Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

39. Sidi Bou Saïd (Ginette Gilart)

Abda camina por las calles empedradas y empinadas de aquel pueblo; calle arriba, calle abajo, vía principal bulliciosa y callejuelas laberínticas más silenciosas. Sube hasta el faro y contempla el mediterráneo, regresa y pasa ante las tiendas de artesanía, ante los cafés que ofrecen té caliente de menta. Se cuela en callejas, para un rato a recobrar aliento bajo un balcón cargado de buganvillas; en las fachadas cuyo blanco daña a la vista trepa el jazmín que la embriaga un instante.
Da vueltas y vueltas pero no encuentra la salida, prisionera del lugar, sin escapatoria. Mira las puertas y ventanas que compiten con el azul del cielo, levanta la mirada hacia él y hacia su creador, justo en el momento preciso en que el pintor plasma su firma en el lienzo.

38. El monstruo de Creta

Me sorprendió que me dijera que hacía veinte años que Atenas enviaba a Minos el tributo de jóvenes. ¡Tanto tiempo! Entré siete años después de la derrota de Egeo… ¡Bah! Tal vez aquella muchacha me mintiera. Era guapa, pero acabé matándola. Su carne era suave, tierna.

Parece que fue ayer cuando entré. Entonces creía que iba a morir pronto, pues incluso a la pequeña aldea del Ática en que nací habían llegado noticias del monstruo de Creta. Sin embargo, en todo el tiempo que llevó aquí, no he visto a ningún monstruo. Recuerdo, sí, que al poco de entrar maté a un loco que deambulaba por los pasadizos. El primero de muchos.

He recorrido todos los pasajes. Parecen infinitos. Quizá los malditos cretenses no paran de construir más galerías. Todavía confío en encontrar la salida, aunque hay días en que me faltan las fuerzas. Cada vez me cuesta más.

37. Aires de Libertad (Blanca Oteiza)

 

Quiero desaparecer del bullicio que abarrota la plaza en la que me hallo, de los rascacielos que me rodean, cerrar los ojos y dibujar el horizonte de las tierras más lejanas.

Quiero viajar a las infinitas dunas doradas del desierto, correr deslizándome desde la cumbre hasta el perdido oasis. Conocer exóticos lugares olvidados en los mapas, pasear saludando a los niños que juegan a las puertas de sus hogares. Caminar por serpenteantes y estrechas callejuelas llenas de encanto inundadas del olor de las especias. Paredes encaladas de blanco con pequeños vanos abiertos conservando la intimidad del interior por trabajadas celosías de madera.

Quiero deambular por el laberinto de las medinas árabes, perderme en sus zocos, descansar en algún rincón en la vieja tetería. Respirar el aire fresco que abraza el azul del cielo.

Quiero seguir viajando entre el sol y la luna mientras las estrellas cuento, viajar tan lejos que nadie me encuentre entre lágrimas de nostalgia del tiempo ya perdido, sólo vivo en mi dilatada retina que húmeda sobrevive en el recuerdo.

Quiero escapar del laberinto que me tiene sumida en la rutina grisácea del asfalto de la ciudad que me oprime y me aprisiona escondiendo la libertad.

