Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
1
6
horas
0
7
minutos
2
9
Segundos
1
7
Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

UN HOMENAJE INSPIRADOR…

EL ERROR

Oigo un grito terrible de mi hija. Corro hasta su habitación y la veo sobre la cama, señalando aterrorizada un extraño insecto que se arrastra por su alfombra. Sin pensarlo, lo aplasto con mis mocasines de verano. Me siento junto a ella, la acaricio y observo que el animal aún mueve una pata. Me agacho, lo miro de cerca y percibo un murmullo agónico: “¡Helfen! ¡helfen!”. Entonces entiendo todo. Acabo de matar a Kafka.

Raúl Sánchez Quiles. ANTOLOGÍA DEL MICRORRELATO ESPAÑOL. Edit Cátedra

AGO119. INFESTACIÓN, de Alfonso Carabias Antúnez

Sus palabras me dejan por momentos desconcertado, sin reacción, pero en un instante mis sospechas se vuelven certezas y todo cobra por fin un sentido claro e inequívoco.

Que el primer exterminador no consiguiera acabar con ellos no lo consideré más que el fruto de una incompetencia dispersa con la que de cuando en cuando uno se cruza.

El que la segunda empresa tampoco lograse su cometido me pareció una variable más dentro de una casuística anárquica que no terminaba de entender.

Pero el tercer intento llevó a mi casa un hombre de atuendo oscuro y tez sombría que apenas necesitó un momento para establecer un dictamen que cayó sobre mí como el mazo de un juez que dicta sentencia.

Creo que siempre lo supe, o quizá lo sospechara, aunque en ningún caso lo quería reconocer; cuando ese hombre, o lo que quiera que fuese, dijo que los gusanos que desde días atrás infestaban mi casa y mi vida no provenían de ningún sitio en general sino de mis entrañas en particular los acontecimientos se precipitaron; reconocí lo irremediable y eché la vista atrás, dejando a continuación que todo siguiera su curso hasta el final.

ESTA TARDE UNA FINAL DE VIAJES MUY MUY CONOCIDA

No podemos perdernos el lujo de encontrar a tanta gente conocida como finalistas de un concurso de buen nivel…
No faltéis a la cita, esta tarde hacia las 5 y media de la tarde tenemos la final de Relatos de Viajes convocado por la Cadena Ser y la Escuela de Escritores
Entre los 5 finalistas tenemos a 
PALOMA HIDALGO, MAR HORNO, XAVIER BLANCO Y YOLANDA NAVA
Ahí estaremos
…desearos suerte a todos sería ridículo porque sólo habrá un ganador, así que sólo queremos que disfrutéis mucho de ese privilegio de haber convencido con vuestro trabajo

AGO118. LA GARRAPATA, de Begoña Heredia

-Menos diez, cierro y gano otra vez
– ¿Cómo lo haces Andrés?
– Es fácil, observo las cartas que salen durante la jugada.
-No me refería a estas partidas de chinchón a las que has cogido afición a compartir conmigo bajo la sombra de este árbol.
-Ah ¿No?- me contestó con una sonrisa renovada y con cierta ironía.
-Hablaba de cómo haces para estar tan tranquilo; te han quitado todo, no te hablas con tu gente… ¿Cómo lo haces?
– Soy un perro.
-No lo creo, yo siempre te he tenido por una persona honesta, incluso justa.
-¿Ves ese perro?
-Sí, está ahí desde que empezamos a jugar y por cierto, al pobre otro perro le acaba de arrebatar su hueso.
– No. Se lo ha dejado quitar. Está más interesado en arrancarse del cuello una garrapata que lleva incordiándole toda la mañana, y cuando lo consiga se sentirá relajado, feliz y tan fuerte que sus huesos, los que le importan, ya no se los podrán quitar.
Sorprendido miré al perro y esa vez fui yo quien sonrió.
-Pues yo ya me quité la garrapata y… cierro de nuevo y vuelvo a ganar.

AGO117. DE MARIPOSA A ORUGA, de Nacho Rubio

La historia arranca con unas pinzas mal sujetas, un taxidermista distraído y la tornasolada Loé que se esfuma tras los ventanales. Huye dejando a lo lejos el olor a cloroformo, las decenas de infelices hincadas en vitrinas, la eternidad y su aliento de alfiler en el abdomen. ¡Maldita belleza!

