Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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5
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

FEB91. EL RETRATO, de Luz Leira Rivas

Mañana se clausura la exposición itinerante y aún no sabe por qué lleva semanas casi atado al banquito, inmóvil, mirando el cuadro. La composición es simple: un rostro femenino que parece escudriñarlo, una ventana, el paisaje urbano que resulta familiar. Pero cada día percibe nuevos detalles. Hoy atisba dentro de la cabina telefónica la figura borrosa de un hombre alto. De repente recuerda esa plaza de Vancouver, y llevado de un súbito impulso, sale del museo, toma dos buses, y alcanza el auricular al quinto repiqueteo. La voz es dulce: «Estás muy lejos, cariño, acércate…». Regresa y obediente se aproxima al retrato, pudiendo advertir ahora, en las pupilas de la mujer, el reflejo escorzado de la habitación donde se encuentra. Un armario macizo y dos sillones rojos le permiten reconocer la pensión y no puede evitar acudir de nuevo. No le sorprende ya encontrarla allí, de cuerpo entero, aunque sí descubrir que estaba pintando. También verse
a sí mismo en el lienzo, inmóvil, observando, sentado en el escabel del museo.
– Disculpa las prisas -dice ella-, pero hoy mismo debía terminarlo. Y gracias por haberte acercado al cuadro, cielo: tanta distancia me impedía apreciar el color exacto de tus ojos.

FEB90. PINCELADAS ATRAPANTES, de Camilla Mora

Una mujer contemplaba la pintura que plasmaba el retrato de un hombre anónimo, creación del artista ya fallecido hacía cientos de años.
¡Qué facciones! La piel blanquecina, delineada a la perfección y perfilada por negros cabellos. Los ojos oscuros y profundos miraban escrutadores y embargando de emociones a quien los vislumbrara. Los labios, no demasiado rellenos y un poco amplios para el pequeño rostro, aunque le daban un carácter exótico.
No pudo soportarlo más, tenía que alcanzar ese rostro. Hacía tiempo que los veía desfilar por delante, pero nunca antes había sentido la imperiosa necesidad de posar su palma sobre uno como sobre aquel.
De pronto, las luces centellearon y la pintura comenzó a ondular hasta sacudirse frenéticamente, asustando a la fémina que miraba el acontecimiento con ojos desorbitados. La cara del hombre se separó del paño con dificultad, como si un intenso pegamento lo mantuviera cautivo. Una mano escapó del cuadro y rozó apenas la tersa mejilla femenina. La expresión masculina evidenciaba el sinfín de emociones que lo invadían: veneración, alegría, esperanza, incredibilidad… La vida se encontraba a solo un paso.
—Si me ayudas, creo que podré sacar el resto de mi —arguyó el retrato.

FEB88. DOS ALMAS… DOS RETRATOS, de Ángeles Medina

Acurrucada en la vieja manta de las “hadas del sueño”, (así solía llamarla de niña) permanecí varios minutos ensimismada ante sus ojos grises y su amplia sonrisa bufona.
Debía de llevar mucho tiempo guardado en el arcón, a juzgar por el marco, algo deteriorado.
No recuerdo enfados descomunales, que lograrán alterar su afable expresión, pero un día su rostro enmudeció por siempre. La desaparición de su nieta, una lluviosa mañana de primavera, lo sumió en una profunda tristeza.
Cada noche, se dirigía a su habitación.
-Aún percibo su olor.- manifestaba en voz alta.
Con sigilo se sentaba en su cama, junto a sus suspiros ahogados , las lágrimas teñían su alma de negro tormento.
Un minúsculo estante sostenía una fotografía. El día anterior estuvieron paseando en el parque, como cada sábado; decidía entonces, posar su mirada cansada en el único instante que lograba robarle de nuevo su pequeña Lucía una fugaz ilusión.
Ahora, son dos almas dibujando estelas en el mar. Quizás una ola traiga su pelo dorado y la sonrisa del abuelo.

FEB87. AUTORRETRATO PERFECTO, de José Antonio Tejeda Cárdenas

La rutina de los desayunos se vio quebrantada por los estremecedores gritos de nuestra casera. La alarma venía de la segunda planta, de la habitación del anciano Don Alberto: el pintor.
Le conocí hace años, recién llegado a la residencia. La soledad hizo de nosotros: amigos inseparables.
Toda su vida ejerció como pintor ambulante. En el Parque Central pintaba retratos al óleo de cuanto transeúnte curioso se le arrimase.
Pero de un tiempo a esta parte, estaba muy cambiado. Le obsesionaba la proximidad de su muerte, la urgencia por cumplir un sueño: el retrato perfecto. Respiraba con la ayuda de aquella idea y ya no abandonaba su habitación.
Al verme aparecer, la casera dejó de gritar, enmudeció, y con un ilimitado repertorio de gestos espasmódicos, no hacía más que señalar hacía el interior de la habitación.
Tendido sobre el suelo estaba el cuerpo decapitado del anciano. Sin rastros de sangre, ni signos de violencia, era imposible explicarse la tragedia.
Buscando nuevas pistas, alcé la vista hasta el caballete, y me tropecé con la inconfundible mirada de Don Alberto. Estaba allí, satisfecho, orgulloso, pletórico de gloria, atrapado en la inmortalidad de su obra. Lo había conseguido: el autorretrato perfecto.

FEB86. LA CULPA, de Jone Miren Asteinza

¿Por qué será que cuando nos vemos siempre terminamos jugando a este peligroso sueño? Yo me desnudo hasta la cintura. Tú, mientras me miras de reojo preparas los pinceles y empiezas a hacer extrañas mezclas de colores sobre la paleta. Me paso horas posando para un retrato que no tiene final pues nunca tuvo un principio. Y cada día, de todos los días que están por venir, espero  pacientemente que me permitas acercarme a ti, tocar tu soledad, y dejar que seques con tus labios las huellas que en mi rostro deja tu llanto.

