Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

OCT35. SOLUCIONES DESDE ORIÓN, de Manuel Del valle

      No sé cómo. En la galaxia de no sé dónde y en los tiempos de no sé cuándo…
      Existieron en ese indeterminado universo .Tres estrellas. Cada una con su propio planeta, cada una con su propia raza:
     Dos de ellas,  creíanse con inteligencia superior a sus vecinas, por lo que siempre estaban en disputa, quedando siempre al margen del conflicto la tercera.
  Tras años de complicada situación, los jefes de estas naciones, pensaron quizá o sin pensar (en sus pueblos) advirtieron,  en la guerra su  solución.
                 Y  frotándose las manos…pulsaron “el rojo botón”.
                 …La guerra se fue complicando y los señores,  empezaron a jugar peligrosamente con la atomicidad.
   Estos  nuevos armamentos (en laboratorios creados),guiados por manos indecisas: hicieron volar los planetas y personas que asombradas nada sabían de lo  que pasaba…
   Extinguidos ya los bandos de conflicto, esa tercera nación (que al margen se encontraba) entrevió huecos en su evolución.
        Y así,  quien menos capacitado se creía pudo contemplar su ascensión,  sin dejar de preguntarse… ¿Qué es del más inteligente animal?
                                                                            .    .     .
            Y desde aquí mi ventana, al contemplar ese orión.
     ¿Parémonos a pensar,  si la guerra será el apaño? ¿o si la solución…  estará en las  estrellas de su cinturón?

OCT34. LUNARES, de Teresa Elena Hernández Villagómez

Al recorrer la nube de mi blusa, ante tus ojos aparecieron tres estrellas. Del cielo de mi pecho las recogiste con la lengua desordenando su constelación, y así, te las llevaste a recorrer ese universo de mi ser.
Fueron entonces prendedor en mi cabello, secreto en mi oído y deseo en mi boca.
Fueron escalofrío de mi nuca, destello en mi hombro, mariposa de mi espalda…
Listón para mi cintura, demencia de mi cadera y roce de mis piernas.
Fueron flores de mis manos, chispas de mis ojos y alfombra para mis pies.
Finalmente, volvieron agotadas a su sitio tras tan extenuante excursión, al filo del escote mis tres lunares, estrellas agitadas de mi latido, casi intactas en mi piel para ir a dormir…excepto porque ahora tienen grabadas las eternas huellas dactilares del hombre al que se las obsequié.

OCT33. VAINILLA, de Paloma Casado Marco

Desde que la nueva profesora llegó al colegio, soñaba con constelaciones. La señorita Rosa tenía una trenza rubia, y tres estrellas tatuadas recorriendo su brazo izquierdo. Cuando se inclinaba para ayudarle en la tarea, la punta de la trenza le hacía cosquillas en la cara, y su nariz se llenaba de un aroma a vainilla capaz de hacerle olvidar el resto del mundo. Por la noche, abría la ventana y contemplaba el cielo antes de dormir. Quería ser astronauta para poder alcanzar esas estrellas.
Una tarde, ensimismado, se alejó hacia la zona más intransitada del río. Allí, en la orilla, escuchó los susurros y las risas de una pareja oculta entre los ramajes. Escondido tras un árbol, pudo contemplar el cuerpo desnudo de una mujer que emergía sobre su compañero. Los rayos del sol iluminaban tres estrellas en su piel.
 De regreso, no quiso comer el bocadillo que le había preparado su madre, y se acostó febril en la cama. Cuando su padre llegó a casa, fue a ver cómo se encontraba. El olor a vainilla que desprendía, le produjo una náusea irreprimible.
Cerró la ventana para no ver cómo se caían del cielo, una tras otra, todas sus estrellas.

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OCT32. CONDENADO, de Begoña Heredia

Con un fuerte golpe de maza. el juez dio por terminado el juicio. Ahora,  el acusado debería esperar  la sentencia. Durante esos días de incertidumbre, él, anduvo por las  nubes y  cuando se daba cuenta de lo que estaba sucediendo  imaginaba  que le declararían culpable y le pondrían una condena con la intención de hacerle     más sensato, y que bajara a la tierra. Y así fue. Le expulsaron de su casa y tuvo que arreglársela solo en su nuevo destino. Una vez allí, lo primero que debía  hacer era encontrar un banco para cambiar las últimas tres  monedas  que le quedaban.
Anduvo varias horas entre las calles de su nuevo hogar y le fue imposible encontrar un banco como el que necesitaba. Comenzó a impacientarse y pensó que en esa desesperación también estaba la penitencia. Y todo por una gamberrada angelical.  ¿Cómo encontraría el un banco de buenas acciones donde cambiar sus tres estrellas? ¿Por qué se le ocurriría cortarle las alas a Gabriel para ver si le crecían de nuevo? El no sabía nada de los hombres. Pobre ángel, vivir en la tierra no iba a serle nada fácil.

