Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

18. AMOR DE VERANO (Paloma Casado)

Estoy mirando la última foto que te tomé. Estabas sentada en el espigón y solo saqué tus pies ¿fetichista? Me preguntaste y te echaste a reír. Esa noche nos habíamos conocido en la fiesta de la playa. Estaba con mis amigos cuando te vi llegar, deslumbrante como una diosa. Me acerqué para invitarte a una copa y después charlamos y bailamos juntos toda la noche. Fue mítico el chapuzón del amanecer. ¿Dónde puedo encontrarte? Y me diste las señas del hotel Royal.

La recepcionista sonrió cuando le pregunté por ti y sin dudarlo, me dirigió hacia el pub. Allí estabas, acariciando con una mano el muslo de un tipo que no te merecía. Entonces comprendí por qué ayer solo aceptaste besarme: era tu día libre. Quizás sea mejor así. Mejor no volver a pensar en dejar a Patricia ni mi trabajo en la empresa de su padre. Mejor darte mi número de habitación en un hotel con dos estrellas menos que éste. Aunque me gaste en una noche el presupuesto de las vacaciones. Mejor borrar estas fotos, no vaya a ser que Patricia las encuentre o yo vuelva a ellas cuando recaiga en tu adicción, compulsivamente, como un yonki

 

 

17. Orígenes (Esperanza Tirado Jiménez)

Cuando se fue mi madre quise irme yo también. Pero las obligaciones de este mundo me ataron demasiado fuerte, casi aprisionándome. Tanto que me quedaron algunas marcas. A pesar de todo continué aquí; aunque solo en cuerpo, que a veces funcionaba en modo autómata. Porque gran parte de mi corazón, mi mente y mi alma se habían ido volando lejos, buscándola a ella.

Ahora el flujo de la vida se me escapa entre delgados tubos transparentes, pero ya no me importa. Me doy cuenta de que estoy liberada de condicionamientos absurdos. Me siento preparada. Lista para sentir el agua salada de mis primeras lágrimas, dispuesta a nadar en el líquido amniótico. Y poder abrazar a mi madre.

Para correr las dos juntas, descalzas y libres, hacia el infinito de nuestros orígenes.

Por fin. Nuestro principio comienza.

16. ESCONDITE (Modes)

 

 

(Diez minutos)

 

«Al agua, patos».

 

(Nueve minutos)

 

Me zambullo y nado junto a los cisnes.

 

(Ocho)

 

Sigo nadando, mientras una bandada de flamencos tiñe de rosa las puertas del cielo.

 

(Seis)

 

Me sumerjo. Todo es paz y silencio.

 

(Cuatro)

 

Bailo un tango con cientos de peces, mientras infinitas algas acarician mis pies.

 

(Uno)

 

AQUÍ SOY FELIZ.

 

(Treinta segundos)

 

AQUÍ SOY FELIZ.

 

(Diez segundos)

 

AQUÍ…

 

(Cinco)

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                     (Cuatro)

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                               

                                                                                                           (Tres)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                                                          (Dos)

 

 

 

 

 

 

Y , un segundo antes de perder la conciencia y morir ahogada, sonrío dichosa al saber que, esta vez, mi padrastro no me encontrará.

15. Mar de Galilea (Jerónimo Hernández de Castro)

Un paso adelante. Solo me pides eso. Que me lance a la aventura y camine junto a ti sin temor. Me acompañarás y contigo no va ocurrirme nada, pero me resisto a abandonar la inestable tranquilidad de mi barco.

A pie enjuto ¿Cómo caminaré sobre las aguas? Tengo tanto miedo de hundirme como tantas veces.

Me resisto. Mis pies están secos. Todavía.

14. Tatuajes con tinta salada

Impacientes abandonan sus asientos antes de que el autobús haya aparcado. Con algarabía se empujan y apremian para salir rápido. En la tercera fila, ajena a todo, la chica de melena oscura mira abstraída por la ventanilla. El resto baja atropelladamente. Gritos, risas, estrepitosas zambullidas, abundantes salpicaduras.