FEB85. EL RETRATO, de Mª Carmen Rodriguez Rodriguez (Rotsita)

Tomó  el tren que le llevaba a la Ciudad
donde un día  había sido tan feliz
¡cuando conoció a su gran amor!
de aquello ya habían pasado cerca de 18 años.
 Viajaba  en el tren rojo como entonces,
y pasó por los mismos lugares,
 lo recordaba todo, según veía los paisajes ante sus  ojos,
el mar volvió aparecer
ante ella, la bruma como en aquella ocasión cubría el horizonte,
entonces no le importó, por que al final del camino estaba él,
aquel que la había hecho soñar ¡tantas veces!!
aun después de marcharse, ella le seguía amando.
Nadie la había amado como el, había sido una mutua entrega
desde el primer día.
Ya se acercaba a la Ciudad, y su emoción aumentaba
cada vez mas, ¿y si aun no se hubiera ido?
¿ y si  lo volviera encontrar? ¿ como reaccionaría?
¡ No quería ni imaginarlo!!! el solo hecho de volver
a tenerlo frente a ella, le producía un escalofrío de placer.
El tren  llegaba a la estación, divisó a lo lejos,
 en la colina, la casa, después miró  el cartel
que decoraba la pared del teatro,
y divisó un retrato descolorido por el paso del tiempo.

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FEB83. TRAVESURA, de Mercedes Jiménez Rueda

Un ruido de cristales sacudió una de tantas soporíferas tardes en la vieja mansión.
El niño permaneció aturdido unos instantes. Allí, a sus pies, la pobre anciana trataba a duras penas de mantener la dignidad cubriendo sus enaguas con el pesado miriñaque. Enternecido, el pequeño Óscar le alcanzó sus tacones rococó y la ayudó a ajustarse el corsé. Antes de volver a introducirla en el dorado marco, le recompuso un poco su peluca empolvada, operación que le llevó a estornudar repetidas veces. Por último, escondió la pelota en el desván, barrió con disimulo los cristales bajo la alfombra persa y volvió a colocar sobre la chimenea el retrato de la tatarabuela.
Confiaba en que su madre no se diera cuenta del bochornoso descalabro que había sufrido su ilustre antepasada.

FEB81. EL RETRATO, de Miguel Ángel Molina

Cada vez que saca la foto del compartimento secreto de su escritorio, no puede evitar el rememorar esas imágenes que siempre le han acompañado: las salas repletas de zapatos, los montículos de gafas, las maletas apiladas hasta el techo, y sobre todo el humo saliendo sin cesar por las chimeneas.
Hoy, que siente cómo su vida se apaga, deja escapar las últimas lágrimas por todo el horror vivido y arruga con rabia, con manos temblorosas, ese retrato sepia que tantos años le ha acompañado. En él, mucho más joven, luce orgulloso su uniforme negro repleto de insignias y medallas.

FEB80. RETRATO DEL ESTUPOR, de Esperanza Temprano

Fue un honor recibir el encargo de perpetuar la memoria de Don Nicanor, maestro, pensador local y por encima de todo, un hombre bueno, pintando su retrato. Su viuda me proporcionó una fotografía del venerable difunto y me puse manos a la obra.
Ya estaba listo para su entrega, cuando descubrí que la ceja izquierda estaba mucho más levantada que la derecha. Pasé toda la noche poniéndolas a la misma altura y cuando amaneció, era la ceja derecha la que se arqueaba hacia arriba dibujando una perfecta semicircunferencia.
Seguí trabajando sin descanso hasta hacerlas coincidir con la foto, todo fue en vano, ambas se arquearon por igual arrugando la frente. Lo peor llegó cuando la boca de Don Nicanor se abrió dibujando una «O» mayúscula.
Me debatía entre la locura y la desesperación cuando apareció la viuda a recoger el encargo. Miró el retrato, buscó alrededor y señaló un aparato de radio:
– Si ha estado escuchando las noticias mientras pintaba, no me diga más, él siempre fue muy sensible al latrocinio.
He pintado un nuevo retrato, pero ahora bajo los efluvios del Nocturno de Chopin. Nada que ver.

RETRATO DE… UN JURADO

Durante este año la opinión de los participantes de ENTC tiene más peso. Hemos pasado de elegir directamente, a compartir al 50%, y ahora, los participantes asumís una importante mayoría en el jurado, pero con el convencimiento de que el fruto de esa selección sea una respuesta acorde al espíritu colectivo que estáis fraguando en Esta noche te cuento
Gracias a todas, a todos por aceptar este “regalo envenenado” como “norma de juego”, y por el buen trato que dais al jurado y la ejemplar aceptación del resultado de su esfuerzo. 
Nuestro jurado de este mes lo conformarán los tres autores seleccionados en el mes de enero, Sara Lew, Jes Lavado y Xavier Blanco; por parte de los patrocinadores del concurso serán Rosa Sáez representando al Molino de Bonaco y Juan Antonio Morán (JAMS) por Sendero del Agua. Además, este año las bases permiten introducir algún invitado puntual que nos ayude en las labores de selección. Este primer mes hemos dejado que sea el azar quien lo elija: pedimos a través del blog un número sin explicar el objetivo; alguien contesto el 98 y buscamos el relato con ese número del mes pasado… Le invitamos a unirse al jurado… y Jose Ángel Gozalo, en un gesto valiente y generoso aceptó, con la mayor ilusión, acompañarnos. 
Ya estamos todos… y llevamos más de 70 relatos (o retratos) de retraso (o de retrato)… Ya me lié…

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