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OCT31. MI VIDA, de Elena Urbano Sojo

Estrella es el nombre de mi madre, la mujer que admiro, la que me lo ha dado todo, y a la que tengo que agradecer que me haya convertido en la persona que soy.
La casualidad quiso que la mujer que me robó el corazón también se llame Estrella. Ella es mi amiga, mi compañera, mi mujer, el amor de mi vida. Me encanta cuando todavía se sonroja si le digo que para mí no hay mujer más bella en la tierra.
Y desde hace dos años también está Estrellita, mi niña, mi luz. Cuando la miro, inconscientemente, se me dibuja una sonrisa en la cara. El amor que siento por ella es difícil de describir, tan nuevo para mí; un amor infinito.
Ellas son las tres Estrellas que forman mi vida.

OCT30. CIEGOS, SORDOS Y FUGACES, de Gustavo Gareiz

El primero se negó ver a su estrella, porque temía a que cayera del cielo. El segundo pidió su deseo, pero no quiso escucharse. El último, aunque sabio, habló demasiado tarde: “Las estrellas son eternas; nosotros somos los fugaces”.

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OCT29. AYER LA VI…, de Sara Snezha Pozo Rodríguez

Ayer la vi, sentada en un banco, sola viendo pasar el mundo a su alrededor… su mirada clavada en un punto equidistante entre las tres estrellas que formaban su propia constelación. Ella tan solo ella, sabía que era única en su especie, se dejaba mirar, y sin embargo no se dejaba tocar, ese privilegio lo tenía yo… su piel pura y limpia, mis manos intentando aprender y dibujar su figura, sus curvas y sus volúmenes… nosotras y tan solo nosotras sabíamos que éramos únicas en nuestra especie. Nuestras bocas empezaban a anhelar ese calor que se escapa de cada aliento que emitíamos, nuestros ojos, ese brillo por donde se escapaba el deseo y nuestras manos, ese tacto que enloquece a todo artista…
Ayer la vi, sentada en un banco, sola viendo pasar el mundo a su alrededor… mi boca quería decir un “hola, cuánto tiempo…”, pero mi saliva se secó y mis pasos decidieron seguir caminando a pesar de que mis rodillas temblaran y mis ojos lloraran de que ya no pudiera tocarla… de que tan solo la pudiera ver.

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OCT28. ESTRELLA PARA EL MUNDO, de Luis Cruz Cubero Villalba

Cada noche de guardia en nuestro faro, sigo respirando el aire de la mar. Esta mañana he recordado que hace dos años que te marchaste. Tu puesto lo ocupa Salcedo, pero tu memoria todavía brilla con fuerza. Me dá ánimos tu recuerdo. Esta semana terminaron de pintar el faro, como siempre a rayas blancas y azules. Por fin han arreglado el camino de acceso, ya no hay tantos baches, así que no se nos llena de barro el coche. Aunque últimamente, no te lo creerás, vengo en bicicleta.
El jueves tengo otra vez guardia y a los barcos les seguirá sirviendo de estrella el faro. Para ti siempre fue imprescindible la señalización marítima y se me ha pegado el vivir anhelando hacer funcionar este faro para que otros sigan navegando. Me enseñaste con tu ejemplo a ser también otra estrella, porque como tú decías: “Al faro no se viene a mirar una máquina, sino a ser estrella para el mundo”. Al anochecer, en la guardia, me tomaré el café  pensando en estas tres estrellas: el faro para dar luz a los barcos, tu ilusión que me sigue animando y la oportunidad de continuar iluminando desde la costa.

