Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
2
2
horas
0
4
minutos
2
1
Segundos
5
0
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

PURO AZAR

NECESITO QUE ALGUIEN ME DIGA UN NÚMERO PARA QUE EL AZAR ME AYUDE… TIENE QUE SER MENOR DE… 200 Y MAYOR DE … 1

FEB74. EL GÉNESIS ESTÁ EN LA BIBLIA, de María Elejoste Larrucea (MEL)

Ni sé, ni me importa en absoluto cual fue el crimen que cometió el monje Herman para ser emparedado vivo. De hecho me alegro, hiciese lo que hiciese, ya que me ha permitido conocer su obra. Suplicó, imploró y el abad aceptó conmutar la pena de muerte si escribía el mayor códice de la Cristiandad en una sola noche. Dice la leyenda que vendió su alma al diablo para conseguirlo, aunque quedó preso de por vida. El maligno incluyó en el libro sagrado su famosa imagen. Miles de veces dibujado por la imaginación humana, jamás retratado al natural.
Los monjes blancos y negros, como peones de ajedrez, se han disputado la biblia maldita durante siglos. Escondido por la Iglesia, codiciado por emperadores, incluso la reina Cristina de Suecia llegó a obsesionarse con él. Su misterio se intuía, pero nadie ha conocido nunca su verdadero poder. Yo sé que es real. En el museo de los tesoros de Estocolmo, dentro del manuscrito espera cual genio de la lámpara ¿por qué, si no, la octava maravilla del Medievo iba a medir un metro y pesar 75 kilos? Yo, Dorian Gray, esta noche le liberaré y pactaré mi propia leyenda: la inmortalidad.

SOBRE SER JURADO , de Miguelángel Flores

¡¡Por fin parió la burra!! Esta votación ha sido larga y costosa. Eran muchos y muy buenos. Un altísimo nivel.
Para mí es la segunda ocasión en la que hago de jurado en esta casa. Y lo hice de nuevo porque me lo pidió Juan. Y cuando él te lo pide, como habréis comprobado los que ya habéis pasado por esto, es muy difícil negarte. Pero sigo pensando lo mismo que la primera vez. Y es que, a pesar de que es una gran experiencia en la que compartes y aprendes de los demás en esas valoraciones, que son auténticos tratados sobre narrativa muchas veces, sigo sintiendo un disgusto interior en esto de decidir con tu voto: tú sí, tú no (que me trae a la memoria además aquella desagradable tonadilla de: esta sí, esta no, esta me gusta y me la como yo). Y, por supuesto, entiendo que alguien ha de hacerlo y que si te toca, te toca. Y volveré a hacerlo si llega el caso. Pero no podré evitar de nuevo la sensación esa de ser por momentos un pequeño-dios-cabroncete-al-que-no-hay-duda-de-que-todo-le-importa-un-comino de esos que tanto abundan en el mundo. Y la verdad, me sobra corazón para ello.

FEB72. FIESTA EN EL PARAÍSO, de Leonor Sebastián Birch

El retrato de la abuela siempre estuvo allí. Ocupaba una pared casi entera del vestíbulo. Proyectaba una imagen recta y solemne y parecía vigilarnos con la mirada cuando subíamos y bajábamos las escaleras.
Una mañana bajé adormilada y cuando me giré vi que el retrato había desaparecido. El cuadro seguía allí. El marco tallado y cubierto con una pátina de oro, el fondo negro y la butaca sobre la que la abuela se apoyaba levemente estaban en su sitio. Era la abuela la que había desaparecido. Desperté a los demás. Mi marido y yo lo mirábamos minuciosamente preguntándonos quién habría pintado encima o lo habría sustituido por el original. Los niños buscaban por toda la casa encantados de que la abuela hubiera salido del cuadro para jugar con ellos al escondite. Pero nadie encontró nada y al cabo de unos días nos habíamos acostumbrado a verlo vacío.
Dejamos de mirarlo y por eso no nos percatarnos enseguida de que la abuela había vuelto. Fue el más pequeño de los niños el que preguntó a los demás ¿qué hace la abuela con un casco de moto, el pelo rojo y chinchetas en los pantalones? ¿Y por qué ahora se ríe?

FEB71. PAREJA DE BAILE, de Blanca Oteiza Corujo

Como cada noche a la misma hora allí estaba ella, con su mirada melancólica observándome.
Su infinito azul me traspasa el alma y el corazón se me encoje al verla sonreír, o eso al menos me parece ver en sus finos labios. Se muestra recatada donde sólo deja entrever el inicio de su cuello adornado con perlas a juego con los pendientes que se intuyen entre la dorada melena lisa por debajo de sus hombros.
Me gustaría sacarla a bailar y danzar abrazados los dos en mitad de la amplia sala a merced del resto de las miradas. Pero como cada noche ella permanece inmóvil en su ventana dorada a juego con su cabello. Agarro mi escoba y sigo el recorrido de cada noche sin demorarme más en mi trabajo.

FEB7O. CUCÚ CANTABA LA RANA, de Marcos Santander Llona

(Boceto uno. Los espacios blancos también se leen. Ah, la blanche, la blanche!)

