Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

TODA UNA CARRERA METEÓRICA EN CASTELLÓN

… Y van 7 semanas seguidas en las que algún participante de ENTC es el ganador semanal del concurso de microrrelatos de Radio Castellón de la Cadena Ser …
Nuestro champion de esta semana es 
JOSE ÁNGEL GOZALO
Desde este enlace podéis leer el relato ganador… vaya «carrera meteórica»

JUN96. ECOS SOBRE EL ASFALTO, de Érika González Leandro

Después de interminables pruebas han descubierto lo que tengo. Por lo visto he sido víctima de una fuga de cerebros en la que todas mis neuronas espejo se han ido a otro cuerpo. Como ella. Sin esas neuronas no podemos ponernos en el lugar de los demás o aprender buenos comportamientos. Tampoco amar. De ahí, mi potente agresividad y escasa habilidad para mantener relaciones. Y su abandono.

La solución fue someterme a una vacuna experimental de cinco dosis donde me prometieron que me dejarían como nuevo. 
Ahora no solo lloro por todo, sino que cuando llueve mi piel refleja aquellos viejos ecos de silencio que ella lanzó sobre el asfalto tras su portazo final.

JUN95. APARIENCIAS QUE ENGAÑAN, de Adrián Rodríguez García

Salió de la ducha como un autómata al que le queda la cuerda justa para aguantar un día más. Agotada, somnolienta, presa de un letargo enquistado en lo más profundo de su ser. Se enfrentó a su reflejo, que pocos la reconocerían sin maquillar, apenas sí lo lograba ella. Sacó el neceser y se acercó hasta casi besar a aquella desconocida. Sombra de ojos, la línea del párpado para acentuar la mirada…En una hora estuvo lista.

Mientras caminaba por el hospital, sentía las miradas clavándose en su cuerpo, pero no le importaba. Ya estaba acostumbrada a los susurros y las burlas. Todo desaparecía cuando, sin avisar, entraba en la habitación de un niño y gritaba ¡¡¡¡¿Cómo están ustedes?!!!!

JUN94. PANTALLA RETINA, de Eduardo Iáñez

Finalmente había conseguido convencer a sus padres de que la dejaran con sus primos, librándose así de la visita al mercado medieval. A la media hora ya se había zafado de su vigilancia y, con la tableta bajo el brazo, atravesaba el prado hasta el bosque de bambú, a cuyo susurrante y oscuro misterio se acogió como cobijo. Se sentó en el suelo, apoyó la espalda sobre un tallo nudoso y dispuso la tableta sobre su regazo. Una rápida sucesión de ventanas respondió obedientemente a sus dedos, mientras ella, con brillo en los ojos y media sonrisa en los labios, contemplaba la animación: una niña que abandonaba a hurtadillas la casa del molino; que se encaminaba hacia las altas cañas y se escondía entre ellas para juguetear con una tableta; que se inclinaba sobre la pantalla contemplando algo infinitamente remoto: una chiquita desobediente perdida entre los susurros insinuantes de una sofocante barrera verdosa… 

Horas más tarde, sus padres la encontraron muerta, flotando sobre las aguas remansadas de la presa. Con los brazos flexionados y las manos abiertas sobre el terso azogue del río, parecía adorar con reverente actitud un terrible misterio, tenebroso y esquivo.

LA INSPIRACIÓN DEL ORIGINAL

-¿Te gustaría vivir en la casa del espejo, gatito? Me pregunto si te darían leche allí; pero a lo mejor la leche del espejo no es buena para beber… pero ¡ay, gatito, ahí está ya el corredor! Apenas si puede verse un poquitito del corredor de la casa del espejo, si se deja la puerta de nuestro salón abierta de par en par: y por lo que se alcanza a ver desde aquí se parece mucho al nuestro sólo que, ya se sabe, puede que sea muy diferente más allá. ¡Ay, gatito, qué bonito sería si pudiéramos penetrar en la casa del espejo! ¡Estoy segura que ha de tener la mar de cosas bellas! Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos pasar a través. ¡¿Pero, cómo?! ¡¡Si parece que se está empañando ahora mismo y convirtiéndose en una especie de niebla!! ¡Apuesto a que ahora me sería muy fácil pasar a través! –Mientras decía esto, Alicia se encontró con que estaba encaramada sobre la repisa de la chimenea, aunque no podía acordarse de cómo había llegado hasta ahí. Y en efecto, el cristal del espejo se estaba disolviendo, deshaciéndose entre las manos de Alicia, como si fuera una bruma plateada y brillante. 
Un instante más y Alicia había pasado a través del cristal y saltaba con ligereza dentro del cuarto del espejo. Lo primero que hizo fue ver si había un fuego encendido en su chimenea y con gran satisfacción comprobó que, efectivamente, había allí uno, ardiendo tan brillantemente como el que había dejado tras de sí -De forma que estaré aquí tan calentita como en el otro cuarto pensó Alicia-más caliente aún, en realidad, porque aquí no habrá quien me regañe por acercarme demasiado al fuego. ¡Ay, qué gracioso va a ser cuando me vean a través del espejo y no puedan alcanzarme!

LEWIS CARROLL, Alicia a través del espejo

66666.

Hemos recibido la orden de que este número no sea utilizado por ninguna bestia terrenal, y que en su lugar, sirva para presentaros, a través del oportuno vehículo del espejo, a la dulce hija del innombrable.