Parsimoniosamente encamina sus pasos hacia el atrayente y desconocido manto azul. Lo escudriña sin recato. Primero lo olisquea, con prudencia, y después lo aspira, con deleite.  Con cierto rubor deja que le acaricie sus lánguidos pies. Se estremece.  Observa abstraída la rítmica danza que él interpreta. Tímidamente avanza y deja que le lama el primer tramo de sus piernas, hasta las rodillas. El deseo de que acaricie sus muslos y su cintura le impulsa a alejarse, un poco más, de la orilla.

Encandilada, ante su magnética presencia, deja que la envuelva, por completo, en un vigoroso abrazo.

Este primer encuentro deja fugaces marcas en su cuerpo y huellas persistentes en su alma. Los surcos de salitre que serpentean, entre el incipiente bello de sus adolescentes extremidades, son prueba de las primeras y,  el anhelo y la necesidad de estar cerca de su querido mar, de las segundas.

13. SIN ÁNIMO DE OFENDER (A. BARCELÓ)

Pili y yo éramos amigas inseparables hasta que conoció aquel potentado y se casó con él. Entonces, se convirtió a la religión de la ostentación y todo cambió. Empezó presumiendo de ropa y complementos, continuó con los coches y las propiedades, luego vinieron los almuerzos y las fiestas con la jet set y el remate fueron los viajes. Se unió a la moda de mandar por Whatsapp fotos de sus pies apuntando a un fondo idílico: las impresionantes vistas desde la piscina del Marina Bay de Singapur, la costa griega desde el velero, los horizontes perdidos desde las Seychelles… No creo que fuera consciente de hasta qué punto aquello podía fastidiar, pero terminamos por perder el contacto.

Hace poco, volví a saber de ella y quise reanudar nuestra amistad. Le envié unas fotografías mías con vistas de mi pueblo y otras de la Isla de Benidorm el día que pillé primera línea en sus atestadas playas. No creo que se molestara, aunque no me contestó. Tal vez sea que no le llega bien el Whatsapp a la nueva mansión que le ha proporcionado su maridito, por firmar unos papeles que no debía.

12. DICCIONARIO EXISTENCIAL DE QUIEN FUERA UNA SIRENA* (*Fragmento encontrado por un alma solitaria en las costas del Mar Egeo)

ACANTILADO: lugar que muestra de dónde vengo.

BORDE: límite infranqueable franqueable.

CUENTAS: hitos del pasado, de diversas formas y colores.

HUELLAS: marcas del camino emprendido.

MACRAMÉ: punto que entreteje los sueños.

PASOS: novedosa forma de traslación.

PIES: extremidades que llevan lejos.

SALTO: decisión trascendental.

TOBILLERA: asidero a la realidad.

VIAJE: aventura que se inicia.

©Mariángeles Abelli Bonardi

 

11. Silencios de agua (Carmen Cano)

Un grupo de pescadores se arremolinó en la bahía. El poder liso del agua había entregado el cuerpo de una mujer vestida de novia.

En el pueblo aún recordaban su desaparición unos años atrás, en la víspera de la boda. Y la desesperación de Andrés. Y el luto estéril de las hermanas.

El tiempo se había detenido para la hermosa ahogada. Del otro mundo traía una pulsera en el tobillo que nadie reconoció.

El sacerdote temblaba durante el oficio fúnebre. Un silencio de espanto alcanzaba las bóvedas del templo, donde se congregaron los vecinos para arropar a las hermanas.

Pálido como la espuma, Andrés procuraba borrar de su pensamiento la estela nocturna del barco al que la vio subir. Su maleta, en la mano del capitán. Dejó que la buscaran y calló por vergüenza, pero permaneció unido a la familia.

