Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

81. Mujer Maravilla

Era nuestra primera cita y conseguir un lugar decente no fue nada fácil. La mayor parte de edificios estaban en ruinas. La pelea fue breve, pues luego de un titubeo, la mujer maravilla encontró la fuerza divina para aniquilar a todo un ejército alemán. Claro, en ese derroche de fuerza desmedida, terminó devastando la ciudad. Nosotros no llegamos a tanta destrucción, nos habíamos conformado con esclavizar a la población. Fui el único sobreviviente y después de mucho esconderme logré hacerme de un uniforme francés. Deseaba venganza. Había tantas tuberías rotas que asearse no fue un problema. Una vez limpio fue fácil acercarse a tan temible amazona y traté, como falso parisino, conquistarla con tímidos arrebatos de pasión. Cierto, funciono y me encuentro frente a ella, compartiendo una tarta tropézienne y un café. Por primera vez se respira la paz. Los héroes tienen su punto débil y ya había encontrado el suyo. Pero los inmortales no mueren, su castigo es mucho más cruel, pues están destinados a vagar por siempre entre las tinieblas del espacio infinito. Esa noche, después de hacer el amor, terminaría con la vida de la mujer que nos había borrado del mapa junto con la bellísima París.

80. Calle Santa Lucía (Manoli VF)

La calle Santa Lucía, en el pueblo de Santa Esperanza, es una calle de héroes. No hay más que pasar puerta a puerta y detenerse un rato en el umbral. Empezando por la parte de abajo, lindando con el cementerio, está la casa de doña Palmira que, con las manos llenas  de harina, intenta sujetar a doña Visi para que no se escape y se meta, junto a los panes, en la furgoneta de su yerno. La vivienda continua es la casa de don Gilberto que, junto con la paga, cuenta las monedas que gana ayudando al padre Lucas, a ver si le alcanza para pagar  los estudios de su hijo en el internado. Le sigue la casa de doña Adelaida que persiste en sus trece de tejer gorros y bufandas para aquel hijo que resbaló y perdió la vida inhalando nieve. En la cima del pueblo está la casa de Juanillo, ciego de nacimiento, cuya madre sigue rezando a santa Lucía solo  para pedirle que deje a su hijo seguir viendo el mundo que imagina: un mundo  en el que todos sus vecinos y ellos son héroes tan maravillosos que amanecen cada día.

79. Cíclope (Arantza Portabales Santomé)

Amé a un hombre con un solo ojo. Vaya si lo amé. Desde el primer instante en que clavé en él mis dos simples y vulgares pupilas. Supongo que es posible que la gente especial ame de manera común. Que la gente común pueda amar de manera especial. Lo sé ahora. No lo sabía entonces. Solo sabía que a su lado me sentía normal. Corriente. Mediocre. Ordinaria.

Amé a un hombre con un solo ojo y él también me amó. No amó a Tormenta, ni a Mística. Ni a Jane Grey. Eso fue después.

Y lo dejé. Vaya si lo dejé. Lo dejé después de una mirada, dos paseos y tres besos. Le mentí. Le dije que me había enamorado del dueño de una charcutería de Westchester. Debí ser muy convincente, porque su enorme ojo se veló y lloró como solo él podía hacerlo, liberando una única y gigantesca lágrima de fuego. Debí de comprender entonces que cometía un error. Que la diferencia entre lo normal y lo extraordinario no siempre es tan evidente. Lo sé ahora. Porque cada vez que evoco nuestra despedida siento latir mi pulso desbocado, y los corazones parecen salírseme del pecho.

Los dos.

 

78. Epopeya

Ni Batman ni Wolverine ni Catwoman acudieron jamás a su llamada cuando los abusones de sexto le quitaban el bocadillo en los recreos. Ni cuando los matones del Cerro de la Maga llegaban con sus motos ruidosas al solar y le ponían en evidencia delante de Marlène o de las hijas del cartero, las gemelas, que lejos de asustarse se montaban en los asientos de atrás y se iban a los montones de tierra a dejarse desabrochar la blusa, a ofrecer sus besos pintados de pecado. Tampoco apareció ningún titán el día que se cayó por las escaleras. Ni siquiera el ángel de la guarda, que permitió también que su madre fuera distraída el día del accidente, que aquel hombre bebiera, que cogiera el coche, que atravesara el paso de cebra a más de ochenta. Ningún superhéroe evitó la represión en la fábrica el día de la huelga, las represalias de la empresa, el despido. Ni el todopoderoso Sindicato, que miró para otro lado para defender su establishment.  Nunca encontró la heroína que vistiera entre líneas su lecho de tibieza o calmara la agonía de sus noches. Sólo una pila de cómics desgastados espera su turno en la mesilla.

