Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

67. MIENTRAS DURE Y HAYA AMOR

El ruido de los truenos asusta a los niños, la tormenta se acerca y no es la lluvia que caerá torrencialmente lo que los hace más vulnerables. Les recuerda el resquebrajado ruido de morteros y granadas que caían cerca del pueblo donde vivían, cuando escapaban asustados y se refugiaban, entre gritos y llantos, con su madre y abuelos bajo el viejo puente sobre el río que atravesaba el pueblo. Con el agua a las rodillas se abrazaban a su madre, llorando a cada golpe machacador.

Ahora que perdieron a su familia en la guerra crecen en un orfanato donde su mejor amiga juega con ellos, intentando hacerles olvidar lo que pasaron. Cualquier ruido violento, cualquier grito desgarrado les devuelve al pasado, que aún está muy cerca.

Hoy ella está nuevamente con ellos, y por suerte hoy cuando el cielo amenaza lluvia con sus ruidosos llamados, confortándolos con su dulce voz, sus suaves manos, en su labor callada y noble de voluntaria en una organización extranjera, como ella.

Hoy está con ellos, y lo estará siempre que sea necesario, mientras dure su misión, mientras aún quede amor en esta tierra llena de odio sin razón ni escrúpulos.

66. ANTIHÉROE FORZOSO (Edita)

No tuvo mucha suerte con los padres que le tocaron, siempre endeudados y de mal humor. Además, llegó tarde al reparto de genes y hubo de apandar con las sobras. Los guapos y simpáticos ya los habían pillado sus hermanas mayores. Por eso le gustaba tanto disfrazarse, olvidar su estampa durante unas horas.

La primera vez fue de Superman, en el parvulario. Su madre improvisó el atuendo: calzoncillo sobre pantalón raquítico y capa rasgada de un mandil viejo. Todo el mundo se rió de él, pero tardó años en saber por qué. El desgraciado descubrimiento le hizo comprender de golpe las burlas sufridas por los sucesivos disfraces, y que era urgente un cambio de rumbo.

Se echó al mundo vestido de mendigo, dispuesto a dar pena.  No se despidió de nadie y nunca supo si lo añoraron. De puerta en puerta, de iglesia en iglesia, de puente a puente… se hizo rico y regresó. Ni su familia pudo averiguar la verdadera identidad de tan misterioso y encopetado caballero. Esa fue su venganza.

Una mañana, desapareció de nuevo. Definitivamente. En la habitación del lujoso hotel donde se hospedaba, encontraron un calzón infantil ajado y una especie de capa deshilachada.

65. El (a)lijo

Mi padre es un superhéroe, pero sólo lo sé yo. Usa uniforme como ellos y su trabajo es limpiar las calles de la ciudad de delincuentes, de ladrones y de espías; pero él dice que recoge la basura, para disimular, claro. Tiene un supercoche de color azul y amarillo, con un escudo amarillo y azul que pone “B.S.” (“Brigada de Superhéroes”, pero él, para despistar, dice que es “Brigada de Servicios”). A veces enciende la sirena, pero sólo para hacer maniobras peligrosas, como circular marcha atrás. ¿No me creeis? Pues hoy le ha contado a mi madre que han encontrado un “lijo” de drogas y municiones en un descampado.

—¿Qué es es un “lijo”?—le he preguntado.

— “Alijo”, hijo: son cosas prohibidas con las que juegan las personas malas. Suelen esconderlas, pero siempre las encontramos —me ha explicado.

Después me ha dicho que mañana iba a “limpiar” mi habitación… es un superhéroe y lo descubrirá…Pero lo que él no sabe es que yo también tengo superpoderes (yo también tengo un uniforme con una “S”: mi pijama de Superman) y no encontrará el compartimento secreto de debajo de mi cama con el “lijo” de golosinas y petardos; estoy salvado.

64. Superabuelo (Javier Ximens)

De mi abuelo heredé su sombra. Mi abuelo tenía el don y la gracia. El don porque en su paladar se veía una Cruz de Caravaca. La gracia porque lloró en el vientre de su madre. Así que no le mordían los perros rabiosos y tenía poderes. Por ejemplo, cuando íbamos al colegio, al entrar en el andén del metro, él levantaba la mano y el tren se detenía. Al cruzar las calles se situaba de espaldas al semáforo, se concentraba y hacía que el rojo se apagara y se encendiera el verde. Por las tardes, después de comer dejaba de respirar media hora y yo aprovechaba para ver los dibujos animados. Un día que fuimos al cementerio observé que al entrar en el panteón familiar desaparecía su sombra. Me dijo que aquello no eran poderes, que era por el sol, pero que cuando se fuera con la abuela me la dejaría como recuerdo. Ahora el abuelo se ha ido y he comprendido que me tomaba el pelo con lo del metro, el semáforo y dejar de respirar, pero me cuesta mucho explicar, a los que se dan cuenta, el motivo por el cual tengo dos sombras.

