Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

70. BUEN PROVECHO

Mientras lo estoy preparando, me produce una intensa sensación de placer acariciar su suave, tersa y sonrosada piel de criatura  recién nacida, solamente alimentada con la leche de su madre. Sus ojos abiertos me miran asustados pidiendo una imposible clemencia.

Miro luego a través del cristal. Su piel va adquiriendo un suave tono dorado a medida que se va tostando. Imagino las mollas de sus piernitas mantecosas, crujientes por fuera y tiernas y jugosas por dentro. Se me hace la boca agua sólo de pensarlo….

Cuando saco del horno la bandeja, un delicioso aroma se expande por la cocina.

El cochinillo asado está en su punto.

69. PEUCOS ROSA (J.A. Iglesias)

  Los peucos, color rosa con citas de seda, descansaban en su caja transparente. Los ojos inundados de lágrimas de la madre los contemplaban desconsolados.

En la primera ecografía parecía una niña, se equivocaron.

-¿Que le pasa a mamá?,¿no le gusta las botitas rosa? -pregunto el pequeño de tres hermanos.

-El bebé de mamá será niño… «Los peucos de los niños son azules. -Termino aclarando el mayor de once años.

De madruga les despertó un ruido, fueron a ver que ocurría. Al llegar, sobre un charco de tinta azul claro, el pequeño sostenía una brocha y los patucos impregnados de azul.

Corrió abrazándose a su madre. -Mira mamá, ahora las botitas son azules, ya se las podrás poner al bebé y no estarás triste.

Mamá se arrodilló ante él, los demás la imitaron, sin importarles ponerse perdidos de tinta, los cinco, «bueno los seis», se fundieron en un abrazo estallando en risas, la felicidad de nuevo se instaló en casa.

En el talón de un peuco y la cinta del otro, quedaron unas manchas color rosa.

 

68. DUDAS ARISTOTÉLICAS (Rafa Olivares – EdH 2019)

Piluca Bohórquez lucía siempre como la estrella más rutilante de la prensa rosa. Acaparaba con frecuencia portadas y páginas centrales del papel cuché, ya fuera por su último amor, su nuevo corte de pelo, la adopción de una mascota o el lunar que le acababan de extirpar del cuello. Invitada imprescindible en tertulias del corazón, cócteles promocionales y saraos con pretensiones, era, con diferencia, la más buscada y querida por cazadores de autógrafos y selfis. 

Un día escuchó que todos los premios Nobel gozaban de gran popularidad y pensó, sin saber que aplicaba un silogismo aristotélico –ni puñetera falta que le hacía–, que si ella ya disponía de la popularidad, por pura lógica debían concederle un Nobel. Puso a trabajar en ello y con denuedo a su representante, quien, después de descartar los de Física, Química, Economía y Medicina, por recaer a menudo en gente poco glamurosa, se quedó dudando entre exigir para Piluca el de Literatura –pronto saldría la autobiografía que le estaba escribiendo un juntaletras– o el de la Paz –¿quién podía no recordar la célebre reconciliación con su cuñada?–. O quizás los dos… Una tal Curie ya lo consiguió hace tiempo.

 

67. Memento mori (Josep Maria Arnau)

Como cada mañana al empezar la jornada, la directora estaba en medio de la sala abroncando a la primera persona que se había puesto a tiro. En ese momento, entró la chica nueva y fue la siguiente.

—En el aparcamiento he visto que se ha dejado las luces del coche encendidas —informó, con los ojos clavados en el suelo.

—¡Me lo hubieras podido decir antes! —gritó la directora, delante de todo el mundo.

Expertos en sus propias carnes, nadie osó realizar ninguna acción que lo pusiera en el punto de mira. Los últimos despidos habían dejado huella y ennegrecido algunos pensamientos. La búsqueda de algún talón de Aquiles estaba en marcha. Ya habían conseguido información privilegiada —un color que la directora odiaba—, pero no sabían cómo utilizarla.

Hasta que un día le diagnosticaron un cáncer de mama. Cuando se supo, empezó a recibir anónimos. Solo dos palabras en latín y un lazo. Siempre del mismo color.

