Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

AGO39. EL CICLO DE LA VIDA, de Aurora Royo Cañadas

En mi vida hay dos amores. Uno es femenino y otro masculino. Ambos son importantes caudales, fuente de enseñanzas y experiencias. Los dos me han ayudado a entender que ningún instante es igual a otro y que la vida es un constante fluir. Ambos han forjado mi carácter. Me han enseñado que es muy difícil domeñar su fuerza y que cuando se enfurecen, el hombre es incapaz de detener su voluntad. Ante sus avenidas he visto aflorar lo mejor y lo peor del ser humano.

Estos dos amores son el Ebro y la Ría del Nervión. Y esta historia tiene como fundamento servirme de excusa para introducir un asunto que me ronda la cabeza.

Cuando niña crecí a orillas del Ebro, bañándome en sus aguas y cogiendo lombrices para servir de cebo para la pesca. Ahora es inviable. La contaminación impide ambas actividades. Sin embargo, puedo pescar en la Ría.

Ayer recorríamos las veredas, junto al Pilar, siguiendo la ruta del Ebro, a bordo de un “ESCARABAJO”. Hoy tengo que cambiar de coche y creo que me decantaré por un “NEW BEETLE”. Lo estacionaré a orillas de la Ría, mientras me doy un refrescante baño junto al Guggenheim.

AGO38. GLORIA, de Mei Morán

A saber cuántos vuelos habrían sido ya. Joven y gallardo, capitaneaba el escuadrón y los demás pilotos le seguían sin ningún signo de rebelión, ciegos en su confianza. Rizaban el aire con sus piruetas de alabeo y, a la vuelta, de cabeceo en una demostración de acrobacia única. Durante toda la exhibición dio muestras de un dominio perfecto de las artes de la aviación y del mando. Sin embargo, en un descuido inexplicable, uno de los pilotos abandonó la formación y se descarrió dirigiéndose a una deriva inexorable. Los esfuerzos para llevarle al redil fueron vanos. Inició un descenso en picado dramático, de consecuencias terribles. El general, preocupado e inquieto por haber perdido a uno de sus mejores hombres se revolvía en el duermevela delirante producido por las fiebres. El zumbido revuelto de los aparatos le perforaba la cabeza trastornada. Yacía decrépito, senil. Ni gota de aquella bravura con la que bombardeara otrora al enemigo y sus ciudades.
El manotazo salvador de la enfermera acabó con la mosca. Rabiosa, atronadora había cercado al moribundo toda la mañana. Él volvió a planear durante días. Ahora ya sin motor. En silencio. Soñando los colores de la bandera que dejaban las estelas de los aviones. 

AGO37. GRILLOS, de Ricardo R Gonzalez Ramos

No tendría yo más de 8 años cuando cacé por primera vez, eso si, sin muerte, claro.

Incluso era bucólico. Bastaba una plantita de tallo largo. Aunque existía otra versión menos fina según mi amigo el “Milindris” que era mear en el agujero. El animalito afloraba e inmediatamente pasaba a su jaulita, como en los safaris de Hatari.

La segunda parte era menos atractiva. Convencer a mis padres.

En aquel tiempo no estaba tan asumido el ecologismo. Yo tuve que aceptar aquella ideología.

-¡Si el grillo sigue en la jaula y come lechuga, tú sigues en casa y comes acelgas!

Y cedí.

Vagamente recuerdo haberle oído cantar una o dos veces al pobre insecto en su corto cautiverio. Y ello coincidió con tórridos días de agosto.

Sorprendentemente he sabido que el calor de la abrasadora Sirio nos es anunciado por los grillos:

Temperatura en ºC = (Cantos de grillo por minuto partido por 5) – 9

No dudaré yo de la fórmula que nos legó Svante August Arrhenius. Nobel de química de 1903.

Admirable su paciencia.

AGO36. EL SECRETO, de Mari Carmen Brun

En el jardín imperial, un grupo de gusanos de seda se disponía a desayunar unas apetitosas hojas de morera, cuando el más gordo de todos y que parecía ser el jefe, se dirigió a ellos para decirles: –¡deprisa muchachos! tenemos un importante trabajo que realizar: se trata de fabricar los hilos más finos y delicados que hayamos realizado jamás y que han de servir para tejer la tela del vestido, que lucirá en su boda la hija del Emperador.-

Rápidamente se pusieron manos a la obra y fabricaron kilómetros y kilómetros de hilos.

