Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

77. Cría loros

No sé qué le ha dado a mi marido con el loro del vecino, que está todo el santo día con él. Antes eran muy amigos, pero ahora, si sale a la terraza es para ver al pájaro a solas. Le he pillado ya varias veces susurrándole al oído que sólo tenga ojos para él. Creo que traman algo, porque si les miro, Curro se pone a andar sobre el alambre con la bici en miniatura para disimular. Hoy, cuando he salido al balcón, me he encontrado al vecino con la cara ensangrentada y al loro en el hombro de mi marido con sangre en el pico, en continuo parloteo: «Para él, ojos para él».

76. Ni puta gracia (La Marca Amarilla)

Juan se resignaba a recibir las humillantes collejas que le propinaba Marcelo en el recreo, collejas amenizadas con las risas de sus cuatro palmeros. Este martirio duró un par de largos trimestres en los que nadie, nadie, dijo o hizo nada. Nada, hasta que un profe nuevo pilló a Marcelo ejecutando su ritual de autoafirmación con Juan y le ordenó que acudiera de inmediato al despacho de la Directora.

Entonces sí, entonces muchos compañeros de Juan se mofaron aliviados al comprobar que por fin Marcelo pagaría por sus odiosas maneras, incluso a sus compinches se les escaparon unas sonrisas traicioneras.

Pero Juan no se alegró pues intuía que Marcelo era también, seguramente, otra victima. Sospechaba que las heridas de las que alardeaba como propias de batallas entre gallitos de barrio no se correspondían a dichas fábulas. Y pudo comprobarlo cuando tras una semana de expulsión, el matón regresó corderito y con un moratón en el pómulo izquierdo por culpa de “una puerta del armario que se quedó abierta”.

Esa mañana, en el recreo, Juan se acercó a Marcelo y le dijo:

– Si tienes problemas con los armarios de tu casa, podemos hablarlo.

75. Mal ajeno ( Nuria Rodríguez)

 

Mi útero se ha convertido en un jodido campo de minas incompatible con la vida.
Debería haber sido un lugar seguro y acogedor, donde mis bebés se tendrían que haber desarrollado sin complicaciones en vez de convertirse en un amasijo amorfo de células, carne y sangre condenados a una fría batea de hospital.
Hasta tres veces he pasado por lo mismo, y en cada una de ellas, un odio oscuro y perturbador se ha ido apoderando de mi, hasta convertirme en un ser gris, preñado de hostilidad.
No soporto a las parejas felices, en especial a la que forma mi hermana con su marido, el típico cuñado de manual. Siempre usan adjetivos ridículos para referirse el uno al otro y son tan asquerosamente empalagosos que pueden hacer que te suba el azúcar en sangre a 500.
Sin una pizca de empatía hacia mi sufrimiento, nos dan la noticia de que están embarazados, que forma tan absurda de decirlo, tuve que contender una arcada por el asco que me produjo. Arcada que se tornó en una sonrisa de satisfacción al ver como, de entre sus piernas, brotaba un hilo de sangre cada vez más abundante.

74. DIOS POR LA NOCHE

A la casa se entra por detrás, pero la ventana del baño da a la plaza. Corre, cacho puta, con la cabeza gacha, agacha, agáchala, merecío lo tienes, agachálala. Fina mira tanto por la ventana que ha metido una silla en la bañera. Mira, Fina —se regocija—, mira quién asoma su cara de gorrino cochino, el señor cura párroco, roco, rocorro, ¡saco de ladillas y gonorrea! Orina en la bañera, mascullando insultos y juramentos. Y es que, desde lo de su hijo, ya no es ella. ¿Dónde vas a estas horas? A comer pollas pa quitarte la hiel del boquino… ¿Se te secó el huerto tuerto? ¡El coño te secaba yo! A Fina se le mató un hijo hace cinco años. Apareció colgado de una viga. Era un poco raro y comenzó a rumorearse en el pueblo que abusaba de menores. ¡Mira, Fina! —se grita y abofetea—. ¡Otro hijoputa que hablaba de tu Felipe! Hoy hay desfile file de filetes. Le ardió la granja zanja que se joda, zanjao. ¡A buscar peonás! Fina se carcajea y sacude y palmea sus muslos. Odia las noches porque no pasa nadie. Cada uno está en su casa. Y Dios en la de todos.

