Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

JUL37. LA PRIMERA VEZ, de María Elena Sánchez Álvarez

Recuerdo aquel día, cómo se mofaban exaltadamente de mi inexperiencia. Llevaban meses preparando la cita. ¡Malditos bellacos!
Aún escucho sus palabras al unísono, repitiéndome, que aquella iba a ser buena y cómo sus miradas esperaban respuesta. Entonces, los nervios me sobrecogieron, hubiera preferido no hacerlo.
–Tranquilo, –gritaban– la primera vez ya se sabe… a todos nos ha pasado. Verás como repites. Tú, relájate. Déjate llevar. Sobre todo, disfruta. Sentirás que las manos te tiemblan. Una sensación especial recorrerá tu cuerpo desde la cabeza a los pies, que te enmudecerá. Nada que no puedas soportar.
Minutos más tarde, después de despedirme lacónicamente, comenzó la aventura. Mi corazón bombeaba estrepitosamente, mi mente se desataba. La sensación fue contradictoria: por un lado, sentí un placer desconocido, donde la excitación no encontraba hueco, por otro, el desasosiego de mi insipiencia.
El viaje fue fugaz, pero intenso. Los vaivenes espectaculares, casi me hicieron perder la cabeza, pero no hasta el punto de no alcanzar el éxtasis de la primicia.
Cuando pisé tierra, he de decir que cierto regusto enardeció la hombría de mis genitales. Ya, sin las ataduras de los correajes y mirando hacia el puente, supe que mi vida no corría peligro.

JUL36. UNA COMA, de Javier Sánchez Campos

— ¿Profanar un clásico? ¡Estás loco!
—No te pongas así. Es una simple coma, una pequeña alteración visual. No puede ser tan grave.
—Por menos se han iniciado guerras. ¿No conoces aquello del aleteo de la mariposa?
—No.
—Te lo explicaré. Se dice que…
—La verdad, me da igual la mariposa y sus alas. Sólo me gustan, y poco, los gusanos de seda. Con sinceridad: prefiero la coma.
—Joven, descabezado e ignorante, ya veo. Si le perdemos el respeto a los clásicos, ¿qué nos queda?
—Todo. El inicio. Un comenzar de cero. Un mundo de creación. Reescribir literatura. Reescribir el presente. Quizá, por qué no, reescribir el pasado.
— ¡Atrevida inocencia! La verdad, preferiría no hacerlo. Pero es tentadora tu propuesta, he de admitirlo.
—En realidad, deseas hacerlo. Procedamos, pues, no te hagas el interesante.
Los dos se acercan a un cuaderno en el cual está escrito el clásico. El más joven puntúa el texto y coloca la coma un poco más allá de donde se hayaba la original. El resultado deja a ambos sumidos en ideas totalmente distantes.
«Cuando despertó el dinosaurio, todavía estaba allí«.

JUL35. CERDO BANQUERO, de Ricardo R. González Ramos

Cogí el martillo pero quedé paralizado al verle.
¿Y si pierdo algo con ello?
¿No será muy arriesgado?
Busqué por todos los cajones de la casa. Sé que después del crudo invierno de hace dos años tengo unos guantes.
¡Claro! En el armario de la habitación, donde guarda sus cosas.
Y así es. Ahí están.
Con esto si podré. Me protegerán.
Preferiría no hacerlo.
Después de tanto tiempo, viéndonos todos los días. Acabas cogiéndole cariño, pero…
¡Lo destrozaré de un solo golpe!
Necesito su dinero.
¿Suyo?
¡No! ¡Siempre fue mi dinero!
No puedo esperar más si quiero saldar mi deuda. Si no es así seré yo el odiado deudor.
Inerte, ¡como pesa!
Un solo golpe, certero.
Contar el dinero, pagar y todo se acabó.
461 monedas de 2€ había ahorrado. Me sobraba para cenar con ella.
¡Pobre hucha!

JUL34. ALGUNA OBJECIÓN, de Pablo Vázquez Pérez

Mis sirenas viajan por todos los continentes, igual que mis hadas y duendes. He ayudado a científicos y estudiantes para que pudieran terminar sus tesis sobre animales con mis ilustraciones. Soy capaz de calcular el desarrollo corporal de mis clientes, porque si me solicitan un tatuaje en cualquier parte de su cuerpo, lo puedo dibujar sin que sufran distorsiones evidentes cuando engorden o adelgacen en el futuro. Te sorprenderías de conocer algunas personas famosas o célebres que han venido para grabar sus caprichos. Sí, admito cualquier cita, pensamiento, nombre, divinidad e incluso algunos mitos.
Pero hasta hoy nadie me había pedido una esvástica ni tampoco marcarse Mein Kampf en sus brazos.
Me importa un carajo que tus amigos lleven navajas y bates. Sinceramente, preferiría no hacerlo.

