Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

21. De vértigos

Intenta imaginar que es agua, como la del mar de su niñez, aunque aquella la recuerda batida en verde y violeta, llena de peces pálidos. El espacio es oscuro y aparenta calma, pero no resulta tan acogedor, porque clava en su piel, como alfileres de cristal, el frío atroz de la luz estelar.

Si se lanza podrá empezar de nuevo, buscar otras metas, otros sueños, aunque estrellarse contra un suelo gris y polvoriento, una vez más, congela su corazón.

La otra opción, permanecer allá arriba con los pies colgando de esa luna dorada y creciente, es muy tentadora, pero la previsible soledad provoca un tremendo escalofrío en sus huesos. Porque nadie sabe de su hazaña, nadie querrá buscarla mirando al cielo, nadie imaginará jamás que logró alcanzar su deseo, que voló tras un murciélago transparente para mecerse, acurrucada en ella, durante el insomnio de una noche de verano.

20. Naturaleza inocente

Una niña sentada en el puente con los pies colgando me observa con ojos inquietos. Le llama la atención el manto de piedras pulidas, los destellos que desprenden cuando reflejan la luz del sol. Levanta un brazo y hace un gesto como si imaginara tocarlas, notar su tacto suave. A su vez, yo la contemplo admirada por su curiosidad sin límites, me intriga su capacidad para asombrarse con las cosas más elementales. De repente, se acerca a mí y, llena de júbilo, la llevo en volandas como un tobogán, en constantes subidas y bajadas, inmersas en una avalancha de gritos y adrenalina, hasta que al fin, la acerco a las piedras. Primero las roza con la punta de los dedos. Luego, un impacto violento quiebra su cráneo para acabar flotando inerte a la deriva, envuelta en una bruma roja. Cómo iba yo a saber, siendo agua en descenso perpetuo, que caer pudiera ser un gesto involuntario. O cómo una niña iba a sospechar que una corriente en la que tanta vida fluye, ocultara tan bien la muerte.

19. LA PULSERA MÁGICA (Rafa Olivares)

Ellen Price, primera bailarina del Ballet Real de Dinamarca, destacó por su interpretación en la adaptación a la danza de un cuento de Hans Christian Andersen, La Sirenita. Un acaudalado cervecero, perdidamente enamorado de su figura y de su arte, la obsequió con una pulsera mágica que ella decidió colocarse en el tobillo izquierdo, no sin antes ser advertida de que si alguna vez se la quitaba quedaría transformada en bronce. Ellen no tardó en olvidarse del aviso, y una tarde de verano, después de tomar desnuda un baño en la costa Langelinie de Copenhague, y mientras se secaba sobre una roca, deslizó de su pie el abalorio y su cuerpo quedó al instante bronceado. Literalmente.

De lo que pasó con la pulsera poco se sabe. Muy probablemente alguien la encontró y se la probó, pero es previsible que, desconocedor de sus efectos fantásticos, no le durara puesta mucho tiempo. Eso explica que haya tantas esculturas de bronce por toda Europa. Y muchas de ellas de personajes que solo llegaron a ser ilustres mucho tiempo después de ser estatuas.

18. AMOR DE VERANO (Paloma Casado)

Estoy mirando la última foto que te tomé. Estabas sentada en el espigón y solo saqué tus pies ¿fetichista? Me preguntaste y te echaste a reír. Esa noche nos habíamos conocido en la fiesta de la playa. Estaba con mis amigos cuando te vi llegar, deslumbrante como una diosa. Me acerqué para invitarte a una copa y después charlamos y bailamos juntos toda la noche. Fue mítico el chapuzón del amanecer. ¿Dónde puedo encontrarte? Y me diste las señas del hotel Royal.

La recepcionista sonrió cuando le pregunté por ti y sin dudarlo, me dirigió hacia el pub. Allí estabas, acariciando con una mano el muslo de un tipo que no te merecía. Entonces comprendí por qué ayer solo aceptaste besarme: era tu día libre. Quizás sea mejor así. Mejor no volver a pensar en dejar a Patricia ni mi trabajo en la empresa de su padre. Mejor darte mi número de habitación en un hotel con dos estrellas menos que éste. Aunque me gaste en una noche el presupuesto de las vacaciones. Mejor borrar estas fotos, no vaya a ser que Patricia las encuentre o yo vuelva a ellas cuando recaiga en tu adicción, compulsivamente, como un yonki

 

 

17. Orígenes (Esperanza Tirado Jiménez)

Cuando se fue mi madre quise irme yo también. Pero las obligaciones de este mundo me ataron demasiado fuerte, casi aprisionándome. Tanto que me quedaron algunas marcas. A pesar de todo continué aquí; aunque solo en cuerpo, que a veces funcionaba en modo autómata. Porque gran parte de mi corazón, mi mente y mi alma se habían ido volando lejos, buscándola a ella.

Ahora el flujo de la vida se me escapa entre delgados tubos transparentes, pero ya no me importa. Me doy cuenta de que estoy liberada de condicionamientos absurdos. Me siento preparada. Lista para sentir el agua salada de mis primeras lágrimas, dispuesta a nadar en el líquido amniótico. Y poder abrazar a mi madre.

Para correr las dos juntas, descalzas y libres, hacia el infinito de nuestros orígenes.

Por fin. Nuestro principio comienza.

16. ESCONDITE (Modes)

 

 

(Diez minutos)

 

«Al agua, patos».

 

(Nueve minutos)

 

Me zambullo y nado junto a los cisnes.

 

(Ocho)

 

Sigo nadando, mientras una bandada de flamencos tiñe de rosa las puertas del cielo.

 

(Seis)

 

Me sumerjo. Todo es paz y silencio.

 

(Cuatro)

 

Bailo un tango con cientos de peces, mientras infinitas algas acarician mis pies.