66665. CANCERBERO, de Héctor Hernández

A primera hora de la mañana oteó, en la lejanía, la cueva que buscaba. Avanzó hasta quedar a una distancia prudente del umbral que parecía desierto. Pero el extraño color escarlata que surgía de entre las entrañas de esa oscuridad inquietante le previno, y continuó ahora lento, aguzando los sentidos. Cuando estuvo a pocos metros de la entrada, desenfundó. Y a pesar de estar alerta, la estridencia de los rugidos lo desconcertaron. Se batió con valor pero al final fue inútil: la primera dentellada erró; la segunda, logró herirlo; la tercera fue demasiado veloz para él. Cayó, lacio, a los pies de la bestia mutilada, cuya doble mirada seguía cargada de sordidez.

JUN93. CÓMPLICE DEL DEMONIO, de Hector Ramon Romero

Vi reflejado al demonio en el espejo del baño, tenía los ojos delineados, las cejas prolijamente depiladas,los labios carnosos pintados de rojo y las uñas de las manos impecablemente largas, el abundante cabello rizado de un color negro brillante, hacía resaltar un magnífico rostro de tez muy blanca, como la nieve,…y el verde esmeralda de sus ojos, atraían como un poderoso imán,…y de esa roja boca deliciosa como una manzana, salían las palabras más dulces y seductoras, cuando de conseguir o pedir algo se trataba. 

De repente se abre la puerta del baño y una voz, me saca de mis maquiavélicas cavilaciones.
-Oye amiga, de prisa, termina de arreglarte y vamos ¡ya! de compras al centro comercial, mi esposo me acaba de habilitar la tarjetas de créditos, iuuuuupy iuuuujuuuu,….

JUN92. EL EJE, de Micaela Tochi

Hoy cambia todo y tengo miedo de no reconocerme, de perder el eje. Mi existencia es el sabor de las mandarinas, el olor a tilo del jardín. El perfume de tu piel que reconozco en cada prenda que usas o has usado. Mi ser vibra al ritmo del agua que baja por el río, mis memorias se esconden en el eco de estas montañas. Y soy la mujer más bella del mundo, porqué tú me lo dices y no importa nada. No quiero perder la porosidad de estos muros, el frío del suelo, el calor del sol en el rostro. No quiero perder la música de Chabuca. Cuando me quiten las vendas y esté preparada para descubrir mi figura debo asegurarme de que nada cambiará. Seguiré honrando a mi piel, a mi lengua, a mi olfato y a mis oídos. Invitaré a estos nuevos habitantes marrones (eso me han dicho) a este banquete de sentidos, y me adueñaré de ellos lentamente. Cuando esté segura de que no toman solos decisiones, ni comandan mis pensamientos y percepciones.

www.destejiendome.blogspot.com

JUN91. GEMELAS, de Yolanda Nava

Resulta extraño verla así, tan quieta, rodeada de todas esas rosas blancas: sus favoritas. Mis favoritas. De fondo suena su canción preferida. La mía. Está guapa. Para estar muerta quiero decir. Muerta. Mu-er-ta. Muer-ta. Muerrrrta. Llevo toda la mañana desmenuzando esa palabra para encajarla en el complicado puzle de la nueva realidad, pero no consigo hallar su hueco. También consumo las horas mirando el ataúd, es bonito, como objeto quiero decir, está lacado en blanco y ribeteado en oro y, ella con su vestido celeste, parece una princesa dormida dentro de él. A mí alrededor algunos lloran y otros ensalzan sus virtudes y convierten en almíbar sus defectos. Mis defectos. Siento que se ha roto el único espejo en el que podía mirarme y que soy invisible, etérea, un ser sin silueta. Incorpórea. Espero así, poder seguirla sin que nadie me detenga.

66664. LA BESTIA, de Carla Rivera

A los ojos de un simple humano, aquella chica, era solamente una joven que paseaba por el bosque a las tantas de la madrugada. Pero solo la luna, diosa y madre de aquella joven, sabía que ella no era humana. Sino la misma bestia que había atemorizado a toda clase de gente en años, tal vez siglos. La misma bestia de ojos rojos como la sangre que, con unos puntiagudos dientes, había sonreído a la muerte más de una vez. La misma bestia que, hacia unos siglos atrás, el mismo príncipe había mandado a cortar la cabeza. Pero ni el mismísimo príncipe azul había podido plantarle cara a la joven. La bestia había ganado siempre todas las batallas. Y como siempre feroz.

JUN90. HUIDAS, de Miguelángel Flores

Lleva toda la tarde mirándose en un espejo de mano. Se lo ha acercado su hermana para que se entretenga y no la moleste. Porque la pequeña, que se ha de quedar a cuidarla, lo que querría es salir a la calle a jugar a la charranca con las demás. Y asomada al balcón busca escapar entera a través de la mirada. Mientras la grande, condenada a permanecer por siempre tumbada, aprende a hacerlo por el espejo, por donde no necesita piernas que la sostengan. Cuando la madre regresa de limpiar escaleras ajenas, encuentra a una, ciega, con los ojos fugados tras un tejo de rayuela; a la otra, escapando, con la cabeza a medio devorar por el espejo. Y ella, que jamás supo hacerlo, huye con tan mala fortuna, que en lugar de hacerlo para afuera por la puerta, sale corriendo hacia dentro. Llegando tan lejos en su pecho, que nadie nunca más la encuentra.

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