Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

ABR21. EL CABALLERO DE DRAGÓN, de Paloma Casado Marco

Darik llegó desde las Tierras Ígneas, era un Caballero de Dragón. Cuando encontró a Runa vendiendo collares de lluvia en la Plaza Mayor de Alanda, supo que su destino estaba escrito en la pupila de esos ojos grises. Ella no pudo resistirse al magnetismo del pelirrojo extranjero que la observaba.
Fueron días de felicidad, pero pronto, las fiebres amarillas que asolaban el país, consumieron la alegre entereza de ella. El contempló impotente como su amor agonizaba en el lecho compartido.
Desesperado, quiso cambiar el orden del tiempo y a lomos de su dragón, emprendió un viaje alrededor del mundo en sentido inverso a su traslación.
Al regreso de la primera vuelta, encontró a Runa con los primeros síntomas de la enfermedad mortal. Fue en la segunda cuando se encontraron por primera vez en la Plaza Mayor de Alanda. Entonces emprendieron juntos un nuevo y definitivo viaje.
Algunas veces, en las noches de verano, se puede observar una luz que recorre lentamente el cielo. Es el fuego del dragón, sobre el que vuelan los amantes en su eterno tránsito entre las estrellas. Nunca se acercan a la tierra, para que la muerte no pueda alcanzarles.

ABR20. ESCAPADA, de Ginette Gilart

En la puerta de la librería Sancho Panza, dos caballeros esperaban pacientemente que abriera la tienda. Tenían un aspecto extraño, vestían ropas pasadas de moda, como de otra época. Cuando llegó la dueña, se quedó perpleja y un poco asustada.
-¡ No temáis noble dama! Sólo andamos buscando un tal Alonso Quijano. Nos dijeron que aquí nos darían amplia información.
Al entrar en el local, miraban sorprendidos las estanterías repletas de libros.
-¡Allí está!-exclamó uno de los caballeros- enseñando un libro expuesto en un atril, en la tapa el dibujo del Quijote y su escudero Sancho Panza.
-Bueno, sí- dijo la dueña, un poco temblorosa- en este libro conoceréis su vida y milagros.
Al decir eso vio, a través de la cristalera, acercarse dos hombres con bata blanca en ademán de entrar.
– ¡Hermanos Cervantes!, os tengo dicho que no podéis traspasar la verja del recinto. ¡Vámonos!, el carruaje nos espera a la vuelta de la esquina.

ABR19. PACTO ENTRE CABALLEROS, de Fernando da Casa de Cantos

Un fuerte apretón de manos fue suficiente. No hizo falta más. Como ya ocurriera entre sus bisabuelos, sus abuelos y sus padres, la tradición continuaría. Nada por escrito, ningún papel. No era necesario. Era peligroso. Su propuesta habría ofendido al receptor, incluso habría mancillado al oferente. Un pacto entre caballeros no permitía tales liberalidades.
-“Me alegro de que todo siga igual, William”.
-“Por supuesto, Antoine. No se debe cambiar lo que funciona bien… Que siga así por muchos siglos”.
Ambos caballeros apuraron sus copas de cognac, antes de que una guapa y sumisa mulata les anunciara que la cena estaba servida. El calor pegajoso y dulzón que inundaba Nueva Orléans en aquella época del año se haría más llevadero si los dos personajes más influyentes de aquella civilizada sociedad seguían estando de acuerdo. La esclavitud en los inmensos campos de algodón de Luisiana seguiría inalterable. Aquel liberto que hostigaba a las masas de míseros esclavos, prometiéndoles una vida mejor, sería ejecutado. Acusado de robo en casa de Antoine Crozat, el mayor traficante de esclavos del Estado. Lo ratificaría Sir William Clairbone, Gobernador. Era un pacto entre caballeros.

ABR18. ELLA ERA UN CABALLERO, de Lorena Jiménez Justicia

Ella era un caballero: me escribía bellas palabras de amor, me cuidaba cuando lo necesitaba, afrontaba peligros por mí. Si estaba triste, me animaba con su risa, si me ofendía, me regalaba una flor, si me atacaban, ella salía en mi defensa.
Creó un mundo en que no existía el rencor ni el odio. Ayudaba a quien lo necesitase, escuchaba, luchaba contra las injusticias. La llamaban loca, pero era un caballero. Esa mujer no necesitaba ser salvada, de hecho, fue ella quien me salvó a mí, pero yo la ofendí y ahora es un caballero herido que, cual Aquiles, vive encerrada, presa de su ira, y ya no quiere luchar. He privado al mundo de su mayor heroína y, si yo fuese un caballero, me clavaría una espada en el pecho, pero el caballero era ella. Yo soy un ser cobarde, egoísta, mezquino y miserable.