Cuando llegó el gran día la princesa estaba espléndida, a su ya de por sí belleza natural, había que añadir cómo la realzaba el espectacular vestido que llevaba. Todos estaban con la boca abierta; unos exclamaban: ¡qué elegancia!! Qué pliegues tan favorecedores! ¡Cómo se adivina la suavidad de la tela en el tacto!…

Otros no paraban de preguntar: ¿Quién habrá fabricado esas telas de brillos irisados y vivos colores? ¿a qué lejano país habrán ido a comprarlas?. ¿Será obra de los dioses?…

Mientras tanto, en el jardín imperial, unas feas mariposas revoloteaban satisfechas por el deber cumplido.

AGO35. EL AMANTE, de Ramón Ruiz Moreno

Le conocí un día de verano. Me miró y aguanté su mirada con indiferencia. Se me aproximó y dejé que lo hiciera. Dio una vuelta a mi alrededor y me gustó, así que permití que prosiguiera acercándose. Me abrazó fuerte y delicado a la vez y debo confesar que me gustó su contacto. Era un auténtico animal con el sexo; el mejor amante que nunca había tenido. Ninguno antes me había hecho sentir lo mismo que él. Debo confesar que me costó mucho hacerlo, pero la naturaleza siempre te obliga a ello y con todo mi dolor lo devoré… Es lo que tiene ser una dama de mi especie, siempre condenada a estar sola.
¡Qué duro es ser una hembra adulta de mantis!

AGO34. DECIDIDA, de Lola García Roldán

En casa me tomo el antihistamínico que me han prescrito en urgencias.
Tarda un día en surtir efecto, por eso hoy convencida hago la maleta.
Me llevo la cajita de mi madre, mis útiles de trabajo y un par de libros.
Dejo las picaduras, las ronchas, el picazón y los sarpullidos que me ha venido ocasionado el insecto con el que he compartido mi vida durante los últimos años.
Después abro la puerta y salgo.

AGO32. VEGETARIANISMO METAFÓRICO, de Héctor Hernández

Yo debí haber sido entomólogo, o no, más bien gourmet. Porque la verdad sea dicha, me fascinan los insectos. Primero me interesé por su anatomía; luego, por experimentar sus texturas; y, finalmente, di el paso que me faltaba: probarlos. He comido grillos, arañas, caracoles, hormigas, mariposas, en fin, todo insecto que tenido en mis manos ha ido a parar a mi boca. Los escorpiones los prefiero fritos y sin aguijón; las abejas, sin alas porque se atoran entre los dientes; a los coleópteros trato de evitarlos porque me provocan agruras. Lo que sí es que a nadie le he confiado mi afición o debilidad por estas ambrosías, como las llamo yo. Y digo debilidad porque –quizá por ser tan blanda la dieta– a toda hora siento hambre. También es cierto que desde que comencé este nuevo régimen me he ahorrado una buena pasta en alimentos y mi salud ha mejorado considerablemente. ¡Me siento como un toro! Si no fuera por esta extremidad que me ha comenzado a salir a la altura del tórax, no me preocuparía en lo más mínimo de los comentarios malintencionados que hacen los de la oficina cuando me ven intentando trepar por las paredes.

