Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

JUL88. SENTIMIENTO DE PARTIDA, de Alberto Quiles

Comienzas a caminar por un sendero que separa el asfalto del mar y empiezas a sentir entre tus dedos desnudos, el calor que produce la arena cuando lleva rato al sol.
Abriendo tus pulmones te acercas a la orilla, esa orilla que lleva allí desde antes que nacieras brindando la belleza a tu ciudad. Entonces respiras sin prisa, con fuerza, aire marinero.
Observas el vaivén calmado de las olas y sumes tus pies en esa agua que no es ni fría ni templada.
Y caminas, caminas por una zona más dura, más compacta, dejando por tu derecha en el horizonte, los últimos rayos del día.
Es cuando el sol, luminoso, incandescente y anaranjado está a su mitad entre el cielo y el reflejo del mar; cuando te sientas en tu arena, tu playa y contemplas la puesta de sol.
Vas percibiendo los últimos destellos, cada vez más débiles del ocaso del día y en cuestión de minutos comienza a soplar una suave brisa que refresca el ambiente.
La oscuridad vuelve a cernirse, trae una noche de esas en las que tus ojos brillan atónitos y maravillados con el manto estrellado.
Apenado, descubres lo difícil que será…
Alejarte de tu tierra.

JUL87. EL VIAJE MÁS LARGO, de Julio Olmos de Prada

Un espejo y un baúl custodian la ventana. Instantáneas sembradas sobre la almohada. Mapas y tickets desluciendo la pared. Suvenires hacinados en el rincón. Restos de pizza compartida por el suelo.
Tu mirada vidriosa y ausente recorre el angosto espacio. Sobrevuelas los obstáculos. Abandonas tu cuerpo maltrecho. Brotas al camino traspasando el mar de la ventana. Sostienes la sonrisa en tu rostro.
Te observo y aprendo: el viaje más largo puede ser a ninguna parte.

JUL86. EL VIAJE ME ENSEÑÓ, de Garbiñe Albisua Garmendia

El viaje me enseñó que hay que salir puntual, pero no demasiado. Que si el depósito de gasolina no está lleno al partir, habrá que parar a repostar en el camino, pero que a veces, el señor de la gasolinera nos da un ratito de buena conversación. Que si quieres llegar pronto no te puedes entretener mirando el paisaje, pero que si lo haces, a lo mejor descubres un lago, un pozo o unas espigas de trigo que bailan al son del viento. Que se puede viajar solo, pero que la compañía nos ayuda a ver el cielo de otro color. Que es importante llegar al final de nuestro destino, pero que a veces, ese final no es el que habíamos pensado. Y que… viajar es un placer, y que vivir es viajar, y viajar es vivir.

JUL85. RESACA, de Luisa Hurtado González

 El viaje de mis lágrimas saladas hasta ser mar me enseñó que tu piel ya nunca volvería a serme vetada. Nunca lo sabrás, pero el dolor que me causaste me convirtió en ola, ésa que te besa la piel una y otra, incansable, la misma que hoy viéndote junto a él te arrastrará a lo más hondo para satisfacer mis recién estrenadas ansias de venganza.

JUL84. EL ÚLTIMO VIAJE, de Mercedes Daza García

Él no me quería.
El viaje fue fugaz como el descenso en picado de mis emociones. Diez metros resumen mi vida. Un amor intermitente que apaga de manera definitiva su luz; anhelos que anhelan; lágrimas no descifradas; lamentaciones enredadas a mi estómago;  vestigios de un corazón maltrecho; una obsesión que vuelve a brotar en mi interior; frágiles sentimientos que han agotado su razón; una soledad que busca desesperadamente a soledad; miradas relámpago que se eternizan en un recoveco de mi memoria; un deseo deshecho por amor.
 El viaje me enseña  un alma transparente refugiada en mi cuerpo durante mi efímera existencia. Escurridiza, una vez liberada de sus ataduras emprende el vuelo espiritual recogiendo esperanzas esparcidas en el aire. Al día de hoy,  mi ánima no ha regresado, ni lo hará nunca. Pasa sus días colgada en el filo de una estrella, pendular como nuestro idilio, alumbrando el  camino que no recorrimos.

