Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

FEB138. LA DAMA Y EL RETRATO, de Antonio Diego Araujo Gutiérrez

Me confesaste su secreto un día en que ya sólo quedaba de ti una tupida barba blanca. El retrato te lo regaló un pintor buen amigo tuyo que te robaba las novias dijiste mientras esbozabas una sonrisa pícara porque te enamorabas de sus musas. Ésta es para ti, te dijo, y ésa fue para ti. Te presentó a la dama, una soltera muy pretendida, un imposible, si, ésa fue la palabra que usaste para referirte a ella, un imposible, tu abuela a la que Dios tenga en su gloria era un imposible, tan hermosa que no podía ser que fuera para ti, pero lo fue, lo fue cada mañana, cada noche de vuestras vidas, lo fue hasta que un dios envidioso decidió que ya había sido suficiente y la quiso a su lado. Un día que observabas el retrato te lo dijo, tenía que irse, tú ya lo sabías, te dijo que siempre estaría allí, posando para ti como aquél día en el estudio del pintor amigo tuyo al que se lo encargó deseando que lo vieras, que te gustara, que la cortejaras, que pidieras su mano.

http://lugardemirecreo.blogspot.com

LOS PREMIOS MÁS DULCES

El premio más dulce ya tiene dueños… Despúes de 120 votos emitidos los dos relatos mejor valorados por los que paseáis por estas páginas han sido 
SOBRE VUELOS, de Miguelángel Flores 
OFICINA DE OBJETOS PERDIDOS, de Xavier Blanco 
Vaya para ellos vuestro reconocimiento… 
y “el premio más dulce” que les haremos llegar en los próximos días. 
¡¡¡Enhorabuena a los dos, y gracias a todos los que habéis participado!!!
Y ahora… NOS VEMOS EL DOMINGO… para conocer el resultado del JURADO.

FEB137. LA RETIRADA DE BONAPARTE, de Emilio Magdalena

Los cosacos han vuelto. Como cada noche, han salido de la maldita nieve para acuchillar a los centinelas y robar sus pertrechos. Después se han marchado. Casi ni nos hemos dado cuenta. Estamos demasiado congelados para luchar. Hambrientos y derrotados, bastante hacemos con andar. Quién sabe cuánto tiempo más. No somos más que unos peleles en retirada por la estepa rusa. Nosotros, la Gran Armada, que hace meses colgábamos el retrato del emperador en el palacio del zar. Nosotros, que saqueamos Moscú los primeros como premio a nuestra valentía. Ahora, arrastramos nuestros harapos por una helada llanura en donde no hay tregua para nuestras pobres sombras. En mi zurrón ya no quedan sino cuatro trozos de queso rancio, media botella de alcohol y un lienzo cuidadosamente enrollado en unos paños.
El marco hace tiempo que lo quemamos.

FEB135. A CADA UNO LE REJUVENECE LO QUE LE REJUVENECE, de Amparo Martínez Alonso

Mirando el retrato supe que nada sería igual a partir de aquel pie. “Escorzo imposible”, comentó el galerista a mis espaldas. Yo no entiendo de arte, yo entiendo de lo que entiendo. Hasta hace unos días yo era podólogo. “Llama la atención el dominio del sfumato, propio del Renacimiento italiano. Técnica introducida por Leonardo da…”. No quise interrumpirle (cada uno disfruta con lo que disfruta). Ese murmullo continuado me recordó a Rita. Cuando nos casamos creí que podría acostumbrarme a sus pies. Yo había visto toda clase de juanetes, uñeros, ojos de gallo, dedos en garfio… ¡Cada día odio más sus malditos pies! “Como el humo: sin líneas ni bordes. De ahí el nombre del óleo: Infinito.”… ¿Se puede aborrecer a alguien hasta el infinito por culpa de sus pies? El pie de la modelo llenaba el cuadro, consiguiendo espabilar mis deseos (a cada uno le pone lo que le pone). Compré el retrato. Lo colgué en nuestra habitación. Ahora es lo primero que veo al despertar y lo único cuando hacemos el amor… Rita dice que la jubilación me ha rejuvenecido.