JUL33. CADENA LABORAL, de Lautaro Tochi

Imagino un hombre, su nombre es Luis, no tiene más de cuarenta años, casado, dos hijas.
Hace varios días que no se afeita, tiene la cabeza gacha y canas tempranas por maltrato laboral.
Luis imagina que es lunes, arremanga su camisa, afloja su corbata, ingresa al despacho de su jefe y se revela. Sonríe.
El jefe se llama Carlos, a veces le dice Luis, pero cuando está Jorge prefiere llamarlo “el de administración”.
Carlos imagina que trepa, pisa un par de cabezas (parece que no las ha visto) y comienza a subir. Llega a lo más alto, allí lo espera Jorge, se estrechan la mano. Jorge le da una palmada en la espalda. Carlos sonríe.
Jorge es el jefe de Carlos. No sabe de nombres ni de hombres, le enseñaron que el corazón es de cartón y que se alimenta del metal.
Jorge imagina números. Sonríe
Imagino que es lunes, Luis entra a su oficina, sigue sin afeitarse, ha arremangado su camisa y ni siquiera lleva corbata, mira de reojo el despacho de su jefe, recuerda a sus hijas, prefiere no hacerlo. Finge que sonríe.

JUL32.LADY BARTLEBY, de Paloma Casado Marco

Comenzó a caminar tarde, tanto, que ya sabía hablar casi correctamente. El mundo más allá de lo que alcanzaban sus manitas era grande y ajeno. De nada servía que sus padres le abrieran los brazos animándola: “¡Ven! ¡Anda!”. Sus piernas negligentes se negaban: “Preferiría no hacerlo”.
Fue una niña ensimismada y, de joven, un muchacho se empeñó en prenderle algún rescoldo de su pasión entre visitas y paseos. Cuando le propuso convertirla en su esposa, sus labios indolentes contestaron: “Preferiría no hacerlo”.
Quiso ser escritora para entintar las historias que bullían en su cabeza, y comenzó a frecuentar una cafetería decadente ataviada con ropas bohemias y una boina ladeada, armada de pluma y cuaderno. Allí sentada frente a un té eterno, su mano ociosa fue incapaz de escribir una sola línea: “Preferiría no hacerlo”.
Ahora la muerte, emboscada entre achaques y flaquezas, ha comenzado a abrir sus brazos y llamarla: “¡Ven! ¡Anda!” pero su cuerpo, que aún recibe gozoso los rayos del sol de la tarde, “preferiría no hacerlo”.

http://doslatidos.wordpress.com/

JUL31. NO LE GUSTABA MENTIR, Y PREFERÍA NO HACERLO, de Asunción Buendía Hervás (Asun)

La tostada había caído boca abajo, y María impidió que su hija la recogiera del suelo, porque evidentemente estaba manchada y porque llegaban tarde al cole.
Miles de hormigas rodearon el pedazo de pan, vistiendo la acera de negro. Un perro se acercó a husmear.
También llegaron un par de avispas, atraídas por el dulzor de la compota.
Y una paloma y un gorrión descendieron en picado disputándose alguna miguita, con el permiso de las hormigas, el perro y las avispas.
Tanta actividad en la acera provocó un llamativo atasco. Mientras la niña lloraba porque quería su tostada.
El repartidor de refrescos del bar de al lado, resbaló con la mermelada, tropezó con el chucho, y como pudo se libró de las aves, pero no del aguijón de una de las avispas.
Un minuto después cientos de latas de cola rodaban por la calzada.
Un autobús dio un chirriante frenazo, y el coche que iba detrás se tragó el bordillo y quedó atravesado.
Un policía preguntaba, ¿Pero, qué ha pasado aquí?
A María no le gustaba mentir, y prefería no hacerlo, pero en aquella ocasión cogió a su niña y musitando un “no tengo ni idea”, salió pitando de allí.

JUL30. NO DARSE POR VENCIDO, de Hector Ramon Romero

Llevamos juntos muchos años, y preferiría no hacerlo,pero no quiero estirar más esta situación.
Esa noche, cuando llegué del trabajo, mientras servías la comida te dije,-tenemos que hablar,-Hoy no, nuestro hijo no se siente bién,-dijiste sin mirarme y cenamos en silencio.
A la noche siguiente al entrar te dije,- Quiero el divorcio- te dejaste caer abatida en la silla y ahí ví, amontonarse las arrugas en tu rostro y,…me apenó el descubrirlo, pero lo dicho ,dicho estaba, me miraste y sin reproches,me pediste un mes y luego me dejarías libre pero con una condición, que todos los días al partir hacia mi trabajo, debería cargarte en brazos hasta la puerta de calle,-¨Esta loca pensé, pero accedí al insólito pedido¨.
El primer día, nuestro hijo de diez años nos aplaudía felíz. Al principio me costaba cargarte, pero al décimo día ya no sentía tu peso,… y al tener tu cuerpo pegado al mio, al llevarte en brazos y sentir tu perfume de mujer, algo hizo clik en mi interior y el amor que se había quedado dormido, acunado por la rutina,¡ Despertó!.Al día 28, compré flores, ¡ Ya no quiero el divorcio!

