Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

SEP80. NO QUIERO DECIRLE ADIÓS SINO HASTA LUEGO…, de Rosa Mª Iglesias Yañez

– Papá. ¿Cómo estas?
– Bien hija. Mejorando.
– Felicidades. Hoy es el día del padre. Pasa un buen día ¿Está mamá contigo?
– Sí. Te la paso. Un beso hija.
– Gracias Papá. Nos vemos el viernes. Te quiero.
Hablo con mi madre un rato más. Los ojos se me encienden y de ellos caen  lágrimas que viven conmigo a todas horas, desde hace unos meses.
La noticia de su enfermedad ha cogido a la familia por sorpresa, y no mejora ni mejorará. Como fruta madura cae hacía el suelo para ser recogida mas tarde y de repente desaparecer.
Estoy tan lejos de él que tengo miedo. Me aterroriza no poder
llegar a tiempo, para despedirme y decirle adiós. Sufro cada día la distancia, que por otra parte yo he elegido. Que jamás imaginé que doliera tanto.
No dejo de pensar las ganas que tiene de vivir y lo cerca que está de la muerte. Algún día recordaré su sonrisa y su forma de querernos, dentro de muchos años el dolor se habrá convertido en resignación y no dolerá tanto.
Pero la tristeza permanecerá en mi todos los años de mi vida.

 http://clavametusojos2.blogspot.com.es/

DESDE UN BELLO RINCÓN DE LA MONTAÑA LEONESA…

Una amiga de ETC nos propuso participar en este concurso… otra buena amiga asidua nos acaba de comunicar que ya ha sido fallado, y descubrimos que un tercer amigo habitual de este blog ha sido galardonado con el 2º Premio… No podíamos hacer otra cosa que alegrarnos y compartirlo.
Felicidades Nicolás…
En este ENLACE  tenéis resultados y relatos premiados.

SEP79. ACEPTACIÓN, de Alicia Yustas Humanes

Mi hijo tenía cuatro años cuando le atacó un cáncer de huesos. Un año de quimioterapia después, su pierna izquierda cayó como fruta madura. Desde ese momento, fui incapaz de bañarle o vestirle. Me horrorizaba la visión de su pierna amputada. Mi marido se encargaba de todo, mientras yo lloraba en el dormitorio, hasta que se derrumbó y se fue de casa.
Mi hijo caminaba por la casa con sus muletas de juguete, como buscando algo. Apenas hablaba. Yo seguía sin poder mirarle. Cerraba los ojos cuando le bañaba, llorando. Mi hijo me miraba con ojos tristes, como queriendo preguntarme por qué.
Una mañana lluviosa fui a despertar al niño. Retiré la sábana y vi su muñón. Miré su cara. Me di cuenta de que seguía siendo mi niño. Le tomé en brazos. Un rayo de sol atravesó la ventana mientras jugaba con él en la bañera.

 aliceyhum.blogspot.com

SEP78. FRUTO EXTRAÑO (A B. HOLIDAY), de Mei Morán

Y al borde de la carretera, los árboles cuajados de esos frutos raros, que cuelgan de lo absurdo. El autobús no se detiene y esos peleles se balancean como un péndulo, a la espera de una respuesta. Pero ni siquiera sé la pregunta. Yo, sólo pasaba por aquí. En los arrozales cosen los campos con cruces en llamas y los encapuchados se mofan de aquellos que penden de las astas. ¡Condenados negros, ni los cuervos dan cuenta de vuestra carne!  A la caída de la tarde, cuando el sol dispara sus últimas salvas, relumbran las cabezas, maduras, a punto de cosecha. Listas para el camposanto.

 meimoran.blogspot.com

SEP77. AMOR DE VERANO, de Blanca Oteiza Corujo

Como fruta madura me deja un sabor dulce el recuerdo del verano ya pasado. Contemplo el aire vacío desde el balcón de mi casa y no puedo sino imaginar las olas del mar agitándose al frente. Los coches pasan bajo mis pies sonando las bocinas y derrapando en la rotonda pero yo no hago sino escuchar el canto de las olas rompiendo en el puerto. Las gentes pasan con prisa por la acera pero mi mente viaja a los paseos en el ocaso del día cogidos de la mano. La ciudad se extiende hasta perderse en el horizonte, mas mis ojos miran al infinito de la reminiscencia del aroma de las noches de verano. Dulce recuerdo el que me deja el beso de despedida.

SEP76. ZARZAMORA, de Alfred Comerma Prat

Como fruta madura iban cayendo los moras en el cesto, donde la presión de las recién llegadas aplastaba las anteriores, haciéndoles soltar un jugo violáceo que delataba el camino seguido por el porteador. No todas se incorporaban al montón, siendo algunas degustadas al momento, por ser su grado de maduración óptimo para su disfrute.
Mientras recogían los frutos de los zarzales, apartando arañas, y contemplados por pájaros lamentando la pérdida de su alimento. Comentaban las mejores formas de realizar una buena mermelada con ellas.
Fruta y azúcar, a partes iguales, corteza de limón, tiempo de reposo, cocción, y mucho cariño.

 http://alfredcomermaprat.blogspot.com.es/

SEP75. SOÑABA CON FRUTA MADURA, de Ana Fúster

Llevaba semanas soñando con fruta madura. Por las mañanas al despertar sentía que la boca le sabía a deliciosas ciruelas en perfecta sazón, a exquisitas cerezas que se metía enteras en la boca para gozar de su sensual tacto sobre los labios y la lengua antes de morder su delicada carne, a tajadas de melón con diminutas vetas de azúcar cristalizado, a jugosas peras conferencia que saciaban su sed con la sutil dulzura en la que se licuaba su pulpa… Desconcertada, había buscado en Internet cuál podría ser el significado del sueño recurrente y había leído que las frutas maduras simbolizan esfuerzos recompensados y abundancia. Luego, un poco avergonzada, había cerrado el ordenador apresuradamente, pensando que aquello era una tontería. Ahora, mientras abrazaba gozosa el resultado del análisis que confirmaba su demorado y deseadísimo embarazo, no estaba tan segura. Eran trillizos.