77. Definiendo.

Héroe, ína: m. y f. 1. Persona ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes. 2. Persona que lleva a cabo una acción heroica. 3. En un poema o relato, personaje destacado que actúa de una manera valerosa y arriesgada. 4. Protagonista de una obra de ficción. 5. Persona a la que alguien convierte en objeto de su especial admiración. 6. En la mitología antigua, hombre nacido de un dios o una diosa y de un ser humano, por lo cual lo reputan más que hombre y menos que dios.

-Correcto, ahora la frase, debía ser coherente con casi todas las acepciones, ¿verdad? -pregunté y asintieron todos, entonces prosiguió con voz contundente y firme.

-Los profesores son héroes.

Fue automático, me brotó una lágrima  pero pude contenerme. Menos mal, me evité una situación bochornosa. El profe riéndose a mandíbula batiente, vaya espectáculo, pero es que solo imaginarme en túnica, sandalias y con coronita de laurel…, me da la risa floja.

76. Claridad

Aunque hoy es un día como otro cualquiera, de alguna manera lo he sabido, he sentido que estoy preparada para mostrarme por primera vez ante los demás. Ejecuto mi plan al entrar en la oficina, empleando la capacidad de curvar la luz a mi alrededor para hacerme invisible. Sin que nadie se percate de mi presencia, accedo a la habitación donde se cambian las chicas de la limpieza para ponerme el uniforme a fin de ocultar mi identidad secreta. Mis habilidades no me permiten crear dos alteraciones simultáneas, así que recupero la visibilidad antes de repeler los fotones de la sala y dejarla a oscuras. Camuflada, entro en acción rápidamente mientras oigo como la gente grita aterrorizada cuando obligo a los villanos a mostrar su verdadera personalidad. En apenas unos segundos los paralizo con unas ráfagas luminosas. Deberían haberme respetado más. Ha sido todo muy rápido y he actuado por instinto. Ya no veo las cosas con tanta claridad, siento nauseas. Pero he cumplido con mi obligación de combatir el mal, ahora tengo que salir de aquí antes de que venga la policía. Voy a dejar la escopeta para tener las manos libres y abrir la puerta del balcón.

75. MARVEL CONTRA MARVEL

Mi madre tiene superpoderes. Como es muy lista ha escogido los más chulos.
Con su visión de rayos X siempre encuentra todo, hasta las parejas de los calcetines que se comió la lavadora.
Si ella dice que va a llover ya puedes ir sacando el chubasquero, aunque sea verano y parezca que el sol va a derretir el asfalto.
La he visto superar la velocidad de la luz por las mañanas, preparando los desayunos mientras escribe la lista de la compra y ata los cordones de los zapatos de Ana.
Maneja el lazo de la verdad como nadie, incluso mi hermano mayor confiesa hasta la última copa al volver de la calle.
Estoy seguro de que puede hacerse invisible, porque sabe exactamente a qué y cuánto tiempo juego en el ordenador cuando finjo encerrarme a estudiar.
Pero su mejor superpoder, con diferencia, lo estrenó anoche, cuando mi padre entró en mi cuarto y me acarició por debajo del pijama, susurrándome cosas que no entendí. Me quedé alucinado cuando la vi triplicar su tamaño y volverse de color verde.
Ahora sé que mamá es increíble y que papá puede convertirse en la Antorcha Humana si ella se enfada.

74. TOMAR LAS RIENDAS

Desde que mamá voló una noche de abril tras su sueño de ser artista, Toñín se hace pis en la cama, Carlota va al colegio sin peinar y con los zapatos al revés y las botellas de whisky del mueble bar desaparecen entre piedras de hielo en el vaso de papá. Dejé el instituto el día en que me enteré, por la casera, que debíamos más de un año de alquiler y el desahucio ya estaba en el juzgado, así fue como descubrí que papá había perdido su trabajo pero seguía saliendo todas las mañanas aparentando que lo tenía. He encontrado varios trabajillos de extranjis, gracias a ellos vamos tirando. Papá no pregunta, tiró la toalla hace tiempo, solo le escucho llorar cada noche mientras peino a mis muñecas y les cuento que el jefe es un fresco y aprovecha cualquier situación para rozarse conmigo y que me ha prometido pagar el alquiler si me vuelvo más cariñosa con él. Carlota y Toñín están muy contentos porque les voy a comprar ropa nueva. Ayer hasta pude comprar filetes de ternera para comer. Hoy las macetas de la cocina están volviendo a florecer.