ABR17. ENCANTAMIENTO, de Maricarmen Brun Martí

La fama de sus hazañas se había extendido hasta los confines del mundo.
Desde el día en que fue nombrado caballero, había cumplido al pie de la letra con su juramento: servir a su señor, defender el honor, deshacer entuertos, proteger a los débiles, restablecer la justicia…
En los torneos, con su lanza de fresno, no se le resistía ningún adversario.
Había librado a la pequeña princesa del maleficio que la malvada bruja le hizo nada más nacer. El rey, agradecido, le regaló un hermoso castillo…
Mató al gigante “COME OVEJAS” que estaba acabando con los rebaños de la comarca, sin que los habitantes pudieran hacer nada. Los dueños de los rebaños le regalaron algunas de las ovejas que les quedaban.
Libró a miles de doncellas de las garras del “DRAGON DE LAS SIETE CABEZAS”. Con la ayuda de su bien templada espada y su habilidad ambidextra, le cortó las siete.
Había acumulado infinidad de riquezas, trofeos, velos de seda y oro de las damas que suspiraban por su amor…
Lo que no acababa de comprender es: qué hacía él, al borde de aquel lago, cubierto de una piel verde y viscosa cantando extrañas canciones a la luz de la luna.

ABR15. EL QUE TUVO, RETUVO, de Nuria Casado Marco

Era el típico niño redicho de modales refinados,pulido lenguaje,e impoluta indumentaria. Mi madre decía que sería todo un caballero como su padre,y él sabedor de su condición, nos miraba condescendiente desde la altura que le brindaba su superioridad. En su casa le llamaban Vicentín, asi que a mi hermana y a mí nos lo puso en bandeja para apodarle el repelente niño Vicente.
Pasó el tiempo.Un día que acudí al supermercado a hacer la compra, mientras esperaba en la caja a que llegara mi turno, se produjo un pequeño revuelo y con la curiosidad que me caracteriza,atisbé por encima del hombro de la señora que me precedía, para oir como la cajera le decía a un hombre tocado con un sombrero e impecablemente vestido:
-Caballero, saque lo que lleva dentro del abrigo.
A continuación ,el hombre empezó a sacar latas y latas de conserva, cual número de magia. Al finalizar,alzando la cabeza con gesto ofendido, quitándose el sombrero y haciendo una reverencia, habló con voz estertórea y un punto ofendida:
-No pienso volver a este establecimiento,¡Buenos días!.
Mientras se dirigía hacia la puerta rígido como un palo y acompañado de las risas del personal reconocí a Vicente. Genio y figura.

ABR14. EL PLAN, de Beto Monte Ros

Acordaron encontrarse en el bar Camelot, él llegó primero, y como todo un caballero, ha traído flores, se sienta a la mesa, pide un café, y espera. En su casa, de la calle Grial, Arturo bebe una cerveza y se entretiene leyendo “El Capitán Alatriste”. En el baño, la mujer observa las dos líneas rojas que, en el Predictor, indican que la prueba es positiva, sale y piensa en la cita, toma una bufanda, mira el cuello del marido, que se ha quedado dormido, con el libro sobre las piernas, y reza: “señor, tengo el valor, dame fuerza.”

ABR13. LOS ANTEULTIMOS, de Ricardo Ramón González Ramos

Chirriaron sus frenos y el retrovisor que le quedó pequeño.
Acabo de sacar el coche del chapista por otro siniestro similar.
¿Estás ciego? ¿Eres tonto?
Hacia tanto frío que no me apetecía estar fuera del coche oyendo eso.
-Creo no ser tonto, contesté con desgana. Hoy recibo mi titulación cum laude y tengo carnet de conducir, pero no si se tú lo tienes.
¡Oh! Con esto se enfadó. ¡¡Se quitó el guante y me abofeteó con el!!
-Mañana de madrugada en las campas tras la plaza de San Cipriano y elige arma-.
Yo no entendía nada.
Elegí arcabuz corto de avancarga. Saqué dos de la oploteca de mi suegro.
Ni en Yecla se oyó tal estruendo. Se me olvidó limpiarlos y reventaron.
Lo recordamos en la cena anual con nuestros padrinos.
Pedro, el suyo, fue mi compa de pupitre en Claretianos en nuestra infancia. En todas las cenas rememora cuando el 6 de agosto de 1952 en Chile, Raúl Rettig y Salvador Allende se batieran en duelo por una disputa en el senado. Probablemente el anteúltimo de la historia y que también resultó ser el comienzo de una gran amistad.
Todos fallamos en el momento crucial.
¡Aleluya!.