JUL83. OTRA VEZ ALLÍ, de Jesús Lozano López

Hace unos días viajé al pasado, no por nada en concreto, simplemente quería revivir aquellos acontecimientos que -digamos- me marcaron. O eso presume mi lacaniano psicoanalista. Pero no creáis, no pude cambiar nada. Sólo observé.
En realidad, no usé una máquina del tiempo al uso, sino que elegí el inveterado recuerdo como medio de transporte. NO ese exprés que te lleva automáticamente al lugar y tiempo exactos, sino el de largo recorrido, que como tren de provincias te va llevando por los paisajes marginales de la memoria.
Pasé por momentos olvidados, otrora imborrables. Rodeé otros que me enternecieron… sucesos –muchos- desapercibidos, que me robaron la sonrisa, sorprendiéndome por su intensidad y riqueza de matices.
Poco a poco, sin tener claros ni causa ni objeto, me iba acercando a aquel momento horrible. Ahí estaba por fin, clavado en la yerba, roto, en ese parque junto a aquella nuestra casa. Mirándola. Mirándolos. Quise abrazarme, estrechar a ese joven yo entre mis brazos y decirle, “ya ha pasado ese tiempo del que todo el mundo te habla, ya todo está bien…”. Pero yo ya no estaba allí. Entonces comprendí, debía dejar a aquel joven continuar con su propio viaje, y proseguir el mío.

JUL82. VIAJE PARA OLVIDAR, de Puri Otero Domarco

Tenía que madrugar para coger aquel tren, sus compañeras de trabajo iban en otro mas tarde,pero Sonsoles prefería ir sola, sin tener que sonreir y hablar con las demás.
El trayecto duraba una hora, tiempo suficiente para dejarse embutir por los personajes que pululaban entre las hojas de su libro.Su única compañia eran ellos,todo lo demás a su alrededor no existía.
Su vida era monótona,aburrida,triste y vanal.Despues de que su novio Tomas la dejara plantada a la puerta de a iglesia ya no era la misma, habían pasado tres años pero el tiempo no había conseguido aniquilar de sus pensamientos todo lo sucedido. Solo ellos, los libros y el traqueteo del tren le ayudaban a luchar en la contienda que diariamente mantenia  para conseguir borrar de su mente todos aquellos recuerdos, alejandola así de la realidad.
Para ella aquellos viajes le proporcionaban momentos de felicidad y con esto tenía suficiente para seguir viviendo.

 Blog = dulcinea-del atlántico

JUL81. VIAJE DE PLACER, de Carolina García

Colmo mi cantimplora con deseo y una linterna con luz de tu mirada, por si anochezco en tus callejones.
Parto desde el andén de tus pasos, recorriendo las sinuosas pantorrillas sin ripio. Escalo las colinas descentradas de las rótulas y desciendo sin correr, aunque la pendiente acelere mi paso. Camino hipnotizada los muslos relajados y sigo hacia el norte, llegando a tu abdomen empedrado, cerca del badén de la cintura. Aquí visito el aljibe de tu ombligo y deambulo por esta calle desolada de peatones del pasado.
Luego rumbeo hacia tu pecho, donde un volcán dormido entrará en erupción. Llego tarde. La tierra latente abrió una peligrosa grieta entre tus pectorales.
Corro y me pierdo en la principal arteria de tu cuello, atestada por un embotellamiento de hormonas apuradas. Encumbro el pico de la mandíbula y me deslizo a tientas hasta las ochavas de los labios, donde absorbo todos los besos que se derraman desde el caudal de tu lengua.
En cada poro del camino aprendo a amarte un poco más. Y en cada bostezo de madrugada comienzo a desandar la ruta, agradecida y sin apuro, fotografiando con las retinas todos los rincones de esta increíble geografía.

JUL80. PUNTO DE LLEGADA, de Gabriel Bevilaqua

 I.
El tren atraviesa suavemente el océano rubio del trigal. Una mujer, de mediana edad y aún guapa, duerme con la cabeza apoyada sobre mi hombro. Ignoro quién es ella. “Ojalá este viaje durase para siempre”, pienso y sonrío.

II.
El tren atraviesa suavemente el océano rubio del trigal. Un hombre, de mediana edad y aún guapo, duerme con la cabeza apoyada sobre mi hombro. Ignoro quién es él. “Ojalá este viaje durase para siempre”, pienso y sonrío.

