Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

MAY169. HACÍAN BUENAS MIGAS, REALMENTE, de Rodrigo Lobeira

Abrí y allí estaba ella, como perdida, desorientada, entre riquezas dando vueltas sin parar. Vistiendo un flamante tutú, ¿qué ocurría? ¿dejó su reino por el baile? Los juglares cantaban que de un príncipe se hubo de enamorar, y a un lugar secreto se fueron a encontrar, dónde hermosas melodías se podrían escuchar… o algo así. No entendía nada. Apenas le fui a preguntar, cuando me di cuenta de que no estaba sola, junto al espejo, luciendo vanidad. ¡¿Una galleta?! Raudo me corrige, pomposo. «¡¡Soy el heredero del reino de Beckelar!!«. Atónito cierro el joyero, les dejo intimidad.

66614. ZAPATOS, de Gabriel Bevilaqua

A poco de salir de casa se largó a llover torrencialmente. Por suerte hallé refugio bajo el alero de una tienda, aunque al costo de perder un taco en el proceso. Entonces opté por sacarme los zapatos y al instante advertí que la calle estaba desierta como en una película de terror. Seguidamente, una mujer pasó corriendo con su ropa hecha jirones. Detrás de ella iba un animal, mezcla de águila y león, que se paró justo delante de la tienda, rugió crispando su melena de fuego y retomó su marcha. Me quedé con el corazón en un puño, hasta que, finalmente, un alarido me avisó que podía recoger los zapatos que en su malograda carrera había perdido aquella infeliz.

66612. LA ÚLTIMA VEZ, de Mariano Álvaro

Aquella noche no iba a ser diferente a las demás. Escuchó el característico ruido de la llave haciendo girar la cerradura. Reconocía ese sonido que siempre la estremecía. No sabía si en esa ocasión la bestia vendría furiosa y sedienta de sangre o vendría con la tranquilidad y somnolencia que le producían los efectos del alcohol. Escuchó el golpe de la puerta al cerrarse violentamente; al volverse, lo vio allí, delante de ella, con los ojos inyectados en sangre y el reflejo del fuego interior que lo quemaba asomándose a sus pupilas. Mientras recibía los repetidos golpes, pensaba que esos serían los últimos, buscaría el amparo que dicta la sentencia del Juez.

66611. LA SEMILLA DEL DIABLO, de Arantza Portabales

A priori, él era perfecto.
Endiabladamente guapo, agradable, rico y educado. Inalcanzable.
O no.
Como en un sueño, se sucedieron las citas y la mudanza a su loft. La boda. El predictor. La elección del nombre del bebé.
Y empecé a atar cabos.
La extraña enfermera de la clínica privada. Su obsesión por adelantar el parto al seis de junio. La suma de las cifras del año en curso. Las reuniones a puerta cerrada en la habitación roja.
Todas mis sospechas corroboradas ayer, cuando, casualmente, capturé en el espejo de la habitación su mirada infrahumana. Teñida de sangre.
Sigo aquí, anclada por la semilla que crece dentro de mí.
Se llamará Azazel. Para los amigos, Azaz.

MAY168. BLANCANIEVES HA MUERTO, de Alberto Quiles

-¿Qué le pasa a nuestra princesa? Ya ni ríe, ni come. No sale de su cuarto y cada día está más insoportable. 

-¿Ves aquel espejo, hijo? 
-Sí, padre. 
-Cree que no es bella como en su juventud y no se encuentra a sí misma por mucho que lo intenta. 
Desde la otra punta del cuarto la madre de aquel niño vino tapando con la mano el vacío que había quedado en su pecho y cerró de un portazo la puerta. 
-Mañana será otro día hijo.

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66610. UN RELATO ME MANDA HACER JAMS, de Aurora Royo

A toda máquina, digo, a todo ordenador, empiezo este relato que me propone mi amigo Juanan. Tengo que darme prisa, porque me emplaza a término desconocido, a saber, el que me concedan los lectores ávidos de curiosear las historias que otros relatan. Sin remedio he de allanarme a la pretensión del demandante. Para conseguir el premio uso el rojo. El color de la sangre, que mientras completo la tarea, asoma ya en mis mejillas. Tanta es mi concentración. Rápido, debo completar el encargo en un número de caracteres que no me atrevo a pronunciar en voz alta. El que aquel grupo de heavy, Iron Maiden -y su mascota Eddie, una bestia-, popularizaron durante mi niñez.

