Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

ENE76. ENTRE SUEÑOS, de Fernando Andrés Puga

 Cuando desperté, no lo tenía. No noté su ausencia de inmediato, pero cuando fui al baño y, medio dormido todavía, quise orinar, descubrí que ya no me colgaba entre las piernas. No es que no me haya sorprendido, nadie en mi lugar lo hubiera tomado con naturalidad, pero ¿asustarme? no. Lo que a cualquiera lo hubiera perturbado profundamente a mí no me pareció gran cosa. Lo más curioso es que ni rastro. Sólo un pequeño orificio por donde empezó a salir el pis. Tuve que sentarme para no mojarme las piernas y, una vez sentado, empecé a recordar.
Nos habíamos acostado juntos. Vos, por enésima vez, te habías dormido enseguida, decepcionada, refunfuñando. ¿Fuiste vos? ¿Te atreviste a…? Pero no sentí nada, no hay manchas en las sábanas, ningún indicio; más bien parece haber desaparecido por arte de magia.
Fue entonces que volvió a mi mente aquella bruja que se te parecía tanto, el caldero que hervía y esperaba el último ingrediente, el frío del acero… Regresé a la cama a toda prisa, cerré los ojos y, temiendo que fuese demasiado tarde, rogué porque aún no lo hubieras arrojado en el que creías que sería tu más eficaz brebaje.

ENE75. MI PERDICIÓN, de Rosa Mª iglesias Yañez

Me sudan las manos, la cabeza me estalla y el interior de la boca me arde.
Doy vueltas por el apartamento, las paredes me comen, poco a poco, como una animal se come a su presa.
La sangre de mis venas arañan mis arterias, se hinchan y las veo moradas casi negras como el carbón.
Quiero darme cabezazos contra la pared, esta angustia me está matando. Tengo sed. Esas malditas reuniones no me sirven.
Todas las mañanas cuando despierto, pienso en una cosa. Bebo un trago y esas cuatro paredes se ensanchan de repente y puedo respirar. Por las ventanas entra el sol y la sangre corre por mis venas.
Creo estar lúcido y veo con claridad.
Recupero mi vida, que es así como quiero vivir.

ENE74. TE LLORARÉ MIENTRAS MUERES, de Francisco J. Sánchez Mira (Frank Spoiler)

Ana se estremeció al entrar en aquel cuarto semi-oscuro, con solo una pequeña luz en una esquina de la estancia y que apenas dejaba entrever «aquello».
― ¿Cuándo despertó, Pablo?
― ¿Por qué me preguntas que cuándo despertó?…
«Cómo se le puede llamar a “eso” estar despierto».
Estaba con él el día del accidente, y me maldeciré mientras viva por ello.
¿Cómo no lo evité? ¿Por qué no se lo impedí? Me lo echo en cara y pregunto tantas veces… ―Estabas borracho… ―Murmuró Ana.
― ¿Y qué? ¡Debí impedir que subiera a aquel coche!
¡Maldita perra! Lo dejó destrozado aquella noche…
Míralo… ¿qué es “eso”? ¿Qué queda en ese ser de mi hermano?
Desde que «despertó» solo abre su boca para comer. Una comida especial que yo mismo le consigo. Aunque sienta asco y pavor… aunque se me desgarre el corazón cada vez que mato por conseguirla.
Lo siento Ana, Pablo tiene que comer, es la hora de su comida.
Ana no tuvo ni tiempo de sorprenderse, el cuchillo se hundió hábilmente en su pecho, sin apenas producir sonido alguno salvo un ligero siseo.
Segundos más tarde Pablo, abría la boca y saciaba de nuevo sus ansias. Mientras Andrés, a su cabecera lloraba…

ENE73. DESPERTÓ, de Inmaculada Rodríguez Flores (Inma Flores)

Una nube blanquecina fue lo primero que vio  cuando despertó. Desde hacía algunos días escuchaba voces en la distancia: saludos, risas, llantos alguna que otra vez…, aunque hasta hoy  no había podido abrir sus ojos.
Como pudo  intentó mirar a su alrededor, pero no podía mover su cabeza. Tampoco podía hablar, sólo mirar  el techo de aquella habitación de hospital —al que le habían llevado no recordaba cuando  y donde se sentía como en un cementerio de elefantes— y escuchar voces en la distancia; junto a su cama sólo habían estado las enfermeras que le cuidaban.
Solo; se sentía solo, tal y como había vivido siempre; alejado de los demás, sin compartir su tiempo, egoístamente dedicado al trabajo y  a su hobby de coleccionista. Una lágrima recorrió  una de sus mejillas al pensar que nadie le había echado de menos. Ya era tarde para volver atrás. Quizás en ese instante fue cuando verdaderamente… despertó.