 

63. SUPERSEXO, O ALGO ASÍ, EN NUEVA YORK (Rafa Olivares)

En la asociación de superhéroes me llevan últimamente entre lenguas a cuenta de mi virilidad. Que si me gusta más el pescado que la carne, que si esa ropa tan entallada, que si el caracolillo en la frente… Precisamente a mí, que hasta en el nombre llevo mi hombría en superlativo. Y todo por el incidente de hace unos días. Hacía mi ronda habitual por los cielos de la ciudad cuando, en la azotea de un rascacielos, divisé a Supergirl. Estaba desnuda tomando el sol. Puse mi visión en modo telescópico y aprecié que abría las piernas, realizaba voluptuosos movimientos de pelvis y su lengua lubricaba salazmente los labios. Sin duda, sabía que la observaba y me mostraba ahora la disposición que me había negado tantas veces –todas, a decir verdad– con la excusa de la socorrida superjaqueca. Estimé ángulo y dirección adecuados de aproximación y orienté mi vuelo hacia el objetivo. Conforme descendía, y por ganar tiempo, me fui desprendiendo de botas, calzoncillos y mallas, por ese orden, y conseguí un acoplamiento perfecto –eso pensé entonces–, ¡y mira!, alcanzamos el orgasmo a la vez. Los tres. Sí, también el Hombre Invisible, que se la estaba tirando en ese momento.

62. MARLOWE Y EL CASO DE LA MUJER INVISIBLE (Manuel Menéndez)

Cuando entré en Ciro´s el panorama era desolador. Junto a la barra Clark Kent yacía con el cuello torcido en un ángulo imposible. Al lado del teléfono, el pequeño Peter Parker empapaba con su sangre el linóleo del suelo, mientras los sesos de Bruce Wayne se repartían sobre las teclas del piano. Superman, Spiderman y Batman habían sido destrozados con saña cuando se relajaban después de una dura jornada combatiendo el crimen. El asesino les había cogido desprevenidos; sin duda era alguien de confianza, conocedor de sus costumbres. Por encima del olor a pólvora y sangre percibí un tenue aroma que me trajo imborrables recuerdos de la noche anterior.

Volví a mi despacho y me serví un bourbon. Aguardé contemplando pacientemente la silla vacía hasta que Susan Storm se materializó ante mí. Llorando, intentó explicarme lo despreciables que habían sido, cómo la utilizaban para luego abandonarla haciéndola sentir invisible. Después se giró insinuante desabrochándose la blusa. El olor a lavanda inundó la estancia y sonreí hastiado mientras le vaciaba el cargador en la espalda. Luego encendí un cigarro y aspiré el humo, felicitándome por mi trabajo como detective privado. No ser ningún héroe es lo que me mantiene con vida.

60. Vidas truncadas

Crecí convencido de que cuando fuese mayor me dejaría barba para ser más tú. Te veneraba. Me fascinaba tu capacidad para hacer que las cosas complicadas pareciesen sencillas, por eso siempre dejaba los deberes de mates para hacerlos contigo. Insistí en ir a clases de guitarra pues albergaba el deseo de amenizar a dúo las reuniones familiares, convencido de que nuestro estatus de clan era inamovible  No sé cuándo ni cómo nuestro núcleo familiar se fue al traste.

El divorcio fue un revulsivo que volvió a traerme lo mejor de ti, cada quince días. Esperaba ansioso esos fines de semana alternos que disipaban la nostalgia de tu ausencia. Sólo deseaba estar contigo y compartir la cotidianeidad  de antaño.

Me abrumaban tus preguntas sobre ella que yo interpretaba como  una titánica labor de recuperar nuestro ayer. Ante mis ojos lograste revestir tus maléficas intenciones.

¿Qué hubiese pasado si hubiese intuido…? Si hubiese atisbado una pizca de peligro. Si hubiese sabido hacer de parapeto y protegerla.

Hoy, ante esta caja de madera de pino, perfectamente pulida pero inerte como el cuerpo que acoge, me maldigo por haberte idolatrado. Me aborrezco por haber confiado en ti.

Perdóname mamá……..

59. Castillos de cristal

Antes de abrir la carta intuye que algo cambiará. Que el destino la avisa de un nuevo camino, de una nueva forma de entender todo aquello que la rodea.
La abre con el temblor del miedo y la transpiración de lo inesperado, con el sudor frío que recorre sus dedos.
¿Qué pone, Mamá?
Las lágrimas brotan de sus ojos y descienden por el barranco de su rostro en caída libre.
¿Qué te pasa, Mamá?
Su marido se comportó como un héroe. Salvó a muchos inocentes con su valentía. Ha sido un honor combatir a su lado todo este tiempo.
El hijo observa a los adultos desde el suelo. No entiende sus rostros tristes y serios. No comprende las lágrimas de mamá. Sólo ha reconocido alguna de las palabras que el señor que, ahora lo mira, ha dicho a su madre.
¡Papá es un héroe! ¡Papá es como Superman, Spiderman o el Capitán América! ¡Qué guay!
Una tímida sonrisa sale del desconocido que roza con sus manos los hombros de mamá.
¡Mamá no lo veremos tanto pero seguro que nunca nos pasará nada! ¡Él nos protegerá como hacen todos los superhéroes! ¡Ya verás cuando lo diga en clase mañana!

