Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

JUL45. NO SOY LIBRE, de Lola García Roldán

No lo he sido antes de conocerte, ni lo soy ahora.
No me gusta como me tratas ni los motivos que te mueven para ello.
No quiero seguir tu juego y caer en la trampa que me conduce a un sin salida.
Preferiría no hacer ciertas cosas que según tu me benefician.
Solo me das lo que te sobra, te enfadas cuando no acepto.
Debo luchar pero me siento atrapado ¿qué opción tengo?.
Al fin y al cabo vivo a tus expensas, tú me compraste, eres mi dueño.
Tampoco me has puesto nombre. Me llamas guarro…, quizá porque soy un cerdo. Tu cerdo hasta cuando quieras, quizá hasta el matadero.

JUL44. LA DESCARGA, de Karina De Paolo

Preferiría no hacerlo, pero si no lo hace corre el riesgo de perder su empleo, y en esta época de recesión eso sería una maldición. En casa lo esperan sus tres hijos, su mujer falleció en el último parto. Está solo y todos dependen de él.
Hay mucha gente esperando el espectáculo, no saben que lo que está por pasar es injusto. Pero había que encontrar un chivo expiatorio para limpiar la imagen de la institución.
Le sudan las manos, está a punto de cometer un pecado imperdonable. A través de una de las rendijas de la cabina que lo contiene observa nervioso los pasos previos a su entrada en acción. Se revuelve en la silla rogando que un milagro detenga las cosas antes de que sea tarde.
Corren los minutos. Su corazón palpita rápidamente, su oído recibe claramente la orden que le llega desde la sala.
– Descarga uno…
Preferiría no hacerlo…
Pero lo hace. Su mano temblorosa baja la palanca que da paso a la descarga eléctrica. Con lágrimas en los ojos pide perdón a Dios por lo que está haciendo.
Un hombre inocente ha pagado con su vida un crimen que jamás cometió.

JUL43. ASI DE FÁCIL, de Laura San José

Empuñó el tostado hambrienta, hubiera preferido no hacerlo pero estaba apurada por terminarlo antes de que Julio apareciera y la viera comiendo. Si la persona que tenía enfrente le interesaba perdía el apetito, se inhibía. En su adolescencia, una semana entera se dedicó a comer y luego expulsar lo comido en un vomito que la llenaba de felicidad. Fue solo una semana porque cuando su madre se dio cuenta enseguida le dijo “O paras con esa pavada o te interno”. Y Lili paró con la pavada.

www.lascosasdeldecir.blogspot.com

JUL42. BIENAVENTURANZA, de Antonio Toribios

Nicéfora se secaba las manos en el mandil y me decía: “qué bonita es la inorancia señorita” y me miraba tierna y un poco arrebolada. Venía de un pueblo pobre, de los de pan llevar. Las pocas cartas que llegaban, yo se las leía. “Se ha muerto el ternero y padre está malo. Será por el disgusto”, escribía su hermano pequeño, con letra picuda de escuela de pueblo. “Qué bonita es la inorancia, señorita”. Se echó un novio que conoció un miércoles, la tarde que salía. Estaba más contenta, menos sola en la ciudad. Pero un día llegó un mensaje a su nombre, sin remite ni firma, que yo tuve que leerle. “Qué bonita es la inorancia, señorita”. Se puso triste. Me pidió que escribiera a un hermano, que servía al rey en tierra de moros. Al poco tiempo le llegó la noticia de su muerte por tifus. “Qué bonita es la inorancia, señorita”. Desde entonces Forita guardó las cartas en su armario, atadas con un lazo, sin abrir.

http://antorgar.blogspot.com.es/

JUL41. DOLOROSA DECISIÓN, de Mariano Álvaro

Vuelve a mirar el reloj que preside el escritorio en el que lleva estancado casi un año. Las agujas corren más deprisa que nunca; ya se había dado cuenta de que cada día que ha ido pasando de este último año, han ido corriendo más y más. El tiempo se agota como un reloj de arena al que solo le queda un último grano por caer.
Vuelve a mirar el folio en blanco. Está atascado; se siente atrapado. Tiene que entregar la novela en el plazo acordado con su editor, “no te preocupes, en menos de un año tienes tu novela en la editorial, otro éxito, te lo aseguro”, le había dicho entre risas mientras firmaban el contrato que ahora lo ahogaba como la soga al ahorcado. Un año. Pero él no contaba con que el tiempo pasara tan rápido.
Vuelve a mirar la novela que tiene sobre su mesa. Un escritor joven se la entregó en aquella feria del libro para que le diera su opinión de consagrado escritor. Es buena, muy buena.
Vuelve a debatirse entre su conciencia y su angustia. Preferiría no hacerlo.
Vuelve a descolgar el teléfono. “Ya está terminada”, informa a su editor.