73. Superhéroes en tierra hostil (Alberto BF)

Bassâm no coleccionaba cromos de superhéroes, como el resto de sus compañeros en el orfanato de Nasiriya. Nunca valoró esos estúpidos disfraces, ni esas máscaras infantiles que ocultaban el rostro de vete a saber qué embaucador fracasado con necesidad de gloria “anónima”.

No, Bassâm no era así. Él era más de hazañas cotidianas, de mirar a los ojos a los adultos que de cuando en cuando aparecían por su destartalado edificio y radiografiar sus emociones, o de calmar con frecuencia el dolor de sus compañeros, enfermos de soledad, con una descarga indispensable de cariño. La criptonita para otros, él su energía ya la traía de serie.

Por eso la primera vez que vio a Farid supo que, tras una apariencia corriente, se ocultaba un ser sobrenatural con una fuerza interior fuera de lo común. Era diferente al resto, se trataba de un titán camuflado en cuerpo frágil que con sus grandes dosis diarias de vitalidad devolvió en pocas semanas la ilusión y las ganas de vivir a las veintiocho criaturas con las que convivía.

Actitudes tan subversivas molestaron a los villanos de la zona. Desgraciadamente, Farid nunca tuvo blindaje antibalas ni capa acorazada, para júbilo de los cobardes.

72. SUPERHORMIGA

Trepas lentamente los peldaños que conducen a la copa.

Entrarás de puntillas en la cabaña para no ser vista, para que no te señalen, te acurrucarás al fondo. Aun así, seguirás escuchando murmullos, les verás susurrarse palabras al oído.

Detestas sus juegos de estúpidos superhéroes. Temes a Spiderman y sus pringosas telarañas en las que solo tú caes prisionera. Temes subir al Batmóvil, los trombos en las curvas, los derrapes. Odias los Rayos-X de Superman, tus pechos minúsculos, sus risas crueles. Jamás te dejan elegir. No vales para superhéroe, dicen. Superhormiga Invisible, te apodan.

Estas a punto de abrir la puerta. Las bragas se te pegan a la piel del sudor, la furia fría. Superhormiga, murmuras entonces, y desciendes los peldaños con firmeza. Superhormiga, repites sin miedo. Superhormiga, gritas señalando a la cabaña.

Te sientes enorme mientras menguas de estatura, te arrastras por túneles hasta el corazón del árbol, roes la madera con fauces de feroz termita, devoras el tronco hasta escuchar un chasquido de terremoto. Saltas al exterior. Te alejas unos metros. Contemplas el viejo arce que se viene abajo con la cabaña y los súper-idiotas dentro, mientras te arrancas indiferente los trocitos de astilla atascados entre las muelas.

71. Todavía quedan hombres buenos (Ginette Gilart)

Cuando llegó al puente y vio como aquellos energúmenos acuchillaban, con saña, a la muchacha tirada en el suelo, no se lo pensó dos veces; agarró su monopatín y se precipitó sobre los asaltantes dando a diestro y siniestro.
No todos los superhéroes llevan capa.

70. Héroes de la vida

Las piernas apenas le sostienen al abandonar la consulta. Las palabras del médico retumban, una y otra vez, en sus oídos.
Durante más de dos horas estuvo vagando, sin rumbo, por las calles de la ciudad. Pero a medida que el tiempo pasaba una decisión cobraba más fuerza en su cabeza. Aceleró el paso en busca de su objetivo. Ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor, no escuchaba ni el murmullo de la gente, ni los pitidos de los coches. Ya iba a alcanzar el puente, cuando un obstáculo detuvo su acelerada marcha. Era una joven en silla de ruedas.
– Te he estado observando. Creo saber lo que te ocurre.
– La vida ha sido dura conmigo, pero yo soy más dura que ella porque sigo luchando.

Han pasado dos años. Hoy juntos dirigen un grupo de apoyo para enfermos de cáncer.

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