ABR12. DE GIGANTES, INCRÉDULOS, LOCOS, CUERDOS Y EL GRANDE DAÑO DEL CIERRE DE LAS LIBRERÍAS, de Javier Ximens

«Cuando moraban los gigantes, el dios de turno, celoso de que adoraran al Viento, le dijo a Montiel: «Si quedan diez gigantes justos…«». Las palabras de don Pedro, consagrado en Sigüenza y hombre de un solo libro, eran escuchadas con atención por los niños de la catequesis, que aprovechando la tarde primaveral se impartía a la sombra del molino. «Como no los encontró, le mandó huir con su familia», continuó el cura con su particular historia de Lot. «Fue tal la destrucción que no pudieron dejar de mirar atrás y los convirtió en molinos de cal. Ninguno sobrevivió y esta tierra quedó manchada». Estando en estas se oyó una voz atronadora y hueca que procedía del molino:
—¡Ay! ¡Frestón, Frestón!, que únicamente Don Quijote descubrió tu embrujo. Devuélvenos nuestra gigantesca apariencia para que esos incrédulos dejen de considerar loco al único cuerdo que por estos Campos ha pasado.
No se sabe si fue por el no respirar de los niños, pero levantose un aflato que hizo mover los brazos de Briareo que asieron la sotana del clérigo y lo aventaron.
—Y no te olvides, Frestón, de desmurar los aposentos de los libros para que la gente lea —resonó.

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ABR11. APARIENCIA, de Sergi Cambrils

‒Al fondo a la derecha ‒le dijo el encargado del tablao flamenco al señor misterioso.
Aproveché para contarles que lo había visto algunas tardes pavoneándose por el parque vestido con gabardina negra, sombrero de copa y moviendo enfurecido un paraguas cerrado a modo de lanza. Parecía librar batallas invisibles con su afilado paraguas y bramaba frases sin sentido mientras creía cabalgar sobre un corcel. Agotado se sentaba en un banco y sacaba de sus bolsillos unas bolas de pan que debía preparar en casa para hundirlas en las punzantes uñas de su mano derecha. Así es como daba de comer a las hambrientas palomas.
‒Un pincho al estilo Lobezno ‒dijo Pepe advirtiendo que estaba loco de remate.
En poco salió del de caballeros y se dirigió tranquilo hacía el escenario donde una cálida luz iluminaba una silla de mimbre. Cogió la guitarra que le ofreció uno de los cantaores y se sentó cabizbajo. Cuando el silencio inundó la sala la hizo sonar con brío y nos quedamos boquiabiertos al contemplar, en aquel recóndito local, como la maestría de un chalado desconocido superaba con creces a la de los famosos consagrados.

ABR10. AMANECE, de Nieves Martínez Menaya

Eres nueva, pregunta. Sí, hoy no puedes pedir “lo de siempre”, supongo. Ella aparta a un lado la fregona y se acerca a la barra. De reojo, él observa cómo deja en la esquina los guantes de limpiar.<< Y tú cómo vienes tan fresco: hace frío a estas horas.>> <>. Y sobre su hombro desnudo le muestra un tatuaje de cuya selva emerge un nombre de mujer. Sus miradas se cruzan hilvanadas al humo que asciende del cigarro.Aquellos rizos díscolos de un cobre entreverado se le clavan de pronto en la retina . Ella vierte despacio la leche en una taza y de un gesto retira la trenza que descubre su nuca. La cafetera silba y sobran las palabras. De espaldas a la barra,le parece una diosa. En el preciso instante que recuerda el olor en la piel de la sangre y la tinta, sus ojos colisionan en el aire. Necesita su nombre. Es hora del reparto y aún pueden entrar al paraíso: en el de “Señoras” o en el de “Caballeros”. En el de “Señoras”; el otro aún está mojado.

La fregona, cruzada, es “Prohibido pasar”. Amanece.

ABR09. TEMPLARIOS Y CALATRAVOS, de Jesús Alfonso Redondo Lavín

Nunca sabremos si aquellas maldiciones fueron realmente pronunciadas, o fueron apócrifas leyendas. Tampoco sabremos si sus fatales resultados fueron casuales o causados.
Martos, Jaén, Agosto 7 en 1312; dos caballeros de la Orden de Calatrava, los hermanos Carvajal, encerrados en sendas jaulas de hierro con puntiagudos punzones hacia su interior, son arrojados peña “ayuso”, desde el lugar llamado Malvecino, acusados, con “tuerto”, del asesinato, en Palencia, de Antonio Benavides, secretario del Rey Fernando-IV. En su agónica caída, “emplazan” al Rey a juicio ante Dios en el plazo de treinta días. Sus cuerpos manaron su última sangre en la Cruz del Lloro.
París, Sena, isla de los Judíos, Marzo 18 de 1314; cuarenta caballeros templarios se consumen en suplicio de hoguera, condenados por “relapsos”. Jackes Molay, el septuagenario maestre, en plenas llamas, “emplaza” a juico de Dios, antes de que terminase el año, al Rey francés Felipe-IV, al Papa aviñonés Clemente-V, y al vesánico vengador de albigenses y abofeteador de pontífices, Guillaume de Nogaret.
Todas las profecías se cumplieron.
Sospecho que fueron escritas años después de consumados los suplicios y los “emplazamientos”. Así quedaron para la historia épica del naciente siglo XIV, y para redención de los injustamente torturados y ejecutados.

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