Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

MAMIHLAPINATAPAI

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. Comenzamos el año con MAMIHLAPINATAPAI, el entendimiento con la mirada. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
0
2
horas
1
7
minutos
4
3
Segundos
2
6
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de MARZO

Relatos

NOV120. LA PRIMERA VEZ, de Fernando Sopeña Lopez

Arde la calle y el sol entra rabioso por la ventana del salón, es mediodía en el barrio de los Tendales de Sevilla y yo me asomo entre los rayos en busca de una breve brisa siquiera, ahora me cuesta abrir los ojos con tanta luz y entonces la veo pasar con su vestido de lunares y su pelo recogido. –Sufro por tu belleza serena- le digo, casi a gritos.
Cuando mira hacia arriba y me ve sonríe, sonríe mucho mas de lo que he visto sonreír en toda mi vida y empiezo a sentir un cosquilleo en los pies y para no caer giro agarrandome al butacón y con cara de enamorado primerizo y porque soy muy feliz les suelto a mis padres, que me miran entre asombrados y divertidos, -mama, papa, voy a ser poeta-

NOV119. ROMPECABEZAS, de Carolina García

Primero fuiste una imaginación celestial. Sólo eso. Tus palabras se me clavaron como esquirlas. Y caí a tus pies como arena. Y muero desde entonces.
Después me llegó tu envoltura con la primera fotografía. Una anatomía magnética. Un trozo menos de oscuridad. Ése que devora tu espalda. Los cimientos perfectos para erigir mi hogar.
Más tarde sentí vértigo con el vaivén de tus articulaciones. Y con ese grito que me pintó un poco tu garganta. Tu desesperación.
Hace poco que te oí en una voz más calma. Hace poco que se me eriza la piel.
Estoy a horas de unirte a la caligrafía. A esos garabatos inquilinos de tus dedos.
Pero ahora descubro que me faltan piezas. Para completarte. Justo ahora. Que tengo esta miseria tan viva. Tan viva y abrasante. Como fuego.
Necesito, entonces, colocarte una piel. Un aroma, mil susurros, un sabor. Sueños y silencios. Un calibre a tu cuello. Y memoria a mis manos. Y un ritmo cardíaco a tu pecho. Para así poder ser dueña de algo. Finalmente.
Y armarte. Y desarmarte. Y amarte. Sin des. Una y otra vez. Las veces que sea necesario para que te que quedes conmigo.

NOV118. LA NOCHE MÁGICA, de Belén Molina Moreno

Por las noches, cuando las personas duermen y  los juguetes  hablan, Gisela, la bailarina de cera, se derrite con el recitativo pasional de Alberto, el cantor de PVC con ropas de príncipe.  Ambos, como en el ballet de Adam, están condenados a amarse disparatadamente.
Gisela ha pasado toda la tarde  haciendo  piruetas  obligadas por los juegos de los niños.  Esta noche  mágica , olvidada en el salón y desconsolada por el amor insoportable de su personaje, baila el soñado “grand assemblé”  hasta el borde de la chimenea donde ejecuta un “grand jeté” inmortal que la lanza al corazón de la hoguera.
Alberto, el príncipe inmovilizado por  el abismo de la habitación,  aúlla su aria de muerte, como el fuego que devora a Gisela.

NOV117. O UNA COLUMNA DE HUMO, de Mar Horno García

Le obligaron a ponerse el último. Subió un poco la cabeza y vio que la cola se perdía en la lejanía. Sin querer, empezó a imaginar que aquella fila era una sarta de cuentas de colores de un collar infinito. Una larga cadena de preciosos eslabones dorados.  Una hilera de olivos de su tierra  amada. Una línea discontinua de una carretera que desembocaba en la playa. Una bandada de pájaros que volaba hacia el sur. Una ristra de conchas marinas unidas por un hilo de plata. Una retahíla  de palabras que formaban un poema,  y se olvidó, completamente, de que sólo eran una recua de reses que caminaba hacia el matadero. Y al fondo, los hornos crematorios.