36. El hilo de Arancha (Reyes Alejano)

Estaba enamorada hasta los huesos. Ya sabía que él era muy bruto, y solo le interesaba la pesca y su perro, un setter despeluchado. Y ella tampoco es que fuera un bombón. Pero un día, en una de sus inacabables horas de lectura, encontró aquella historia y se le ocurrió la idea. Cuidadosamente y no sin esfuerzo fue recopilando todo lo que necesitaba. Un papel, tinta roja, hilo de pescar… escribió en un papel y con su mejor letra: «sigue la pista y llegarás al tesoro». Ató un hilo de pescar a su cartera, con la nota dentro, y lo deslizó por recorridos laberínticos cruzando el pueblo, la dehesa y finalmente el río. Al llegar a la orilla cortó el hilo y comenzó a colocar los asquerosos gusanos que usan los pescadores como cebo, y tanto  le costó recoger en el fango maloliente. Los colocó espaciados, cada vez más…y dejó dos pasos hasta el sauce donde enganchó un corazón rojo tinta. Detrás estaría ella, con carmín en los labios, esperando a su Amor. Él vio la nota, siguió el hilo intrigado, llegó al río, y se entusiasmó al ver los preciados gusanos, que metió en su inseparable bote para cebo. Y se marchó encantado por el valioso tesoro, sin  mirar un poco más arriba, de donde cayó un corazón, que el río destiñó.

35. EL SUEÑO ETERNO (Nuria Casado)

Era un sueño recurrente. La muchacha de cabellos dorados, aparecía para más tarde desaparecer por las intrincadas callejuelas de aquella inhóspita ciudad, que parecía estar deshabitada. Por su gesto, se diría presa de una inquietud que agravaba la palidez de su rostro, huyendo de una inminente amenaza. Entonces a punto de darle alcance, despertaba envuelto en un sudor frío y en un estado de tal agitación, que tardaba varios minutos en recuperarse. Pronto se convirtió en obsesión, y buscaba el sueño en cualquier momento del día sin apenas comer,beber,ni llevar a cabo ninguna otra actividad, para contactar con su amada e intentar retenerla, por lo que ideó un laberinto de setos y plantas florales del que no pudiera escapar de su acoso. Desde entonces, terminada su obra, con la respiración sosegada y una plácida sonrisa en los labios, duerme eternamente.

32. EN BUSCA DE LA SALIDA

 

 

….y ¿Qué pensará mi familia? y ¿Qué dirán mis amigos? y ¿Si todo sale mal? y….  No quiso quedar atrapada en ese laberinto de preguntas que se hacía una y otra vez,  ya  que de tenerlas en cuenta nunca la iban a llevar a ninguna parte. ¡Se acabó! exclamó en voz alta.

Y tras saborear el último café, aquella mañana, en aquella casa, Gloria de 48 años, divorciada y sin hijos se centró en aquellos otros pensamientos que la impulsaban a buscar un nuevo camino para salir de la rutina asfixiante en que se había convertido su vida.

Pensó que ya estaba más que harta de levantarse todos los días a las siete de la mañana, de pasar  de ocho  a tres de la tarde en la residencia de ancianos, de limpiar y cocinar, de hacer la compra y de echarse a la cama sin apenas ver la tele, porque a las once ya estaba tan cansada que en cuanto ponía la cabeza en la almohada caía en brazos de Morfeo.  Así un día y otro también. Esto estaba pensando cuando sonó el timbre. Abrió. Allí estaba él, Andrés de 40 años, alto y guapo y, sonriéndola,  con el casco en la mano. Ella tomó el suyo, se puso la mochila al hombro, cerró la puerta, subió a la moto y se marchó sin mirar para atrás, por si acaso.

31. DESTINO (de Mel)

Póngase cómodo y disfrute. Duración aproximada del viaje: ochenta años. Los primeros doce, manténgase paralelo a la vía láctea.  Ha alcanzado el sistema trece: cinco años de turbulencias. Reduzca la velocidad y el consumo de combustible.  Emergencia:  Se detecta recalentamiento de los cojinetes y pérdida de aceite. Falsa alarma. Lubricantes estabilizados y temperatura descendiendo a niveles de seguridad.

Bienvenido al sector principal con velocidad de crucero y máximo nivel de autonomía.  El ordenador de abordo aconseja rumbo en zigzag previo a maniobras de acoplamiento. En las siguientes bifurcaciones, seleccione siempre el camino con más curvas peligrosas. Vigile los bajos del vehículo y elija la salida más pronunciada. Atención: señales de abordaje, inicie maniobra de evasión, varíe el rumbo. No se deje alcanzar, frene, de marcha atrás. Los sensores exteriores indican rasguños en la carrocería. Malfuncionamiento generalizado. Pase a conducción manual los siguientes treinta años.

