Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

MAMIHLAPINATAPAI

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. Comenzamos el año con MAMIHLAPINATAPAI, el entendimiento con la mirada. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de MARZO

Relatos

ABR120. RESPONSABILIDAD, de José Manuel Molina Monclova

La espada había sido entregada a su nueva dueña, la línea de sangre continuaba, su anterior poseedor había caído en el campo de batalla defendiendo su hogar de un enemigo más poderoso. Ahora esa gran responsabilidad recae en unas manos jóvenes y fuertes para sostener la pesada carga física y moral, para ello cuenta con el apoyo de todos aquellos que siguen a la causa, están a su disposición para obedecer sus órdenes.
No hay tiempo para lamentos, estos vendrán cuando ella y sus caballeros venzan al enemigo y la paz vuelva a prevalecer sobre la guerra en su hogar.
Ahora es momento de empuñar la espada y alzarla para dejarla caer con fuerza sobre aquellos que perturban sus vidas.

ABR119. EL GUANTE, de Alfonso González Cachinero

Mientras lo recogía —ella estaba observándolo—, supo que era hombre muerto. Fue al agacharse cuando recordó que desestimó las clases de esgrima por considerarlas una brutalidad y que nunca había disparado un arma de fuego. Incorporándose, reparó en que el brigadier Liancour era un reputado espadachín que se había batido en varias ocasiones, venciendo siempre. Erguido, advirtió que le quedaba una puesta de sol y que ese era el último estado que conocería de su propia alma.
Ya en su domicilio de la Rue d’Anjou —previa visita a un amigo, que aceptó horrorizado ser su padrino—, pasó la noche escribiendo febrilmente su poema «Plegaria a Lucifer«, considerado uno de los más geniales en la lengua de Molière, cuyos versos más célebres pueden recitar de memoria hasta los párvulos de Francia.
A la mañana siguiente el brigadier no acudió al duelo: había muerto al atragantarse con un bocado de manzana. Nuestro protagonista no volvió a escribir una sola línea y días después fue hallado en uno de los árboles de su jardín. Un manzano, precisamente.

ABR118. COTA DE MALLA Y HORMIGAS, de Jordi Llorens

Tengo un amo de lo más distraído. Un despistado puro. Además, es parco a la hora de pagar mi trabajo, tanto en monedas, como en palabras de agradecimiento. Por lo tanto mis esfuerzos por complacerle están marcados por la indolencia. Ahora está terminando de colocarse el yelmo, pero de mi brazo derecho cuelga todavía su camisón de lino. Como casi siempre que hay batalla y esta tenso, se le ha olvidado pedírmela. Y a mí no me han instruido para tener iniciativa. Espero que las hormigas,que se me han colado sin querer en su camisón,no tarden demasiado en cosquillear su noble espalda,porque es el mejor en el arte del baile de San Vito. Como se menea! Y yo merezco una recompensa en forma de diversión!. Ya reconozco ya, que es difícil rascarse vestido con una cota de malla de 20 Kilos. Pero él es el caballero. Su destino está escrito con letras doradas. Le esperan grandes gestas. Aunque la de hoy se limitará a que consiga rascarse. Para mí, será un día más de vida. En el campo de batalla, los escuderos podemos rascarnos, pero somos blanco fácil para las espadas y las lanzas.

ABR117. CAMBIOS, de Miriam García León

Recuerdo que esa mañana teníamos que reunirnos, los doce responsables de cada planta, en la gran sala de juntas.
Una sensual y agradable chica rubia, que había visto esa mañana por los pasillos, entró en la habitación con una bandeja de café y unas pastas, las puso encima de la mesa y se marchó.
Instantes después, las dos puertas de roble se abrieron de nuevo, dando paso al hombre que siempre acompañaba al jefe, pero en esta ocasión era a la señorita rubia de los cafés a la que acompañaba.
Se aproximaron rápidamente a la mesa repartiendo unos papeles a cada uno. Luego apagaron las luces y un proyector empezó a mostrarnos imágenes del jefe.
Después de diez minutos de imágenes, la sala se iluminó de nuevo y el acompañante del jefe dijo:
– Caballeros, les presento a la nueva dueña de la empresa, la hija del fallecido señor Cruz.
Un silencio inundo la sala, hasta que me decidí aplaudir y los demás se unieron a mí.
Los cambios no tardaron en notarse en la empresa ya que a los tres días recibí una carta de despido en mi mesa.