Días después del sepelio, su hijo echó el primer anzuelo:

-¿Quién era esa señora que vino preguntando por padre? Se te parecía tanto…

10. Entre tiempos (Manoli VF)

Cada vez que mudo mi piel me da por descalzarme, sentarme al borde del acantilado y contar los dedos de los pies. Comienzo siempre por el dedo meñique del derecho: cuento los cinco dedos muy despacio, como si los viese por primera vez. Después sigo con el dedo gordo del izquierdo, hasta el meñique y desde él continúo de nuevo hasta el otro pie. Cuento cien dedos en diez minutos, estirando el tiempo y la piel. Esto no tendría más transcendencia que una anécdota, si no fuese porque soy una sirena y jamás he tenido pies.

9. DE LA COMPLICIDAD AL OCASO (Edita)

Llevo horas sentada en un saliente del acantilado. El nuestro, ¿recuerdas? Igual que entonces, balanceo las piernas desnudas sobre el abismo; pero hoy, echo en falta mi risa y tus labios salados. El océano ha dejado de ser música de fondo para transformarse en perverso seductor que tira de mis pies con la fuerza de un imán gigante. Cada vez que estoy a punto de ceder, clavo los ojos en la pulsera tobillera, tu último regalo, y me convierto de nuevo en una lapa adherida a la roca. Cuando anochezca, no podré verla. Tengo miedo.

 

08. ISLA DESIERTA

Olivia, mirando el horizonte marino, recordó lo que decían sus amigos que se llevarían a una isla desierta: un cuchillo, cerillas, anzuelos,… Ella dijo sin pensarlo: yo me llevaría a Oto. Luego recordó cuando, tras el naufragio, ellos dos, los únicos supervivientes, consiguieron llegar nadando a la isla. Construyeron un refugio y una balsa y se las iban arreglando para sobrevivir.

Ambos buceaban y pescaban a mano moluscos y crustáceos. Esta vez, durante la inmersión, Oto había enhebrado trocitos de coral con un filamento de alga y, cuando emergieron, él le colocó la pulsera, con dulzura, en el tobillo. Ella, sentada al borde de la balsa, metía y sacaba los pies del mar. Miró cómo Oto se sumergía de nuevo a pescar. Cuando la perturbación de la superficie del agua se calmó, Olivia empezó a inquietarse. Pasaba ya más tiempo de lo normal y Oto no había salido. Se puso en pie y se lanzó de cabeza en su búsqueda. En el fondo, Oto luchaba con sus últimas fuerzas para liberarse de las algas que le atrapaban las piernas. Olivia cogió una ostra, la utilizó con destreza para cortar las ataduras y logró ascender abrazada a su cuerpo.

07. AYER Y HOY (Ángel Saiz Mora)

(RELATO FUERA DE CONCURSO)

La visión de la superficie inestable, efluvios de humedad y cloro. Recuerdos asociados a sensaciones.
El profesor de educación física dijo a mi madre que la niña tenía facilidad. Ella se lo tomó muy en serio.
Nadar ya no era un juego. Al final del día coincidían agotamiento y tareas del colegio.
Sin tiempo para amigas, otros diseñaban mi existencia con una severidad que no me dejaba pensar.
—Solo importan los resultados —escuchaba al entrenador, dentro de un infierno líquido.
—El sufrimiento aleja de la mediocridad, no te rindas —repetía mamá.
Pocos conocían la disciplina como ella, bailarina ilusionada hasta que tuvo que abandonar por una lesión.
—Tú triunfarás —afirmaba con un brillo fanático en unos ojos a los que temía decepcionar, dócil mariposa atrapada en un estilo ajeno.
Un “no” puede cambiarlo todo.
Trabajo en una joyería. Atiendo a los clientes con agrado. Me maravilla ver crecer a los gemelos. Disfruto de las series de televisión por las noches con mi marido.
Ayer volví a hablar con mamá desde que hui de casa.
Hoy me he propuesto volver a la piscina, dos días a la semana, por el gusto de hacerlo.

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