Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

66665. CANCERBERO, de Héctor Hernández

A primera hora de la mañana oteó, en la lejanía, la cueva que buscaba. Avanzó hasta quedar a una distancia prudente del umbral que parecía desierto. Pero el extraño color escarlata que surgía de entre las entrañas de esa oscuridad inquietante le previno, y continuó ahora lento, aguzando los sentidos. Cuando estuvo a pocos metros de la entrada, desenfundó. Y a pesar de estar alerta, la estridencia de los rugidos lo desconcertaron. Se batió con valor pero al final fue inútil: la primera dentellada erró; la segunda, logró herirlo; la tercera fue demasiado veloz para él. Cayó, lacio, a los pies de la bestia mutilada, cuya doble mirada seguía cargada de sordidez.

JUN93. CÓMPLICE DEL DEMONIO, de Hector Ramon Romero

Vi reflejado al demonio en el espejo del baño, tenía los ojos delineados, las cejas prolijamente depiladas,los labios carnosos pintados de rojo y las uñas de las manos impecablemente largas, el abundante cabello rizado de un color negro brillante, hacía resaltar un magnífico rostro de tez muy blanca, como la nieve,…y el verde esmeralda de sus ojos, atraían como un poderoso imán,…y de esa roja boca deliciosa como una manzana, salían las palabras más dulces y seductoras, cuando de conseguir o pedir algo se trataba. 

De repente se abre la puerta del baño y una voz, me saca de mis maquiavélicas cavilaciones.
-Oye amiga, de prisa, termina de arreglarte y vamos ¡ya! de compras al centro comercial, mi esposo me acaba de habilitar la tarjetas de créditos, iuuuuupy iuuuujuuuu,….

JUN92. EL EJE, de Micaela Tochi

Hoy cambia todo y tengo miedo de no reconocerme, de perder el eje. Mi existencia es el sabor de las mandarinas, el olor a tilo del jardín. El perfume de tu piel que reconozco en cada prenda que usas o has usado. Mi ser vibra al ritmo del agua que baja por el río, mis memorias se esconden en el eco de estas montañas. Y soy la mujer más bella del mundo, porqué tú me lo dices y no importa nada. No quiero perder la porosidad de estos muros, el frío del suelo, el calor del sol en el rostro. No quiero perder la música de Chabuca. Cuando me quiten las vendas y esté preparada para descubrir mi figura debo asegurarme de que nada cambiará. Seguiré honrando a mi piel, a mi lengua, a mi olfato y a mis oídos. Invitaré a estos nuevos habitantes marrones (eso me han dicho) a este banquete de sentidos, y me adueñaré de ellos lentamente. Cuando esté segura de que no toman solos decisiones, ni comandan mis pensamientos y percepciones.

www.destejiendome.blogspot.com

JUN91. GEMELAS, de Yolanda Nava

Resulta extraño verla así, tan quieta, rodeada de todas esas rosas blancas: sus favoritas. Mis favoritas. De fondo suena su canción preferida. La mía. Está guapa. Para estar muerta quiero decir. Muerta. Mu-er-ta. Muer-ta. Muerrrrta. Llevo toda la mañana desmenuzando esa palabra para encajarla en el complicado puzle de la nueva realidad, pero no consigo hallar su hueco. También consumo las horas mirando el ataúd, es bonito, como objeto quiero decir, está lacado en blanco y ribeteado en oro y, ella con su vestido celeste, parece una princesa dormida dentro de él. A mí alrededor algunos lloran y otros ensalzan sus virtudes y convierten en almíbar sus defectos. Mis defectos. Siento que se ha roto el único espejo en el que podía mirarme y que soy invisible, etérea, un ser sin silueta. Incorpórea. Espero así, poder seguirla sin que nadie me detenga.

66664. LA BESTIA, de Carla Rivera

A los ojos de un simple humano, aquella chica, era solamente una joven que paseaba por el bosque a las tantas de la madrugada. Pero solo la luna, diosa y madre de aquella joven, sabía que ella no era humana. Sino la misma bestia que había atemorizado a toda clase de gente en años, tal vez siglos. La misma bestia de ojos rojos como la sangre que, con unos puntiagudos dientes, había sonreído a la muerte más de una vez. La misma bestia que, hacia unos siglos atrás, el mismo príncipe había mandado a cortar la cabeza. Pero ni el mismísimo príncipe azul había podido plantarle cara a la joven. La bestia había ganado siempre todas las batallas. Y como siempre feroz.

JUN90. HUIDAS, de Miguelángel Flores

Lleva toda la tarde mirándose en un espejo de mano. Se lo ha acercado su hermana para que se entretenga y no la moleste. Porque la pequeña, que se ha de quedar a cuidarla, lo que querría es salir a la calle a jugar a la charranca con las demás. Y asomada al balcón busca escapar entera a través de la mirada. Mientras la grande, condenada a permanecer por siempre tumbada, aprende a hacerlo por el espejo, por donde no necesita piernas que la sostengan. Cuando la madre regresa de limpiar escaleras ajenas, encuentra a una, ciega, con los ojos fugados tras un tejo de rayuela; a la otra, escapando, con la cabeza a medio devorar por el espejo. Y ella, que jamás supo hacerlo, huye con tan mala fortuna, que en lugar de hacerlo para afuera por la puerta, sale corriendo hacia dentro. Llegando tan lejos en su pecho, que nadie nunca más la encuentra.

