Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

44. Flor de almendro (Javier Ximens)

Mi abuela se recogía el moño con aquel tipo de redecilla, pero no era lo mismo. A mí me gustaba mucho más en las larguísimas piernas de las bailarinas que anunciaban las funciones del Teatro Chino de Manolita Chen. Por entonces, yo estudiaba en el seminario de Toledo pero, al llegar el verano, volvía a Talavera de vacaciones y echaba una mano a mi madre, como recadero en su mercería. Cuando tenía quince años, la mañana del primer día de las ferias, una joven de belleza forastera trajo varias medias de nailon para que mi madre le cogiera los puntos, pues la zurcidora del teatro se había roto. Así fue como conocí a Adelina Li-Mee —cuyo significado chino dijo ser «flor de almendro»—, una chica que quería ser cantante y vedete, pero aún no tenía la edad. Por la tarde se las llevé reparadas, y me lo enseñó todo: el mundo multicolor tras bambalinas, dónde finalizaban las piernas con medias de mallas, cómo se colocaban las ligas, qué se ocultaba bajo las estrellitas sobre los pechos Todo. Agradecido le entregué mi virginidad. Cuando terminaron las fiestas, Li-Mee se marchó con el teatro, y se llevó mi vocación.

 

43. REACCIÓN EXTEMPORÁNEA (Rafa Olivares)

Con cierto halo de artista y de aspecto sereno y apacible, su aparición levantó todo tipo de conjeturas. Sobre qué edad tendría, sobre si procedería de alguna comarca de Burgos, sobre si sería el autor de aquellas célebres pinturas… Lo que pronto supimos es que le faltaba temple cuando de que le hurgaran la boca se trataba. Ni siquiera cumplir años había suavizado ese pánico insuperable. Fueron necesarios cuatro becarios para sujetarle brazos y piernas manteniéndolo inmovilizado, a pesar de lo cual, con un brusco giro de cabeza, consiguió morder y romper la espátula con la que el profesor trataba de limpiar, con delicadeza y pulcritud, los restos milenarios acumulados en encías y molares del maxilar inferior. Pero no se dejaba, aquel arisco y melindroso hombre de neandertal de modales primitivos.

42. NUREYEV, EL PÁJARO (GINETTE GILART)

17 de marzo de 1938
Mientras el tren que se dirige a Vladivostok pasa cerca del lago Baikal, una mujer da a luz tumbada en los asientos.
—¡Es un niño! —exclama la viajera que la asiste— ¿Cómo le va a llamar?
—Creo que Rudolf —contesta la parturienta— es lo que hemos pensado mi marido y yo.

17 de junio de 1961
Después de una brillante actuación la joven promesa del baile se resiste a coger el vuelo que le lleva de regreso a Moscú. Corre por la pista del aeropuerto París-Le Bourget para refugiarse detrás de la policía francesa.

13 de enero de 1993
En el cementerio ruso de Sainte-Geneviève-des-Bois, cerca de París, Ezio camina hacia la tumba de su amigo, contempla con satisfacción su obra, un maravilloso mosaico, que reproduce una vistosa alfombra oriental, cubre el sepulcro.

41.- LA CASA DEL VIENTO

A los habitantes de este lugar nos salía el arte por los cuatro costados. A mi hermana Alicia le crecían claves de sol entre los tirabuzones y corcheas en el flequillo. Cantaba todo el tiempo y decía que cada habitación tenía su música y cada persona su nota. En cambio lo de Miguel siempre fueron las piedras, las elegía grandes y les iba quitando los trozos sobrantes hasta dejar al descubierto las figuras que llevaban dentro, sus esculturas salpicaban todos los rincones de la casa. Benjamín era rápido con los pinceles y yo con la palabra, él pintaba un bodegón mientras comíamos y yo escribía un relato con la sopa de letras. Todo iba bien hasta que el viento se coló por nuestras rendijas y Benjamín empezó a esculpir bustos imposibles, Miguel a escribir tediosos ripios y Alicia a pintar cacerías de ciervos, mientras yo, con mis desafinados cánticos ahuyentaba a las pocas musas que pudieran quedar. A veces cuando el viento silba con violencia nos miramos unos a otros sin decir nada y nos preguntamos en silencio si volveremos a ser los que un día fuimos.

