Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

103. A la deriva (Marta Trutxuelo)

El día va levando anclas y la oscuridad comienza a desplegar sus velas en mi gabinete. Mi cuerpo reposa en el diván que escuchó tus lamentos, pero mi mente surca el océano de mis cavilaciones. Enciendo un cigarro y tomo una fotografía de la mesilla. Tu imagen se pierde entre las olas que forma el humo. El juicio ha sido digno reflejo del mejor teatro de variedades. ¡Menuda feria! Guardé con celo el secreto profesional, tanto que mi testimonio como experto en psiquiatría resultó ser la mayor mentira de mi carrera. Pero gracias a él, el acusado ha sido absuelto y tú has recuperado la sonrisa. Tu rostro, observándome desde la fotografía, me recuerda que seréis tú y él quienes zarparéis a la conquista de una nueva vida, y yo tendré la compañía del grueso sobre que me entregaste antes de despedirnos, que me avisa que mi barco, aún a riesgo de naufragar, ha iniciado una peligrosa travesía y seguirá navegando inexorablemente por las turbulentas aguas de la corrupción.

102. VACACIONES EN LA COSTA (Margarita del Brezo)

Querido padre:

Por fin estamos en la costa. El viaje fue más complicado de lo previsto. Belinda sufrió una indigestión, ya sabe cuánto le gusta el pescado, y Rosaura se lastimó el hombro arrastrando su pesada maleta, como es tan presumida…

El hotel es precioso, del color de las gaviotas, y con unas puertas que se abren solas al acercarte. La calle está plagada de bares, ¡y todos llenos, no vea qué ambiente! Desde luego hambre no vamos a pasar. También hay infinidad de tiendas con sombreros y cremas para protegerse del sol, libros blandos y alargados con muchas fotos y flotadores enormes que, por lo visto, son la última moda. Belinda ha comprado uno con forma de delfín y ya son inseparables. Rosaura no ha podido resistirse a una pamela de flores. Y yo le llevo unas postales del pueblo. Le van a encantar.

Por la tarde estuvimos en la playa. La gente se quedó petrificada cuando nos quitamos la ropa. ¡Cualquiera diría que no han visto nunca una sirena! Después de nadar un par de largos, nos fuimos a pisar asfalto, ¡es divertidísimo!

Le seguiremos contando.

Ah, no olvide tomar sus pastillas.

Su hija que le quiere

Norberta

101. PARA REFLEXIONAR

La animosidad que sintió de manera súbita hacia la persona que más amaba surgió al descubrir, viajando por el universo de internet, lo irreflexivo que había sido al publicar en las redes sociales fotografías de ella a modo de fotonovela a todo color sin su consentimiento.

El dolor y el daño moral que le había causado su amor era difícil de anestesiar porque había violado reiteradamente su derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, desde la primera fotografía con la que la presentó en la sociedad ciberespacial. Al desnudo,junto a  un cambiador, un neceser y una toalla de baño mostró orgulloso su mayor amor al mundo entero.  Y  como tantos «Me gusta» tuvo aquello, continuó publicando más y más fotografías del crecimiento de su hija, diluyéndose de esta manera en el universo de internet la diligencia de un buen padre de familia.

 

 

100. Destinos.

Después de trescientos kilómetros recorridos apenas hablando del tiempo y del tráfico nos dimos cuenta de que nos habíamos olvidado la conversación. Ya era tarde para dar la vuelta, así que decidimos continuar confiando en que aparecería.

Al llegar al hotel rebuscamos en las maletas pero nada, allí no estaba. No apareció, como tampoco aparecieron las bromas, ni las risas,  ni las miradas cómplices. Faltaba también la libido, ni rastro,  aún contando con total intimidad, silencio y jacuzzi en la exclusiva suite.

Salimos a cenar y por momentos parecimos haber recuperado el diálogo. Un espejismo: entre familia, trabajo y dudas las frases se fueron acortando hasta convertirse en monosílabos. Acabamos nuestros platos fijándonos envidiosos en otras parejas que sí disfrutaban. ¿De qué hablarán? ¿De qué se reirán? ¿De nosotros, tal vez?

Convencidos de la complicidad del alcohol pedimos unas copas. La música atronaba en aquel local latino, y tras varios mojitos  bailamos, reímos y creímos volver a ser aquellos veinteañeros que bailaban y bebían durante horas sin dejar de hablar, de besarse, de acariciarse, de contarse cosas, de vivir…

Durante el desayuno hablamos de futuro y de nuevos destinos: a partir de mañana cada uno buscará el suyo.

99. ANATOMÍA: VUELOS CANCELADOS (Inés Z*)

Viajé con seguridad por unos pies pequeños con cegadoras uñas rojas.

Me desplacé soberbio, mojé sus tobillos con mi lengua y besé sus rodillas.

Nunca entenderé mi temblor en la avenida de sus muslos, rodando enajenado a un pubis malicioso, embriagador.

Sus manos en mi cabeza resultaron ligeras en mi corazón, pero pesadas en mi voluntad de conquista sin escrúpulos.

¿Qué puso en la copa de su ombligo?