JUL40. ENCUENTRO CON LA MUJER MÁS BELLA DEL MUNDO, de Sotirios Moutsanas

Estaba en la cafetería de Bellas Artes. Se me acercó una mujer que era la personificación de la beldad.
—¡Hola! ¿Eres Sotirios?
– ¡Sí!
—Soy Mercedes, ¿sabes?, del concurso.
La abracé efusivamente y entablé una amena conversación.
Ella tenía el pelo rubio, sedoso. Sus ojos pardos radiantes, grandes, cristalinos, te deslumbraban y te sumergían en un mundo de fantasía y belleza. Su carita tersa, límpida, emanaba frescura como cuando la primavera está en su máximo auge. En su comisura de labios de color rosa se reflejaba una doble hilera de dientes perfectos, blanquísimos como el marfil.
—Sabes, Soti, soy una admiradora de tus cuentos personalmente me parecen geniales.
—A mí me gustan también los tuyos.
—Es verdad que puedes diseñar cualquier cuento en cuestión de minutos.
Sin preámbulos cogí papel y lápiz y empecé a escribir. Cuando casi estaba terminado se lo di a leer. Sus mejillas se sonrosaron. Se quedó aturullada, sabía cualquier cosa que iba a decir se impregnaría en el papel. Finalmente dijo:
— ¿Esto no lo mandarás al concurso?
—Me gustaría no hacerlo, pero no tengo otra solución.
Nos quedamos mirándonos con ojos risueños. Lo único que faltaba era un pianista negro para decirle:
—Tócalo otra vez, Sam.

http://en.wikipedia.org/wiki/Sotirios_Moutsanas

HAY FINALISTAS EN SOTO DE SAJAMBRE

Hemos estado una semana sin demasiadas noticias vuestras (es cosa del verano) pero ahora llegáis en grupo… Pues en el concurso de relato breve de la Asociación  Félix de Martino de Soto de Sajambre ya hay finalistas. Podéis leer los 10 seleccionados en este ENLACE, pero antes hay que felicitar a
MAR GONZÁLEZ, KALTON BRUHL, JOSE ANTONIO TEJEDA, 
ELISA DE ARMAS E ISABEL MARTÍNEZ MONTORO 
por haber conseguido ser FINALISTAS.
¡¡ENHORABUENA!!

JUL39. SUPERVIVENCIA, de Esther Gómez

Yo era una persona como tantas otras, con una vida normal. Trabajaba como dependienta, estaba casada y tenía dos pequeños, uno de seis y otro de cuatro. El sueldo no daba para lujos, pero no carecíamos de nada.
Por eso cuando un día escuché decir a los niños: “Mama tengo hambre”´, me pareció increíble. La crisis había entrado en mi vida como si fuera un ente maligno difícil de saciar, ávido del bienestar de los más vulnerables. Se lo había engullido todo; primero perdí mi trabajo, luego mi casa, y por último quince años de matrimonio. Transformó mi realidad en puro sufrimiento. Se acabó el paro, la ayuda, solo quedaba mi desolación y el hambre de mis hijos.
Hice acopio de todo el arrojo que tenía dentro, atravesé la calle y me quedé en la esquina. Aquel hombre entraba y salía jadeante en mi intimidad, el asco me quemaba. Mientras él saciaba su sexo, yo saciaba otro tipo de necesidad .Cogí el dinero me dirigí a un supermercado y compre comida, mucha comida.
He vuelto a esa esquina y créanme si les digo que preferiría no hacerlo, pero la alegría de mis hijos cuando comen resucita mi dignidad.

