Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

OCT94. PACIENTE DEL PISO 10, de Janeth Chacon

Te esperaba, que pensabas estoy fría si,
Porque vienes como tibio
Te siento como un abrigo que me ha cobijado,
Ah creías que nublándome no te iba a reconocer,
No me importa oscuro está el rincón, toca, toca, sé que no te dejas ver ya este día te ha anunciado, La niebla ha entrado en mi cuerpo la luz que tenia se ha apagado, pero prendiste tus sonidos el tic-tac, tic, tac, pasaste no te invite; que ocurre no me quieres hablar, ahora si te niegas a mi frio, el encuentro ha llegado, bajo cero casi helada, no calienta, se ha convertido como fuego lento, esas llamas fueron creando una luz, el brillo que necesitaba para recordar que siempre estarás hay.. Ente

EL JURADO YA TIENE CITA… A FINAL DE MES

… por el retraso de nuestro jurado anterior, por los inconvenientes de encontrar un voluntario que quiera ocupar el sitio de «invitado» y porque este mes hay una locura de participantes nuestro jurado se hace oficial teniendo casi un centenar de relatos por leer…
Os recuerdo que este mes leerán vuestros relatos Paloma Hidalgo, Tindaro del Val y Pablo Mesa como ganadores del mes pasado, JAMS porque es un «abusón gafotas» y nuestra invitada (se hace por un juego de azar con los cuentos del mes anterior) como jurado de octubre es… Rosa Iglesias
Muchas gracias a todos, y especialmente a Rosa…

LA CITA DEL VIERNES, de JAMS

Había pasado lo peor. La muerte la esperaba en una curva para dictarle al oído su peor advertencia. Estaba tan ilusionada por haber entendido el mensaje que quiso contarlo alto, muy alto; y quiso explicarlo todo, al detalle, para que nadie lo olvidara nunca. “La vida es un regalo” eligió como título de su libro. Lo preparó todo para presentar su obra el lunes, pero el viernes, una cita imprevista se lo impidió para siempre.

(FUERA DE CONCURSO. Homenaje a María de Villota)

OCT92. MORIR DE A POCO, de Félix Valiente del Valle

Cuando chiquito yo también soñé que un día iría “contento y desnudo matando canallas con mi cañón de futuro”, y siempre lo tarareaba a Silvio en mis labios.

La revolución de seguro se hace con puños y metralla, no con palabras y poesía, sentenciaba mi papá Rolando el “jabao”, y su porrazo sobre la mesa hacía temblar el vaso de vino que por supuesto no corría ningún peligro pues su contenido había quedado a buen recaudo en su gaznate.
Mi familia planeó más de mil veces el levantamiento definitivo; el problema era que siempre lo hacía en voz bien bajita, muy queda, así no más para nosotros.

Carajo, pensé el día que me llevaron al Morro por aquel poema épico burlesco en contra del Comandante. Y me consolé pensando que esa sarta de babiecas no habría entendido un solo verso. Qué lindo saber que la ignorancia produce miedo, me dicen a diario estos barrotes para que nunca olvide ni claudique.

Mi papá no se equivocaba: la lírica no sirve para ganar guerras.

OCT91. MUELLE 25, de Enrique Moreno Martínez

Saqué el paquete de tabaco mientras esperaba. Me puse un cigarrillo en la boca y busqué por los bolsillos el encendedor. No lo encontré. Tiré el cigarro. Total, iba a ser el último que me fumaría en la vida. No sabía si había llegado tarde, o demasiado pronto, o tal vez Muerte era impuntual, no sé, nunca había tenido ninguna cita con ella. Intenté morderme las uñas pero ya me las había comido en mi anterior cita con María. Ella si era impuntual, aunque siempre merecía la pena quedar con ella, siempre acabábamos en la cama y siempre me pedía dinero para volver a casa en taxi. ¿Y si me había confundido de día? Saqué el telegrama que me mandó: “Día 11 de Octubre, a las 22:30, en el muelle 25, acuda con traje oscuro. Muerte”. Tan solo pasaban unos minutos de la hora. Empecé a pensar que se había olvidado de mí, que no iba a acudir a la cita, que me había dejado plantado, y si aparecía le diría que era una impresentable, que me iba para casa. Y así hice, me fui para casa, pero dejé mi cuerpo allí, tirado en el muelle.

OCT90. TE ESPERO, de Isabel López Soriano

Estaba sentada en el único sillón que había permitido en su salón. No necesitaba más.
El fuego de su chimenea iluminaba el único recuerdo que conservaba. La besó y con amor infinito la colocó entre las llamas. No la necesitaría nunca más.
Esperaba con la mirada perdida en el fuego.
Al poco sintió Su presencia detrás de sí.
Con un gesto dulce y coqueto, de siempre, recogió su pelo blanco detrás de la oreja derecha. Rebelde, como ella, escapó.
Sin girarse si quiera habló: \»aún no estoy preparada\»
Un susurro de hielo silbó: \»ya es La Hora\»
Aún no, quiero pactar contigo, ¡concédeme un deseo! A cambio iré contigo la próxima vez que vengas a buscarme»
– De acuerdo. ¿Cuál es tu deseo?
– La fecha la elijo yo.