SEP74. FRUTOS ESTELARES, de María José Pérez Bailez

Las cuatro de la mañana; las cinco. ¡No puedo más! No consigo conciliar el sueño. Con antojo de fruta, salgo a la terraza. ¡Cómo brilla el cielo! Cual plateados racimos de uvas bailando en la distancia sobre este telón azul noche, las estrellas. Como fruta madura parecen invitarme a extender mi mano y alcanzarlas atrayéndolas a mi agitado corazón. Su luz de oro despejaría las dudas de mi mente, su fresco néctar haría descender la fiebre que padezco. Su magia… ¡Oh, su magia! ¡Me transporta de nuevo al anhelado Paraíso perdido!
El cósmico cesto de planetas, estrellas, Vía Láctea y otros apetitosos frutos estelares nos invita a vivir una cosecha de Armonía.

 http://www.astrologiayrenacer.blogspot.com.es/

SEP73. MUJER DE CEPA, de Susana Revuelta

Esa embriagadora sonrisa de carmín le tiene hipnotizado. La escruta a través del vidrio rosado imaginando su sabor a fruta madura, deseando aspirar  su aroma, anticipando matices de maderas nobles.
Mas efímera es la felicidad: hoy no habrá cata. Abstraído en su copa de vino, diluye dulcemente su ilusión en un sorbo del líquido balsámico mientras los labios amados se estremecen en otra boca.

 estelasdetinta.blogspot.com

SEP72. FRUTA PROHIBIDA, de Karina Delprato

Atardecía… Sentada, observaba fijamente esa estrella…esa, que a pesar de  la distancia nos hacía sentir cerca. Unas gotas bailarinas bajaban  por mi mejilla,  se entremezclaban con las hojas del frondoso árbol… el de la fruta prohibida.
Recostada sobre su lastimado tronco, el viento susurraba tu nombre. El agua caía más fuerte envolviendo mi cuerpo, abrazándome con un manto cristalino. Me acurruqué, miraba  con dulzura esa manzana tentadora, roja como tu boca, prohibida como tu amor. De repente comenzó la tormenta  desatando una locura en ese paraíso verde .Comenzaba a  brotar ese olor particular de tierra húmeda. A lo lejos, se veía el alto pastizal lleno de girasoles. Sus movimientos eran feroces, sus colores amarillentos danzaban volando con el aire; como látigos se movían las ramas del árbol que me protegía del aguacero. Sin esperarlo cayó sobre mi perceptible cuerpo esa delicia sensual, su hechizo estremecía todo mi ser y con mi boca la saboreé, sintiendo que mordía tus carnosos labios,  dejé deslizar su jugo acariciando mi cuerpo junto a las gotas pesadas que caían de las hojas, se impregnaba en mi piel erizada una fragancia dulce que me  recordaba tu aroma. En ese atardecer como fruta madura sentí el placer.

 http://resurgire.blogspot.com.es/

SEP71. MOMENTO MÁGICO, de Pilar Pastor

Cada tarde salía al porche y, sentada en su vieja mecedora, esperaba serenamente a que empezara la función.  Los últimos rayos del sol se abrían paso entre  los surcos de su arrugada piel, devolviéndole la vitalidad que los años  le habían arrebatado.
Entre suaves balanceos escuchaba el silencio del atardecer y observaba la grandeza del entorno, sin perder de vista la colina, en cuya cumbre lucía, majestuosa, la silueta del árbol. Aquel era el escenario.
La función acababa de empezar.  Multitud de luces, de cálidos colores, desfilaban por la pasarela celeste exhibiendo sus vaporosos trajes. Ella seguía todos sus movimientos porque sabía que la estrella de la actuación estaba a punto de aparecer … y su visita sería breve.
El momento mágico había llegado. El gran disco rojo, brillante, cautivador,… se vislumbraba entre las ramas del árbol de la colina. Sin pestañear apenas, se embriagaba intensamente de su belleza, sabía que pronto se desprendería del árbol, como la fruta madura, y caería rodando lentamente por detrás de la colina.
Y así fue. El  sol, como cada tarde, acababa de ocultarse y ella tendría que esperar al día siguiente para recoger otro fruto de vida, otra razón para seguir viviendo,…

SEP70. EL GRAN LABERINTO, de Belén Molina Moreno

Viajo por el laberinto universal y, antes de seguir por cualquiera de los vericuetos que se abren ante mí, reposo bajo el árbol conocido como Solarsis. Ofrece frutos de varios colores y tamaños. Éste es un territorio extraño y desconozco el color de la madurez.
Los frutos más cercanos, los merkur,  son pequeños y amarillos. Cojo uno. Pica tanto que quema. Lo tiro y grito. Alcanzo otro algo más arriba, un afridta de un plácido color verde, que me alivia la quemazón. Su tacto sosiega y su aroma inunda. Presumo que aún no está maduro.
Los terre, de un bello  color azul, cuelgan de la rama superior. Los ignoro por su textura cambiante, a veces fluida y a veces rocosa. Estirándome un poco, llego a los marti  de rojo intenso,  que parecen estar en sazón. Arranco uno, su olor es áspero y su gusto erizado; un ejército de espadas ha invadido mi boca. Lo escupo y, a mordiscos salvajes, devoro todos los frutos azules. He liquidado los terre en un inútil intento de aliviarme.
Me levanto y no sé qué camino tomar, porque no tengo donde ir.

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