¿Qué contenía la gota de sudor que resbaló entre sus pechos?

La voz de esa mujer era tan fina como su piel.

¡Mierda!

No quería que sus susurros abrazaran mis oídos. No podía seguir explorando ese cuerpo. Mi escudo se perdió entre su pelo.

Yo.

Un hombre frío, estaba ahora sin defensas.

No pude evitar pronunciar su nombre sobre sus labios rosas. Perdí la noción del tiempo…

Esta vez, al despertar, era yo el abandonado. Mi lugar de peregrinaje se había esfumado.

Sentí lo que sintieron mil mujeres viajadas por mis manos.

Estaba encabronado y confundido.

Enamorado.

Y vomité todo el recuerdo de mil pares de ojos mojados.

Y la llamé.

Cerraría las maletas. No viajaría más.

Ella manifestó indiferencia, quitándome la venda de la ignorancia: hay invasoras imperceptibles hasta el final.

98. ALEVOSÍA. LOS VIAJES DE LA IGNOMINIA (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Los victimarios esperaban al borde las simas. Esas simas de la sierra de Urbasa, no muy profundas, en forma de redoma que el tiempo y el agua tejieron en la piedra caliza. Aquellas camionetas subían, en las noches del verano de 1936, el meandro de asfalto que une los valles de Burunda y Amescuas. Ojos vendados, manos atadas a la espalda, resignados a sus destinos eran empujados con brutalidad alevosa a la boca de las simas. No se fusilaba, en Navarra no hubo guerra. Un disparo en la frente, un empujón y el eco sordo del golpe de un cuerpo blando sobre el derrubio. Después, en aquel agujero sin salida posible, echaban perros.
Pero para aquella maestra, María Camino, y para dos guardias civiles que renunciaron a la rebelión, no hubo simas. Los “desbargaron” desde el balcón de Ubaba. El cuerpo de ella, liviano, aquella noche de Perseidas, quedó desvencijado entre las ramas de un avellano y los de ellos se destrozaron en el tremedal. Alguien recibió la orden de enterrarlos en el sitio. Por eso hoy, que paseo bajo ese balcón desde el que se despeña pacíficamente la primera fuente del Urederra, tengo la sensación de pisar suelo sagrado.

97. IN MEMORIAM

Yahveh se ha olvidado de nosotros. Enterrados en vida tras las paredes de estos vergonzosos  muros debió  darnos por muertos hace tiempo. El mismo diablo se pasea  por las calles del gueto  torturándonos  a su antojo.

Mis padres, mayores y enfermos, desaparecieron aquella fría mañana que salieron a vender nuestras  últimas pertenencias. Mi memoria obstinada me trae traicioneramente  su dulce recuerdo.

El  gélido invierno  amenaza con instalarse en Cracovia aunque eso poco importa  ahora que he perdido mi cartilla de racionamiento. Si no muero de frio lo haré de hambre o de  tristeza infinita.

Convivo con quince personas de miradas vacías y vidas derrotadas hacinados en la segunda planta de un destartalado edificio, por sus escaleras y rendijas se cuelan  las sombras humilladas de quienes fuimos. Oigo como ahogan sus toses porque  el tifus nos acecha agazapado, relamiéndose  con sus débiles presas.

Me han hablado de unos trenes que parten  de la vieja  estación. Tengo la esperanza de que me suban  a uno de ellos y realizar uno de  esos viajes  que me libere de esta pesadilla porque estoy convencida que no puede existir  otro lugar en el mundo  que supere la  depravación   del que  me ha tocado vivir.

 

96. EL VIAJERO DEL ALMA

Sucedió que una mujer, vestida toda ella de negro, no soportó por más tiempo ver un pequeño barco fondeado para siempre sobre una losa de mármol, bajo la mirada vacía de un angelito de piedra.
Es por eso que, haciendo acopio de todas sus fuerzas lo arrancó de su lugar y se encaminó con él hacia la playa.
Una vez allí, introduciéndose en el agua hasta las rodillas lo depositó tiernamente sobre la superficie. Verlo flotar de nuevo le trajo dolorosos recuerdos de juegos y chapoteos en una bañera.
—Cumple tu sueño y surca los mares en tu barco mi pequeño capitán. —Susurró entre lágrimas.
Sopló en las velas y el barco pirata de Playmovil se adentró en el mar hasta perderse de vista.
Muchos años después, en los confines del mundo, una ballena a punto de morir encalló en la orilla de la playa de una isla virgen.
Los pobladores, al abrirla, hallaron en el interior de su vientre un barquito pirata que regalaron a la hija del jefe de la tribu, quién no conseguía concebir.
Nueve meses después nació un niño blanco como ningún otro y lo llamaron Señor De Los Mares por el color de sus ojos.

95. Estribillo (Patricia Collazo)

Este tipo es imbécil. Mamá quiero pis.

Lleva el intermitente de adorno. Mamá quiero pis.

Que te den, subnormal. Mamá quiero pis.

Ahora no, cariño. En la próxima gasolinera. Mamá quiero pis.

¿De qué vas, gilipollas? Mamá quiero pis.

