Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

NOV45. PARAGUAS DE PAPEL, de Javier Sánchez Campos

El negocio de los paraguas de papel revolucionó el mercado de los complementos. Mi madre y yo hubiéramos apostado que jamás funcionaría. Por fortuna no lo hicimos. Era impensable suponer cuando le dije a mi padre que el frío no existía, sino que es ausencia de calor, que llevaría su ocurrencia tan lejos. “Si no existe el frío, no existe la lluvia, ergo…” sentenció, creyendo haber realizado el silogismo irrefutable, iniciando, sin saberlo, un próspero negocio.
De ahí a su primer paraguas con tintes de papiroflexia transcurrió algo más de una semana de planos surrealistas y horas de trabajo. Pero concluido el primer paraguas de papel, que vendió a un precio considerable al poco de terminarlo, se desató la locura: tuvimos que alquilar un local, contratar personal y luchar duro por el negocio. Pronto exportamos al extranjero, sobre todo a los lugares menos lluviosos, aunque pocos países se resistían al encanto de aquel extraño híbrido.
Ahora mi padre quiere ampliar el negocio a los bolígrafos que no escriben y a los transportes que no transportan. Dice que el futuro pasa por centrarse en las ausencias. Y es que, desde que murió, se ha vuelto demasiado místico.

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NOV44. LA MÁS TIERNA HISTORIA DE AMOR Y SEXO JAMÁS CONTADA, de Cándido Macarro

Doblé la esquina, ensimismado como iba en mis pensamientos.
Inesperadamente, la vi.
Mi corazón dio un vuelco y comenzó a latir aprisa, trastabillado. Nuestras miradas, atrayéndose la una a la otra como potentes imanes, acabaron cruzándose y entrechocando estrepitosamente como los sables de dos maestros de esgrima.
Una chispa saltó cuando me zambullí en la profundidad de sus ojos, enigmáticos, misteriosos, lascivos. Una chispa que prendió un voraz fuego que, inevitablemente, acabaría consumiéndonos entre sus llamas.
Me vino a la cabeza, húmedo y lujurioso, el recuerdo de nuestro maravilloso y tórrido encuentro. Ya había pasado un año pero continuaba grabado a fuego en mi mente. Ella, yo, solos y desnudos, cuerpo contra cuerpo, entregados al placer de la carne en una orgía animal y desenfrenada.
 Sé que ella, justo en el mismo instante que yo, también lo recordó estremeciéndose.
Sin embargo, las cosas habían cambiado. Allí estaba en lo alto de aquella escalera.
Y no estaba sola.
Yo… no acababa de comprender.
¿Qué podía ofrecerle aquel hombre que no pudiera yo entregarle con creces?
Las notas de un pasodoble se escuchaban desde algún lugar indeterminado de la calle.
Todavía de añoro, Jacinta.
 ¡Qué nombre tan extraño para una cabra!

NOV43. COMO EL FUEGO FATUO, de Luisa Rodríguez García

Se sentía observado mientras contestaba los numerosos correos electrónicos y llamadas perdidas que no había podido atender por falta de cobertura. Tanto la camarera, una mujer próxima a la jubilación, como los tres hombres sentados a la barra intercambiaban lacónicos comentarios sobre la espesa niebla que cubría el valle, pero no se perdían ningún detalle.

Por eso midió sus palabras al explicarle al jefe de ventas las causas del incidente y cómo había ido a parar a aquel pueblo, del que ninguno de los dos oyó hablar antes. Tampoco pudo seguirle la broma sobre la música que escuchaba de fondo. Sin embargo, lo más difícil fue contener el gesto cuando el director le colgó el teléfono, después de responsabilizarlo de haber perdido un negocio vital, su última oportunidad de continuar en la empresa.
Con la sonrisa congelada y el móvil pegado a la oreja vio desvanecerse su futuro, como el fuego fatuo de la canción que sonaba por segunda vez. Le golpeó una dolorosa envidia al imaginar la vida tranquila de las personas de aquel bar. Pero sus sueños pronto volvieron a asomar. Sólo se habían alejado unos metros, los suficientes para seguir guiándolo.

NOV42. EN LA CARRETERA, de Mercedes Jiménez Rueda

– ¡Dame dinero! -exige Jimmy- ¡Quiero el peluche de esa máquina de ahí!
– Sólo hemos parado para ir al baño -gruñe Emma- ¡Al coche! Ya queda poco.
  Jimmy resopla y obedece. Emma lo sigue, se coloca las gafas y arranca el viejo ford. El motel de carretera se esfuma entre el polvo.
– ¿Por qué papá no vino a buscarme al cole?
– Te lo he dicho, le quedaba trabajo, me pidió que te llevara de excursión. Luego vendrá él.
– ¡Ay! El peluche, idiota. Papá me lo hubiera comprado.
– Claro, le sobra pasta para malcriarte.
  Jimmy patalea, la rabia quema su frente como el fuego: odia a su nueva niñera. Se prepara para escupir cuando una brusca frenada lo derriba. Al incorporarse, observa una sucia cabaña y un hombre enorme, que se aproxima.
– ¿Y ése?
– El mayordomo -se burla Emma.
– Si parece un gorila rubio…
Antes de terminar, una fuerza animal lo saca del coche.
– ¡Quiero que venga mi papá! – lloriquea.
– Yo también -contesta el hombre-. Paciencia, cuesta reunir todo el dinero que le hemos pedido como rescate.