 

(Uno)

 

AQUÍ SOY FELIZ.

 

(Treinta segundos)

 

AQUÍ SOY FELIZ.

 

(Diez segundos)

 

AQUÍ…

 

(Cinco)

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                     (Cuatro)

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                               

                                                                                                           (Tres)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                                                          (Dos)

 

 

 

 

 

 

Y , un segundo antes de perder la conciencia y morir ahogada, sonrío dichosa al saber que, esta vez, mi padrastro no me encontrará.

15. Mar de Galilea (Jerónimo Hernández de Castro)

Un paso adelante. Solo me pides eso. Que me lance a la aventura y camine junto a ti sin temor. Me acompañarás y contigo no va ocurrirme nada, pero me resisto a abandonar la inestable tranquilidad de mi barco.

A pie enjuto ¿Cómo caminaré sobre las aguas? Tengo tanto miedo de hundirme como tantas veces.

Me resisto. Mis pies están secos. Todavía.

14. Tatuajes con tinta salada

Impacientes abandonan sus asientos antes de que el autobús haya aparcado. Con algarabía se empujan y apremian para salir rápido. En la tercera fila, ajena a todo, la chica de melena oscura mira abstraída por la ventanilla. El resto baja atropelladamente. Gritos, risas, estrepitosas zambullidas, abundantes salpicaduras.

Parsimoniosamente encamina sus pasos hacia el atrayente y desconocido manto azul. Lo escudriña sin recato. Primero lo olisquea, con prudencia, y después lo aspira, con deleite.  Con cierto rubor deja que le acaricie sus lánguidos pies. Se estremece.  Observa abstraída la rítmica danza que él interpreta. Tímidamente avanza y deja que le lama el primer tramo de sus piernas, hasta las rodillas. El deseo de que acaricie sus muslos y su cintura le impulsa a alejarse, un poco más, de la orilla.

Encandilada, ante su magnética presencia, deja que la envuelva, por completo, en un vigoroso abrazo.

Este primer encuentro deja fugaces marcas en su cuerpo y huellas persistentes en su alma. Los surcos de salitre que serpentean, entre el incipiente bello de sus adolescentes extremidades, son prueba de las primeras y,  el anhelo y la necesidad de estar cerca de su querido mar, de las segundas.

13. SIN ÁNIMO DE OFENDER (A. BARCELÓ)

Pili y yo éramos amigas inseparables hasta que conoció aquel potentado y se casó con él. Entonces, se convirtió a la religión de la ostentación y todo cambió. Empezó presumiendo de ropa y complementos, continuó con los coches y las propiedades, luego vinieron los almuerzos y las fiestas con la jet set y el remate fueron los viajes. Se unió a la moda de mandar por Whatsapp fotos de sus pies apuntando a un fondo idílico: las impresionantes vistas desde la piscina del Marina Bay de Singapur, la costa griega desde el velero, los horizontes perdidos desde las Seychelles… No creo que fuera consciente de hasta qué punto aquello podía fastidiar, pero terminamos por perder el contacto.

Hace poco, volví a saber de ella y quise reanudar nuestra amistad. Le envié unas fotografías mías con vistas de mi pueblo y otras de la Isla de Benidorm el día que pillé primera línea en sus atestadas playas. No creo que se molestara, aunque no me contestó. Tal vez sea que no le llega bien el Whatsapp a la nueva mansión que le ha proporcionado su maridito, por firmar unos papeles que no debía.

12. DICCIONARIO EXISTENCIAL DE QUIEN FUERA UNA SIRENA* (*Fragmento encontrado por un alma solitaria en las costas del Mar Egeo)

ACANTILADO: lugar que muestra de dónde vengo.

BORDE: límite infranqueable franqueable.

CUENTAS: hitos del pasado, de diversas formas y colores.

HUELLAS: marcas del camino emprendido.

MACRAMÉ: punto que entreteje los sueños.

PASOS: novedosa forma de traslación.

PIES: extremidades que llevan lejos.

SALTO: decisión trascendental.

TOBILLERA: asidero a la realidad.

VIAJE: aventura que se inicia.

©Mariángeles Abelli Bonardi

 

11. Silencios de agua (Carmen Cano)

Un grupo de pescadores se arremolinó en la bahía. El poder liso del agua había entregado el cuerpo de una mujer vestida de novia.

En el pueblo aún recordaban su desaparición unos años atrás, en la víspera de la boda. Y la desesperación de Andrés. Y el luto estéril de las hermanas.

El tiempo se había detenido para la hermosa ahogada. Del otro mundo traía una pulsera en el tobillo que nadie reconoció.

El sacerdote temblaba durante el oficio fúnebre. Un silencio de espanto alcanzaba las bóvedas del templo, donde se congregaron los vecinos para arropar a las hermanas.

Pálido como la espuma, Andrés procuraba borrar de su pensamiento la estela nocturna del barco al que la vio subir. Su maleta, en la mano del capitán. Dejó que la buscaran y calló por vergüenza, pero permaneció unido a la familia.

Días después del sepelio, su hijo echó el primer anzuelo:

-¿Quién era esa señora que vino preguntando por padre? Se te parecía tanto…

10. Entre tiempos (Manoli VF)

Cada vez que mudo mi piel me da por descalzarme, sentarme al borde del acantilado y contar los dedos de los pies. Comienzo siempre por el dedo meñique del derecho: cuento los cinco dedos muy despacio, como si los viese por primera vez. Después sigo con el dedo gordo del izquierdo, hasta el meñique y desde él continúo de nuevo hasta el otro pie. Cuento cien dedos en diez minutos, estirando el tiempo y la piel. Esto no tendría más transcendencia que una anécdota, si no fuese porque soy una sirena y jamás he tenido pies.

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