NOV116. OMNE TRINUM PERFECTUM, de Esperanza Temprano

Nací un tres del tres y me creí inmune a la desgracia, por eso siempre he jugado con fuego: A los tres años me quemé los dedos intentando encender una cerilla; con trece empecé a chamuscar mi adolescencia en una pandilla que saboreaba la vida en pastillas y esnifaba las tres en raya. A los veintitrés ya había churruscado mi juventud con un malnacido que me saltó tres dientes por amor y al que abandonaba tantas veces como perdonaba. A los treinta y tres calciné el poco futuro que me quedaba entre el alcohol y la cárcel y ahora, recién cumplidos los cuarenta y tres, aguardo en una urna que alguien esparza mis cenizas. Han transcurrido tres meses, tres semanas y tres días y sigo aparcada al fondo de una estantería esperando que alguien me saque a tomar el aire. Confié en la máxima de que todo número tres es perfecto, pero olvidé su condición de número primo.

NOV115. GRATITUD, de Jes Lavado

La casa está en llamas, y nosotras ya estamos muertas. Lo vi venir en cuanto encendiste ese último cigarrillo diciéndome con mucha guasa que a tus ochenta y cinco el tabaco ya no iba a matarte. Después, entre lentas caladas, comenzaste una de tus digresiones nostálgicas sobre lo hermosa que fuiste. “Podía haber tenido a cualquier hombre, querida, pero el matrimonio no es para mí, ¡siempre fui un espíritu libre!”, decías siempre. Y nos dormimos. Tus dedos enredados en mis orejas y yo ronroneando estruendosamente. Cuando desperté, las cortinas ya ardían, crepitantes y vivarachas. Pensé en alertarte ─un leve arañazo hubiera bastado─ pero entonces vi el incendio reflejado en tus ojos. Y que en lugar de apretar el medallón de teleasistencia domiciliaria, te arreglabas el pelo con cuidado, colocabas las manos sobre el regazo y adoptabas una postura glamurosa, muy digna ─como de estrella de cine mudo─, mientras contemplabas con calma cómo el fuego daba cuenta de las fotos de familia. Noté que me rascabas cariñosamente la nuca, y supe que, a tu manera, me agradecías el sutil empujoncito que le había dado al cigarrillo.

 http://madseasonenserie.blogspot.com.es/

NOV114. LA HIJA DEL JAGUAR, de Ignacio Rubio Arese

Tras subyugar a los belicosos chancas, el Inca Pachacútec partió en busca de tributos por todo su imperio. Recorrió los ayllus del altiplano y de la puna, de los desiertos costeros y las faldas del volcán, hasta que, en mitad de la selva, se produjo un encuentro que cambiaría su suerte.
Una joven de belleza felina salió al paso del séquito. En lugar de arrodillarse y bajar los párpados ante el Hijo de Inti, se le aproximó altiva, mostrándole un ídolo que brillaba como el fuego.
– ¿Cómo osáis profanar la tierra de los hijos del jaguar? – bufó amenazante.
Por insolencias menores, el Inca hubiera desollado vivos a todos los miembros del clan. Sin embargo, quedó prisionero de una hipnosis embriagadora y decidió apoderarse de aquella mujer indómita para su harén del Cuzco.
Cuentan que nunca llegó a poseerla. Que la cautiva se arrojó desde un torreón de palacio, sosteniendo contra su pecho el ídolo protector. Pachacútec perdió el juicio. Mandó embalsamar el cadáver e instalarlo en sus aposentos.
A la mañana siguiente amaneció encorvado, emitiendo rugidos febriles.
Pacha Mama no le devolvería su apariencia humana hasta que la momia retornase al corazón de la jungla.