NOV41. (SIN TÍTULO) , de Francisco Javier Almarcha Sánchez

Como el fuego me asolas en cada encuentro. Combustión espontánea, hija mía. No sé cómo, de repente me encuentro en tu hoguera, cual cerdo asado en campamento salvaje, y tú relamiéndote mientras piensas el jugoso bocado del que solo dejarás huesos mezclados con brasas.
Como el Fénix renazco de mis cenizas, una vez más, y más fuerte que la anterior. Sin embargo, este proceso me cansa, me hace perder mucho tiempo… Está bien esto de ser invencible, pero también lo estaría no tener que sobrevivir a cada estrago.
Digo basta. Hasta aquí hemos llegado. Voy a danzar pidiendo lluvia y no pararé hasta que el último miasma de tu más profundo magma se haya convertido en playa tinerfeña, por ejemplo. Voy a encargar al océano que te cubra bien cubierta y no te deje respirar más ya.
Tú te ríes, porque esto ya lo has oído antes.
Yo sigo preguntándome, sin dar crédito, cómo es posible que el fuego venza al agua.

NOV40. FUEGO EN LAS VENAS, de José Ángel Gozalo

Cuenta una antigua leyenda que el Diablo se enamoró de una hermosa joven prometida con un pescador. Su deseo de poseerla era tan intenso que una noche sin luna se introdujo en el cuerpo del hombre para satisfacer su lujuria y la llevo hasta un claro del bosque.
Después de yacer juntos, ella sintió que se quemaba por dentro y mirándole a los ojos en busca de ayuda descubrió en ellos la muerte.
Descubierto el vil engaño, huyo aterrada de allí. Pero el diablo la persiguió  hasta un acantilado al borde mismo del mar.
— ¡Si no eres mía no serás para nadie! —le gritó arrojándole todo el fuego del infierno en el momento en que ella saltaba al vacio.
Su cuerpo descendió lentamente hasta el fondo del mar donde, el rey Neptuno, apiadándose de ella y prendado de su belleza curó las quemaduras de sus piernas cubriéndolas de  escamas plateadas y aletas.
Dicen que cuando las sirenas entonan sus hermosos cantos  para enloquecer a los pescadores y llevarlos mar adentro  es por el poder de la sangre maldita de su  padre, que corre por sus venas, sedienta todavía  de venganza hacia  uno de aquellos hombres que le robó el amor.

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NOV39. ESTO ME QUEMA…, de Rosa Mª iglesias Yañez

ESTO ME QUEMA, como el fuego quema los montes dejando desolación y muerte.
Me quema el alma ver como se hunde este país en el que tan a gusto hemos vivido. Y del que tan orgullosa me siento.
ME QUEMA LA RAZÓN, el ver como ladrones poderosos roban nuestro dinero y salen indemnes de tal atrocidad.
ME QUEMA EL CORAZÓN, que familias enteras se queden en la calle y nadie haga nada para evitarlo.
 LO QUE MAS ME QUEMA, es que nos agarren, retorciéndonos los huevos, explotándonos como a cochinos, simplemente por que es lo que hay. No tenemos salida.
ME QUEMAN LAS INJUSTICIAS, que hacen que la vida nos pueda cambiar de la noche a la mañana.
ESTO ME QUEMA y hace mas daño que el mismo fuego, porque sin llamas,  nos llevan a la desolación, desesperación y en algunos casos hasta la muerte misma.

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NOV38. PALABRAS ARDIENTES, de Pilar Pastor

Encendí el fuego con el calor de mis palabras. Envueltas en llamaradas ardían en el aire, que las zarandeaba … tornándolas incontrolables. Unas, altas y esbeltas. Otras, pequeñas e irregulares. Rojas, naranjas, amarillas, … ¡ todas chisporroteantes !
Entre sábanas de humo crecían… ¡ cada vez eran más grandes! Despiadadas y malignas, corrían por las calles. Iban camino del bosque, en busca de nuevos leños para que el fuego no se apagase.
Las vi cómo salían de detrás de los árboles. Pronto me vi rodeada de \»meigas\» con negros trajes, que ocultaban sus rostros para empezar el Aquelarre:
¡Conjuros de luna llena,
sortilegios en el aire!
Alzo mi pensamiento a los cielos, a las nubes y a la luna brillante:
– ¡Lágrimas inocentes – deseo – que este fuego apaguen !
Las estelas de humo ya se desvanecen en el aire. Empolvadas de cenizas, en estado agonizante, rescato mis palabras.
Recuperadas ya de sus heridas, bañadas con lágrimas de sangre, en mi alma las guardo.
 ¡De allí es de donde salen!