III.
Cuando el vozarrón del guarda los despierta, el hombre y la mujer, sentados frente a frente, se miran y cada uno reconoce en el otro las huellas del sueño espejado. Pudorosos se evitan y al recibir los boletos de vuelta, el guarda les informa que están próximos a llegar.
—¿A dónde? —preguntan en una sola voz como si aún no lo supiesen.
—Al fin de la soledad —responde el guarda mientras se aleja.

 http://elefantefunambulista.blogspot.com.ar/

JUL79. HACIA EL HORIZONTE, de Kalton Bruhl

Estaban a punto de perder las esperanzas cuando finalmente escucharon el silbato del tren. Subieron de prisa, confiando en encontrar un buen lugar.
«Estoy segura que la felicidad que esperamos se encuentra cada vez más cerca», dijo ella para sí, cuando comenzaron a avanzar. Cerró los ojos y se recostó contra su pecho. Era tan fácil soñar cuando él se encontraba a su lado.
 “¡No te duermas!” – dijo él, de pronto, sacudiéndola con firmeza–. “Vas a caerte”.
Ella se frotó los párpados y se palmeó las mejillas. Debía mantenerse despierta. Sería fácil caer del techo de aquel vagón.
Mientras tanto el tren continuaba su marcha, sin que pareciera afectarle su carga extra y clandestina, de sueños e indocumentados.

JUL78. AQUEL VIJE, de Zunilda Moreno

Recuerdo el traqueteo cadencioso de aquel tren de mi adolescencia, surcando campos verdes, desafiando horizontes. Era el primer  viaje que hacía sola para visitar a mis parientes “del campo”. La jovencita, sentada enfrente de mí, miraba de reojo a su acompañante, una señora regordeta con aspecto gruñón. Apenas la mujer se dormitó, la joven se dirigió donde se unen los vagones. Demoró unos minutos y volvió a su lugar. Tomó un pequeño libro de su bolsa de mano, intentando nerviosamente leerlo.
Enseguida, la máquina hizo sentir su bocinazo anunciando la parada en una Estación intermedia. La joven volvió a levantarse, acomodando antes, la cabeza de la regordeta, quien para entonces, estaba completamente dormida. Apresurada, llegó otra vez hasta el fin del vagón; un amontonamiento de pasajeros hizo que la perdiese de vista. Cuando el tren reanudó su marcha con ese arranque cayengue de los primeros metros, quise recordar cuántas Estaciones faltarían para mi destino. Al acercarme a la ventanilla, casi lanzo un grito de sorpresa y admiración. Por el andén que se iba despoblando de viajeros, vi a la muchacha correr tomada de la mano de un joven apuesto, sin sus maletas. Aquel viaje me enseñó la aventura del amor.

 zmescribiendo.blogspot.com

JUL77. LOS DIENTES DEL HAMBRE, de Rosa Molina

“Malos tiempos nos han tocado vivir, hijo. Esta maldita guerra y la terrible sequía, nos han secado hasta las lágrimas. Mira las ovejas, parecen alambres lanudos. ¡Y gracias que nos quedan estas pocas! Las subiremos a los prados altos de Cazorla, a que engorden” me dijo.Salimos de madrugada, levantando polvo, subiendo caminos que bordeaban, como muelles, las empinadas laderas, con la boca seca, sin ganas de nada, solo de vivir y llegar. Al olor de los verdes prados las ovejas apretaron el paso y los perros las rodearon para juntarlas. Ayudé a mi padre en dos partos; aprendí, por el ladrido de los mastines, si merodeaban zorros o lobos; observé cómo vuelan las águilas cuando acechan a los corderos. Vino mi tío, que vivía escondido en la sierra.“¡Estás hecho un hombre!”, dijo abrazándome y me regaló mi primera navaja. Fue la única vez que vi llorar a mi padre.
Con las primeras lluvias iniciamos el descenso, nosotros por las trochas, las aguas por sus cauces. Al llegar vi a mis amigos en el río y, rápidamente, saqué mi navaja para afilar un palo. Se quedaron ojipláticos. Les saludé, pero seguí caminando, pues ahora tenía obligaciones que  cumplir.

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