ABR116. CABALLEROS?, de Teresita Bovio

Cuando se habla de Caballeros, la mente se dispara e imagina poderosos e invencibles centauros, protegidos por brillantes armaduras, espada en mano listo para defender su patria, su honor y a su amada. El legendario Don Quijote, aparece como por arte de magia en nuestra mente.
En América tal titulo no tiene correspondencia, puesto que aquí nuestros antiguos guerreros, eran gauchos o nativos y su vida estaba lejos de ser una brillante carrera de honores y glamour. Era a sangre y fuego, matar o morir defendiendo la naciente patria.
En el único sitio donde en la actualidad se puede leer tan noble como honorífico titulo es en la puerta del baño de hombres. ¿Significa esto que ya no existen caballeros? Doy fe de que no es así. Este país hace unos días fue azotado por inundaciones y granizos, causando grandes destrozos donde mucha gente perdió casa y muebles, fotos e historias. Ellos, los ignotos héroes cotidianos arriesgaron su propia vida, sin capa ni espada, pero si con los pies metidos en el barro ayudando a sus conciudadanos en desgracia, sin pedir ninguna recompensa, solo la satisfacción del deber cumplido, son la reencarnación de aquellos caballeros, su brillante armadura está hecha su fe y buena voluntad.

ABR115. EL FIN DEL REINO DEL CENTRO DEL UNIVERSO, de Antonio Ortuño Casas

Caballeros de triste figura cabalgaban por varios días por recónditos y tupidos bosques de altos pinos, hasta que se tropezaron con los caballeros de alegre figura que hacían lo propio en sentido contrario. Unos iban en busca del centro del universo sin saber que los otros también iban buscándolo; ambos pararon al verse frente a frente, se miraron, unos con caras tristes, los otros con una sonrisa de oreja a oreja y los primeros en hablar.
– ¿Quiénes son sus señorías que vienen tan tristes por estos parajes?.
– No creo que venir tan alegres ayude mucho señores. Déjennos paso que el centro del universo nos espera.
– Dice usted el centro del universo. ¿Por qué van tras él?.
En ese momento apareció en escena una hermosa señora que dejó boquiabiertos a ambos lados.
– ¿Qué vienen a buscar aquí, en mi reino?. Mi ejercito de doncellas y yo no dejaremos que nadie ultraje el centro del universo.
Desde aquel día en la Tierra no ha habido un día tranquilo, entre la alegría y la tristeza, alternándose la una y la otra, entre guerras, han hecho posible que la humanidad solo sobreviva.

ABR114. EL APRENDIZ, EL HECHICERO Y EL LIBRO MÁGICO, de Gabriel Bevilaqua

El aprendiz dibujó un dragón en el libro mágico del hechicero. Al instante la bestia se materializó.
—Ve donde mi maestro —le ordenó el joven—, y en agradecimiento a sus enseñanzas, devóralo de un solo bocado. Luego secuestra a la princesa.
Tras perder numerosos y valientes caballeros, el soberano cabalgó indefenso hasta la guarida del inicuo.
Ya en su presencia y prosternado, dijo:
—No existe reino en esta tierra que valga la vida de una hija. —Y le tendió la corona.
Entonces se oyó un vasto gemido: era el dragón que se desplomaba con el vientre abierto de lado a lado. Por la tajadura emergió el hechicero.
El aprendiz extrajo raudamente el libro, tinta y pluma de su zurrón, pero el maestro pronunció unas palabras y el libro voló hasta sus manos. Mientras desataba a la princesa, el hechicero dijo:
―Majestades, espero que sepáis disculparme: mi memoria no me alumbra como antaño. Si hubierais visto la de cosas inútiles que invoqué…
―Ya habrá tiempo para explicaciones —lo interrumpieron al unísono padre e hija—, ¡el miserable se escapa!
—No temáis; por mucho que corra, jamás le será suficiente —afirmó el hechicero mientras borraba del libro al aprendiz.