40. Jeanne

Lleva tiempo con esa media sonrisa y la cara le tira. Piensa en lo mucho que odia posar, pero aun así continúa. Se recoloca un mechón rojizo detrás de la oreja y mira con sensualidad. Entorna los ojos. Ladea la cabeza. Sacude su fina cabellera para crear un poco de volumen. Prueba ahora con un sombrero amplio y el dedo índice reposando en el mentón.

Es un yo cambiante. Hay un llanto oculto tras aquella sonrisa indulgente. Una expresión oscura suavizada por colores brillantes. La certeza de lo fugaz contenida en la inmortalidad de una imagen. Ansía tanto desprenderse de sí misma… por eso decide saltar al vacío, a pesar de toda la vida que la habita.

Sin embargo, la eternidad acude siempre a rescatarla. Ahí está ella, la de las múltiples miradas. La que pasea su rostro por galerías y libros. La amada musa de Modigliani.

 

Si no conocéis a Jeanne

39. REGRESIÓN (Isidro Moreno)

Aparecieron en pleno siglo XXI anhelando comprobar la posteridad y trascendencia de su obra.

Mozart, Bach, Beethoven y Häendel verificaron que su música y sus nombres habían traspasado la barrera del tiempo y orgullosos visitaron la Biblioteca Nacional, los archivos del Teatro Real y una importante tienda de música clásica con unos mágicos discos que contenían sus obras interpretadas por, al parecer, grandes orquestas.

Henchidos de orgullo, concluida su visita y en espera de ser devueltos a su residencia de genios jubilados, pasearon por aquella bulliciosa capital española, asombrándose de los nuevos tiempos y poniendo especial atención a la música y músicos callejeros.

Boquiabiertos quedaron con esos rápidos carros de metal que abundaban por doquier y muchos de ellos, a través de sus ventanas, expulsaban un fuerte ruido al que llamaban música, aunque aquello consistiera en una paupérrima armonía con ritmo simple y un reiterativo: «atum sim pam, atum, sim pam» capaz de provocar dolor en sienes, revoltijos en las tripas y vibración de cristales.

Regresaron al hotel deseando ser rescatados por la máquina del tiempo que les devolvería a su tiempo y lugar de origen.

Amadeus, Sebastian, Ludwig y George, perplejos y decepcionados, se preguntaban en qué habrían fallado.

 

IsidroMoreno

38. EL ACTOR

Artista, persona que hace alguna cosa con suma perfección, no tiene porque ser actor de cine, ni escultor o pintor, también puede ser como era él, un artista de la seducción.
Cuando lo conocí, su físico, no me dijo nada, era más bien normalito. En nuestra primera cita ya me engatusó, con ese arte que tenía (El de la palabra). No te compraba con flores, ni obsequios. Sus regalos eran sus palabras. Susurradas o de frente. tu ego te lo subía al máximo y te hacía sentir como una reina. Reina fui mientras que lo tuve a mi lado.
Celoso de mi intimidad, rompí con mi familia, con mis amigos, solo vivía por él y para él. Pero igual que apareció, se fue. Mi vida se convirtió en un túnel oscuro, sin luz. Sola y completamente destrozada, me costó mucho volver a pisar el suelo, seguir viviendo, sin él, yo no era nada. Casi al final de nuestra relación, ya estaba preparando su próximo papel «Otra». Era su comedia, su obra, su teatro.

37. CAOS AL ÓLEO


Se plantea desistir, es consciente de la dificultad por tratarse de una técnica que ningún colega ha practicado.

-Majestades, presten atención, o este desbarajuste me impedirá poner fin al encargo. Y vos, don José, si no mantenéis abierta la puerta acabaréis con la iluminación necesaria para trabajar.

-Doña Marcela, restablezca el orden y haga caso a lo que nos exige don Diego -decreta Felipe mientras copia algunos gestos de su esposa, instalada desde hace un buen rato ante el espejo.

-El culpable de todo está siendo Nicolasito -chivatea la infanta-, que es insoportable y no deja de molestarnos. Lleva toda la mañana arrugándome el guardainfante o tirándome de la basquiña.

-Amas, compórtense por favor. A ver Agustina, Isabel, Mari Bárbola, atended a su alteza -impone doña Marcela-. Y tú, Pertusato, eres un tunante, abandona de inmediato las provocaciones, deja tranquilas a las muchachas y acata los mandatos que reclama el artista.

Ante las recriminaciones, el enano, amulado, se acomoda a regañadientes posando el piececito sobre la grupa del mastín. De repente, el tiempo se detiene en la Sala del Príncipe, el momento es propicio para el primer selfie de la historia.

