Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

32. Noche tras noche (Nuria Rubio González)

Una noche más, consigo acomodarme en una desvencijada butaca revestida de deslucido terciopelo carmesí. Instantes después, Eleonora se sienta en mi corazón, oprimiéndolo suavemente. Ante un público con los sentidos adormecidos por el exceso de alcohol, acaricio volátiles teclas de piano, al compás de la adorada voz que late dentro de mí. El eco de pasionales vocablos me desgarra con infinita dulzura. Momentáneamente, soy privado de tan placentero dolor debido al violento desalojo del local.

Sin techo, a la luz de la luna, mis dedos, flotando en el aire, dan vida a los postreros acordes del último bolero. La melodía, enredada entre los viejos cordones de mis desgastados zapatos, ata felizmente cualquier movimiento; mis longevos pasos, diluidos en la marea de muchedumbre evacuada por la policía, aparentan dejar atrás el antiguo Café Encadenados, nido de mendicidad desde hace décadas… En gozosa quietud, mi corazón acoge a una Eleonora que, ajena al inexorable fluir del tiempo, se abraza al estremecedor latido que anuncia el inicio de su eterno recital. Y una noche más, la sangre que brota de mi sien empapa, poco a poco, el tapizado bermellón de una butaca en la que, no sin dificultad, acabo de acomodarme…

31. INSÓLITA SALA DE EXPOSICIONES

Antes de manipular con sus manos infantiles ceras, acuarelas y pinceles Cris ya hiciera gala de su potencial artístico con materiales tan nobles como restos de fruta triturada, papilla o barro.

Sus trazos eran curvos, seguros y largos. Cuando descubrió las espirales sus creaciones se inundaron de ellas y adquirieron un cariz abstracto.

Sus progenitores siempre observaron con distanciamiento esta anodina afición.

Cuando Cris elude la estela empresarial que dejó su bisabuelo los inocentes lienzos se erigen en muros. A los reproches iniciales siguieron los pesados silencios. La peor torpeza fue ponerla en la tesitura de elegir.

Francisco se estrena como consejero. El hall, el ascensor, los pasillos, rezuman vetustos. Llega a la sala de juntas. Al cruzar el umbral el aire sorpresivamente parece ser liviano. El mobiliario es de madera maciza pero el color inunda las paredes. Contempla fascinado los lienzos que le trasmiten emociones encontradas. Una voz le sobresalta.

-¿Le gustan?

– Si mucho. Pero me sorprende encontrarlos aquí. Están como desubicados.

– Es un capricho del viejo, del presidente. Cada cierto tiempo aparece uno nuevo. Todos de la misma artista. Cuando expone, sea donde sea, envía a un experto con el encargo de adquirir el mejor.

30. IRONÍAS DE LA VIDA (A. BARCELÓ)

Le pregunté a una amiga suya cómo podría hacer para que se fijara en mí. Me comentó que a ella solo le gustaban los hombres que poseían la rara habilidad de hacerle reír. Me apunté a un taller de Clown y me convertí en payaso. Ella resultó padecer coulrofobia. No conseguí su amor, pero encontré mi verdadera vocación y me enamoré para siempre de ella. Desde entonces, me dedico al arte de buscar sonrisas.

29. ARTE TÓXICO (Petra Acero)

Ha venido todo el pueblo, además del frío viejo que nos acompaña cada invierno. El último en marcharse fue don Benancio. Hablamos de tu rara enfermedad. “Los caminos del Señor son inescrutables”, se justificó, antes de remangarse la sotana y abandonar el cementerio. Ahora estamos tú y yo solos.
¡Gana el que aguante más tiempo el frío! ¿Recuerdas cómo me retabas? Tú inventaste el juego y tú ganabas. ¡Tan fuerte, tan valiente! Después, como buen hermano mayor, calentabas mis manos con tu aliento (veladura cálida que difuminaba el ocre de la tarde). Hasta aquel día en que, enredada entre los ribazos, la nieve desdibujó los caminos y la frontera del lago. “Ven, pisa, que no te hundes”, me engañaste, saltando sobre la tierra firme. Anduve por el hielo y gané… estos muñones. ¡Maldito seas! Enterraste mis sueños, como hoy te entierro yo a ti. Tuve que abandonar los lienzos, pero me afané en los colores. Con paciencia practiqué en tu taza de desayuno, sobre todo en los bordes: azul de cobalto y blanco de plomo. El amarillo de cromo y el rojo de cadmio vinieron después: tu tazón, tu jarra preferida… Figuras toscas, deformes como mis manos.