OCT89. MURIÓ EL SUEÑO, de Silvia Ginesta

El sueño durmió varias horas. Soñó que vivía mil vidas sin morir en ninguna. Cada peripecia onírica era guardada en su recuerdo, algún día despertaría y podría contar el periplo de sus utopías. Llegó el momento en que despertó y en su vida de sueño se encontró con un personaje temible. Nunca lo había visto, pero sabía quién era. Caminaba hacia él, vestía manto y capucha negra y en la mano una guadaña. –Tú- dijo- ven conmigo, se acabó tu tiempo. – Estás equivocado, los sueños nunca mueren- respondió. Se sintió elevado mientras una carcajada lo acompañaba en la caída. Todavía adormecido, el joven se levantó. Aún era de noche. Fue por un vaso con agua y al regresar se vio en la cama, como si estuviera durmiendo.

OCT88. NOCHE DE RONDA, de Juancho Plaza

El viejo tunante siente que ha llegado el momento y sube al desván a hurtadillas. Hostigado por los recuerdos, ahora que sus hijas han abandonado el nido y su esposa dormita frente a la televisión, acude a la cita para redimir su oscuro pasado. Abre el baúl en el que ha hibernado su culpa durante tantos años y bajo un manto de polvo, recupera su vieja bandurria desafinada por el paso del tiempo, su negro bicornio, su jubón de rojos faroles a juego con la beca de la facultad, las blancas puñetas de faralaes que ya amarillean, unos apolillados bombachos y la enorme capa coronada por uno, dos,… hasta siete rosetones de distintos colores. A cada color corresponde una ausente cinta bordada, un nombre que no ha podido olvidar, un rostro que le atormenta. Con más satisfacción que remordimiento, se vuelve por fin a enfundar el traje de tuno, se coloca la capa, comprueba la firmeza de la viga que sustenta el tejado y asegura la soga con la que, una vez subido a una silla, rodeará su cuello. Y mientras salta, recuerda aquellas siete cintas, enredadas con violencia en sus frágiles gargantas, durante tres eternos minutos.

OCT87. APOCALIPSIS, de Antonio Nieto Díaz

Cuando nuestra expedición llegó al planeta azul después de cuatro ciclos de largo viaje, todas nuestras expectativas de encontrar alguna forma de vida se desmoronaron, como un dado cicloácido en líquido neutro. Su atmósfera presentaba altos índices de radiación e inhabitable para establecer cualquier colonia.
El barrido a que sometimos cada microárea de su superficie mostró, gracias al desintegrador de moléculas ziónicas, signos de destrucción masiva, aunque ignoramos las causas. Bajo el subsuelo, se descubrieron restos que confirmaron estuvo habitado por seres de diferentes especies hace mil ciclos. El hallazgo más sorprendente ha sido la de un espécimen extraño en la cima de un accidente rugoso. Se trata de un esqueleto de estructura similar a la nuestra, pero imposible de determinar su género. A su lado, un pedazo de tela negra terminada en capucha y una pieza de metal desconocido ligeramente curvada y sujeta a un palo de un vegetal leñoso extinguido.
Los científicos a bordo del Osaurius, no se explican a qué clase de ser corresponden estos restos y su perfecto estado de conservación. En cualquier caso es evidente que ninguna especie sobrevivió.
!Sin embargo,presiento peligro!
Capitán Kino.

OCT86. LA LLAMADA, de Lita Rivas Folgar (Sigrid 1210)

El sonido estridente e intempestivo me sacó de mi plácido sueño. Tras unos segundos, que necesité para reconocer el timbre del inalámbrico, miré el reloj. Eran las cuatro de la mañana. Al otro lado del hilo, una voz masculina con un tono carente de emoción, me soltó:
Tienes 24 horas para zanjar los asuntos pendientes y prepararlo todo. Mañana pasaré a buscarte. ¿Qué pasa? ¿Quién eres? Soy la muerte, dijo y colgó.
Me quedé mirando el aparato mudo, sin reaccionar. La broma pesada de algún imbécil que no podía dormir. Tampoco yo podía dormir después de aquello y ya con el alba tuve un extraño sueño en el que Brad Pitt, que interpretaba a la muerte en la película ¿Conoces a Joe BlacK? , venía a buscarme, aunque bien mirado, ante una personificación tan atractiva era para pensárselo. Pasé el día presa de una extraña desazón, así que decidí ir a dormir al apartamento de una amiga. Nunca se sabe. Pero ya allí, y justo a las cuatro de la madrugada, recibí el ultimátum. Plazo finalizado. Te espero en la puerta.

OCT85. METAMORFOSIS, de Manu García Pérez

Un día más Gregorio Sánchez sintió horrorizado cómo su cuerpo cambiaba. Sin poder ejecutar ningún movimiento que al menos le produjera el alivio de cambiar de postura, no recordaba cuanto tiempo llevaba tumbado boca arriba. Sus desesperados gritos pidiendo ayuda no parecían oírse. Pero no tardó mucho en aceptar su destino, es más, llegó a pensar que aquella situación no era tan desagradable, sobre todo cuando sentía ese cosquilleo desde los pies hasta la cabeza. Era una sensación extraña, indolora y hasta cierto punto placentera a pesar de la incómoda situación.
Una mañana se escuchó un golpe fuerte y seco. Tras derribar la puerta diferentes personas fueron llegando al lugar donde se encontraba Gregorio. Tantas personas hablando a la vez le impedían entender lo que decían, hasta que por fin una voz se elevó por encima de las demás:
“El cadáver lleva en descomposición más de veinte días. Lo atestiguan las distintas variedades de insectos necrófagos, tales como coleópteros, dípteros e himenópteros que se han encontrado por todo el cuerpo. Tras una primera exploración se sospecha como causa principal del fallecimiento la ingesta de algún veneno”.
Fue entonces cuando Gregorio supo de su condición de cadáver.

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