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FEB134. SIN FLASH, de Yesica Primea Higuera

El frenazo hace marcas en el pavimento, se enciende la pantalla: la infancia,su madre le sonríe; se baña en su playa; huele el guiso de la abuela; va por un pasillo con mucha gente, un hombre la besa, ella a él; la aplauden junto a sus amigos, todos visten igual, la aplauden nuevamente, esta vez ella viste diferente entrando a una iglesia; se mira al espejo de perfil, ve su relieve; ahora se ve sonriendo como su madre,un niño la llama, ella vuelve la mirada, estira sus brazos para asirlo,no lo alcanza, el llora desesperadamente,ella también, se ahoga con sus lagrimas, una luz la enceguece, la obliga a cerrar los ojos, no quiere, pero no lo puede evitar.

Blog = yecoluna

FEB133. EL RETRATO DE LA MUERTE, Ignacio Rubio Arese

Pintarle el rostro a la muerte fue el proyecto más azaroso que acometiera en vida cierto imprudente artista de la ciudad de Brujas. Cuentan que el Maligno se hallaba detrás de la empresa. Que, para poder culminarla, el pintor pactó con él y se arrancó los ojos a cambio de su favor.
Largos meses trabajó en la negrura más absoluta, acaso sacudido por un estímulo que guiaba su brazo en infalibles pinceladas. Cuando el lienzo estuvo listo, lo cubrió con un paño y mandó llamar a los próceres de la urbe. Por desgracia, jamás recibiría mención ni parecer alguno. Al descorrer la tela, los congregados cayeron exánimes, uno tras otro, fulminados por el retrato más sublime que se exhibiera nunca en todo Flandes.

FEB132. RECUERDOS Y SUEÑOS, de Leticia Oliva

Te miro a través de recuerdos rotos, empañados por el paso del tiempo, azotados por lluvias de sal, aun no he decidido sí llegó por fin el tiempo de volar, sé que una vez que mis alas se abran no habrá vuelta atrás.
Miro la línea  construida, sonrisas, momentos, instantes,  muchos de ellos olvidados, mentiras, sacrificios y lagrimas. Y a pesar todo, no me arrepiento, lo disfrute, fui feliz aun cuando el odio logró en más de una ocasión hacerme dudar.
Siento que el momento ha llegado, dar el salto y dejar atrás todo aquello que me ata, elijo cuidadosamente mis tesoros más preciados, esas primeras sonrisas, las primeras caricias, el caminar de tu mano, ya no cabe mucho más.
Recuerdos atesorados en memoria y papel,  guardados celosamente en maletas que cargan más sueños que miedos.
La voz del alto parlante me avisa que el tiempo de aferrarme a mis recuerdos y seguir mis sueños ha llegado.

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FEB131. SÓLO UNO, de Pilar Pastor

Una tarde de invierno – cuando la lluvia había cesado, y los tímidos rayos de sol penetraban por la ventana proyectando luces y sombras sobre la pared – me senté en el sillón de la biblioteca, como cada tarde, para dar paso a los devaneos mentales que me provocaban las líneas y los colores que decoraban aquella pared.
¿Fue mi exaltada imaginación, o la luz incierta de la estancia, la responsable de que aquellas órbitas, onduladas e irregulares, aparecieran de pronto ante mis ojos como dos círculos de un blanco calcáreo y resplandeciente? No sabría decirlo porque, inmediatamente, una sensación de incontrolable ansiedad, una curiosidad devoradora hizo que me levantara del sillón para acercarme a la pared y quedarme casi petrificado frente al retrato. Mis ardorosas miradas habían descubierto aquel par de óvalos blancos que se ocultaban en la cuenca de sus ojos cadavéricos y a los que toda la familia hacía alusión.
Los había visto, ahora entendía por qué la abuela se paraba delante del retrato para decirle a mi padre:
– Él sí que fue un hombre de verdad, un hombre que siempre tuvo un par de … ¡y muy bien puestos!
La tarde cayó sobre mí, las luces se extinguieron, y yo me encontré de nuevo sentado en el sillón. Inmóvil, solitario, seguí sumido en la meditación:
– No me parezco al abuelo. Sólo tengo uno, como mi padre … pero el mío es … ¡¡¡ de dos yemas !!!