28. «Esta es la historia de Don Calcetín»

Don Calcetín era un calcetín que había nacido para serlo, vestir un pie, calentarlo, protegerlo del duro calzado…; su función era importante, era ayudar a una persona en su caminar.

Don calcetín, que siempre iba acompañado de su media naranja, se quedó viudo y eso cambió totalmente su realidad. Como vivía en una casa en la que nunca se tiraba nada, Don calcetín se quedó en una esquina, arrinconado en el cajón de los calcetines. Don calcetín se sentía solo y triste.

Un día, inesperadamente alguien abrió el cajón y ¡lo eligió!, no era el pie grande para el que había nacido, era uno más pequeño, que lo tomó con mimo y lo llevó consigo.

Nunca más volvió a su antiguo hogar, y menos aún a esa esquina olvidada.

Lo rellenaron de trapos, le cosieron botones, lanas de colores y fieltro.

Ya no era un calcetín, ahora era una muñeca con ojos, nariz, boca y hasta con varios vestidos.

Don calcetín, que pensaba que no había mayor felicidad que cumplír la misión para la que uno había nacido, se dio cuenta de que había estado equivocado; tras su metamorfosis la felicidad era aún mayor.

Ahora se llamaba Enriqueta.

 

27. LAS DESCONOCIDAS PRETENSIONES DE UNA MOMIA VULGAR (Edita)

Estaba empeñado en pasar a la historia. No como Fraga, con la faraónica Ciudad de la Cultura inconclusa; quería hacerlo a lo grande, igual que un descubridor científico. Lo complicado era dar con el asunto oportuno, y más viviendo en una época en la que ya todo está inventado.

Durante años, cada mañana descartaba lo que había ideado la víspera. Hasta que una noche de insomnio, lo visitó la inspiración: crearía un arte nuevo; uno en el que pudieran expresarse todos los artistas frustrados, aquellas personas que aseguraban llevar un Dalí o un Neruda dentro, por ejemplo, y que no eran capaces de expulsarlo.

Y empezó a diseñar su proyecto. Primero, empleando para la causa todas las horas de ocio, incluidas las vacaciones; después, viendo que el tiempo se le echaba encima, solicitando la reducción de jornada, pero acabó abandonando el trabajo para dedicarle el día entero. Aún así, le parecía que no avanzaba lo suficiente y se vio obligado a robarle horas al sueño. Confundía el ocaso con el alba, e incluso dejó de comer.

Cuando los vecinos llevaban meses sin verlo, dieron parte a las autoridades. Lo encontraron momificado entre montañas de extraños bosquejos que nadie supo descifrar.

(Relato fuera de concurso)

26. GARABATOS

De vez en cuando se tumbaba en el prado, al volver del colegio, para observar el sol colarse entre las nubes. Lo miraba fijamente durante un instante y luego cerraba los ojos apretándolos muy, muy, muy fuerte. A continuación, se recreaba con los chispazos que bailaban en el lienzo de sus párpados cerrados: formas abstractas, sinuosas y de múltiples colores danzaban caóticas. Por último, se quedaba pensativo mirando al horizonte y ordenando esas líneas en su cabeza. Se embelesaba oyendo trinar los pájaros, como si éstos se colocaran sobre una partitura imaginaria. Su madre comenzó a llamarlo, pero él seguía ausente. Finalmente el graznido de un cuervo le sobresaltó. La posición del sol le reveló lo tarde que ya era. Corrió hacia su casa, buscó su bloc de dibujo y las pinturas y plasmó todas aquellas visiones. Sin embargo no pudo rematar el cuadro. Tuvo que esconderlo de prisa antes de que su madre le reprochara lo mismo de siempre: «¿Ya estás con esos garabatos otra vez? ¡Holgazan! Y los deberes sin hacer…

25. CUESTIÓN DE MAGIA (Ángel Saiz Mora)

(Relato fuera de concurso)

 

Presentó a su marido como Toni el Grande. Él sacó de la oreja de su ayudante varios pañuelos coloridos.

La gente mantuvo la vista baja cuando ella se paseó por el vagón con un saquito en el que nadie introdujo nada.

-A últimos de mes la gente anda justa. Hay que insistir –justificó la mujer.

– Habrá que sacar la artillería pesada –dijo Toni el Grande.

Se quitó la chistera. Con golpes de varita y una mano extrajo un conejo blanco. El animal acabó de un brinco entre coche y andén, justo antes de que las puertas se cerrasen. Las ruedas implacables, como todo en ese día, dieron cuenta de él.

Regresaron a casa cabizbajos.

El matrimonio conectó el viejo ordenador. Por videoconferencia su hija les dijo cómo habían transcurrido las clases. Aún quedaba un trimestre para que terminase ese curso en el extranjero, que apenas podían costearle.