 

 

66 ¿QUÉ FUE DEL POLVO DE ESTRELLAS? Nani Canovaca

Adonde me apetecía que viajáramos en las próximas vacaciones, ─ me preguntaste. Te contesté que me gustaría y mucho, viajar a tu corazón. Arrancar esas espinas que se te clavaron de niño y volar después libremente de tu mano, para empaparnos de todos los paisajes que nos hemos perdido, gozar de esas nubes que parecen bolitas de algodón y que no vimos en otros momentos. Después, descansar y hacer un picnic con el mantel rosa que tanto nos gusta y en el lugar que nos apetezca. Reponernos de esos momentos que se nos escaparon a consecuencia del dolor que te tenía paralizado. Vivir en ese camino. Volver cargados de amor renovado, ya que el conocido se ha quedado anquilosado y te ha dejado atrapado arrastrándome a mí como si hubiéramos estado unidos por goma de mascar que estira lo justo para dar un triste paso, pero que luego nos absorbe de nuevo para volver a ese caos, que nunca antes hemos sabido resolver. Me gustaría poder tener las pinzas adecuadas, para arrancarte ese daño que tienes hincado y que cada día se esconde más y te difumina, dejándote convertido en polvo de desierto…; porque ya ni brillas, ni dejas brillar.

65 La rosa del millón de euros (Asunción Buendía)

El universo botánico me era tan ajeno como lo podía ser una base de seguimiento espacial, sabía de su existencia pero hasta ahí llegaban mis conocimientos.

De modo que cuando mi vecina me pidió el favor de cuidarle su rosal durante una mañana haciendo hincapié en “que nunca me lo habría pedido de no contar con nadie más”, acepté, visualizando algo así como los geranios de mi abuela.

Comenzó a darme instrucciones que además traía por escrito. Luego pasamos a ver su balcón y aquella única rosa.

Si hubiera entrado en la mencionada estación espacial, no me habría causado tanta impresión como aquella maraña de cables, goteos, termómetros, válvulas, parasoles, lupas, ventiladores, humificadores, deshumidificadores etc.

Su florecilla en cuestión tenía ya varios premios nacionales e internacionales y optaba al más preciado: un millón de euros, otorgado a su color. Un color rosa, para mi gusto, desvaído.

Yo debía vigilar que aquel despliegue técnico no fallara.

Al día siguiente así lo iba a hacer, cuando al contemplarla de nuevo hubiera jurado que me observaba como yo a ella, con atención, con curiosidad, mientras su brillo se acentuaba… ¿se ruborizaba?

Entonces escuché, cual dulce canto de sirena, su voz:

— ¡Por favor! ¡Libérame!

 

64. Uganda: Rosa sobre negro (Mel)

Mbura es su amigo, su hermano, el que le protege de los empujones y burlas de los demás chicos. Él le rescató de una choza incendiada y  sus recuerdos vacíos.  Mbura ha prometido que a su lado dejará de ser un crío y le regala cigarrillos que, aunque le hacen toser, le agravarán la voz. Hace un par de semanas que probó el alcohol, ya no lo vomita y le gusta esa sensación de euforia. Eso debe ser crecer porque ayer le entregó un kalashnikov y les acompañó de misión.  Fue fácil, sólo apuntar y apretar el gatillo. No dolía nada. Después lo quemaron todo y ataron a los que aún vivían.  Mbura dijo que solo le faltaba una cosa para ser un hombre de verdad. Soltaron a una niña y le arrancaron su gomesi dejándola en bragas. Rosas.  Ella lloraba y los demás reían.   Y entonces recuerda.  Makele, su hermana, su amiga. Las bragas rosas. Makele, lágrimas. Mbura, risas. Las bragas rosas, oscuridad, las bragas rosas.

Es cierto, piensa, ya se ha hecho un hombre y sabe usar su nueva arma.

63. UNA DE MECANO (A. BARCELÓ)

Yo no era muy guapo, ni popular, ni interesante, por eso, cuando la chica más estupenda de la clase me invitó a ir con ella y sus amigos al concierto, me quedé petrificado.

Se rieron a gusto observando la cara que se me ponía al verla aparecer, con su vestido rosa, colgada del hombro de Manu, el chico más canalla del instituto. Aquello solo había sido una treta para burlarse de mí. Me dejaron plantado como el imbécil enamoradizo e iluso que había demostrado ser. Lo superé como pude, aunque me dejó marca.

Ha pasado mucho tiempo, tenía enterrado aquel episodio en el cementerio de los recuerdos ingratos hasta que, hace unos días, me crucé con ella. No había vuelto a mirarle a la cara y pensaba seguir sin hacerlo. Fue ella quien se acercó a mí avergonzada y arrepentida. Acepté el café al que me invitó, charlamos y quedé sorprendido de su madurez. Confesó que la vida no le había ido bien en el plano sentimental. Antes de despedirnos, intercambiamos teléfonos.

Hoy, me ha llamado y me ha ofrecido quedar. Dudé antes de aceptar, no puedo quitarme de la cabeza aquella canción: “una rosa es una rosa es…”

62. LA VIUDA ROSA

Siempre elige ropa interior rosa y medias de cristal a juego con el sujetador. Los viernes por la tarde Sally empapa su cuerpo en Chanel y se ajusta la minifalda antes de salir de caza.