36. El ilusionista

Para mi sorpresa, la carta elegida tenía mi nombre escrito bajo el as de corazones. Con solo mirarme, adivinó en quién pensaba – ¡se parecía tanto a él! – y de su chistera extrajo el peluche de mi niñez, el que papá dejó sobre mi almohada el día que se fue. Un rápido gesto de sus delicadas manos transformó mis emocionadas lágrimas en mariposas, que se posaron sobre mí adornándome el cabello. Cuando me invitó a meterme en la caja para serrar mi cuerpo, no pude resistirme, deseaba que me hiciera suya aunque fuera trozo a trozo. El blanco vestido de mi inocencia voló como una más de sus blancas palomas. Ascendiendo en el aire, levitamos como trapecistas sin miedo al vacío y nos amamos a dúo, sin trucos ni red.

El aplauso cerrado de las focas celebró nuestro número final: el enamorado beso de despedida. Después, como por arte de magia, desapareció. Como papá, se fue. ¡Se parecía tanto a él!

Pero, esta vez, no me siento sola. La ilusión crece dentro de mí.

35. π

Hasta hace unas semanas firmaba como π y así se le nombra. Nadie conoce su apariencia, ni siquiera si es hombre o mujer. En su Primera Etapa escribía tuits en su perfil que nos hacían replantearnos nuestra existencia; otras veces su Obra aparecía en callejones de extrarradio con su símbolo acompañando un grafiti, tan majestuoso y trascendente que de inmediato sus seguidores expandíamos por la red. Logró su último fenómeno viral comprando cinco segundos de publicidad y utilizándolos para emitir de madrugada el primer plano del desagüe atascado de una ducha. Y aunque su firma no se mostraba en la grabación, todos sabemos que fue π. De hecho, ese corte, casi estático, se proyecta en museos del mundo entero y hay personas que sostienen haber entrado en una especie de trance tras varias horas de visionado en bucle.

Ahora debemos estar muy atentos, cualquier estímulo sensorial —por pequeño que parezca— puede ser una de sus creaciones anónimas. Su Segunda Etapa es global. Esta tarde, sin ir más lejos, un grupo de adolescentes se ha quedado mirándome fijamente mientras yo silbaba una melodía cualquiera en el vagón del metro. Luego han empezado a grabarme con sus móviles.

 

34. EL ARTISTA (Ana Tomás García)

Otro día más era el artista jaleado por su ferviente público, asistiendo entusiasmado a la representación de su propia obra. Le hacían sentir tan importante los comentarios que escuchaba a su paso: “Este chico sí que vale” “Qué arte tiene, y eso que sólo es un muchacho”… que se arremangaba sin dilación pero con parsimonia, sabiéndose arropado por sus fans más incondicionales (personas que le doblaban la edad, y por lo tanto, con el doble de experiencia), se frotaba con energía las manos, agarraba con fuerza el pico y comenzaba a picar sin mediar una sola palabra.

Aquella mañana iba a demostrar lo que era ser un artista de verdad, pensaba picar el doble que el día anterior y terminar por fin aquella larga, profunda y penosa zanja que ninguno de sus compañeros se animaba a afrontar.

33. EL FUNCIONARIO CABAL

Yo cazo artistas. Es mi trabajo. Pero no es lo que piensas. No soy un buscatalentos. No, eso ocurría antes de la nueva Ley. Yo simplemente acabo con ellos. Y soy el más eficaz de mi negociado. En mi cuenta hay una media mensual lo suficientemente abultada como para ser respetado y envidiado. Incluso los detractores de lo que hacemos alaban la humanidad con la que cumplo mi obligación.

Desde que al Ministerio de Medioambiente se le encargó controlar la desmesurada población de estos parásitos se produjo un enconado debate: ¿Los encargados de hacer efectiva la norma debían ser funcionarios o era necesario abrir un concurso público para que una empresa se encargara del asunto? ¡Ay, politicastros! Por suerte, triunfó el sentido común.

Y aunque los primeros años fueron una locura, ahora la cosa está tranquila. El número de artistas está controlado en todo el país según complejos cálculos realizados atendiendo a su actividad. Además hay una vigilancia estricta sobre los individuos sospechosos de portar esa extraña mutación en sus genes. Así que no se podía afirmar que fuera un mal trabajo hasta esta mañana. En el desayuno mi hijo pequeño me ha enseñado un dibujo de nuestro gato.

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