Loé se oculta en el jardín. Le acosa una nostalgia dulce, chispazos de los días que precedieron a la gran transformación: «¡ay, condición dichosa del que pasea inadvertido!», se lamenta antes de reemprender el vuelo.

Aletea incansable hasta encontrar un capullo quebrado –allí alcanzó la metamorfosis–. Se contorsiona, se contrae. Traspasa la oquedad que conduce de regreso al interior. Ahora cierra los ojos, dobla y desdobla las alas en pliegues que se solapan sin fisuras al tórax, se le enroscan las antenas en espirales invisibles. Su cuerpo de crisálida se torna elástico, le brotan ventosas, hebras urticantes. Agarra después un filamento, deshilacha la envoltura y la absorbe sin dejar rastro. Finalmente, echa a reptar por el tronco, ebria de su hazaña, sin percatarse de la ráfaga emplumada que la embiste con pico amarillo. Lástima que su oído de oruga no sea tan fino como el de las mariposas.

AGO116. SEÑOR PRESIDENTE, de Raúl Ariza

Hoy ya hemos follado tres veces y aún no ha anochecido. Ayer fueron dos, y otras tantas el lunes. Desde la conversación que mantuvimos está desatado. Regresa del trabajo en plena urgencia y ni me pregunta. Tras un par de toscos besos y algún requiebro lúbrico y extemporáneo, me aborda en cualquier lugar y a cualquier hora. Es casi un acoso, puro frenesí egoísta y profano.

Cuando el otro día le dije que teníamos que hablar, se puso a temblar y al instante aseguró propósito de enmienda. Admitió sus errores, su falta de tacto e incluso confesó un viejo afer con su secretaría, ocurrido cuando todavía éramos novios. Luego juró una metamorfosis total en su comportamiento y me pidió una segunda oportunidad para demostrármelo.

Desde entonces que no vivo. Me regala flores, sin mayor pretexto, me colma a cumplidos que yo no le pido y me busca seguido para hacer el amor, aunque a mí no me apetezca. Es tal la precipitación en la que me hallo, que aún no he podido decirle lo de la plaga de cucarachas que asola la escalera, tal y como me pidieron los vecinos que le trasladase.

AGO115. THAT´S ENTERTAINMENT, de Juan Fuente (Barlon)

Tiré de él por el lúgubre callejón. En la puerta un cartel anunciaba algo ya ilegible, y sobre el dintel una luz parpadeaba como un faro que desease avisar a los descarriados. Protestó de nuevo pero insistí. Entramos y un señor con botas altas, casaca y un sombrero alto y colorido nos recibió sonriente.

—Bienvenidos. Soy Maese Lubetts. Les mostraré un espectáculo que muy pocos han visto.

Tras resoplar torciendo el gesto, papá abonó las entradas. Unas sillas que padecían artrosis nos acogieron, y un foco tuerto centró su mirada sobre un raído telón. Al compás de la sonora voz del maestro de ceremonias se abrió, pero no había nada. De pronto vi los primeros artistas: los malabares con su colorido, los trapecistas, Otelo, la estrella del alambre. Papá seguía rezongando mientras el señor Lubbets anunciaba a los hermanos Piojonenkov, equilibristas, sin reparar en el brillo de mi mirada. Luego actuó el domador de pulgones y como colofón, Boris, la hormiga bala. Yo reía aplaudiendo como nunca hice, pero papá aún gritaba cuando salimos. No había visto nada.
No quise decirle que los trapecistas se habían venido conmigo; los sentía en mi pierna.

Noté una picadura y sonreí.

AGO114. LO BUENO POR CONOCER, de Isabel López Soriano

Éramos veintitantos y ninguno de nosotros conocía muy bien la región. Sin embargo éramos intrépidos y valientes. Nos gustaba cargar con nuestra comida a cuestas y con los materiales que nos podrían venir bien para improvisar un campamento con posibilidad de convertirlo en definitivo, si resultara conveniente.
Aquella mañana nuestra expedición estaba bien provista. Nuestras obreras habían dado el do de pecho cargando con un peso extra a lo usual en su jornada de trabajo. Al llegar al campamento base las exploradoras salieron y tras una meticulosa inspección, como es su costumbre, nos informaron de la gran posibilidad del lugar. A todas nos pareció una gran idea porque éramos plenamente conscientes de la ruina en la que en un futuro muy cercano, se convertiría nuestra casa.
Nos pusimos manos a la obra: túneles de aprovisionamiento, celdas de noche, entradas y salidas, cámaras reales, etc.
Una vez el proyecto hubo tomado consistencia, los exploradores volvieron a informar a nuestro núcleo original.
Regresaron días más tarde con aquellos que, como nosotros, consideramos que es mejor lo bueno por conocer que lo malo conocido.
Elegimos a nuestra joven Reina, distribuimos las funciones y empezamos nuestra vida en nuestro nuevo hormiguero con una gran ilusión.