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OCT27. ANIMAL DE PODER, de Inés Zapirain López

La luna es muy hermosa esta noche. Derrama sus rayos plateados a través de la ventana abierta, iluminando tres estrellas suspendidas sobre la cuna. Los astros tintinan en una danza de sombras celestes adornando la colcha bordada. Deslizo las yemas sonrosadas de mis dedos sobre ella, y recorro lentamente las letras realzadas en hilo dorado; letras que acompañarán una vida.
Hoy nace Claudia, y detrás de nuestra casa, iluminado por la luna, nacerá su unicornio. Permanecerán juntos tres días mientras sus almas se impriman; será su protector, la amará sin medida, sin juicios.
Mi marido está nervioso. Cavila sin descanso una explicación para nuestros vecinos. Me acerco intentando tranquilizarle. Le cuento que he creado un lugar perfecto para el mítico animal. Le aseguro convencida que nadie lo verá.
Pero él no me escucha. Recorre la cocina con grandes zancadas maldiciendo:
– ¡Nunca debí casarme contigo! ¡Bruja!
Su mano y su voz se han alzado al tiempo…, pero no me ha tocado… Un destello veloz ha traspasado su pecho, fulminándole.
Su alianza gira a mis pies mientras sus cenizas vuelan por la estancia, dejándolo todo enlutado y triste.
– Te aseguré que nadie le vería- susurro recogiendo el anillo-. Tú siempre ignoraste al mío.

OCT26. ESTRELLAS, de Ángeles Sánchez Gandarillas

Me dijeron que nació con tres estrellas
y que fueron luminarias en el cielo de su vida.
Sí, tres estrellas que cortejan en su nombre
la ternura, la esperanza y los susurros.
En sus ojos, azul cielo,
se veían los reflejos de los mares
y los vientos, las gaviotas,
los cascadas en los ríos,
la pasión en los amores,
los aromas de vergeles bien cuidados…
Y, quien en ellos se mirara
comprobara la limpieza de quereres,
lo sincero en sus abrazos
y una hilera de ternuras
que prendaran en las sedas del cariño
con la fuerza de la sangre
que manara en una fuente
de brillantes escarlatas…
y frenesíes.
Se verían los luceros infinitos en lo opaco de su iris…
¿Y yo pretendo encontrar tres estrellas en octubre?
¿Bastaría que luciera la esperanza?
¿Bastaría como estela una caricia en nuestro rostro?
¿Bastarían el silencio de esa noche
si tejiera un fugaz baile ?
¿Bastaría este lucero en lo oscuro de otras vidas
que si miran no ven nada?
Dime tú que estás leyendo,
¿este ser será la estrella
que ensombrezca el universo?…

OCT24. TRES ESTRELLAS EN MI VENTANA, de Magdalena Carrillo

La señora de la noche posee un largo manto cuajado de estrellas. Pasea las noches sin luna por el firmamento, vigilando que toda la  bóveda celeste esté en su lugar: sol, planetas y otros astros. Ella es la soberana. Solo tres estrellas, las más bellas, coronan la diadema de luz que recoge sus largos cabellos.
Son las más brillantes en las noches oscuras, las que nos iluminan y consuelan cuando pensamos que ya no podemos más, las que nos levantan cuando nos caemos, las que nos arropan cuando nos sentimos solos. A ellas dirigimos nuestros sueños y esperanzas.
La señora del Alba desaparece con su lucero al llegar las primeras luces del día, y con ella, nuestras penas y desvelos.

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OCT23. LA LIGA DE LAS ESTRELLAS, de Rubén Gozalo

Se fijó en los cuerpos famélicos de los niños y en las moscas que revoloteaban a su alrededor igual que un furibundo enjambre de abejas. Observó sus semblantes consumidos, reducidos a huesos y piel. Sonreían a la cámara, mientras sus madres aguardaban en silencio, corroídas por la impotencia de ver morir a diario a sus hijos. Eran incapaces de alimentarlos y desde hacia días ya solo faltaba que la muerte se instalase en la aldea. A lo lejos, se fijó en la constelación de estrellas que refulgían en la oscuridad como luciérnagas en la noche en aquel lugar apartado de África y del que Dios parecía haberse olvidado. Leyó el eslógan en la pantalla del televisor: Cada segundo mueren tres niños en el Tercer Mundo. Cuando terminó el anuncio, se levantó del sofá, abrió la nevera y se sirvió una cerveza bien fría. Menuda mierda, se dijo. Al descanso su equipo de fútbol perdía tres a uno.

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