Sistema iniciado en modo automático. Rumbo constante los restantes quince años. Preste atención a los repechos y vaivenes de esta vía en constantes obras y reparaciones. Realice revisiones periódicas en taller. Necesitará aditivos y recambie piezas si es necesario. Apague el motor y diríjase hacia la luz al final del túnel. Destino alcanzado. Punto muerto.

30. LABERINTO DE PASIONES (JAMS)

Mucho me temo que vienen a rescatarme” -dice Teseo, con sorna, mientras se incorpora del triclinio y aguza el oído.

Descansa tranquilo -le sugiere Asterión, el Minotauro-, no hay un lugar más seguro que la cámara central del laberinto».

Y, con serenidad, continúa tejiéndole un manto a su amado, mientras espera que el otro extremo del hilo arrastre a su despechada hermana.

 

 

28. LABERINTO CIRCULAR (Fernando da Casa)

Malebolge

Mi vida es un infierno, lleno de drogas y sexo. No te enfades, prefiero sincerarme contigo. En este octavo círculo necesito las drogas para olvidar, y el sexo para recordarte.

Malevaje

Donde vivo ahora no hay sitio para la honradez, como no la tuve cuando te perdí.

Malevo

No soy búlgaro, te dije… Qué estúpido.

Malévolo

Respondiste que te gustaban los hombres canallas, y sucumbiste a mis encantos.

 Qué estúpida (te pido perdón).

Alvéolo

Mi alma posee tantos recovecos que ni yo me encuentro. Creo que me falta corazón.

Veloz

Necesitaba huir, volar, escapar, partir… Los análisis mentían, ¿portador de qué?

Valor

Es lo que me faltó. Sigo siendo un cobarde.

Amor

Cosa de beatas y maricas, pensaba. Ignoré su significado hasta que tu ausencia me llenó de él.

Moral

Invento nefasto del cristianismo, culpable de hipocresías y clases. Yo te contagié, tú no eras culpable. ¿Suicidarte? Un error.

Mortal

Tú me recuerdas que lo soy. Mi virus lo es. ¿Qué no lo es?

Matar

Vivo para ello. Moriré cuando no mate.

Malaje

En eso me he convertido desde que tú no estás.

Malebolge

Mi vida es un infierno, lleno de drogas y sexo. Con SIDA y sin ti.

27. VAYA…

El cirujano destinado a revolucionar la práctica médica, todavía estudiaba en el instituto. De momento, era un objetivo débil. Granos, gafas, ropa heredada de su hermano. El cabecilla que lideraba las acciones también cumplía estereotipos: rodeado de un séquito maleable, cigarrito a escondidas en el recreo, notas desastrosas. Finalmente, sus caminos se distanciaron. Es evidente cómo y hacia dónde. Se reencontraron años después. El cabecilla buscaba solución a la dolencia de su madre. Le habían recomendado un médico puntero en el tema. En la consulta creyó reconocer al chaval que humillaba en el instituto cuando se aburría, pero su memoria estaba turbia. Pese al tiempo transcurrido, el destacado cirujano recreó al instante un sufrimiento adolescente que intuía superado. Sin embargo, abrazó al excompañero y aseguró alegrarse de verlo. El cabecilla le mostró su admiración y recordaron, entre risas, anécdotas juveniles. Después, tras revisar el expediente médico de su madre, sentenció: nos vemos en tres meses, cuídala mucho. Abrazó al doctor y lloró en su hombro. Luego, madre e hijo agarraron sus manos y abandonaron la consulta como dos jóvenes que estrenan piso, mientras el médico recordaba un artículo del código deontológico que teorizaba sobre las falsas esperanzas.

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