NOV113. TARDE, de Luis Molina

Los gritos me alertaron, algo pasó, rápido tome su mano y salimos al palier. Obviamos el ascensor, rápidamente nos dirigimos a la escalera.
En medio del caos comenzamos a descender  los ocho pisos. Una anciana tropezó y cayó, me volví para ayudarla.
Le grité que siguiera bajando, que no se detuviera, dudó un momento y continuó. Se escuchaban gritos y sirenas, todos corrían sin detenerse a ayudar, casi a oscuras no podía cargarla, sólo hacerla bajar  apoyada en mi. Sentimos un fuerte temblor, ya sólo faltaban tres pisos, la anciana me abrazó llorando.
 –Vamos, (le dije) falta poco. Ya llegando al segundo un fuerte olor nos recibió, (era gas) que en unos instantes estalló en llamas, nos detuvimos, el fuego era intenso,  comenzó a subir por el hueco de la escalera, ni un milagro podía salvarnos.
Alcé la vista buscando refugio y la vi, era etérea.  Me tendió sus brazos y dijo; Ven.
¡Sucedió! Bajo mis pies, sentí que todo cedía,  la tomé de la mano, sentí  que me elevaba, ya era tarde, el edificio se derrumbaba, ella me sonreía mientras me llevaba a lo alto.
Mi cuerpo junto a la anciana quedó sepultado. Ella sonreía…

 www.luismolin.blogspot.com

NOV112. AGRADECIMIENTOS, de Antonio Ortuño Casas

Cada noche se queda unos minutos mirando al cielo sentado sobre una gran piedra cerca de la entrada de la cueva. Necesita hacerlo para saludar a las estrellas antes de entrar a acompañar a los suyos. Por un momento se alineará con ellas, para agradecerles el que todos hayan sobrevivido a los peligros del día y para pedirles que así sea también mañana.

Antes de adentrarse en la cueva escuchará los rugidos de los grandes animales de la selva, a la que hoy le han podido prestar uno para alimentarlos por varios días. Les agradecerá también a ellos, una vez más, el que uno haya dado su vida por él y los suyos.

Dentro en la cueva se sentirá seguro y agradecido, observando como el fuego les va a proporcionar a todos el calor y la luz suficientes, para esperar de nuevo ese mañana lleno de dificultades, lleno de vida.

NOV111. CONTRADICCIONES, de Montserrat Acevedo Jiménez de Castro

Justo cuando la temporada de verano está dando comienzo, una tarde cualquiera del mes de junio, observo como uno de los hasta ayer bonitos chiringuitos  de madera de la playa, ha ardido completamente. Un amasijo de ennegrecidos restos incombustibles, es todo lo que queda  entre cenizas y olor a quemado. En sólo una noche el todo pasó a ser nada…
Han pasado varios meses y comienza ya la temporada de invierno. Una mañana cualquiera  pero esta vez del mes de octubre, veo como varios hombres trabajan afanosamente en levantar de nuevo el malogrado chiringuito. Dos días después la edificación  vuelve a lucir hermosa y preparada ¿Para qué? En invierno los negocios playeros permanecen cerrados…
Una contradicción sin aparente respuesta, pero que me hace pensar en que por esta vez el hombre ha sido casi tan rápido  en construir, como lo fue el fuego en destruir.

 http://mosaicoderetazos.blogspot.com.es/

NOV110. OTRO FUEGO QUE BAILA, de Jorge Antolin Ruiz

Cualquier voz, cualquier cuerpo, quebraba con eficaz violencia el espejismo que con el fuego se elaboraba. Sin embargo ni el movimiento precipitado de su vestido en vuelo ni el revoloteo de hojas al aire se disipaban enseguida. Ella recordaba la danza sobre el mar de hojarascas amarillas, recordaba las olas de plumaje otoñal. El reencuentro con su amante sucedió en octubre. Las voces cantaron para ella con  tono remiso y susurrante los idiomas de una tarde cotidiana y los cuerpos se perdieron bajo un brillante amarillo atardecer. La realidad se prestó indefinidamente al delirio de aquella mujer que cada tarde frente a su chimenea se soñaba bailando.

Nuestras publicaciones