JUN89. MI CUERPO INVERSO, de Marta López Cuartero.

Todos los días la contemplo en la luna de metal, deseando que esa imagen que me mira repetida desde el lado silencioso e infinito sea irreal. Observo el detalle del paso del tiempo. Piernas y rodillas más gruesas, cintura sin curva y un cuello flácido de pliegues sumergidos. Las manos, de ambas, con las venas de relieve azul recolocan el vestido ajustado de vivos colores, que hoy le he prestado. Me arreglo la melena, que ella tímida también maneja. Y siendo sólo huésped de las cuatro paredes de mi habitación, cuando yo camino la observo como con mis tacones se mueve libre, sin dimensiones, ingrávida. Y siempre me espera. No sé si es a mí o a la sombra ya intuida de mi madre.

JUN88. SIEMPRE ME GUSTÓ DECIR LA VERDAD, SIN DOBLECES, de Mª del Rosario Val Gracia

La primera vez que me miraste, me hiciste sentir especial. Pero a los pocos días observé algo en tus ojos, ya no miraban igual, como si no me soportaran.

Querías alejarte, mi sinceridad te hacía daño, te deprimía. Pero pronto me echabas de menos, volvías a mí y de nuevo ocupaba tu mente. Necesitabas ayuda, salir, encontrar el camino, lo real, sin embargo lo negabas y me mentías, te engañabas.

Cada vez duraban menos tus ausencias, hasta ese fatídico instante en que fue imposible separarnos, discernir quién estaba dentro de cada cual. Me convertí en tu desesperante obsesión. Tantos años pendiente de mí, definitivamente te pasaban factura. Presentí que esta vez, no era como las demás. 
Esta mañana tu madre levantó tu debilitado cuerpo del suelo, en tu mano ensangrentada, uno de mis añicos. En el hospital nada pudieron hacer por ti. Esta vez era yo el que entraba en tu cuerpo, hiriéndote mortalmente.

http://desdemipinar.wordpress.com

JUN87. 1000 VUELTAS, de Esperanza Tirado Jiménez

Parecía que la reunión había ido bien. Buena conversación, buena compañía,… Planes de futuro se abrían ante ella. 

Pero algo la martirizaba siempre por dentro. Le dio mil vueltas a la cabeza de camino a casa. 
¿Qué impresión habría causado? ¿Tal vez si hubiera sonreído más…? ¿Habría dicho algo inconveniente, o se había quedado corta? ¿Quizá no debería haber escogido ese vestido de estampado geométrico fluorescente y los taconazos de tiras de charol negro? ¿Un pantalón de pinzas y tacón bajo, algo más conservador, la próxima vez…?
 Pero… ¿Y si no hubiera próxima vez? ¿Y si hubieran tachado su nombre de una hipotética lista de promesas emergentes? 
Dudas y más dudas, indecisiones, y si sí y si no,…, analizando pros y contras,…, repasados mentalmente hasta la extenuación. 
Por más que se miraba en el espejo, no encontraba el reflejo que los demás veían de ella. Quizás debería cambiar su espejo interno… Quizás a nadie le importaba… 
Una baldosa rota la hizo tropezar, cayéndose de sus tacones. Se vio reflejada en un escaparate: despatarrada en el suelo, despeinada, manchada de barro… 
Se echó a reír. Lo que tenga que ser, será.

JUN86. LOS SUSPIROS EN EL ESPEJO, de Concha Asensio Albaladejo

El gorjeo del agua, el sabor a sal, sus manguitos de princesas. Cuando cierra los ojos puede oler hasta el rumor del mar. 

Está cansada, probablemente dormida. 
Lleva muchas horas delante de los apuntes, los mapas y la mochila que le recuerdan que, inexorablemente, el tiempo pasa y, esta vez, juega en su contra. 
No, no se ha equivocado, sólo ha sido un bache en el camino, ese camino que empezó hace diez minutos, hace un segundo quizá.
 Queda tanto por hacer, tantos abrazos que recibir, tantas sonrisas que gastar, tantas lagrimas que perder que esto no es más que un diminuto escollo. 
Es la primera vez que se enfrenta a una dificultad- si, es cierto, han habido otras y muy difíciles-, pero era tan pequeña, tan pequeña, que solo las recuerdo yo. 
– No pasa nada mi vida, esto te hará más fuerte, más valiente, más mayor… 
Y para sobrellevarlo mejor sonríe, píntate las uñas y sigue mirándote en el espejo.

JUN85. EN EL ESPEJO, de José Manuel Molina Monclova

Ahí estaba el reflejo de aquel desconocido, puntual como cada mañana, con su mirada vacía y su rostro cansado. De repente apareció el otro misterioso reflejo igual de puntual, los dos se agacharon hacia el lavabo y abrieron el grifo, el agua resbalo por ambos rostros se secaron con las toallas y sus rostros reflejaron su humanidad.

-¡Hola cariño! 
-¡Buenos días amor¡ Un sonoro beso inundo el espacio de aseo. 
Los dos alzaron la voz. 
-¡Niñas, arriba!

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