Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

66649. LEY SECA, de Rosa Molina

Al roble le asusta la tormenta y araña los cristales. El vaso se desliza despacio, letra a letra. Un rayo ilumina el alarido que estalla en el salón.
Tiemblo. El vaso se detiene, analfabeto. Contengo el llanto.Un gorjeo arrastra pasos chorreantes, rojos. La muñeca del sofá se gira y sonríe a quien ya siento detrás, el aliento en mi nuca, su caricia podrida. Sabes que ni muerta te revelaré la clave del mueble bar, ¿olvidas que juré cuidarte, cariño?, sisea, y después ríe, escupiendo coágulos, reproches y telodijes. Convulso y sediento lloriqueo, resignado. ¿Cómo librarse de un espectro? Antes, tan sólo era mi esposa. Degollarla fue una imperdonable estupidez.

JUN30. LA ALICIA DEL ESPEJO, de Teresa Elena Hernández Villagómez

Abrí la puerta sin querer, buscando sorprender a mi madre en su habitación, más la sorprendida terminé siendo yo, ahí yacía mi madre gimiendo como un animal en los brazos de mi tío Jorge, cerré los ojos y tras de mi la puerta, pero ella me escuchó. 

Fue tras de mi furiosa y dejó claro bajo la amenaza más severa que yo no debía decirle a nadie lo que vi, eso sería el fin de la familia.
 Pero mi alma no podía con tanto peso, era demasiado para mis 8 años, así que corrí al baño y acercándome al espejo susurré lo que había descubierto esa tarde… después me fui a jugar sintiéndome ya liberada. 
Esa noche papá se fue, nos dejó para siempre y mi familia se quedó rota, él sabía todo. Mi madre jamás creyó que fue la Alicia del espejo la que contó a mi padre el secreto de sus amoríos, que no fui yo quien abrió la boca.

66648. LA CRIPTA, de Rafael Aracil

A la entrada de la cripta figura una extraña inscripción. Cientos de expertos en las más arcaicas lenguas que jamás hubieran podido imaginar, no son capaces de descifrar los símbolos que aparecen esculpidos en las colosales columnas de ónix, grabadas con aberrantes bajorrelieves, que custodian el acceso a esa especie de santuario donde se erige un ara en la que, por las reliquias halladas, debieron celebrarse cultos en honor a unos seres anteriores a cualquier edad. Un hedor de algo que lleva descompuesto en el aire evos y evos de eternidad penetra los sentidos de los presentes provocando una terrible nausea que preludia el advenimiento de un tiempo atroz.

66647. LA CUADRA, de María Estévez

A la tía le gusta tomar la siesta, a veces me recuesto a su lado para que me cuente algunas de sus historias. La que más me gusta es la de la cacería de venados. Comenzaba al atardecer, cuando el incipiente crepúsculo se mostraba tímido, proseguía entusiasmada al observarme muy atenta, acurrucada a su frío pecho.
Los animales corrían despavoridos, unos permanecían detrás de los cristales de los pubs y, otros se refugiaban en el metro, pero aún así pocos lograban escapar. Sigue tía, sigue.
Ella sonreía al ver mi carita blanca como el mármol, expectante. Antes de pudiera acabar, yo quedaba dormida sintiendo el putrefacto aliento de la bestia, entonces, la paz.

66646. EL ELEFANTE, de Beto Montes

Al domador no le remuerde la conciencia y empieza la tarea. El nuevo ejemplar es joven y saludable, perfecto para aprendizaje, clava la estaca y comprueba que ha quedado fuertemente empotrada. Ata su pata y observa al animal, deberá estar así por un buen tiempo. Con choques eléctricos le obligará a guardar en su memoria todos los movimientos que, a fuerza de dolor, le enseñará. Algún día se convertirá en una enorme bestia que ataviada con su arnés rojo impresionará a todos el que lo vea. Él, orgulloso mostrará su obra para recibir los aplausos de los padres y sus hijos que en el circo, tranquilamente, observan la función mientras comen sus palomitas de maíz.