73. El maratón

Un hombre desconocido menudo y enjuto va en cabeza. Se prepara para el esprint final. El corredor
favorito se pone nervioso, intenta alcanzarlo y no contempla una derrota. Acelera. Son aún dos
vueltas al circuito. Sin embargo, el hombrecillo al que le va la vida en la competición es veloz y los
deja a todos atrás. Su fuerza y tesón lo catapultan al primer puesto. Desde una de las salidas se ve
avanzar hacia el campeón una pareja de la policía de fronteras que le arresta. El segundón se ríe
para adentro. Y ahora sí, el vencido aspirante de nuevo a vencedor recupera el brío y la creencia en
la justicia divina. Le espera el escalón más alto del podio flanqueado por los dos finalistas y jaleado
por el público que se le entregará sin condiciones. Los vítores se suceden, las felicitaciones del resto
de participantes no le dan respiro, se deja llevar a hombros, le rocían con champán, le dan palmadas
en la espalda. Se pierde en la fiesta, los flases, la emoción, las risas, el regocijo, el ictus.

72. Pérdida de patrimonio (Alberto BF)

No miento si digo que mi palacete es el más señorial de toda la provincia, y según algunos expertos, de todo el país. Aún recuerdo con emoción el día en que pasó a ser de mi propiedad como herencia de mi bisabuela.

Ha puesto al pueblo en el mapa, convirtiéndose en visita obligada para todo turista que se precie, sobre todo desde que fue declarado bien de interés cultural. Las películas y series que se han rodado en su interior han sido un gran éxito, y las caras de admiración de turistas y vecinos se suceden al acercarse a sus alrededores.

 

No las soporto.

 

Cada vez se me hace más desagradable vivir allí con mi familia, mientras esas hordas de mediocres babean observando absortos mi lujoso patrimonio.

 

Pero hoy, por fin, acabará este martirio. Al encender la mecha dinamitaré las sonrisas en esas estúpidas caras.

Aunque vea mi palacio volar por los aires, contemplar la decepción reflejada en los ojos de esos necios merecerá la pena.

 

Me entristece, eso sí, que mi mujer y mis hijos fallezcan en este lance, pero en todas las guerras hay pérdidas dolorosas. Tras mucho pensar en ello, creo que compensa.

71. EL VECINO DE AL LADO (Chus Pando)

Desde que perdió su pierna, el vecino me hace la vida imposible. Pone la música a todo volumen a las tres de la mañana, tan fuerte que las letras de Shakira retumban en mi suelo y paredes como si fuesen una pelota. Me roba las cartas del buzón, pinta penes en mi puerta y hasta ha llegado a orinarme el felpudo.

La verdad es que está insoportable. Me persigue por el rellano con su muleta y su pierna de metal mientras grita: ¡hija puta, tú, sí, sí, zorra! Me señala con su dedo índice amarillento por el tabaco mientras la frente y los pómulos se le llenan de granos que parecen a punto de explotar como volcanes. Creo que está a punto de perder la cabeza.

Esta mañana me ha visto en el portal y ha intentado asfixiarme con una bolsa de plástico del Mercadona. Por suerte, los vecinos han intervenido y la policía se lo ha llevado detenido.

Al entrar en casa, se me ha dibujado una sonrisa al sacar del cajón de la mesita un pequeño muñeco vudú de arcilla envuelto en tela roja y negra. Quizás hoy le arranque la otra pierna.

70. Depuración

El arzobispo andaba por la ciudad bendiciendo a todo el que encontraba a su paso. Frecuentaba las tabernas, era socio del equipo de fútbol y el fundador de la peña flamenca. Mientras la gente celebraba sus maneras campechanas, unos monjes que parecían sus guardaespaldas observaban a la muchedumbre bajo sus capuchas. Cada noche visitaban barrios dejados de la mano de Dios y atendían a los más necesitados. En el mejor de los casos rezaban con ellos el rosario y en el peor, limpiaban sus almas. A fin de mes presentaban pruebas de su labor sanadora al arzobispo y este, emocionado por las buenas nuevas, les pagaba religiosamente una cantidad convenida. Amante de la legalidad, les entregaba facturas con el IVA que correspondía a cada tarea resuelta para que pudieran deducirlas de los gastos de la declaración de la renta, siempre que marcaran la casilla de la iglesia. Aplicaba el 4% si hacían desaparecer a creyentes anónimos que dudaban de su fe. El 10% si liquidaban a ovejas descarriadas que comenzaban a convencer al resto del rebaño. Y el 21% cuando tiraban al río con una piedra atada al cuello a curas que incitaban a los feligreses a tener ideas propias.