Entrará contoneándose en El Pink para no pasar desapercibida, y el camarero le servirá un Cosmopolitan al fondo de la barra. Antes del segundo sorbo alguno la invitará a otra copa, y ella la rechazará si no está lo suficientemente borracho y su dedo anular carece de alianza.

Hoy su presa apesta a alcohol, pasa de los cuarenta y es bien parecido. Enseguida se sobrepasa con ella, a lo que Sally corresponde con una sonrisa de complicidad.

Dejará que le pague la última y la invite al asiento posterior de su coche, allí permitirá que la desnude y le sobe los pechos cuanto quiera. Cuando detecte su predisposición se soltará la melena y, por sorpresa, le hundirá en la garganta el alfiler de una cuarta que anudaba su pelo, hasta notar cómo le perfora la médula.

Y es que Sally no soporta los maridos infieles, esos que engañan a sus mujeres los viernes por la tarde después de la oficina.

61. Los amantes viajeros (María José Escudero)

Ya  sé que no vas a enfadarte si me quedo. Pero hemos viajado juntos por la vida desde que cumplimos los dieciséis y no quiero dejarte sola. Cargábamos la mochila al hombro y partíamos al monte tan felices. ¿Recuerdas? Cuántas noches de agosto, como esta, hemos visto caer estrellas, cuántas hemos dormido al raso acurrucados en aquel saco de plumas. Y las veces que hemos asomado la cabeza por los faldones de la canadiense—nuestra primera casa— para ver amanecer. Así año tras año hasta que saqué la oposición y nos casamos, y cambiamos el camping por el hotel. Luego nos propusimos visitar todas las capitales europeas y casi lo conseguimos. Ya sé que hubieras querido cruzar el charco y conocer La Habana, sin embargo, lo que hemos disfrutado en Benidorm no tiene precio.

Me da pena por la asistenta. Se va a disgustar cuando se entere mañana, y es que vaya una ruta que hemos elegido en esta ocasión. Van a pensar que estamos locos.

Me explicaron que estas píldoras rosas tardan media hora en hacer efecto. Veo que asientes.

Buen viaje, mi amor. Déjame darte un beso antes de partir.

60. UNA SINGULAR DEBILIDAD (Isidro Moreno)

Su reciente descubrimiento del transformismo le aportaba un anhelado equilibrio emocional.  Desde niño había llevado en secreto su afición por las muñecas, por los vestidos de niña y por el color rosa. Pero siempre en secreto.

Cada fin de semana, sobre el escenario y ante un variopinto público, el mundo Drag Queen le ofrecía una felicidad desconocida y prohibida hasta entonces.

En el camerino recordaba la excusa dada hoy en la oficina para no asistir a la comida de navidad.  A la voz de, “Rosa Clara, a escena”, se santiguó y salió a interpretar su número musical con play-back y baile. A continuación, en el monólogo de tinte picante, ya con la sala iluminada, observó con espanto y angustia que uno de los grupos de espectadores eran sus compañeros de trabajo quienes, finalizada la comida, habrían decidido tomar una copa en algún antro animado.

A pesar del disfraz, notó que le habían reconocido, sin embargo no hubo intercambio de palabras ni gestos cómplices durante la actuación.

Al día siguiente, en la oficina, le prepararon una fiesta sorpresa como felicitación, aunque debieron anularla por ausencia del homenajeado.

Horas después, supieron que nunca volverían a ver vivo al compañero, artista revelación.

59. ¿Azul o Rosa? (Alicia Alguacil)

¿Azul o Rosa?

  • Yo soy Rosa, pero no rosa frágil, delicada, permisiva y callada.

Me gusta además mezclar colores, a veces soy amarilla, otras naranja, otras blanca,  violeta…

Hoy leo en la prensa:   “Cronología de víctimas mortales de violencia de género de 2019… Con ellas, son 1.015 las mujeres muertas desde el 1 de enero de 2003.”

Seguro que a todas las vistieron de Rosa al nacer. Pero al crecer la única gama de colores que vieron fue, el morado en sus mejillas y el rojo en que brotaba de alguna herida en la piel.

¿Qué tendrá el Rosa que confunde tanto a algunos  hombres?

  • Yo no lo sé.

“El lazo rosado es un símbolo internacional usado por personas, compañías y organizaciones que se comprometen a crear conciencia sobre el Cáncer de mama.»

¿Por qué todo duele más si es Rosa?

  • Yo no lo sé.

Solo sé que nací mujer, me vistieron de rosa pero  me gustan todos los colores del arco Iris sin distinción del Azul o Rosa.

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