EL INSPIRADOR DEL MES… Y UNA OVEJA

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
LA OVEJA NEGRA, Augusto Monterrosso, Edit. Punto de Lectura

ENE71. RELIQUIAS DE UN SUEÑO, de Pilar Pastor

Cuando las nubes surcaban los cielos, en las tardes estivales, ella se tumbaba sobre la arena de la playa. Observaba sus formas y desplazamientos con tanta intensidad y perseverancia que sus pensamientos, convertidos ya en pequeñas reliquias, viajaban con ellas para reencontrarse con las más tiernas vivencias de un pasado reciente. Las chispas que albergaba en su interior ardían en el deseo de hacerse realidad.
Aquella tarde cerró los ojos y pudo ver su rostro de nuevo, sentir su cálido perfume, acariciar sus manos , compartir su sonrisa, besar sus mejillas, oír su voz como un susurro lejano que ,al compás de las olas, la arrulló hasta sumergirla en el más plácido y anhelado de los sueños.
Cuando despertó … las gaviotas revoloteaban en su cabeza.

ENE70. LOS OJOS DE KAFKA, de Mercedes Jiménez Rueda

Cuando Franz K se despertó aquella mañana se encontró sobre su cama convertido en silencio. Su cuerpo se había transformado en una coraza neblinosa tan pesada que le impedía moverse. Intentó gritar pero sus labios sólo expulsaban densas burbujas que estallaban en el aire produciendo un pitido ensordecedor.
   Pasado el susto inicial, sus padres se aventuraron a entrar en la habitación, pero pronto se les hizo repugnante la presencia de K. No les gustaba someterse al examen de esos ojos callados, escrutadores. La quietud asfixiante de aquel cuarto les obligaba a escuchar sus propios pensamientos. Hacía crecer en ellos la conciencia de culpa por la incomprensión que siempre habían mostrado hacia el hijo excéntrico y solitario.
   Una noche entraron en el cuarto mientras K dormía, lo ataron con gruesas cuerdas y lo arrojaron al río. Al chocar con el fondo, la rígida coraza se rompió en mil fragmentos que rodaron como diminutos ojos cristalinos por las profundidades.
   Allí permanece aún diseminado el inmortal escritor. Desde su lecho transparente continúa sondeando los rostros de los transeúntes que se reflejan en las serenas aguas del Moldava.

ENE69. FOTOGRAMAS, de David Moreno

Cuando despertó se vio entre los barrotes de una cuna. En las manos, pequeñas y sonrosadas, sostenía un sonajero; lo agitaba dibujando líneas invisibles en el aire. Así estuvo un tiempo indeterminado hasta que se durmió con una sonrisa en la boca y la baba discurriendo por las comisuras labiales.
Cuando despertó se vio ahora los dedos de la mano entrelazados a los de una mujer. Lucían anillo de prometidos. La sensación era tan agradable que no quiso casi ni abrir los ojos y se volvió a dormir hipnotizado por el baile de mariposas enamoradas.
Cuando despertó esta vez se vio agarrando la mano de un niño. Iban camino a la escuela. En un primer momento la angustia le impedía respirar con normalidad; se relajó al despedirse éste con un tierno adiós papa. Un escalofrío después volvió a dormirse.
Cuando despertó se vio apoyado en los barrotes de una cama. En la piel de las manos, acartonadas, las venas trazaban líneas sinuosas. Sobre el suelo un bastón aún temblaba recién caído. Sintió angustia y quiso dormir rápido para olvidar esto último mientras un hilillo de baba asomaba sin control por las comisuras labiales.
Cuando despertó el bastón seguía allí.

 http://microseñalesdehumo.blogspot.com

ENE67. ESTADO FEBRIL, de Javier Sánchez Campos

Se despertó con la turbación del que se asombra mirando con lujuria a alguien de su mismo sexo. Se encontraba demasiado bien para haber cenado un bocadillo de cristales aliñado con gel de ducha. Tampoco confiaba en que su cama de pinchos fuera cómoda, menos todavía si para arroparte poseías una colcha de alambre. Sin embargo, lo que apuntaba como una noche de reflujos y dolores de espalda, se transformó en un descansar plácido, suave, donde incluso transpiró y babeó a causa del bienestar que colapsaba su cuerpo.
El nuevo día entró por la ventana, y se sintió feliz, pese a que la extraña sensación de ser un faquir todavía le atosigaba.

 http://laideaquetorciolaesquina.blogspot.com.es/

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