58. TESTOSTERONA (Petra Acero)

Ella sabe cómo desnudarme sin ponerme la mano encima. Sonríe y me guiña un ojo: “¿Lo hacemos después de cenar?”. Cansado, agacho la cabeza. Como si me hubiera pillado masturbándome, extiendo la servilleta sobre mis piernas. Con Bea nunca me aburro. “¿No te apetece?”, insiste. ¡Seguro que está leyendo mi mente! Me concentro en la cena. Coloco las patatas fritas alrededor del huevo. Imagino que son indios atacando el fuerte vaquero. Pincho cuatro indios y ahogo en ketchup al Séptimo de Caballería. “¡Claro que me apetece!”, miento. La yema-fogata ilumina la masacre, como la melena de Bea ilumina nuestros juegos. Bea es rubia y huele a verano. Aflojo mi mente. Sonrío. “Si tanto te apetece, nos saltamos el postre”, me reta… ¡Indios, patatas, vaqueros, indios, patatas, vaqueros…! Que su visión de rayos X no descubra a Bea. “Mejor lo dejamos para el fin de semana”, tartamudeo con la boca llena de vaqueros sanguinolentos. Ella, insaciable, atraviesa el cuchillo panero sobre el cuenco de la fruta (formando un enorme prohibido). Ya me he quedado sin postre… “¡No soy un niño pequeño!”, protesto mientras relamo el Ketchup que chorrea hacia mi barbilla. “No me apetece jugar al Ahorcado, mamá! Además, ¡siempre ganas!”

57. Mi héroe sigue vivo, por J.M Martínez Merodio

Mi héroe fue un hombre en contra de todas las leyes de la vida. Mi héroe vivió en la pobreza y creció en el anonimato. Mi héroe no poseía ni riqueza, ni influencias. Su familia era humilde. Mi héroe atemorizó a un rey y asombró a doctores. Como hombre dominó la naturaleza. Mi héroe sanó a multitudes sin medicina y no cobró por sus servicios. Mi héroe nunca escribió un libro y sin embargo todas las bibliotecas de un país no alcanzarían para contener los libros que han sido escritos sobre él. Mi héroe nunca escribió una canción, pero ha sido el tema de miles de canciones. Mi héroe nunca formó un ejército, ni usó un arma, pero ningún proceder tuvo más servidores voluntarios. Mi héroe nunca practicó la medicina, pero ha curado más corazones heridos que ningún cirujano. Una vez a la semana las puertas de los comercios dejan de girar y multitudes se dirigen a lugares de culto para rendirle adoración y respeto. A mi héroe el hombre no lo pudo matar, ni la tumba retener. Mi héroe se destaca encumbrado a la gloria, reconocido por los ángeles, adorado por los santos y temido por los diablos. Mi héroe sigue vivo, el nombre de mi héroe es sobre todo…NOMBRE.

56. Mi héroe, mi gran tesoro por Tomás S. Espino

Te quiero por hacerme soñar, sueños que creí que no existían.
Por jurar que nuestras vidas jamás se separarían.
Te quiero por estar siempre ahí, cuando más lo necesitaba.
Te quiero por ofrecerme tu sonrisa cuando mis ojos se llenan de lágrimas, por hacerme feliz sin necesidad de palabras.
Te quiero por perderte en mí, cuando yo ya estaba perdido.
Por confiar en mí, cuando yo ya estaba rendido.
Te quiero por las cosas que olvidaste en el embarcadero, esperando que mis labios amarrasen primero.
Te quiero por hacerme gritar palabras de amor al viento. Si algún día te sientes sola, no olvides lo que por ti siento.
Te quiero por hacerme olvidar que significa la palabra tristeza, porque tus caricias las penas las vuelve belleza.
Te quiero por lo que fuiste, por lo que eres y por lo que serás.
Porque a tu lado lo mejor está por llegar.

55. El hijo descarriado

Fruto de la relación de Clark con Lois nació Johnny. Viva imagen de su padre, solo necesitó unos meses para levantar la cuna con una mano, saltar desde la terraza a la piscina o ayudar a su madre haciendo las faenas de la casa en pocos segundos.

Se había roto el secreto de la identidad real de Superman, y la familia Kent gozaba de una gran consideración entre sus vecinos, que comenzaron a llamar al retoño Supernene. Fuera por culpa de las malas compañías o por su carácter irreflexivo, con cinco años ya era conocido en los peores ambientes del barrio, con diez era el cabecilla de una banda de atracadores y con quince fue contratado como sicario por los principales capos mafiosos. Encarcelado en repetidas ocasiones, siempre lograba escapar, hasta que lo encerraron en una celda recubierta de kryptopnita, lo juzgaron y lo condenaron a pena de muerte.

Clark pidió clemencia, prometió que lo reeducarían y que cambiaría, incluso amenazó a jueces y gobernantes, pero todo fue inútil, y una inyección con un líquido verde fluorescente acabó con su vida.

Pocos días después Superman, volaba hacia Metrópolis con una bomba de neutrones sobre sus espaldas.

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