Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

40. World Trade Center

Cercado por las llamas, el estrépito de la Torre Sur al derrumbarse le hizo comprender. Era el momento de tomar la iniciativa. Había visto a su superhéroe favorito de la infancia hacerlo infinidad de veces. Los pies,  muy juntos al borde del vacío. Impulsarse. Volar. Abajo, una inmensa nube de polvo engullía la ciudad.

39. Más allá de las nubes

La soltó de la mano un instante y echó a volar. Fue un vuelo raso, improvisado, sin mayor aspaviento, sin un traje al uso. Nuestro protagonista desconocía que un cromosoma aletargado en su cadena genética podía dotarle de aquella característica sobrehumana. Todo sucedió demasiado deprisa.

Así fue como la niña descubrió que su padre era un superhéroe. Era un día cualquiera en la ciudad; de pronto se escuchó un «booom» en la viñeta siguiente y padre soltó su mano, echó a volar, derribó al villano de esta historia y desapareció más allá de las nubes.

La secuencia dramática de las páginas centrales se recrea en el instante del forcejeo. Poco a poco nuestro héroe va haciéndose inmenso hasta envolver a su oponente como un manto. La acción continúa en el envés, donde se produce un nuevo «booom» menos sonoro, amortiguado por los superpoderes de la coraza humana y, a continuación, una serie de viñetas describen el vuelo triunfal del salvador del mundo, hasta verlo desaparecer lentamente entre las nubes.

Y así, en el albor de un nuevo día, llegamos a la última escena donde Malak, hija de Adel, extiende su mano hacia un punto concreto en el cielo de Beirut.

38. CINCUENTA Y NUEVE SEGUNDOS.

Tenía una taza de café a medio beber cuando sonó el móvil. Las dos gomas azules que no había querido ponerse su hija enrolladas en la muñeca. Los ojos fijos en la foto enmarcada con macarrones por la niña allá cuando tenía cuatro años. Un dolor intenso en el estómago. La caja de pinturas de Lena aún abierta en el sofá. Un agujero en el pecho, otro en la frente. La lista de las cosas que habían ido a comprar juntas al chino para hacer el disfraz aún metida en el bolsillo del vaquero. El dibujo de la súper heroína en la mesita de cristal, con su capa amarilla, con la L rosa de fieltro en el medio del pecho, con la diadema a juego. Cuando colgó, cincuenta y nueve segundos más tarde, tenía que dirigirse con urgencia al hospital, y que aprender a pasarse el resto de su vida conviviendo con la noticia que acababa de darle el director del colegio.

37. ALIM Y NOSOTROS (M.Carme Marí)

Oscuridad. Frío. Angustia.

Cesa el ruido del motor y el miedo se multiplica. Rezos. Gritos. Movimientos bruscos que desestabilizan el frágil equilibrio del conjunto. Un niño, Alim, cae al agua. Dos pequeñas manos asustadas no llegan a los incontables brazos que se estiran intentando alcanzarlas. Alguien más resbala y va a parar al mar. El pánico se dispara.

De pronto se oye una lancha en la lejanía. Suena cada vez más cerca, se ven luces. Entra la esperanza en escena.

Los superhéroes del último año no vuelan, ni tienen fuerza sobrehumana, y en vez de mallas o capa llevan chaleco salvavidas. Surcan el Mediterráneo buscando precarias embarcaciones a la deriva llenas de personas asustadas y engañadas, derrotadas por una realidad que las castiga primero con guerra interminable en su país, luego con dureza extrema en el camino, para acabar explotadas por mafias que venden viajes en balsas hinchables a precio de crucero de lujo.

Impotencia. Denuncia. Agradecimiento.

Alim, ya a salvo, da gracias por la ayuda recibida en este relato. Nosotros agradecemos a estos superhéroes que existan en la vida real. De corazón.

