Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

ENE141. EL PARAÍSO, de Malén Carrillo Puig

Cuando despertó se encontró en la cama de su infancia. Unos cálidos brazos la acunaban y la sostenían como cuando era una niña.
-No pasa nada, mi amor, sólo ha sido una pesadilla.
De nuevo se hallaba en la habitación de su niñez. Su madre, que hacía tantos años ya que había fallecido, estaba junto a ella, calmándola. Se sentía pequeña, ingrávida y cristalina. No entendía nada. ¿Regresión a la infancia?, ¿un sueño en el interior de otro? o ¿sería, tal vez, la muerte?
Se volvió a acurrucar en el regazo materno, aspirando aquel aroma tan querido, sin importarle despejar los enigmas.
Sin duda aquello era el paraíso.

ENE140. CUANDO DESPERTÓ… de Maribel Martínez Montoro

Cuando despertó sintió frío, imágenes oníricas inundaban su mente, le inquietaban.
En un impulso de valentía, intentó levantarse de la cama y comenzar el día. Allí, fija, estaba ella, una mujer tumbada en la nieve; ¿Por qué?, ¿Qué la hizo caer?
De nuevo se acurrucó en su cama. Se giró y miró a su lado, como amor deshojado se desprendía el olor a soledad, y recordó otros momentos cuando el calor llegaba desde allí, podía abrazar su cuerpo y sentir su pecho fuerte, sus brazos prestos que le devolvían el abrazo y la vida cambiaba de color; el sol sustituía a la oscuridad, la brisa llegaba fresca y limpiaba la habitación de cualquier resto de miedo; las sonrisas iluminaban y el mar se vestía del color de sus ojos. Su pecho se ensanchó en un amplio suspiro, sí, no había sido un sueño, él existió.
La mujer del suelo se levantó y la miró con sus ojos vacíos, en la nieve un rastro de sangre revelaba que ya nada volvería a ser realidad. Recordó esta vez la traición, la impotencia, el dolor, él, inerte sobre el blanco manto, y su desesperación. La nieve fría bajo su cuerpo la despertó.

ENE139. HACE VEINTICINCO AÑOS QUE TENGO VEINTICINCO AÑOS, de Esperanza Temprano

Abrí los ojos. Una mujer con pijama verde entró en la habitación y dejó caer la bandeja que llevaba en la mano. Al instante volvió acompañada de tres hombres con bata blanca que me exploraban con mucha curiosidad. Empecé a recordar… la calle… el semáforo… el autobús que me viene encima… Al rato apareció Tomás, casi no le reconocí, tenía el pelo cano y la sonrisa llena de arrugas, ¡cómo ha podido hacerse viejo en tan poco tiempo!
Ayer volvió con dos mujeres jóvenes, dice que son las niñas, pero no le creo, Clara está aprendiendo a leer y Nuria aún lleva pañales. Sospecho que me quieren volver loca y simulan hablar por teléfono con unos aparatitos pequeños y planos que suenan y se encienden, piensan que no me he dado cuenta de que son de mentira, ¡si no tienen cable!
Hoy han vuelto las jóvenes llamándome mamá y contándome patrañas: que si tiraron el muro de Berlín; que si hay un negro en la Casa Blanca; que si llevo veinticinco años dormida… Cuando despierte de esta pesadilla, correré a abrazar a mis niñas y nos iremos juntas a jugar al parque.

ENE136. EN LA MADRUGADA, de Maria da Gloria Jesus de Oliveira

Los seres extraños le persiguen. No quería gritar. La madre tenía el sueño ligero. Delirium debido al consumo de drogas, lo sabía. Luchó todo lo que pudo. No podía recordar cómo había llegado a la casa, pero estaba seguro de que uno de ellos también entró. Se tambaleó. El animal cayó sobre él. El peso en su garganta le asfixió. Recordó el estilete. Los gritos se confundían. Trató de recuperar la lucidez. La sangre goteaba. Cuando se despertó, sólo una cosa podía entender: que mató a su padre.

ENE135. SUEÑA CON ÉL, de Mª José Baña Vecino

Se durmió soñando con «él».Cuando se despertó chorreaba amor. Abrió los ojos y vio su presencia pesada y enorme ocupando la cama.Se levantó con sigilo.En silencio pasaría el día, modo fantasma, de puntillas, acomodando el paso al suyo, evitando tropezar para no despertar su ira.Casi envidia a las mujeres que pueden mostrar sus moratones.Sus heridas y cicatrices están escondidas en los recónditos y múltiples repliegues de su alma, detrás de una sonrisa mecánica, limpia máscara de mujer «feliz«.Es una sombra y sólo desea ser invisible a su mirada despectiva, que cuando se posa en ella le recuerda con gozo que nunca, nunca la dejará ir…
En una tumba atada con un cordel a una campana sin badajo, como en una novela de Mary Higgins Clark.
Temblando, pasa el día, añorando la noche porque cierrra los ojos y sueña con»él«.