-La verdad, no sé cómo podéis pagar esto. A veces creo que sois magos –comentó la joven.

Rieron nerviosos. Al menos, hoy no había preguntado por la mascota que les dejó a su cargo.

Se acostaron sin cenar, temprano, para no hacer gasto eléctrico. Mañana tomarían otra vez el metro.

24.Incandescencias (Manoli VF)

En mi casa el arte respiraba fuego. Fuego que incendiaba las casas de los vecinos desde lejos. Nunca entendí el humo que extendían mis poemas, la rabia abrasadora que destilaban las acuarelas de mi hermana, o el volcán que emergía de las esculturas de bronce de mamá, despertando  lenguas de lava que no cesaban de escupir sobre nosotros. «Familia de locos» era el nombre que daban, de forma unánime cada vez que en alguna reunión común salí­a a relucir alguna de nuestras aficiones. Papá callaba, agachando la cabeza ante la gente como si pidiese perdón, y al llegar a casa, desataba un huracán que le salía del pecho y arrasaba con todo lo que encontraba. Durante días fingía­mos vivir como seres civilizados y mantení­amos apagada la chimenea pero, en cuánto el aliento del frí­o se acercaba a cualquiera de nosotras, todas las letras, colores y figuras, que habitaban en silencio en nuestros corazones volvían a provocar incendios.

23. SPELLBINDER

Supo a temprana edad que su aptitud para persuadir era su mayor habilidad. Apenas había estudiado,sin embargo, tenía una capacidad innata para pronunciar el discurso apropiado en el momento preciso. Su dicción, aunque imperfecta, cautivaba hasta casi hipnotizar, a sus interlocutores, lo que le sirvió para desempeñar un trabajo a su medida vendiendo, especulando, trapicheando.
Capaz de aceptar cualquier compromiso sin sudar ni despeinarse, no pasó mucho tiempo antes de que poderosas empresas le ofrecieran suculentos honorarios.
Sus negocios giraban a ritmo de centrifugadora y el color del dinero tiñó sus pupilas.
Un día cualquiera, un día en el fondo esperado, el incesante virar cesó y su mundo entró en erupción. La lava pegajosa y ardiente discurrió con rapidez incendiando su reputación y su peculio. Fraudes, deudas y atropellos corrieron de boca en boca, ahogando su delirio en una colada de barro.
La cántara de leche se hizo añicos y, como en el cuento, sus sueños grandilocuentes enmudecieron bajo las cenizas.
El artista del lenguaje, el orador fascinante cambió su traje y corbata por un pijama ordinario.
En el silencio de la noche su voz cadenciosa susurra historias que, como cantos de sirena, atraviesan los corredores del hospital.

22. Lecciones de arte.

No sabía pintar, pero llenaba mi vida de colores.

No tenía ni idea de cantar, pero sus palabras sonaban siempre melodiosas.

Nunca manejó bien el lápiz, pero siempre supo dibujar una sonrisa en mis labios.

No sabía tocar ningún instrumento, pero sus manos hacían brotar música de  mi cuerpo.

Nada entendía de escultura, pero modelaba nuestras horas haciéndolas dulcemente eternas.

No pudo concluir su obra, pero me enseñó que no sólo se aprende arte en los libros.

21. El Escritor que quiso ser Artista

Un lluvioso día primaveral, el anciano subió al desván de la antigua casa. Toda ella estaba llena de recuerdos polvorientos, olvidados, distribuidos al azar entre uno y otro lugar, desde el sótano hasta la planta más alta: figuras toscamente talladas, lienzos en los que se distinguía una masa indefinible de vivos colores, una guitarra con las seis cuerdas oxidadas y con arañazos en el mástil…. Todo representaba los  intentos fallidos del hombre que, siendo joven, intentó ser el centro del universo artístico.

Pero en el desván, en polvorientas y agrietadas cajas de cartón, escondía sus posesiones más valiosas. No había triunfado como guitarrista, ni como pintor, ni como dibujante, ni como escultor, pero sabía escribir hermosos poemas, relatos estremecedores, novelas inolvidables…. obras maestras.

Entonces, el anciano sacó las hojas, que tanto le habían mostrado sobre sí mismo, de esas cajas de cartón, y leyó, leyó febrilmente sus propias obras después de tantos años, y se emocionó, pues ahora era lector, y no escritor, de sus propios proyectos. Las letras impresas por la tinta de su vieja máquina de escribir le revelaron la verdad, y entonces comprendió. La literatura estaba en el alma, no en la mente de un estudioso universitario.

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