36. METAMORFOSIS

Llegó y me amó. No quise nada más. Luego lo pisé y volvió a convertirse en sapo, pero antes de que pudiera salir volando me atrapó con su lengua y me amó de nuevo. Los dos renacimos y nos convertimos en superhéroes. Yo acabé con mis miedos y él tomó decisiones.
Envueltos en finísimos hilos de seda brillante y pegajosa y convertidos en una bola enamorada, emprendimos el viaje que el viento nos tenía preparado. Atravesamos las montañas más abruptas y rodamos por los valles más extensos para, al final, acomodarnos a la orilla de un estanque recién nacido, un terreno virgen donde echar raíces. Sobre nuestros cuerpos treparon con cautela, enredaderas y libaron colibrís de alas impacientes.
Te esperé toda la vida, dije en un susurro y de su cuerpo surgieron alas de ave fénix. Su piel, antes viscosa, se cubrió de un armazón escarlata, consistente y flexible en el que, acurrucándome me dijo, solemne y sincero: Nunca más estarás sola y de mis ojos brotaron lágrimas de cristal que cubrieron mi rostro formando una máscara genuina a través de la cual solo podían verse mis labios aumentados.
El tiempo se paró. Solo el amor puede salvar al mundo.

35. SÚPERSENSIBLE (Inés Z*)

Cilene compartía cuna con una gata de increíbles ojos verdes. Y aunque su madre la espantaba, la gata volvía una y otra vez para lamer la piel de aquel bebé, sensible a la textura de su lengua.

Cuando Cilene creció sus manos volaron a las teclas de un pequeño piano rojo que iba siempre bajo su brazo. Y en el canturrear de «ojalá que te vaya bonito» bailaba con los marcos de las puertas, como si fueran compañeros con fuerza.

Sus dones eran invivibles a simple vista porque nadie sabía mirarla. No creció en el ambiente adecuado. Hasta que un día llegó algo que rompió su barrera y ella se abrió sacando virtudes de empatía que cautivaban. Cilene era linda en su conjunto, en su receptividad, en su corazón blanco por donde se colaban innumerables rayos de sol. Pura espiritualidad al trasluz.

Aquella súperniña está hoy en la mujer que es y será la mano a la que agarrarse; la lágrima mezclada con la risa; la defensa al débil. Y su mayor virtud es que sabe, como ninguna otra, meter sus dedos hasta lo profundo de tu corazón y tocarlo, tocarlo con las yemas sonrosadas de una niña altamente sensible.

34. UN TIPO EXTRAORDINARIO (Belén Sáenz)

Superboy asoma la nariz por la puerta de la cabina telefónica y pide permiso; ya llegó al quiosco su cómic favorito. Con la capa bien abrochada como exige mamá —que ya se sabe lo que pasa con las corrientes a ciertas alturas—, vuela a buscar a Wondergirl. En la cornisa del rascacielos que da al parque, las cabezas rozándose, engullen las historietas con avidez de visión láser. Sus boquitas forman una O cuando el héroe se levanta al primer timbrazo del despertador. Las mismas boquitas que salivan con el megadesayuno que le da vigor: pan del día anterior sopado en leche. Después, resiguiendo las viñetas con los punteros ultravioleta pringosos de caramelo, entran con él en el vagón del metro derrotando al gentío. Contienen el aliento hasta llegar a la oficina y lograr esquivar al jefe. Ríen aliviados con la charla sobre el partido del domingo entre los compañeros, pero enseguida las aventuras se reanudan a un ritmo trepidante: La pila de informes fechados, sellados y archivados. Los lánguidos lametones de Fido cuando regresa a casa. La tortilla francesa ante la tele encendida. El inexcusable cepillado de dientes. Fin. Un suspiro y su imaginación toma tierra: Cuando seamos mayores…