Rocehoremor

JUL29. ¡ABOGADA!…¡CON LAS MANOS LIMPIAS!…, de Claudia Díaz

Esta mañana recibo una nota que me tengo que presentar en tribunales.Mi abogada me habia hecho una denuncia,porque yo le insistia sobre mi causa,y se sintio molesta…¡como puede ser!…¡si todo estaba a mi favor!…¡desvio la causa!…¡salio a favor de la delincuente!…donde yo me abri para no estar involucrada ante este personaje,tan siniestro.Me presento…¡y era tanta mi bronca!…que ya entre a tribunales con mis gritos de inocente.La policia no intervino,y los mediadores que estaban presentes, me daban el aliento para que yo no decaiga.
Mi abogada estaba alli,con su cabeza mirando al suelo,y me dice:¡no quiero ser tu enemiga!…preferiria no hacerlo.
¡pero yo en ese momento!…me iba acercando,muy despacio.Pero ella ahora se vio perdida entre todos,solamente le dije:¡abogada!…¡con las manos limpias!…¡Usted se vendio por dinero!…¡pero era tanto el revuelo!…que yo quede libre…y ella en su cautiverio.

JUL28. PERDIDO EN LA MEMORIA, de Cristina Nóvoa

En la vieja mecedora chirriaba como cada mañana el vaivén acompasado de sus pensamientos. Con la mirada perdida a través del deslucido cristal, observaba la espesa niebla vespertina de la calle. Mil veces se había dicho a sí misma – ¡Preferiría no hacerlo! Pero en el fondo de sus entrañas sabía que alguna vez tenía que afrontarlo… El tiempo apremiaba, su salud era delicada y debía enfrentar cuanto antes lo que llevaba posponiendo tantos años.
Finalmente tomó lápiz y papel, y de repente, como si de un volcán en erupción se tratara, las palabras fueron manando de su mente estampándose en el papel, una tras otra. Nunca pensó que este momento llegaría, pero era cierto, real, lo más intenso que había vivido en los últimos años. Pues la monotonía de la soledad no le permitía discernir entre lo real y lo imaginario.
Finalmente plegó los papeles en tres partes, los metió en un sobre, pegó el viejo sello que esperaba su turno paciente sobre la mesa y mandó enviar la carta.
Esperó respuesta mientras su corazón se sentía un poco más libre, pero nunca sabrá que su carta envejecería como ella en un rincón de la oficina de cartas muertas.

JUL27. LO QUE ME QUEDA DE INÉS, de Micaela Tochi

El día que Inés murió corrí con el cuerpo aún tibio al laboratorio del Augusto. Cuando me vio se puso pálido de terror. No quería hacerlo, pero no tenía alternativas. Yo sabía de sus investigaciones, de sus pruebas clandestinas con animalitos que quedaban inevitablemente huérfanos.
Augusto buscaba avances en el campo de la medicina y fuimos blanco fácil. El día que lo conocimos estábamos cansados de intentar ser padres.
Inés había pasado por prolongados tratamientos de fertilización: hormonas, análisis, pinchazos y punciones. Diez años peregrinando por instituciones médicas, curas sanadores, psicólogos y videntes.
Pero Augusto nos prometió que en seis meses como máximo, tendríamos el embarazo buscado. Era nuestra última posibilidad y accedimos ciegos de desesperación.
Todo parecía derrumbarse con la muerte de Inés, aunque quedaba una luz de esperanza.
Su cara de terror cambió con mis gritos: Augusto ¡se va! ¡Se apaga su vida! Tenés que hacerlo, por favor.
Me pidió que espere afuera y se puso a trabajar durante seis horas. Cuando me llamó estaba feliz. La salvamos, me dijo.
Por la puerta entre abierta pude ver a mi hija en una esfera de cristal. Se chupaba el dedo y nadaba suavemente. Estaba viva.

JUL26. DEJA VU, de Beto Montes Ros

Despierta y una extraña sensación le embarga, ha dejado de llover y, aunque preferiría no hacerlo, se levanta y se asoma al balcón. A esa hora de la noche el parque desierto y el brillo de las farolas les producen cierto desosiego. Piensa en parejas acurrucadas en sus camas o en los parroquianos de los bares que apuran su último trago para volver a sus casas. Al otro lado de la acera algo interrumpe sus elucubraciones: ha notado un movimiento. Detrás del almendro de la esquina alguien asecha. Desvía la mirada, le parece haber oído que han abierto el portón de salida, presta atención. Ve a una figura avanzar, corriendo. La silueta en el almendro se le abalanza, trata de advertirle, pero no escucha, observa como le hunde un cuchillo en el vientre. Estupefacto, reacciona y baja las escaleras, intenta socorrer a la víctima, cruza la calle. Una sombra se interpone ante él, siente que perforan su estómago, cae herido, mira hacia su casa y repara en el hombre que desde el balcón, gesticula y grita algo que no logra oír.

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