ABR112. LAS NIÑAS YA NO QUIEREN SER PRINCESAS, de Mar González Mena

No te abro las puertas. No te regalo flores, ni siquiera en las fechas señaladas. Nunca he cantado bajo tu ventana y no es porque acabe lloviendo, que eso también. No recuerdo tu helado preferido, ni la camiseta que llevabas el día que nos presentaron en… Yo creo que fue en un concierto de Sabina pero tú aseguras que estuviste, meses antes, en el cumpleaños de una amiga común. Me duermo antes de que llegues, no siempre te cuelas en mis sueños y, por las mañanas, no te despierto con un beso. Tú tampoco haces ninguna de estas cosas. Eso sí, me batiré en duelo con cualquiera que niegue que eres mi caballero, compañero de andanzas y fatigas. Juntos no hay molino ni batalla que se nos resista.

ABR111. RETORNO A LOS TIEMPOS SOMBRÍOS, de Raúl Gómez Lozano

Sobre un campo de cadáveres y barro quemado, Lord Peace, el último de los caballeros de las Tierras Altas de Wisdom, avanzaba con resolución firme y paso tembloroso. En un mundo de ambición y avaricia, solo su ejército osó rebelarse ante los Hombres sin Alma; reyes que usaron el poder de la codicia para corromper el espíritu de sus semejantes y convertirse en líderes de una sociedad oscura y deprimente. Una era en la que los vecinos de las tribus se mataban por trozos de tierra, en la que los padres educaban a sus hijos bajo la protección de la voracidad, en la que el egoísmo alimentaba al odio. Tras meses de batalla, Peace consiguió acabar con las tinieblas al introducir los corazones ponzoñosos de los Hombres sin Alma en un bote hermético. Con el yelmo sangrante y el ánimo aplastado, alcanzó la cima de la Gran Montaña Nevada, y escondió la mayor amenaza del mundo en la cueva más recóndita de aquel apartado lugar, suplicando piedad a los dioses para una Humanidad condenada.

Eones más tarde, el joven Adam Smith decidía adentrarse en una gruta del camino para guarecerse de una repentina tormenta especialmente oscura y extrañamente deprimente.

ABR109. LA TRAVESÍA, de Rafa Heredero García

En el año del Señor de 12…, el abad del Monasterio de M***, al comprobar cómo los Santos Lugares eran sistemáticamente negados a la verdadera fe, decidió dedicar su vida a reconquistarlos, y convocó para ello a todos los caballeros que desearan seguirlo. Su fama de santo excedía las fronteras de su patria, y muchos acudieron a su llamada atraídos por la posibilidad de conquistar gloria, riqueza y un lugar imperecedero en la Historia.
El abad, sin embargo, consciente del mal que podía impedir la gesta, fue inflexible y sólo escogió a los mejores entre los más santos, y de ellos, a los más puros entre los más castos; además, para proteger el viaje contra el gran pecado de la lujuria, con los donativos que recibía, hizo construir un barco en el que sólo se utilizó madera jamás tocada por mujer alguna.
Cuando estuvo preparada, la expedición inició su travesía en un clima de absoluto fervor entre rezos, misas solemnes y loas a Nuestro Señor, pero nunca llegó a su destino. Aún hoy sigue condenada a navegar sin rumbo en un inmenso mar vacío de música, de flores, de alegría, de belleza, hasta que descubra cómo expiar su verdadero pecado.

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