni siquiera el silencio. En la mesita hay un jarrón lleno de flores marchitas. Llueven hormigas. Ya no hay guerra ni flores.

Las guerras se acaban un día cualquiera, por ejemplo un martes. Cuando terminan siempre llueve y el júbilo de los combatientes queda impregnado por una mácula de barro viejo. Las guerras se ultiman en un armisticio o en un acuerdo, pero siempre concluyen con una derrota. Y los protagonistas sellan ese final en un palacete suntuoso o en la cubierta lúgubre de un portaaviones, garabateando una firma con tinta de muerte y plumín de oro. Se ríen. Luego los soldados vuelven a casa, abatidos, desprovistos de esa pátina que nos hace humanos. Cuando acaban las guerras siempre hay flores, las que reciben los vivos en señal de agradecimiento y las que coronan las cajas de los que volvieron muertos.

 http://xavierblanco.blogspot.com.es/

RELATO FUERA DE CONCURSO 
YA QUE SU AUTOR ES JURADO ESTE MES

MAY64. AQUÍ NO YACEN ELLOS, de Miguelángel Flores

Flores no hubo. Ni abrazos. Ni besos, ni llantos. Sólo la espera, el desasosiego, la muerte en pie. Una locura de coronas que no llevan nombre. Desde entonces envidia la pena ajena. Mira resentida a las madres que lloran de verdad,  a las esposas que son viudas de alguien, a las mujeres que desmenuzan su vida ante la certeza de que tras el mármol se descompone la carne que aman. No hubo flores, ni adioses. No hubo cuerpos. Tras las lápidas no están los que se llevó el agua dejándola sin nada, peor que desnuda. No hubo taxis, ni ataúdes, sólo el barro y la riada. Los que jamás volvieron yacen bajo el lodo seco, como tubérculos. Rodeados de loza,  juguetes, de fotos y cunas, de vida muerta. Y sobre ellos echan ahora raíces las flores que nunca tuvieron.

www.eternidadesypegos.blogspot.com

MAY63. ESCAPATORIA, de Sara Lew

El columpio se movía solo aun cuando la brisa estaba ausente. Arriba, abajo; arriba, abajo; arriba, abajo. Ese chirrido de hierros oxidados me erizaba la piel. También a las hiedras se las veía inquietas; lo digo por el modo en que se aferraban al muro del patio y se elevaban, retorcidas, intentando saltar al otro lado. Me arrimé al enano de piedra pero no me inspiró nada bueno, quizás por ese grotesco mohín en su sonrisa cincelada. Corrí hasta el viejo banco de madera y me senté. Bajo la pérgola se acentuaba aquella tenebrosa sombra que oscurecía el parque. Todo era tan yermo y gris… No había flores, salvo una roja y brillante que me inventé para que luciera en mi pelo.

 http://microrelatosilustrados.blogspot.com.es/
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MAY62. PÉTALOS DEL ADIÓS, de Sara A. Molina

No es la lluvia hoy la que salpica el cristal de su ventana. Como las flores, su inocencia se ha marchitado, pétalo a pétalo, día a día. No espera consuelo ya de nadie. Es su vida, su fracaso. Regresa a la cocina y recoge entre sollozos los platos rotos de su matrimonio. El regresará y no querrá verlo todo como lo dejó. Luego, en el baño, frente al espejo, verá por última vez en su rostro los restos del naufragio. Y allí mismo ahogará su tragedia, en su bañera, regresando al líquido madre de toda vida, y que logrará hoy extinguir la suya.
No es la lluvia hoy la que salpicaba el cristal de su ventana. Ni mañana será el sol el que la vea despertar.

MAY61. PERO NO LE CONQUISTÉ CON FLORES, de Anais Moutsanas Carela

—¡Esta noche te lías con Dicaprio, mariqui! —gritó Adriano, y cerró la puerta de la cabaña de golpe.
       Arrojé el ramo al suelo. Habíamos alquilado una cabañita del Molino de Bonaco porque él aseguraba que Barcelona era estresante. Y mírale ahora. Su cresta y sus pendientes-dado se bambalearon rabiosos mientras me regañaba.
       De cara hacia la pradera, desplegué el móvil para pedir consejo a Sara.
      —Tonterías —dijo ella—. Le ha dado un pronto porque has cachondeado con el tema de que él es gay.
       —¡Pero si yo no me metí con él! —repliqué.
       “Su póster de Orlando Bloom es sagrado y lo besaste”, insistió Sara. “Alfredo…, sabes que corté contigo por esto”, agregó con un hilo de voz.
       Adriano y yo no somos una pareja homosexual. ¿Qué tiene de malo que mi amigo gay salga conmigo de juerga a veces? ¿Que le haya yo propuesto lo del Molino de Bonaco para aliviar su cansancio cívico?
       —Seguro que hasta compartís cama —soltó mi ex—. No lo niegues, eres “bi.”
       Miré las flores desperdigadas por el suelo. Me imaginé entrando en la cabañita, fingir que iba a volver a profanar el Orlando para luego besarle a él. Y lo hice.

 http://diariodemadridnymphicus.blogspot.com.es/

MAY60. ODIO LAS FLORES. DIARIO DE UNA CHICA DECIDIDA, de Nicoleta Ionescu

12.05.2012
Repasando:
Manuel: – alumno, compañero; me trajo flores cada día, a lo largo de tres semanas, antes de que se atreviera a besarme; nos despedimos por una tontería.
Rafael: – estudiante del último año, colega; me trajo flores a lo largo de los tres meses en que hicimos el amor antes de cada examen («para acallar las emociones»); nos despedimos, por supuesto, después del examen final.
Daniel: – esposo; me trajo flores cada vez que me traicionó, a lo largo de los tres años de nuestro matrimonio; nos separamos por consentimiento mutuo.
Pero Gabriel… ¡Qué diferencia! Gabriel no me trajo flores. ¡Él es un artista, un guitarrista rebelde y apasionado, a punto de renunciar a su libertad para dedicarse sólo a mí! Es mi ídolo, mí gurú. Merece cualquier sacrificio. ¡Tengo que demostrarle mi amor!
13.05.2012
Entré en el taller de tatuajes. Me mostraron varios modelos. «¡Flores no!» dije resueltamente. Elegí, al azar, una araña, para tatuarla en mi nalga, junto a su nombre. Estoy esperando emocionada su reacción…
14.05.2012
A Gabriel le gustó muchísimo la araña: «¡Parece una flor!», exclamó. (¿Una  flooooor??? ¡Caramba!)
17.05.2012
Evidentemente, G. me abandonó. Salió de gira a un destino desconocido. (¡Estúpida araña!..)

 http://cesariarey.wordpress.com/

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