66609. EL GLADIADOR, de Calamanda Nevado

Aquella primavera volvería para cazar al esquivo león al norte de África; con equipó imprescindible para curarse las heridas; las últimas técnicas.
Era un profesional; seguro prolongaría su estancia. Murmuró a su mujer -En la selva la emoción te hace sentir importante, eso dificulta la supervivencia. —y sonriente se despidió—Hasta pronto; sobreviviré. — Convencido proclamó su vuelta adornado con la corona de la victoria; nunca la del infortunio.
Su suerte encontró al peso pesado cargado de rabia; no lo sometió cuando su vida pendía colgada de sus colmillos y llegó a rastras hasta el fuego del inframundo, ahí continúo su exitosa carrera hasta la vejez.

66608. LA POSESIÓN, de Rafa Heredero

Antes de que naciese la niña ya estaban pendientes de lo que pudiese ocurrir. No en vano era la séptima hija nacida de una séptima hija. Con todo, se quedaron sorprendidos al verla crecer llena de virtud natural y atesorar tanta santidad como nunca habían visto hasta entonces. Por eso, teniendo en cuenta tales referencias, echaron la culpa de la posesión al espíritu de la niña prodigiosa, y ninguno se extrañó de que, para contrarrestar esa fuerza sobrehumana de pura bondad que tenía el poder de apagar el fuego del infierno escupiendo agua bendita, fuese el mismísimo Lucifer quien realizase el exorcismo sobre aquel pobre diablillo para acabar así con su cruz.

66606. LA PROFECÍA, de Susana Revuelta

— Al lado del reloj de oro, cubiertos por una maraña de pelo, veo tres nueves rojos. El sospechoso balbucea palabras inconexas, parece drogado. ¿Le detenemos, señor?
El sargento recibe en su despacho el informe telefónico. Ese tatuaje no pertenece a ninguna de las bandas de los bajos fondos y un gris presagio le retumba en el cerebro. Tras unos instantes de duda, la secuencia numérica se le aparece invertida.
Pero cuando intenta restablecer contacto con los agentes para prevenirles ya es demasiado tarde.
Al otro lado del hilo solo se escuchan los estertores agonizantes de los dos policías y de fondo un aullido estremecedor.
Otra vez se la ha jugado. Otra vez.

66605. ADICTOS, de María Elejoste

Arándanos ¡cómo os gusta mi cebo! pobres escritores aficionados. Vuestra adicción os atrapa en mi red. Comenzabais el año despertándome, intentado retratarme más de 1084 veces. Vuestros mejores caballeros no me doblegaron y sacrificasteis a las más bellas princesas. Todo en vano. Aceptadlo e inclinaros ante el señor de Entecia. Dadme más relatos, más y más que expandan mi reino mágico de letras. Vuestro premio: la mermelada… ja ja ja ¡caníbales, os alimento de mi propia sangre! Comedla y sentid todo mi dolor estallando en vuestras minúsculas mentes y parid historias para mí. Yo soy la inspiración. No sabéis donde os habéis metido, ya nunca conoceréis la paz.

66603. ÁNGELA, de Paloma Hidalgo

Agazapada contra la pared, mis pupilas dilatadas intentan ver en la oscuridad. Tiemblo. Me llama, su voz profunda pronuncia mi nombre. Veo un resplandor, una vela quizás, en la vidriera de la puerta, aunque es su olor acre el que me alcanza y espolea mis sentidos. Vuelvo a sentir náuseas al imaginar la destreza de sus manos sobre su cuerpecito leve, el dolor de apodera de mi y da de beber a esta sed de venganza que cuartea mi alma. El párroco no debió nunca fijarse en mi hija. De la hoja del puñal que mi diestra empuña gotea su sangre roja; el corazón que sostengo en la siniestra aún palpita. Con rabia vuelvo a desplegar mis alas, ya vuelo hacia la paz.

66602. EL DÍA DE LA SANGRE, de Carmen Aguado

A los pocos días de “El día de la sangre”, todas las bestias nacidas en ese año probarían la sangre por primera vez, para ser llamados bestias.
El día seis del mes seis, todos acuden a la plaza, dejando el sitio honorífico para su majestad.
Llega el primero, se acerca al sangriento cuenco y se lo bebe, todos vitorean. Lo mismo hace el segundo y el tercero, pero el cuarto se niega a probarlo. “No puedo” suspira. El rey le abuchea. De la nada sale una gran bestia, se dirige al rey y le tira de las orejas, mientras pregunta “¿Señoría, se bebió la sangre en su día?”. El rey desconsolado, coge el babero blanco de la bestia y lo llena de sangre: “No mamá, no fui capaz”.

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