33. Héroe, con h de hombre (La Marca Amarilla)

– Vamos a ver, Germán ¿Por qué no quieres venir?
– ¿Pa qué?
– Ya lo sabes, la gente te quiere mucho, el pueblo entero está muy agradecido y por eso desea entregarte la medalla de honor. Te lo he explicado varias veces…
– Y yo te he dicho mil veces, alcalde, que ya sé que me quiere, que no me hace falta na más, cojones.
– Pero mira que eres cabezón, Germán. ¿Quién como tú ha cuidado el entorno de la comarca, y nuestro ganado, convirtiéndolo en el más preciado de la región…?
– …
– ¿Quién, gracias a sus conocimientos sobre animales, ayudó a parir a aquella mujer extranjera, salvándola a ella y a su criatura?
– Cualquiera hubiera hecho lo mismo…
– ¿Sí? ¿Y quién ayudó a tanto perseguido durante la guerra a refugiarse en nuestros bosques? ¿Y a cruzar la frontera para que no los deportaran?
– No fui el único.
– Ya, Germán, pero tú no les cobrabas, carajo…
– Pos claro, solo faltaba, nos ha joío.
– ¿Ves? Pues por eso y por mucho más, te mereces el homenaje.
– Pues sigo sin entenderlo, alcalde…
– ¡Me cago en la puta, Germán!

31. FIN DE UNA TIRANÍA DEL TERROR

En el patio del instituto no había tregua para los indefensos. Unas veces eran bajadas de pantalones con las carcajadas de sus secuaces de fondo, otras eran humillaciones a aquel niño que jugaba más con chicas que con chicos. Otras veces usaba la violencia física para conseguir el bocadillo a quién se negaba a dárselo. Se sentía el rey del patio mientras los profesores miraban para otro lado sabiendo que el padre de ese villano daba una buena cantidad de dinero todos los meses para el mantenimiento del instituto.

Aquel día se disponía a humillar a una de sus víctimas como tantas veces había hecho hasta ese momento. Momento en el que de la nada apareció  un grupo de superhéroes anónimos  dispuestos a detener el acoso que ejercía entre los más débiles. Sus secuaces al ver que esos superhéroes eran mayoría, cambiaron sus carcajadas por rápidas carreras y lo dejaron solo en mitad de la pista de arena.

Uno de esos superhéroes se acercó al verdugo y antes de que pronunciara palabra alguna, este no pudo evitar orinarse encima siendo ahora él, el objeto de las humillaciones del resto de alumnos del instituto y terminando así su tiranía del terror.

30. OBSTINACIÓN (Isidro Moreno)

Me aposté junto a la cabina de teléfono.

Me tendí en mitad de la calle fingiéndome desmayada.

Subí en topless a la azotea del más alto edificio.

Mantuve guardia ante la puerta del Daily Planet, haciendo vudú a la estúpida de Lois Lane.

Me encerré en el calabozo de la comisaría.

Gritaba tu nombre cuando, a rastras, me sacaban del calabozo de la comisaría.

Me leí, en ENTC, todos los relatos sobre héroes.

Me apunté a Superhéros Sans Frontières

Estoy aprendiendo a hacer el pino para que te fijes en mí, o me rescates, o me cojas en tus brazo, o me… ¡¡Por Dios, Superman!!

 

IsidroMoreno (más…)

29. Münchhausen (towanda)

Pensar y ver resulta lo mismo cuando tienes los ojos cerrados. Parece mágico. La boca me sabe a tornillos, puedo hacerme pis encima y elevarme alto como un globo. Mi superhéroe favorito es papá. Y yo, el suyo. Aunque no llevamos mallas. Dice que cuando esté asustado repita mi nombre, mis años y el miedo desaparecerá. En el cole funciona. Papá no es mi padre, pero hace como si lo fuera. Lo ha dicho esta mañana mamá al echarlo del cuarto. Después, gritó muy fuerte y arrojó algo contra el suelo. Hizo mucho ruido. Deseé que parara.

Mi mente salta entre pensamientos disparatados. De pronto, recuerdo a aquella niña del parque a quien apenas conozco y, al momento, pienso en Stradivarius, mi cobaya. Mi mejor amigo. Sabe mis deseos de vivir con papá y odia los cambios de humor de mamá. Desconfía. La culpa de que siempre esté enfermo. Papá, también. Yo no. Es tan guapa… Acaba de entrar. Huele rico, me besa, coge mi brazo. El suero vuelve a escocer. Como ayer. Ahora, siento presión, como si los cielos hubieran caído sobre mi nariz. No puedo respirar… Tengo miedo.

Me llamó Adrián, tengo ocho años… Me llamo Adrián, tengo…

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