Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

NOV122. EL CUERNICANTOR, de Igancio Daniel Uranga

Le alejan a golpes de la ciudad al fondo del grabado. Dos alguaciles a caballo le castigan la espalda. Cabizbajo, trota en una mula con campanillas en la cola. Suenan de aviso a los aldeanos en los olivares de las laderas.
Lleva un raro sombrero; con dos ramas de avellano cogidas a la cinta de cuero en la frente; dos salientes apuntando hacia arriba, como los que destacan en el toro. El tocado de un cornudo con culpa; de un cornudo con queja; de un cornudo indiscreto, de un cornudo cantor.
La mujer, a la jineta en un asno; lejos del marido, en compañía de galanes a pie. Ellos llorosos; ella con media sonrisa, la cabeza girada, la mirada en las casas a lo lejos, con el deseo de regresar ya sin esposo.
Un obispo con cayado asoma en la cima del monte. Detrás suyo, una iglesia, y un castillo arruinado.
La leyenda escrita al pie de la escena: Por hablador, a nosotros sin impuestos y a los mozos sin consuelo.

NOV121. MAXI PALABRA, de Ana Rosa de Artíñano Comin

Desde mi cama contemplo mi baúl arrinconado en la pared, cerca de mi armario, es mi bien más preciado, en él guardo secretos, sueños, esperanzas, pensamientos, ilusiones, alguna tristeza y como no, letras y muchas palabras.
Me gusta jugar con ellas, hacer pirámides de letras desordenadas y sin sentido, soplarlas y que se caigan, puzles de palabras encontradas, que encajan y dicen cosas, bonitas y a veces feas.
Muchas de ellas están clasificadas en montoncitos y con letreros, de perdón, de amor, de alegría y de tristeza y otras inconexas, locas e inventadas, estas son las que más me gustan y me divierten.
Muchas veces las lanzo al vuelo, como un malabarista, sobre todo cuando sueño, que es bastante a menudo y miro hacía arriba para ver cómo caen al suelo y se espachurran. Me hacen sonreir y reirme a carcajadas.
Hay una que es mi preferida, tiene alas y vuela lejos, es larga como una lombriz, extravagante y muy graciosa, se contonea como una bailarina y siempre me transmite cosas distintas. Cuando la digo me devuelve a mi infancia. Ahora ya sé pronunciarla: «Supercalifragilisticoexpialidoso» pero de pequeña se me atragantaba.

NOV119. EL HOMBRE SIN PALABRAS, de Félix Valiente del Valle

Hace algún tiempo hubo un hombre al que las palabras dieron la espalda durante toda su existencia. Nunca un vocablo perfecto, jamás un término exacto o un atisbo siquiera de lo que pretendía expresar. El lenguaje se le antojaba un ente codificado y esquivo, al que culpaba de su obligado silencio cuando por ejemplo sostuvo entre sus brazos a su pequeña, inerte, después de aquel coche inesperado y traicionero; o cuando miraba a escondidas a su esposa sintiendo que la amaba infinitamente y maldiciendo el nudo lingüístico en sus labios, o aquellas ocasiones en que la belleza abrumadora le hacía llorar impotente.
Entonces trató de inventar palabras: desgarralma, infiniteza, másamor, pero desistió cuando comprendió el carácter inaprensible e intraducible de la masa informe de pensamientos y sentimientos que residían en su cabeza.
Dicen que murió derrotado por las palabras, con una extraña sonrisa agridulce, no se sabe si por la tristeza de lo no expresado o la alegría de lo vivido.

NOV118. POR UNA PALABRA, de Concha García Ros

Siempre he intuido el poder de las palabras, por eso he tratado de llevarme bien con ellas.

Empezó como un juego. Inventemos una palabra, me dijiste al oído. El resultado nos hizo reír. Esa palabra nos gustó, nos gustó tanto que buscamos otra y otra. Cualquier ocasión era buena para inventar, para experimentar una nueva. Y así, fue creciendo un lenguaje propio, alimentándose de ti y de mí.