JUL38. EL COLECCIONISTA DE FRACASOS, de Paloma Hidalgo Díez

Ni ante la foto de las caritas roídas por el hambre de mis hijos, ni ante la cicatriz que dejó el riñón que vendí: reaccionan mejor cuando pido limosna con la navaja de barbero en una mano y las tijeras de sastre en la otra. Preferiría no pensar que lo hacen para ayudar al fracasado, que al menos en dos ocasiones, ha intentado ganarse la vida trabajando; pero tampoco soy capaz de controlar mi pensamiento.

JUL37. LA PRIMERA VEZ, de María Elena Sánchez Álvarez

Recuerdo aquel día, cómo se mofaban exaltadamente de mi inexperiencia. Llevaban meses preparando la cita. ¡Malditos bellacos!
Aún escucho sus palabras al unísono, repitiéndome, que aquella iba a ser buena y cómo sus miradas esperaban respuesta. Entonces, los nervios me sobrecogieron, hubiera preferido no hacerlo.
–Tranquilo, –gritaban– la primera vez ya se sabe… a todos nos ha pasado. Verás como repites. Tú, relájate. Déjate llevar. Sobre todo, disfruta. Sentirás que las manos te tiemblan. Una sensación especial recorrerá tu cuerpo desde la cabeza a los pies, que te enmudecerá. Nada que no puedas soportar.
Minutos más tarde, después de despedirme lacónicamente, comenzó la aventura. Mi corazón bombeaba estrepitosamente, mi mente se desataba. La sensación fue contradictoria: por un lado, sentí un placer desconocido, donde la excitación no encontraba hueco, por otro, el desasosiego de mi insipiencia.
El viaje fue fugaz, pero intenso. Los vaivenes espectaculares, casi me hicieron perder la cabeza, pero no hasta el punto de no alcanzar el éxtasis de la primicia.
Cuando pisé tierra, he de decir que cierto regusto enardeció la hombría de mis genitales. Ya, sin las ataduras de los correajes y mirando hacia el puente, supe que mi vida no corría peligro.

JUL36. UNA COMA, de Javier Sánchez Campos

— ¿Profanar un clásico? ¡Estás loco!
—No te pongas así. Es una simple coma, una pequeña alteración visual. No puede ser tan grave.
—Por menos se han iniciado guerras. ¿No conoces aquello del aleteo de la mariposa?
—No.
—Te lo explicaré. Se dice que…
—La verdad, me da igual la mariposa y sus alas. Sólo me gustan, y poco, los gusanos de seda. Con sinceridad: prefiero la coma.
—Joven, descabezado e ignorante, ya veo. Si le perdemos el respeto a los clásicos, ¿qué nos queda?
—Todo. El inicio. Un comenzar de cero. Un mundo de creación. Reescribir literatura. Reescribir el presente. Quizá, por qué no, reescribir el pasado.
— ¡Atrevida inocencia! La verdad, preferiría no hacerlo. Pero es tentadora tu propuesta, he de admitirlo.
—En realidad, deseas hacerlo. Procedamos, pues, no te hagas el interesante.
Los dos se acercan a un cuaderno en el cual está escrito el clásico. El más joven puntúa el texto y coloca la coma un poco más allá de donde se hayaba la original. El resultado deja a ambos sumidos en ideas totalmente distantes.
«Cuando despertó el dinosaurio, todavía estaba allí«.

JUL35. CERDO BANQUERO, de Ricardo R. González Ramos

Cogí el martillo pero quedé paralizado al verle.
¿Y si pierdo algo con ello?
¿No será muy arriesgado?
Busqué por todos los cajones de la casa. Sé que después del crudo invierno de hace dos años tengo unos guantes.
¡Claro! En el armario de la habitación, donde guarda sus cosas.
Y así es. Ahí están.
Con esto si podré. Me protegerán.
Preferiría no hacerlo.
Después de tanto tiempo, viéndonos todos los días. Acabas cogiéndole cariño, pero…
¡Lo destrozaré de un solo golpe!
Necesito su dinero.
¿Suyo?
¡No! ¡Siempre fue mi dinero!
No puedo esperar más si quiero saldar mi deuda. Si no es así seré yo el odiado deudor.
Inerte, ¡como pesa!
Un solo golpe, certero.
Contar el dinero, pagar y todo se acabó.
461 monedas de 2€ había ahorrado. Me sobraba para cenar con ella.
¡Pobre hucha!

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