Claro que te pito, ¿no ves lo que has hecho? Mamá quiero pis.

¿Cómo te detienes ahí? Mamá quiero pis.

¿No ves la caravana que hay? Mamá quiero pis.

Claro que bajo la ventanilla. Mamá quiero pis.

¡Mujer tenías que ser! Mamá quiero pis.

¡Machista pleistocénico!  Mamá quiero pis.

No deberían daros el carné. Mamá quiero pis.

¡Deberían colgaros a todos! Mamá quiero pis.

¿Ah, sí? A ver qué dices ahora, puta. Mamá quiero pis.

No me asustan tus amenazas, cabrón. Mamá quiero pis.

Ese hombre me da miedo. Mamá quiero pis.

¿Estás loco? ¡Guarda eso! Mamá quiero pis.

Quiero llegar a casa. Mamá quiero pis.

¡Socorro! ¡No dispares!  Mamá quiero pis.

… ¡Mamá!…. ¡Mamá! …. ¡Mamá, despierta! ….No te enfades.  Me hice pis

94. OLEAJE FURIOSO

 

 

Siempre era el símbolo de los viajes de placer. Los yates ribeteaban sus costas y sus islas blancas. Los viajeros soñaban  con navegar en sus aguas tranquilas y  fotografiar sus atardeceres rojos. Pero su calma eterna, su cálido susurro se transformó en inesperada cólera.

Durante los últimos años sólo contemplaba dolor y alojaba en su seno a los más débiles. Ahora, su rabia incontenible e instantánea sorprendía a miles de personas que disfrutaban de sus playas. En un minuto aciago actuó la efímera y líquida guadaña.

 

Los informativos alertaban de la magnitud de la catástrofe: “Una gigantesca ola arrasó durante cinco minutos todas las costas del Mediterráneo. La pleamar alcanzó treinta  metros de altura. Las víctimas son incalculables”.  

Los náufragos comenzaban a sentir la desolación y la tragedia dominaba en todo el mundo. Se quería transmitir cierta sensación de calma.

Los medios de comunicación intentaban aportar imágenes de playas con absoluta normalidad: «El sorprendente tsunami ha pasado», anunciaban. Expertos de todo el mundo mostraban su extrañeza. No existía constancia sobre ningún seísmo. El Centro Sismológico Europeo del Mediterráneo no advertía de ningún terremoto.

También comenzaban a escucharse voces apocalípticas  que se apuntaban el profético castigo. Trataban de ser silenciados por los poderosos touroperadores. El negocio turístico se resquebrajaba y la mordaza se imponía ante las cancelaciones que se avecinaban. Los viajeros dejarían de realizar esos cruceros que otorgaban un  perfil anfibio a los turistas: inmensas estancias en el mar y efímeras visitas a las ciudades costeras. Se vislumbraba un panorama desgarrador pero se creaban decorados paradisíacos para mostrar que todo volvía a la normalidad.

No fue suficiente, los iconos turísticos por excelencia se rendían ante el feroz oleaje del Mare Nostrum.   

Finalmente, la novia del mar, el anhelo de cualquier viajero, sucumbía.

Las redes sociales mostraban imágenes de un antes y un después: Venecia había sido sepultada por las aguas.

 

 

 

 

93. LOS OTROS

Aunque le contaban que a los tres meses ya había volado en avión, es claro que no lo recordaba. Y hasta esta segunda vez, ya consciente de ello, habían pasado casi siete años.

El despegue, viendo como todo se hacia pequeño poco a poco, y luego el aterrizaje por todo lo contrario, habían sido de lo más impresionantes.

Ahora, mientras pasea por esa ciudad, de la mano de sus padres que le van contando montones de cosas, él solo está pensando en escuchar de nuevo ese mágico ¡Abróchense los cinturones!.

Y es así, con ese eco en su todavía tierna cabeza, cuando se encuentra con alguien que ha viajado mucho más lejos, hasta el mismísimo infierno, zigzagueando con una simple furgoneta y reventándole el pasaje de vuelta.

 

RELATO FUERA DE CONCURSO PERO DENTRO DE UNA RABIA INCONTENIBLE

92. la verdadera historia de Caquita y Quincon

la verdadera historia de Caquita y Quincon.

 

Eran dos amigos. Y cuando estaban muy  mamados se decían mutuamente que se querían como hermanos. Uno decía  que quería ir a encontrarse con su hermano mayor. El otro insistía siempre querer acompañarlo. Aquella vez, el encuentro termino, cuando  uno saco del bolsillo de su pantalón un revolver, y  diciéndole -Sadud  po tu amista-  le apunto y le disparo un tiro en la cabeza. Después, en aquella noche en la que la luna estaba manchada sangre, el otro se suicido. Desde entonces, en la Villa miseria en el pasillo que lleva el número 14, pegados con unas cuantas cucharadas de cemento, hay varios  baldosines flojos que dicen: «En memoria de Caquita quien fue a encontrarse con su hermano muerto y desaparecido por la dictadura militar. Y  a Quincon su amigo, quien quiso acompañarlo en este viaje»

 

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