Y un día, tras muchas palabras, conseguimos la definitiva. Ansiada, más nuestra que ninguna. Esa que cada vez que pronunciamos recorre electrizante tu mente, la mía, la nuestra. La que se expande, en oleadas suaves y certeras, por cada rincón de tu cuerpo, del mío, del nuestro. Esa poderosa palabra que nadie más conoce.

NOV117. LLUVIA NEGRA, de Patricia Mejías

Días después de haberse hecho la luz, fueron creados las plantas y animales. Luego surgió el hombre de la tierra. Una pareja, macho y hembra como al principio. Caminaban desnudos de la mano por el jardín. Tomaban agua de los arroyos recién nacidos. Comían frutos de indescriptibles formas por primera vez. Cortaban las flores de sus tallos. Hacían el amor bajo auroras de cosquillantes pulsos electromagnéticos que les duplicaban el placer. Cuando se detenían a descansar en el césped, inventaban nombres para la fauna y flora.
—Ese parece un ratón con coraza.
—Tortugaroedor
—¿Y aquel gato gigante? ¿Y aquello que parece un monstruo con muletas? ¿Y esa planta carnívora?
Él tejía letras y sonidos quiméricos para complacerla:
—Tigrisaurio, Mozzillaartroposis, Linobacterian, Capridosis, Bipedosintolosis, rataserio, pulgonitis, gallinatorio, centolloperiforme…
Unas nubes de tormenta en el horizonte. Las primeras gotas de lluvia en sus rostros. El líquido negro erosionando la piel. Los gritos de dolor de ambos.
—¡Hay que volver! ¡Aún la superficie está contaminada! —exclamó ella.
Regresaron a refugiarse al bunker antinuclear bajo tierra.

NOV116. LA SANGA QUE GURLÓ EL BURSO DE JILATOS, de Enrique Moreno Martínez

El sindio se me ledava encima. Tenía que escribir un jilato con una sanda o más socaladas. La sanga no paraba de solocar y su fanga había ido al carmogacado y con lo que estaba sintando, seguro que también había ido a la chuquería. Cambié el rindal a la sanga, le di un potito y le cindé una cindón para intentar mordirla y así poder escribir el jilato y entregarlo a sindio. Pero ella empezó a balbucear y a sandotear y a decir sandas, sandas socaladas. Escribí todo lo que la sanga decía y mandé el jilato insindiamente. Y como no, aquél microjilato de apenas 100 sandas, gurló el burso.

NOV115. AJIPEDOBES, de Miguel Ángel Molina

Él no se llamaba Carlos ni la necesitaba como amante para trepar en su profesión. Ella no se llamaba Luisa, no pertenecía a la realeza, y la bastaban los ratos que él le porporcionaba en la cama para sentirse como una reina.

Mi puesto de Almirante
me lo dio Luisa Tonante,
ajipedobes la doy
considerad donde estoy…

Por suerte no vivieron a principios del siglo XIX, y hoy ella sigue disfrutando a diario de su ración de ajipedobes.

La realeza te hizo
muchos favores
y tú sólo le diste
ajipedobes.
Anda, Luisa,
pronúncialo a la contra;
verás qué risa.

NOV114. MUROCLÁN, de María Jesús Briones Arreba

La academia de mi lengua en pleno, acuerda incluir en el Diccionario apócrifo, los vocablos:

Ancianitósis» : Enfermedad más progresiva y letal existente.

Geringondear» Verbo múltisignificados : Romper, escacharrar, fastidiar, unión carnal.

Muroclán» Fortín enigmático del saber, custodiado por las guardianas Colomba, Favora y Sustanciera, fieles a la causa elogíadas por sus buenos trabajos.

Ejemplo práctico:

Leonbravo, llegó a Muroclán, afectado de ancianitosís, envuelto en una bufanda berenjena , hálito de mentol, dientes mellados por su pipa remordida y la Obra de su Vida.

Las cancerberas: Colomba, Favora y Sustanciera, geringondeadas por una amenaza inquietante, silenciaron la Crónica de León plantándolo en el jardín de los claveles secos.

