Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

DIC73. UN MUNDO MEJOR, de Mercedes Jiménez Rueda

El río los trajo hasta nuestro poblado. Sus ondulantes ropas se abrían paso entre los gritos de terror de las mujeres. Mi madre corrió conmigo en brazos a ocultarse en lo más profundo de la selva hasta que se marcharan. Fue inútil, habían venido para quedarse.

    Poco a poco lograron calmarnos con regalos y gestos amistosos. Mediante señas y algunos de nuestros sonidos, nos explicaron que habían venido a traernos al único y verdadero dios. Era un dios invisible pero poderoso como el dios viento. No nos iluminaba como el dios sol, así que tuvimos que obedecerlo a ciegas. Un día nos mandaron en su nombre cubrir nuestra desnudez para ahuyentar las oscuras garras del pecado. Curiosamente no mucho después, a principios de invierno, hubo una gran celebración donde nos hicieron arrodillarnos ante la figura de un recién nacido vestido solo con pañales.

    En estos últimos años han cambiado mucho nuestro pequeño mundo. Con sus mágicas pócimas han atajado crueles epidemias. Sin embargo, el temor al nuevo dios y a las llamas del infierno continúa arrasando nuestro pueblo como una fiebre incurable.

DIC72. ESTRELLITA, de Jesús Coronado

Estrellita era la más pequeña de sus hermanas. Andaba de acá para allá, «fugaz» la llamaban algunos. Su padre, El Lucero del Alba, de reconocido prestigio en el universo de las estrellas, ya no sabía que hacer con ella. Su madre, Casiopea, se armaba de paciencia pues de joven había sido igual de pizpireta que su hija, le decía a su esposo «Estrellita cambiará con el tiempo, dejará de ir  de un lado a otro como cometa sin rumbo«. Y el Lucero del Alba fingía enfadarse y consentía, pues no podía resistirse a la luz que los ojos de Casiopea irradiaban. Una Navidad, cuando Estrellita volaba fugaz por el desierto, sintió la necesidad de averiguar de quién era el llanto que salía de aquel destartalado pesebre, y acercándose despacio quedó prendada del niño y de la paz y la luz que su cuerpecito transmitía. Y sintió que, por fin, había descubierto cual era su destino. Alumbrar aquel pesebre para anunciar al mundo el nacimiento de aquel niño. Y desde
  entonces una estrella brilla con fuerza en el cielo nocturno, irradiando más luz cuando llega Navidad.
Aquella Navidad, de niño, descubrí a Estrellita, la que alumbra mi portal.

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DIC70. DESPUÉS, DEJÉ DE CREER, de Asun Gárate Iguarán

Aquella Navidad mi hermana pequeña se perdió. Entre la muchedumbre que presenciaba la cabalgata. Su mano se soltó de la mía y no pude volver a cogerla. La busqué entre las piernas de la gente. Me metí en el desfile y corrí junto a las carrozas, gritando a los Reyes, a los pajes, que se me había perdido mi hermana. Me lanzaron caramelos sonriendo con sus barbas y sus caras tiznadas, con sus espléndidas coronas y turbantes. Uno de los camellos casi me tiró al suelo.
La cabalgata siguió su camino dejando un rastro de golosinas y caca de burro. La multitud se fue dispersando hasta que no quedó nadie más que yo.
  Esa noche hizo mucho frío. La ventana de mi habitación se empañaba y tenía que frotar el cristal con la manga del pijama. Les había escrito otra carta a los Reyes Magos, que mis padres se llevaron para entregársela antes de acudir a la policía. Ya no quería la caja de Magia Borras, la escopeta de Daniel Boone y el madelman. Les pedía que me trajeran a mi hermana.
Y miraba al cielo rezando para que encima de nuestra casa se posara la estrella que los guiaría.