69. HASTA EL FINAL (Chema Fernández Amigo)

Ni un solo reconocimiento. Todo reproches y quejas. Así ha transcurrido nuestra relación durante todos estos años de cuidados unidireccionales. El día de mi primera comunión ella fue la protagonista. En mi boda vistió de blanco, y desde que me casé siempre ha hecho referencia a la buena suerte que he tenido. Cuando nacieron mis hijas, hablaba de lo guapas que eran y ahora, de mayores, de lo buenas estudiantes que son; la vida me lo daba todo resuelto, ningún mérito para mí. A pesar de ello, he ido todos los días al hospital durante su enfermedad, no sé por qué, simplemente lo he hecho con el mismo patrón que ha imperado desde años. Le he dado de comer, ayudado a vestir, lavado, duchado y cambiado el pañal en esa fase de la vida en que la dignidad de los mayores se ve muy debilitada. Ahora no siento pena, no hay dolor, no llegan lágrimas a mis ojos. La veo, rodeada de flores, a través del cristal de la fría sala en la que sus amigos recuerdan lo buena que era. Mañana, cuando todo esto pasé, me sentiré huérfana.

68. Pequeñas cosas (Aurora Rapún Mombiela)

El corcho dejó una marca en el techo cuando chocó contra él. En cualquier otra ocasión, hubiera considerado una chabacanería agitar la botella como si fuera una coctelera, pero hay momentos en la vida en que uno puede hacer una excepción. Ni siquiera le gustaba el champán, pero el hecho de desperdiciar el Moët en ese momento era de por sí delicioso.

Estaba solo en su despacho. La mesa, como era habitual desde que le había sido arrebatado el último caso, lucía impoluta. Ni un papel. Solo el ordenador. La pantalla mostraba una tabla de clasificación. Su nombre estaba en el puesto 38, el del otro abogado defensor del bufete, en el 40. No necesitaba pregonarlo, ni cruzar el pasillo para asomarse a su puerta con una sonrisa burlona. Él era partidario de la discreción, de las cosas sencillas, de los pequeños detalles. De las diminutas satisfacciones cotidianas, como una carrera popular, como una palmada en la espalda a un compañero al rebasarlo en la línea de meta, como un simple mensaje de WhatsApp con un guiño simpático.  

67. In aeternum (Fuera de concurso)

La muerte es una vida vivida.

La vida es una muerte que viene.

(Jorge Luis Borges)

 

Está agotada, pero es una profesional y ejecuta sin descanso el trabajo encomendado. Por eso, nada más verla, verifica la lista y se lanza a por la joven. Sin embrago, la víctima ofrece feroz resistencia. Sorprendida, le pregunta:

—¿Por qué me rechazas? No temas, cierra los ojos y entrégame tu alma. Seré rápida. Tan solo pretendo yacer contigo. Ser tu descanso. Te prometo amor eterno, para toda la muerte.

— Uf, que mal karma desprendes, mi niña; hueles a perro muerto. Siento romperte el corazón, pero hoy elijo continuar mi camino. Es ley de vida, bonita. ¿Y tú? ¿Qué eliges?

— Ojalá tuviera elección. El infortunio quiso que tropezara con el primer difunto y me señalaran gritando: ¡Ha sido ella, la Parca! ¡Que ella se lo lleve! Alguien tenía que cargar con el muerto. Desde entonces arrastro esta guadaña.

—Ay, perdóname, se me fue el santo al cielo. Olvidaba que tu vida es un infierno.  Tú mueres porque no mueres; estás condenada a vivir eternamente, para todas las muertes.

66. La inconformista (Jesús Navarro Lahera)

A la mujer del vecino nuevo le han partido la cara, y la verdad es que se lo tenía bien merecido. Desde que llegaron hace un mes, no había parado de hacer cosas de lo más extrañas. Primero dijo que quería colocar macetas con flores en su balcón. Le avisé de que no se podía hacer eso, que iba en contra de las normas de la comunidad. Sin embargo, ella contestó que en primavera es bueno que haya colores alegres en la fachada y llenó de claveles su baranda.

Luego, con la excusa de que el del quinto va en silla de ruedas, propuso cambiar los escalones de la entrada por una rampa. Pero el remate fue cuando se empeñó en poner su nombre junto al de su marido en el buzón. Por más que le repetí que está prohibido que las mujeres figuren en cualquier sitio, ella hizo lo que le vino en gana.

Aunque lo más sorprendente fue lo que me dijo después. Antes de subir a su casa, me soltó el disparate de que nosotras somos iguales que los hombres. En fin, me pregunto de dónde habrá sacado esas ideas tan raras.

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