NOV113. NO ES CUESTIÓN DE HORAS, de Mercedes Daza García

03:00 a.m. Ella no contesta. Prometió que lo haría.
04:00 No da señales de vida.
5:00 Tengo la mente agotada de darle vueltas.
6:00 Mis ojos se nublan ante la luz que desprende el ordenador.
7:00 Sólo quiero leer un maldito “te quiero”. No pido más.
10:00 Oigo un zumbido. Es mi madre, por narices hay que desayunar.
14:00 Mi familia suplica que coma y despegue la vista de la pantalla.
18:00 Mamá me trae un vaso de agua que derramo.
19:00 Mi padre me recuerda lo imbécil que soy.
21:00 Mamá llora desconsolada mientras grita que lo asuma.
22:00 ¿Por qué? Si yo la quiero…
23:00 Mamá llama al médico.
24:00 Un día sin respuesta. ¿Tan mal lo hice con ella? ¿Por qué desaparece?
02:00 Contesta cariño, te lo ruego.
5:00 Tengo náuseas.
7:00 No responde.
8:00 Los nervios residen en mi estómago.
9:00 ¡Niñata malcriada!
11:00 No me quitan ojo. Están desesperados.
13:00 La impotencia se apodera de mí.
14:00 Caigo rendido al suelo. Entre delirios invento palabras de aliento y de cariño que nacen de sus labios. Invento su nombre.
17:00 Aparezco encerrado en una habitación de hospital. No importa. No pienso asumir que ella nunca volverá.

NOV112. AL LORO CON EL DRAE, de Javier Ximens

Como escritor —si no tienes hijos— es muy importante estar al tanto de las últimas actualizaciones que realiza la Academia de la Lengua, te puede salvar la vida.
—¡Julio, ven! —oí que me llamaba la dama seca a la que recurro cuando no sé cerrar un relato.
—Voy —respondí, y como autor erudito seguí viendo el partido de fútbol a favor de los recortes presupuestarios en Cultura.
Se conoce que aburrida por la espera se entretuvo hojeando el diccionario que tengo en el atril del escritorio, como libro sagrado. Se marchó airada —hasta el extremo de guadañar el visillo de encajes que me regaló mi madre para que no me plagiaran los vecinos— y me dijo que la próxima vez volvería cuando estuviera dormido sobre el teclado.
Doblemente satisfecho —el Rayo Vallecano había goleado al torero José Tomás—, al finalizar la retransmisión me dirigí a mi mesa y observé qué había estado leyendo la mala mujer. Qué lista es, pensé, no se le escapa nada ni nadie.
El diccionario estaba abierto por esta locución:
«voy. 1. loc. exclm. coloq.: Respuesta de un hijo a la llamada de sus padres con el significado de \»No me esperes\»»


NOV111. DE LA RAE, de Rafa Olivares

Su nombramiento como miembro de la Real Academia de la Lengua levantó gran polémica. Los medios se poblaron de artículos y cartas reprobando tal designación. La causa era el histórico maltrato que Don Servando había dado a la lengua, en sus crónicas periodísticas, durante los últimos cinco años. Especial rechifla provocó el que le asignaran el sillón «g» minúscula, una letra cuyas normas de uso en la escritura, notoriamente desconocía.
Don Servando no se inmutó. Tomó posesión del puesto con un discurso de entrada en el que no faltaron algunas de las perlas que le daban fama, sin embargo manifestó firme propósito de enmienda.
Su búsqueda de redención no se demoró. En la primera sesión de trabajo presentó una propuesta para incorporar al diccionario tres nuevos vocablos que, con sus acepciones, eran:
-Preveer.- Verbo Irregular. Acción de prever pero con mayor anticipación. (Participio: preveído. Gerundio: preveyendo).
-Ostentóreo.- Adjetivo. Suntuoso a la par que ruidoso.
-Fuertísimo.- Superlativo de fuerte. (En castellano antiguo: fortísimo).
La propuesta incluía que su aprobación tuviera efectos retroactivos de un lustro.
En ese instante, y con gran estruendo, el retrato al óleo de Don Fernando Lázaro Carreter, con su gran marco tallado, se desplomó hasta el suelo.

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***** RELATO FUERA DE CONCURSO *****

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