DIC69. CUANDO CONOCÍ A MI PADRE…, de Rosa Mª Iglesias Yañez

Conocí a mi padre con tres años. Antes de que él llegara, yo estaba emocionado y contento. Ayudé a mamá a decorar el árbol de Navidad y a montar el belén.
Escribimos la carta de los Reyes Magos entre risas y galletas, recién sacadas del horno.
Él era serio, alto y grande y me daba miedo, yo pequeño, necesitaba su cariño, poder conocerle y llegar a quererle como un hijo quiere a un padre.
Ha pasado mucho tiempo, tengo cuatro hijos y una esposa a la que adoro, pese a esa Navidad rara y  a otras muchas, paso año tras año con mi familia, la navidad más maravillosa del mundo.
Entre risas hacemos galletas y adornamos el árbol, mientras hablamos de lo que nos inquieta o de lo que nos alegra.
La carta de los Reyes Magos se las escribo a mis nietos, tomamos chocolate caliente y me abrazan y les abrazo y entonces me siento bien, les quiero y ellos a mí.
Nunca conocí a mi padre del todo, no se dejó conocer. Pero lo que sí me enseño es, no querer ser como él.

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DIC68. ÚLTIMA NAVIDAD, de Graciela Carroz

La batalla había sido dura y la libraste con todas las fuerzas .El ovillo del vida resultó ser corto.
Aquel día sonreíste con gozo al verme a tu lado. Horas y horas destejiendo recuerdos a la luz de la lámpara que se apagaba con lentitud y sin dolor. Sólo pasado, ausencia de proyectos. Risa y lágrimas.
El lazo invisible que nos había unido desde el nacimiento, se hizo inmune al tiempo y al espacio.
Cuando el Ángel del Señor desató el último nudo que te ataba a la vida terrena , recién entonces lo descubrí con el alma partida.
Me habías regalado tu última navidad.

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DIC67. LA ÚLTIMA DUDA, de Amparo Martínez Alonso

—Aquella Navidad fue la más rara de mi vida… Si esta, que se acaba, era realmente mi vida.
La Virgen María no sabía qué hacer conmigo: la esperaba su novio para ir al cine; así que me dio un beso y me dejó en el pesebre. Éramos las últimas, el resto de figuras vivientes se habían marchado hacía rato. Apagaron las luces y los villancicos. Sor Ángela, que en gloria esté, cerró el portón. Con aquel hábito fantasmal y su pálida toca parecía volar sobre la nieve. Me sonrió… Así empezó todo… o terminó. ¡Vaya usted a saber!
—¡Madre superiora…!

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DIC66. QUE INGENUIDAD MAS BONITA, de Lorena García Agudo

Mis hermanos y yo estábamos muy excitados porque los Reyes Magos pasarían esa noche por nuestra casa.
Mis padres pusieron una mantita en el suelo y nos dijeron que era por si los camellos querían echarse a descansar. Nosotros corrimos hacia la cocina peleándonos por llenar los vasos de agua para los Reyes y sus camellos que seguro tendrían sed, pues habían hecho un viaje larguísimo. Todos colocamos también nuestros zapatos y mis padres se preguntaron entre risas cuales serian sus regalos.
Mis padres bromeaban diciéndonos que a lo mejor nos dejaban carbón y nosotros les decíamos:
— ¡Carbón no!  —mientras saltábamos de emoción.
 Nos acompañaron hasta nuestras camas y nos abrazaron y besaron fuertísimo. Mis hermanos se durmieron enseguida pero mi hermana y yo no parábamos de hablar.
Al amanecer, caminamos emocionados hacia el salón deseosos de ver nuestros regalos y cargados con ellos fuimos a la cama de mis padres a enseñarles lo generosos que habían sido los Reyes.  Nos dijeron que habíamos sido muy buenos.
A ellos los Reyes Magos no les habían dejado nada en sus zapatos. Si la sonrisa de sus cuatro niños a los que nunca les faltaron los regalos, ni el amor.