66645. FE CIEGA, de Javier Palanca

Allí, donde todo es tan lejano que la huida se antoja imposible, el anochecer se plaga de chirridos de puertas que se atrancan.
Las calles velan vacías mientras en el interior de los hogares se sienten a salvo.
La ofrenda diaria ya esta en la plaza.
Al amanecer, los acólitos limpian la sangre del animal y revisan la cuerda.
El tiempo transcurre tranquilo hasta la ofrenda del sexenio, cuando el sacerdote echa las rulas para escoger un niño menor de seis años.
Un dolor profundo se entrelaza con un triste alivio: Okeand les dará seis buenas cosechas.
No hay tiempo para preguntarse de donde vienen esos acólitos tan bien nutridos, hay que trabajar mientras haya luz.

LA BESTIA CADA VEZ MÁS CERCA

Puede ser la euforia por el regreso de Epífisis… o la ansiedad de la bestia por llegar cuanto antes, pero ayer batimos nuestro récord de páginas visitadas en un día, llegamos a las 2950… 

66644. DÉSESPOIR, de Jesus Alfonso Redondo Lavín

Abrí la puerta; al cerrarla reparé en la rojiza yema de un huevo, resbalando pringosa por la jamba. Noté un tenso silencio solo roto por el raspar de los trozos de unos platos rotos sobre el suelo de la cocina al ser escobados al recogedor.
A mi padre, le habían negado el ascenso. El pasado político de la familia, pesó en el juicio del vesánico tribunal. Y salió la bestia de sus entrañas, aquella misma que tubo que contener cuando con 18 años cruzaba Irún con sus tres hermanos y recibió los golpes de la hebilla de las correas.
─Ahora vas a recibir aquello de lo que te libraste por irte de España en plena guerra.
Tardó mucho tiempo en llegar a mi casa la paz.

66643. EXTRAÑA PRESENCIA, de Gloria Arcos

Andaba ordenando juguetes viejos y muebles desvencijados, cuando creyó oír un ruido procedente de la otra parte del desván. Creyendo que se trataría de algún pequeño roedor, o del gato del vecino, decidió olvidarse y acometer de nuevo su tarea.
Pretendía entregar a una ONG los trastos viejos para que le dieran alguna utilidad, al tiempo que convertía ese espacio en su estudio. Pero al darse la vuelta se encontró de frente con un ser monstruoso, con una mirada sedienta de sangre.
Apenas sin darse cuenta, su mirada, antes vivaz, fue volviéndose vidriosa, entre los brazos de la bestia, mientras esa mujer abandonaba su vida, infeliz.

JUN29. INTERIOR, de Miguel Ángel Cejudo López

No acostumbro a mirarme en el espejo y cuando lo hago es para apreciar mis defectos, que alguno tengo, e intentar pulirlos. Es un acto de introspección y también de representación; es bueno mirarse para adentro, hacia lo que no se ve, porque luego acaba por reflejarse. No acostumbro a mirarme en el espejo, y aunque sea invidente, debería hacerlo más a menudo.

66642. AUDIENCIA BESTIAL, de Tíndaro del Val

Apagado el día, cuando el cielo cambia del rojo sangrante al negro impenetrable, nadie se atreve a internarse en la selva. No se menciona su nombre, pero todos saben que Ella está fuera acechando. Por la noche se escuchan sus estridentes gritos, sus inquietantes lamentos. Y todo en riguroso directo. Cuando alguien pregunta por los ruidos se hace un incómodo silencio. Al día siguiente suelen aparecer entre el follaje guiones mordisqueados, incluso algún cadáver desfigurado, la mayoría de productores de televisión. A pesar de todos los intentos, nadie ha logrado atraparla. Y es que desde que fue injustamente expulsada de su programa, es imposible vivir en paz.

666341. POR SIEMPRE JAMÁS, de Jerónimo Hernández de Castro

Aún no ha sucedido, pero el trágico final está ya muy próximo. El joven toma el hacha y se acerca a la cama de su hermano. Una oscura fuerza lo guía desde su interior hasta su víctima, que ignora cómo la horrible muerte se aproxima con lentitud. El filo cortante se alza sobre la almohada y de pronto el inocente despierta y mira con una sonrisa los ojos de su asesino. Se escucha un grito horrible y un vómito de sangre empapa a los muchachos que se abrazan risueños, mientras un ser extraño se aleja entre aullidos, rayando el suelo con sus colmillos y sus garras, sucio de espumarajos y eternamente desgraciado porque su derrota siempre se repite, una y otra vez.

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