AGO113. RENACER, de Miriam García León

Cuando me enamoré por primera vez, yo era una flor joven y bella que nunca había salido del invernadero. Mi amado me eligió un día después de unas cuantas visitas a mi hogar.
Al principio todo era perfecto, él me regaba, cuidaba mis hojas y yo le regalaba mis más vivos colores y un aroma que embriagaba.
Una mañana muy soleada, decidí abrir mis pétalos al sol para absorber todo su calor, pero al parecer a mi amor eso no le gustó. En los días que siguieron a ese, no recibí ni agua ni ningún otro cuidado por su parte.
Poco a poco mi belleza se fue perdiendo porque tan solo me regaba muy de vez en cuando, yo sacaba fuerzas de donde podía porque era muy joven para dejarme llevar. Un día de una de mis hojas cayó una semilla y por un instante volví de nuevo a la vida.
Intenté ocultar el brote, porque sabía que si él lo veía acabaría con nuestras vidas. Así fue, ese día caímos por la ventana. No me importó ya que ahora podría regresar a mi hogar y perder de vista al insecto que nos había hecho perder nuestro encanto.

AGO112. SALTO DE ESQUÍ, de Ángeles Sánchez Gandarillas

– Hola Juan, ¿vienes contento de tus vacaciones por Austria?
– Contentísimo; por fin pude asistir en directo a las pruebas olímpicas de salto con esquí. Me compré una entrada al lado del podium, por cierto que carísima, y además, tuve la suerte de presenciar un salto que superó en 50 metros el record mundial que tenía Johan Remen. Aquel hombre parecía volar, incluso, pasó por encima del vallado de protección de la pista…
– ¿Le pediste un autógrafo cuando recibió la medalla de oro?
– No se la pudieron entregar porque no aterrizó.
– ¿…?
– ¿Te has fijado como queda un mosquito en el parabrisas del coche en marcha, verdad? Pues así quedó el saltador sobre la cristalera del piso diez de una urbanización cercana.

AGO111. INSECTOS, de Rubén RojasYedra

Cada mañana, eran cinco los insectos de la cocina que me recibían en fila y bocarriba junto a la lavadora, y así día tras día. No soy especialista en bichos, pero diría que a más de uno le estaba costando seguir el meneo apurado de patas y antenas, los duros ensayos en decúbito supino. Se estaban entrenando a conciencia para morir.

Ayer mamá volvió del pueblo y ya no he vuelto a tropezar con el pelotón de invertebrados. Seguro que hubiera resultado admirable contemplar con qué disciplina y hasta con qué humor aspiraban sus últimos alientos de pesticida.

AGO110. LA HISTORIA VERDADERA, de Antonio Toribios

-Ya le dije, madre, que ese nuevo huésped nos iba a dar problemas. Lo primero, ese rostro inexpresivo, y el color ceniciento de su tez. Luego esos ojos saltones, opacos, que no sabías nunca si te estaban viendo. Cuando alquiló el cuarto nos extrañó que retirara las tiras matamoscas, y más que se negara a que echáramos DDT como hacemos siempre en verano. ¿Se acuerda, madre? Mira que lo comentamos. ¿Y qué me dice de ese andar tan muelle y desgalichado, que parecía que se mecía en el aire? Está además el tema del jamón rancio que se comió sin rechistar, y el de los restos de la lata de escabeche. Cualquier otro nos hubiera denunciado a sanidad, pero él parecía contento. Hablaba poco y como en un suave bisbiseo, y dormía mucho. Tanto que nos preguntábamos en qué trabajaría levantándose tan tarde. Y ahora esto, abro la puerta y me lo encuentro convertido en un bicho enorme. ¿Qué hacemos, madre? ¿Llamamos al médico, al veterinario, a un fumigador, al National Geographic?

– No sé, hijo, de momento voy a avisar al señor Franz, el del segundo. Lo mismo le sirve para escribir una historia de las suyas.

Nuestras publicaciones