Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

10. Un día menos (Ángel Saiz Mora)

Aún no ha vuelto. Incapaz de conciliar el sueño, le esperará en ese hábitat caótico que es su cuarto, a sabiendas de que si la encuentra allí recibirá su rechazo. Toma asiento sobre el desordenado lecho, antes retira diversas prendas amontonadas, aparte de una pantalla estrecha, ventana a un mundo que ella no comprende, como tampoco a los sujetos melenudos, vagamente humanos, que pueblan las paredes. Le sobrevienen recuerdos de haberlo tenido en el vientre, de los primeros pasos de un ser adorable, tan opuesto a ese pequeño monstruo que la trata con incomprensible desdén.

Repite como un mantra que es una etapa inevitable. Rememora el día de su Primera Comunión, frente a ese rostro actual cuajado de acné y alfileres. Está a punto de echarse a llorar cuando aparece por la puerta. Esta vez no llueven insultos, aunque sí recibe su mirada de desagrado, a través de unos ojos enrojecidos que pronto la ignoran. Al poco, ya duerme profundamente. Aprovecha que no puede verla para cubrirle con la sábana. Ha leído que estos años rebeldes se terminan, que probablemente ambos recuperarán entonces una vía hacia el afecto. Sonríe, piensa que le queda un día menos.

 

9. BABEL III (Bestiario)

Ahí yacía Porfirio Iglesias, clavado en una mesa.

Cuando la Guardia Civil lo encontró estaba agonizante. Arrestaron inmediatamente a una artista que lo dibujaba con la indiferencia y la precisión decimonónica de un botánico, y a dos individuos que discutían complejidades taxonómicas.

Esto ocurrió hace un par de años, en los momentos más duros de la crisis económica. Sin embargo en el Gabinete nos sobraba el trabajo y tuvimos que subcontratar a una pequeña empresa para sacar adelante el encargo de actualizar el Catálogo de Monstruos Modernos.

Revisaron las ediciones anteriores, recopilaron artículos en revistas y ponencias en congresos, contrastaron y actualizaron información, corrigieron taxones y desarrollaron árboles filogenéticos…  Además se realizó una encuesta que completaron reconocidos doctores de siete universidades.

Y cuando parecía todo acabado nos aseguraron que habían localizado un nuevo sujeto que debían incorporar al catálogo y que necesitaban una semana más.

El tiempo pasaba y es que los especialistas no se ponían de acuerdo sobre cómo nombrar al espécimen. Nos llegaban correos, que sin dar más explicaciones, reclamaban vehementemente nuestra mediación en el conflicto.

Fue el cabo Almendros quién zanjó la cuestión cuando recogió la filiación de la víctima. Escribió en el impreso: Consejero Delegado.

7. Simposio anual de las criaturas únicas

El pabellón añil alberga a los invitados. Decenas de lacayos escrutan ademanes y mohines en busca de sus deseos agazapados. Doblegados, sin voluntad propia, colman los caprichos de la exquisita grey. Así, el sirviente del cíclope recolecta sin pausa las lágrimas de cristal que desprende el ojo del gigante. Una ondina humedece a intervalos, con agua salina, las escamas del tritón de dos colas, rescatado de una almadraba en el mar de los Sargazos. El amolador de navajas afila el asta despuntada del último unicornio conocido. Los siervos afanosos detienen por unos momentos su labor de filigranas. Dejan paso a la concertista, que se adentra vestida de nácar en la bóveda de los instrumentos de cuerda. Detrás, sosteniendo la larga cauda del vestido de coral de arrecife, camina una esclava que la escolta hasta la silla ambarina. Una vez sentada, la doncella, con movimientos rápidos pero certeros le hará la manicura, con urgencia, de una uña malograda. La clepsidra indica entonces el instante esperado. La pianista, frente al clavicordio, posará sus palmas hexadáctiles en el teclado y ofrecerá con brillantez prodigiosa, el Concierto malabar para tres manos y un meñique.

 

6. FREAK SHOW (Sergi Cambrils)

Al caerse mis dientes de leche los nuevos que se formaron fueron todo muelas. Ni incisivos ni caninos ni premolares. Se configuró una dentadura descomunal de treinta y dos anchas coronas que molían y machacaban cualquier cosa. A la hora de comer me llamaban “la apisonadora” porque ni cortaba ni desgarraba, solo trituraba alimentos. Era un monstruo con sonrisa de caballo, la atracción de feria de todos y el motivo por el que llenaban su boca de improperios para provocar mi llanto. Arrinconado en una esquina e incapaz de contenerme, conseguían hacerme llorar desconsoladamente, y descubrían fascinados el verdadero espectáculo que suponía presenciar como brotaban lágrimas de gelatina de mi único ojo.

5. La estocada (Susana Revuelta)

Por fin parpadeas, Sabeliña. ¿Esto es una lágrima? No, no llores, tontina, pero sobre todo no trates de hablar: con tanto tubo que te metieron por la boca y la nariz podrías lastimarte. Y deja de dar manotazos al aire, ¿qué andas buscando, el timbre de la enfermera? Lo enrollé en el gotero; hasta dentro de una hora no pasará el doctor. ¿Sabes que estás muy guapa con la cabeza vendada? Solo recordarte hace un mes, tendida en la cocina con los sesos desparramados por el suelo… ¡Qué sustos me das, malvada! Con lo dura de mollera que eres, me pasmó la facilidad con que reventó el cráneo al estrellarse contra las baldosas. Nunca quisiste entender que una mujer decente no puede ir por ahí insinuándose; claro, así luego el panadero te metía un bollito de regalo en la bolsa cada vez que ibas a comprar el pan, ¿o te crees que no me daba cuenta? Es eso, piensas que soy tonto, ¿verdad? Pues entérate: en el cuartelillo los guardias se tragaron mi patraña del ladrón. ¿Qué intentas ahora, infeliz? ¿Gritar? Mira, ayer estuve afilando el cuchillo jamonero; corta bien, ¿eh? Mala pécora, ya tuviste que estropearlo todo otra vez.