NOV37. EL TEMPLO DE LAS ALMAS, de María Elejoste

Recuerdo el silbido de la flecha acercándose, el impacto en mi pecho. Dolor. Caí. El sonido de los cascos de los caballos acercándose. Oscuridad. Abro los ojos y me encuentro de pie frente a una puerta de bronce. Se abre al simple roce de mi mano. Una sombra me recibe y me invita a despojarme de mi armadura, me siento ligero. Me guía hacia el centro de una estancia infinita llena de cirios cuya luz crea figuras en las paredes.  La sombra se detiene frente a una fuente de agua, debo lavarme. Me siento en paz. Mi acompañante prosigue su deambular hasta difuminarse frente a las velas. Ya se donde estoy, he oído hablar a los moribundos: es el templo de las almas. Soplo, exhalo mi último aliento sobre una vela sin encender y nace una pequeña llama. Es diminuta pero su calor traspasa mi piel. Oscuridad. Muy lejos de allí una pira funeraria despide mis despojos y la espada de mi estirpe. Abro los ojos y unas manos cálidas me recogen. –Es niño- exclaman. Rompo a llorar, vuelvo a empezar.

NOV36. A SORBOS, de Amparo Bárcena

Recientemente descubrí la calle. Vi en ella la posibilidad de dejar boquiabierto a más de uno -incluidos mis avergonzados progenitores- y me gustó la idea.
En mi ocupación anterior como profesor de Ciencia Sociales- tan seria, tan aburrida…-escupía conocimientos. Ahora lo que me satisface es aparentar que como el fuego y contemplar cómo, para esos bajitos a los que antes adormilaba en clase, me he transformado en un héroe malote que hace travesuras en cualquier esquina. Pasar de ser su peor pesadilla a hipnotizarles cada fin de semana me produce una satisfacción imposible de pagar. Ahora soy feliz.
Mientras busco, entre otras, la mirada sorprendida de la pequeña Lidia o la sonrisa picarona de Tomás, me digo satisfecho: ¡Esto es otra historia!

 http://lamedores.wordpress.com/  (Lindasta07)

NOV35. ESPIRITUS, de Ana Fúster

Con lentitud casi reverencial inspira y sopla una vez más, la que piensa será la última. Los músculos, entumecidos, le hormiguean cuando comienza a descender sin apartar la vista del caos ocre, negro y rojizo que se va vertebrando conforme se aleja. En ese momento, la llama ya muy exigua de la lámpara se extingue. Él, con la seguridad que aporta la rutina, tantea el suelo en la oscuridad hasta encontrar una segunda lámpara, y tarda en prenderla un tiempo aún no mensurable. La luz devora la tiniebla, él alza la mirada y su grito tembloroso de asombro retumba entre las rugosas paredes. Sobrecogido por la repentina visión, intuye que ese día el espíritu del fuego se ha unido al del hacedor de imágenes que habita en su mano para entre ambos infundir el sueño de la vida a los bisontes que pueblan el techo de la cueva.

NOV34. ALQUIMIA DEL HOGAR, de Christine-kistila Cleret de Langavant

De Castilla me encantan sus pueblos puestos a gratinar al sol y siempre me maravillo del milagro del adobe: mezcla de paja y barro con agua que, por la gracia del fuego, se vuelve solidez cobriza.
De la misma manera, como el fuego, debemos conseguir crear una unión luminosa a pesar del monótono cotidiano vivir.
Me gusta del fuego su fuerza viva: vibraciones y palpitaciones de las llamas bailando en arabescos y sombras sobre los muros, chispas que brotan como maíz en la sartén ¡pop! ¡pop! Llenos de fantasía.
…Pero al fuego hay de saber dominar así que, para que no se apague el amor vivo, hay de insuflarle fuerza con el fuelle del cariño, besos y caricias… sin olvidar usar tampoco el atizador del lenguaje compartiendo vivencias.
A la edad que sea esforzarse, obstinarse, en alimentar la fogata veraniega o la lumbre invernal usando tanto pequeños sarmientos que gruesos leños… pero cuidadin, con tiento porque… ¡si echas leña al fuego se pueden alimentar pasiones destructivas!…
En efecto los rencores, que normalmente se cuecen a fuego lento, podrían al derramarse llevarse por delante el amor compartido…

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