DIC65. MUERTE DE UN RELOJ, de Fran Rubio

LAPSUS
Tuve que romper una ventana para que el aire puro tuviese oportunidad de entrar en la casa, veintiséis años cerrada, desde aquella trágica Navidad.
ENSERES
En la mesa pervivían restos momificados de esa noche: mazapanes-piedra, copas con licor cristalizado…: objetos-testigo de aquellos hechos gestados en la alterada mente de mi padre. Todo quieto desde entonces. Todo menos el reloj.
CRISIS
Nada existía más mágico que las Navidades en el pueblo: la chimenea siempre encendida, nieve en las calles, los otros chicos que regresaban como yo… Aquel año cumplía trece y mi padre estaba esperándome cuando bajé del autocar que me traía del internado. Me abrazó como nunca antes lo había hecho.
AÑICOS
A las doce, cuando Tío Luis, el hermano de mi padre que vivía con nosotros, destapó la botella de cava, él sacó su machete y le cortó el cuello; después se lo clavó a mi madre en el corazón. Me miró y dijo: “Feliz Navidad, hijo mío”. Lo encontraron en el monte dos días después, cerca del collado. Había muerto de frío.
CATARSIS
Me quedé mirando el reloj, como hice aquella noche, y en ese instante se paró. Para siempre. Feliz Navidad, papá, dije veintiséis años después.

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DIC64. EL NIÑO, de Diego Sebastián Erice

Aquella navidad, el niño nació. En un pesebre. Abrió un ojillo, luego el otro; y no le gustó lo que vio. Nada. Vio un carpintero y una virgen mirándolo extasiados. Vio una mula y un buey. Vio tres reyes magos que le traían incienso, oro y mirra ¿Para qué quería él oro, incienso y, sobre todo, mirra, que no sabía ni qué era? Vio, fuera, pastorcillos, lavanderas en un río de papel de plata y un caganer en lo alto de una loma. Se miró; se vio un niño normal. Él no quería ser jesús, ni dios, ni cristo, ni espíritu santo. Quería ser niño, sin más. Saltó del pesebre, montó precipitadamente sobre la mula y se alejó a galope de allí. Aún lo andan buscando.

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DIC63. SIEMPRE ES NAVIDAD, de Mònica Sempere Creus

Hoy cenaré pronto. Me pondré el perfume a noche de invierno con unas gotas de ráfaga del norte. Cepillaré las botas silenciosas y me abrigaré con mi vieja chaqueta y mi gorro tejido con hilo de estrellas. Volveré con la aurora, los sacos vacíos y el corazón lleno de luz. Me tumbaré sobre el musgo y al cerrar los ojos danzarán ante mí sus caras felices. El eco de su  emoción incontrolada acunará mi sueño hasta el año que viene.- El pequeño Luis escucha al viejo barbudo que tira de un carro del supermercado cargado de trastos. Duda un instante, y con una sonrisa, le regala su helado de vainilla.

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UN JURADO… MUY NAVIDEÑO

… y para terminar… nada ha cambiado. El jurado ha vuelto a salir de los relatos seleccionados por el jurado anterior, y su labor será ir eligiendo los trabajos que le parezcan más interesantes por la razón que sea. Y aunque pueda parecer de perogrullo, tengo que deciros que todo el relato es susceptible de valoración, así que… ¡no os sorprendáis luego! : el título o la historia que lo soporta, el cierre del relato, su vocabulario o lo acertado del narrador, la originalidad o la impecable puntuación… un repaso antes de enviarlo y… sean todos bienvenidos¡¡¡
(Si esto fuera un programa televisivo o de radio, en este momento tendría que pedir un aplauso especial para nuestro jurado de Diciembre…)
Nuestro jurado del mes de diciembre ya está en marcha. Lo formarán, representando a los participantes Mercedes Daza y Fernando Martínez ; y por parte de los organizadores, como siempre, Mari Carmen Cobo representando al Molino de Bonaco y Juan Antonio Morán representando al Sendero del Agua.
Creo poder hablar en nombre de tod@s: gracias.

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