3. PLATILLO VOLANTE (Eduardo Iáñez)

Ni en la peor de sus pesadillas habría podido soñar con una criatura así. Una serie de placas translúcidas le recubrían a la perfección el cuerpo cerúleo y mórbido, encorvado hasta límites imposibles a causa del volumen de la cabeza, que ocupaba un buen tercio de su altura. Soldada al tórax y directamente encajada sobre el abdomen, destacaban en ella dos pares de antenas, uno a modo de largos flagelos y el otro como embocadura hacia unos dientes diminutos; y dos ojos desproporcionados y oscuros, sin vida, que casi se salían de sus órbitas y colgaban de sendos hilachos. Completaban el horror dos filas de patas innúmeras, cuyas coyunturas les permitían retorcerse sobre sí mismas en círculos dantescos. Cuando constató entre náuseas que el monstruo venía acompañado de un auténtico enjambre de seres idénticos, estuvo a punto de gritar. Justo en ese momento, su padre acudió en su ayuda: “Niño, no las mires tanto y prueba las gambas. Verás qué ricas.”

2. NINFA

Arrebujados, las sábanas de seda nos envolvían, como un capullo a las crisálidas, mientras copulábamos sin descanso.

Como si no hubiera un mañana, nuestras estructuras exoesqueléticas se acoplaban produciendo un ruido armónico y una secreción filante salía de mi tubo excretor.

Mi cuerpo, cada vez más marchito, se acoplaba al suyo, intentando con mis cada vez más exangües intumescencias de los cuerpos cavernosos y esponjosos, mantenerla cerca de mí. La noche pasaba rápida y yo notaba que ella estaba cada vez más rígida, su oviscapto más cerrado y sus órganos estridulatorios comenzaban a vibrar una queja continua y amarga.

Su cutícula, suave hacía un rato, se escamaba y la queratinización provocada, erosionaba la mía, produciéndome una histólisis con descomposición corporal, que pasó de imago a pupa.

Mientras mi ciclo circadiano estaba tocando a su fin y me estaba convirtiendo en un monstruo, empezó ella a agitarse y yo, que me agarraba como podía, tenía miedo de perderla, se contorsionaba, hasta que un crujido bestial me dejó aturdido y se produjo la exuvia, me empujó hacia el suelo, se liberó de los restos, se sentó en el borde y extendió sus alas y sin mirar atrás salió de la habitación.

1. MONSTRUOS. (JAMS)

Toñín estaba rodeado de mármol y crucifijos pero él solo alcanzaba a ver gente muerta, fotografías enmarcadas que le miraban desde otro mundo, estatuas de imperturbables angelotes a los que creía sorprender con movimientos inesperados de sus dedos fríos, de sus pupilas blancas y lisas. Su padre le apretaba fuerte la mano (le estaba haciendo daño) mientras el féretro de su madre trompicaba en las esquinas de ladrillo como si se resistiera a entrar.

Otra vez hacia la aterradora oscuridad, pensaba el niño. Indefensos de nuevo los dos. Temblaba al imaginarse el resto de sus noches sin el socorro de ella cada madrugada, sin el abrazo agotado con el que madre e hijo se rendían al sueño. Temía la amenaza de las cortinas, pariendo volúmenes bestiales que insuflaba la brisa; o el crujido de vigas y tarima en las noches de viento, con un traquetar de molares en el propósito de triturar su cama; los maullidos desafiantes de los gatos o el quejido roto al otro lado de la pared, insisitiendo hasta llevarles al llanto, de un hilo de voz desalmada que les estremecía con palabras soeces y frases que les deseaban la muerte.

101. AMOR DE ALTOS VUELOS

Entre sus quehaceres diarios se hallaba cuidar del cañón:
-«Luis, encárgate de que esté bien brillante para la función.»

Luis adoraba el vuelo del hombre bala. Andrés era su ídolo. Aunque era un poco jactancioso. “Has visto como vuelo?” decía a los demás con una sonrisa de superioridad. Pero tenía sobrados motivos para ello, era tan bella la parábola que dibujaba en el aire… Cuando preparaba el cañón para la función de la noche soñaba con que Andrés le enseñara cómo hacerlo, y así poder volar él un día.

Últimamente ha notado un cambio en como Andrés habla con Leonor, la preciosa malabarista: la adula, le regala flores, le hace la corte. En cambio Luis se tiene que conformar con enviarle miradas de amor desde la distancia, pues todavía no ha conseguido que se fije en él. Ayer, desde el otro lado de la lona, oyó casualmente como Leonor decía a Andrés:
-“Mañana después de la función, te espero en mi caravana.”
Eso fue superior a sus fuerzas. Hoy ha estado limpiando el cañón para que brille, y también de paso ha modificado unos grados su ángulo de lanzamiento.

99. BALUARTE

El niño oye como el cañón truena una vez más. Alrededor, moscas, hedor, ruinas.

Él ajeno y tenaz, con palos y cascotes, construye su castillo: las diminutas torres, las almenas, la muralla, el puente.

Un estruendo mayor que otros. La vibración del suelo. El castillo se derrumba  y el niño con el castillo.

Y entonces a través del llanto lo percibe: ante él, moscas, hedor, ruinas.

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