FEB130. EL TIEMPO APREMIA, de Asun Gárate Iguarán

El pintor está tardando demasiado en terminar el retrato familiar. Hace casi veinte años que posaron para él aquella primera y única vez. Lo hicieron unidos, serenos y confiados, dueños de su destino. Fue una sesión de fotografías, a partir de las cuales el pintor ha ido creando la pintura. Pero ya no parecen los mismos. Y puede que sientan tristeza y vergüenza al contemplarse como ya no son. Su imagen les hará sonrojarse o perder el color. Apartarán la vista dolidos. Quizás ahora la familia no quiera el cuadro.
Mientras retoca una mano, el tono de las mejillas, los cordones de un zapato, el artista piensa que ese retrato se ha convertido en la pesadilla de sus pinceles. Duda entre continuar o abandonar definitivamente.
Hasta que una mañana temprano la mujer se presenta en su taller. El lienzo permanece cubierto por una tela y el pintor hace ademán de ir a destaparlo. Ella le detiene con un gesto, no desea verlo. Pero le pide amablemente que se dé un poco de prisa: «Don Antonio, el tiempo pasa y yo estoy preocupada por su salud«. El maestro inclina la cabeza y pregunta sin malicia: «¿La del rey o la mía?«

FEB129. VUELVO VENCIDO A LA CASITA DE MIS VIEJOS… de Fernando Andrés Puga

Al fin, después de algunos años, volví. La llave que dormía en el fondo de mi vieja mochila abrió sin dificultad la cerradura. Entré sigilosamente. Quería sorprenderla.
Anduve por la casa hasta convencerme de que no había nadie. Dispuesto a esperarla me dirigí al cuarto de mi infancia y, para mi sorpresa, estaba intacto. Al ver apoyado en la misma repisa, sin una pizca de polvo, aquel retrato lujosamente enmarcado en el que luzco sonriente el día de mi graduación, un escalofrío punzante me recorrió la espalda.
Mientras enjuagaba mis mejillas, me sobresaltó el crujido de la puerta de calle. ¡Estaba aquí! Sin titubear, abrí la ventana, salté y corrí por la acera a toda velocidad, sin mirar atrás.
Sólo atiné, en el último instante, a dejar una breve nota junto al retrato.

FEB128. MALDITA CURIOSIDAD, de Isabelle Lebais

Aquel retrato en la exposición de Adrián me impactó, tuve una sensación muy desagradable, que me llevó a preguntar por él.
 Me contó que se trataba de la portada de una novela negra que nunca llegó a publicarse. El autor murió sin terminarla.
El retrato era oscuro, siniestro, escalofriante, con el rostro de un extraño hombre, con una mirada profunda y penetrante que destilaba maldad y seguro guardaba un horrible secreto. Mirarlo me hacía sentir incómoda.
Al día siguiente Adrián apareció en mi casa con el cuadro. Era un regalo.
Después de la primera impresión, se lo agradecí sacando las mayores dotes de interpretación que pude, mientras pensaba donde demonios iba a ponerlo para que no se viese demasiado.
Con toda naturalidad y sin pensarlo dos veces, descolgó una reproducción preciosa de Jim Warren que tardé meses en conseguir, y que presidía mi coqueto salón, armonizando perfectamente con la decoración, y allí lo colgó.
Se veía desde todos los ángulos. Estaba tan orgulloso de su obra que no pude decir nada, pero… ¡Era horrible!
Ahora cuando suena el timbre, si es él, en vez de ir a retocarme el maquillaje, salgo corriendo para colgarlo de nuevo.
Y todo, por preguntar.

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