AGO31. AL NENE PUPA NO…, de Jesús Alfonso Redondo Lavín

Agachándome bajo las ventanas, di dos vueltas a la escuela. Allí nos hacinábamos, en una misma aula, los niños de 4 a 9 años. Por eso, cuando hube de aprender las preposiciones, ya me las sabía de tanto oírselas cantar a los mayores.
Bajé al río, revisé los agujeros de mis ladrillos hundidos; eran mis trampas para cangrejos. Cacé una libélula. Arranqué sus alas; luego las guardaría dentro del misalito nacarado de mi primera comunión.
No hice nada, especialmente excitante, aquella mañana.
Recuerdo que al subir del río, mirando un gran escarabajo irisado, que libaba sobre el esférico corimbo de la flor de una cebolla albarrana, me asaltó la angustiosa pregunta sobre mi existencia en el mundo y su sentido. Quizá esa fuera la gran lección del día.
Finalmente era ya un hombre, había pasado con valentía el rito de prueba de madurez. Había hecho mi primera y única “pira” a la escuela. Aquel día hice “novillos”.
En casa, al atardecer, mi madre tendía la ropa; yo, sentado en el balcón, hacía pistolillas con pinzas. El abuelo tras su jornada de maestro rural, preguntó desde la calle:
– ¿Está malo el niño?
– No, ¿por qué?
¿Recordáis?: Al nene pupa…

AGO30. ENTOMOFOBIA, de Nuria Casado Marco

Mi estado febril, acompañado de vómitos y frío intenso, me hace sospechar que padezco paludismo, desde que aquel mosquito se hizo fuerte en mi casa y en mi cama, lanzándose en picado cuando me vencía el sueño. Esto, junto con otras afecciones como: la disfunción digestiva, el color amarillento de mi rostro, del que estoy convencido producto de la ictericia de un mal funcionamiento del hígado, y mi propensión a las infecciones respiratorias, hacen de mi persona un despojo humano. Para colmo de males, en el trabajo no me toman en serio, y piensan que todo es producto de mi imaginación enfermiza, sobre todo cuando llego y me espetan dándose un codazo:
-¡Que nos duele hoy Morales!
Pero aquel día iban a tener una prueba de mis padecimientos, pues amanecí con un ruido ensordecedor en mi cabeza, como el estruendo de mil tambores machacandome a la vez. Pensando que se trataba de un infarto cerebral, llamé a mis compañeros en busca de auxilio. Sentí un cosquilleo en la oreja, y ellos se quedaron mirándome anonadados, cuando llevándome el dedo índice, atrapé una hormiga que salía de ella de tamaño considerable, que les enseñé con sonrisa triunfal.

AGO29. INSECTOS DE CIUDAD, de Jorge Gutiérrez Diego

En los centros comerciales, en las calles, en las universidades, en el metro, en todos lados se aglomeran, sintiendo que todos son igual y que nadie es importante, como en una colmena. Todos trabajan para el mismo fin, que no saben bien cuál es, y los jóvenes van de entrevista a entrevista de trabajo, como si fueran polinizando cada uno de los puestos vacantes. En la tele y en los periódicos ven a la abeja reina, o a su representante, diciendo que sigan trabajando, porque el invierno será largo o algo así. Hay que guardar provisiones, aunque ellos no lo hagan, aunque ellos, tal vez, luego se las roben. Malditas cucarachas. Hay algunos que siempre fueron más listos, o más viles y avaros, también abundan entre los peones. Malos bichos, dicen algunos. Pero en la ciudad, llena de trampas y tramposos, siempre hay quien simplemente quiere revolotear tranquilo, sin hacer daño a nadie, pero sin participar en las insípidas y, a veces, cuestionables tareas y práctic
as de la masa. Insectos inofensivos, que no pican. Porque, al fin y al cabo, todos somos insectos de ciudad, unos mejores y otros peores, reinas y peones.

AGO28. ACORRALADA, de Yolanda Muñoz

Llega el verano, y hay muchas cucarachas.

Hoy, me levante con ganas de pisar, y de matar. Sal de ahí, se que estas detrás de la lavadora, no te veo pero te huelo. Te voy a sacar las tripas, no huyas negra cobarde. Mi zapato me decía.

¡Písala!, ¡písala! Tranquilo no te apures la tengo acorralada. Sal de ahí, le repetía una y otra vez, hazme cara como lo hacías ayer en el baño. Da igual que corras, lo tengo decido; voy a espachurrarte.

Grite, ¡ya te tengo! ahora eres mía; esta sombra es tu muerte pequeña.

Y de pronto, escucho una vocecilla que me decía; eres idiota, un chulito, no me das miedo, tontito. Y entonces dije; ahora sí que te ha llegado la hora y la pise con todas mis fuerzas. Crusssss.

http://yomismawoedpresdotcomdotcom.wordpress.com/

Yolanda Muñoz

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