ENE134. REGALO DE CUMPLEAÑOS, de Ignacio Rubio Arese

Cuando despertó apenas podía moverse, maniatado, sin un atisbo de luz, el cuerpo entero en calambres, dentro de un cubículo con olor a astillas, a humedades, a resina amarga.
Se aventuró a estirar los miembros, en vano, a voltearse sin conseguirlo, mientras escuchaba la enloquecida carrera de unos pies que se acercaban, los gritos de “¡papá, papá, mira lo que me dejaron para mi cumple!”, y se imaginó la sonrisa del viejo revolviéndole el cabello a su retoño, y quiso pedir que le sacasen de allí, por dios, que le quitasen al menos el trapo que le ocluía la boca, pero le resultaba imposible.
A continuación sintió un júbilo de papeles rasgados, un forcejeo de tablas y cerraduras, y entonces se hizo la luz, la claridad intrusa, violenta; después palmadas alegres y una voz enojada, clamando: “¿pero cómo se te ocurrió traérselo vivo?”, seguida de titubeos, de excusas, “mujer, así la carne se conserva mejor”.
Y él, entre tanto, jefe de una importante caja de ahorros, lo escuchaba todo con ajena indiferencia, aún sumido en su barbitúrica hipnosis; lejos, por suerte, de discernir los confines entre la realidad y el sueño; entre el cuchillo afilándose y el pitido del despertador.

ENE132. DURMIENTE, de Paz Monserrat Revillo

 La bella durmiente y el príncipe encantado acaban de tener la enésima discusión sobre cómo van a repartir los bienes del reino y los principitos tras su inminente divorcio.
Mientras se dirige a la cocina, la bella piensa que mejor hubiera sido terminar la historia justito antes del beso, pero el autor la quiso acabar en banquete nupcial sin su permiso y ahora está condenada a tomarse un Tranxilium cada noche.

ENE131. OÍR CAMPANAS, de Alicia Yustas Humanes

Cuando me despierto, me rodea el silencio. Me levanto, me visto, llevo el desayuno al salón, y a medida que me acerco al sofá, comienzo a oír unas campanillas lejanas. Me siento y el sonido alcanza su máxima intensidad. Mientras desayuno, las campanillas parecen sonar justo sobre mi cabeza, a escasos centímetros. Suenan como de cristal y tintinean a intervalos irregulares. La primera vez que las oí miré sobre mi cabeza, luego a mi alrededor, buscando el dichoso instrumento. Nada.
Un día, harto y desesperado, compré un pico y comencé a picar sobre el sofá, en busca del cacharro. Sólo ví el dormitorio a través del agujero. Después, ataqué el suelo sin compasión hasta hacer un boquete de un metro, y sólo encontré cemento y hormigón. Ni rastro de ningún aparato emisor. Sudando y temblándome los brazos, miré hacia arriba. Con la taladradora y la broca más gorda, empecé a horadar el techo. A los diez minutos, mi vecino llamó a la puerta.
– ¿Qué demonios está haciendo?
Me apartó y entró en el salón. Miró pasmado los diversos boquetes. Luego su expresión cambió, y me dijo sonriendo:
– Qué campanillas más lindas …

ENE130. ATURDIDA, de José Manuel Molina Monclova

Cuando despertó la ansiedad no había desaparecido, su pulso estaba a mil, por su frente se deslizaba unas gotas de sudor frio, los ojos fuera de las orbitas y las manos en el pecho. Estaba desorientada, no reconocía la sala en la que estaba, era una sala muy grande de color blanco sin ventanas, no llegaba a vislumbrar el techo. De repente se percató de que no estaba sola, a su alrededor un montón de personas se iban incorporando con la misma expresión en sus rostros.
Entonces empezó a recordar eran las personas que viajaban con ella. ¿Dónde demonios estaba?

ENE129. INSOMNIO, de Alberto Quiles

Cuando despertó tuvo el momento más placentero de su vida. Cuando despertó recordó lo que era soñar, rememoró jugar con las sábanas mientras se estiraba y contempló la claridad con lagañas en sus ojos.
Eran noches y días infinitos, personas que van y vienen, luces que parpadean, sonidos repetitivos. La comida no sabía a nada y la vida no era más que una simple monotonía. Pasaban los días y nada, pasaban las noches y ni uno de sus párpados decían basta ni hacían atisbo de cansancio. Lo intentó con el deporte, lo intentó con el sexo, lo intentó con calmantes y nada. Hasta que un día le conoció. Él recorrió con sus dedos aquellas ojeras interminables y sin saberse cómo, la besó. Y como si de un cuento de hadas al revés, del beso al sueño.

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