Escudriñaba con todos los apéndices de mi cuerpo capaces de ello en busca de alimento en un mundo de arco iris                                    de cuatro colores azul-blanco-negro-ocre de distintas y                                 nuevas tonalidades. Tan pronto me encontraba a punto de abandonar            el vértice triangulado de un pezón como recorriendo                                     uno a uno los casi dos mil novecientos centímetros cuadrados de                          un mar de olas afiladas y de aristas entre axilas borrachas de amor antes y             después de traspasar la cortina. Alcanzo  la orilla y a través de un rostro que se       me   antoja africano desciendo
                                                            desciendo                                                                                                                              desciendo para trepar a un monte misterioso cuya triangulidad          abandono para meterme de lleno en un ocre bosque de tonos semianaranjados.  Cuando creo que he alcanzado el borde imposible de mi finito mundo                  alzo el vuelo y recobro mi aspecto humano. Miro hacia atrás y me sorprende                         la mirada de los cinco pares de ojos más bellos y prolíficos que nunca supe              haber imaginado. En ese momento comenzó la vida que merecía la pena ser vivida súbita y cubistamente hablando.

FEB69. UNA NOCHE SINIESTRA, de Rusvelt Nivia


Era viernes. Hacía calor. Estaba lloviznando bajo la noche. No había nadie. Una muchacha en la sala, la contemplaba. Y mucha gente. Luego ella desaparece del recinto como por arte teatral. Cayó en la oscuridad, murió extrañamente, apenas acabó el magnífico monólogo.

FEB68. 50 000 MAESTROS DEPURADOS, de Jesús Redondo Lavín

Hace unos meses, llegó a mis manos un retrato a lápiz sobre una cuartilla cuadriculada. Era una caricatura de mi abuelo Dionisio, sí, el maestro del que ya os he hablado en otras ocasiones. El dibujo estaba en la que fue casa de su hermano, Zenón Redondo, también maestro, en el fondo de una caja de zapatos, de esas en las que las abuelas guardan fotos, cartas y recetas de cocina.

Efectivamente era mi abuelo, con su eterno cigarrillo de “caldo”, liado a mano por aquellos largos dedos amarillentos de nicotina.
Admiré el parecido, pero cuando me percaté de la inscripción que figuraba en la esquina inferior derecha, medio escondida en un pliegue del papel, aquella caricatura cobró valor histórico; reveló angustia, desgracia, piedad y también nobleza:
“ESCOLAPIOS XXXVIII”. Firma: Paco
El retrato se hizo en el colegio-cárcel de los Escolapios de Bilbao, en el año 1938.
Llevo meses reconstruyendo en mi cabeza la escena. Es una prueba palpable del paso de mi abuelo, por las cárceles de la represión y del inicio de su vida de “depurado” y perseguido maestro.
¿Quién fue Paco?…, ¿otro más de los 50.000?…
-Dionisio, póngase de perfil; por favor, permanezca así unos minutos;así.

FEB67. CON OTROS OJOS, de Yolanda Nava

Decía que podía pintarme  sin alterar ni uno solo de mis rasgos. No me atrevía a retarle a que lo hiciera. Pero él siempre me adivinaba, tenía un sexto sentido que le permitía leer mis pensamientos. Un día vino en mi busca con un envoltorio de papel marrón bajo el cual se adivinaba un cuadro. Nunca olvidaré esa fecha: yo cumplía veinte años y ese fue su último regalo. Rasgué el tosco envoltorio con el corazón preso en la garganta. Ante mí apareció la imagen de una joven de mirada limpia y profunda, un seductor mohín dibujado en su boca delataba picardía e inteligencia. Me sorprendió reconocerme en la extraña belleza del retrato pese a no ajustarse a la realidad: su nariz no tenía el tamaño de la mía y, mi piel carecía de la luminosidad  que exhibía la suya. Mi abuelo, esperando mi reacción hacia su obra, golpeaba de forma intermitente el suelo con su bastón de invidente.

 http://microsyotrashistorias.blogspot.com.es/

EL PREMIO MÁS DULCE

Como en ENTC nos gusta haceros participar  y siguiendo una idea que nos habéis hecho llegar os proponemos un juego. El jurado de la final ha tomado su decisión y los participantes de ENTC tienen la suya… ¿Coincidirá? En la columna de la derecha tenéis un formulario para votar a los relatos que más os gusten de los 10 finalistas (nos hubiera gustado hacerlo de los 39 pero habría sido demasiado lío…) Mantendremos la votación hasta el Sabado 23F que anunciaremos los ganadores… y a los otros dos ganadores del público, los elegidos por vosotr@s. Para estos dos relatos, el premio extra será ese codiciado y dulce premio… !la mermelada de arándanos del sendero¡

FEB66. DESMEMORIADO, de Ricardo Ramón González Ramos

De madera de raíz con incrustaciones de roble y nácar.
Sin duda era más bonito el continente.
En el retrato se ve algo bello, pero en el espejo se percibe que dejo de serlo tiempo atrás.
Ya ni ese pelo, ni esa mirada, ni esa apostura, si algún día la tuve.
Recomiendo no pongáis el retrato frente al espejo, un día tras otro os arrepentiréis de vuestra mala vida.
Olvido la escena, suspirando.
Me voy a tomar un café ¿o una tila…?
…¡Mejor un carajillo!

Nuestras publicaciones