Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

JUL100. PERSPICACIA, INTUICIÓN… de Calamanda Nevado

Cada vez viajaban más mis Erasmus. También noté que, cuando venían  a casa de vacaciones, si entraba casualmente a sus cuartos; con disimulo giraban la pantalla del ordenador. Demasiado misterio. Debía indagar, como pudiera, en  sus carpetas, ficheros y correos. Encontré poco, aunque los chicos parecían singulares como yo. Escamada, trace mis propósitos: asegurarme personalmente, haciéndome  irreconocible.
Semanas después se desplazaban a la Habana; sentados detrás de mí  ¡disfrutaban con dos llamativas modelos! Sin imaginarlo, volaban con mi metro setenta, mis cincuenta quilos, entallados, mi peluca rubia, mis gafas de aviador, mis uñas postizas rojas,  mis  sandalias tacón aguja, mi maquillaje y mi “perspicacia” de madre que reservó, en el Copacabana,  una habitación dos puertas anteriores a las suyas.
Con cámara y cautela registré sus entradas, salidas, y las de  sus visitas; me aclararon bastante, pero necesitaba verlos para creer. Inquieta, solicité mesa contigua al escenario. Ahí pude entender los secretos de sus “dobles vidas”. El viaje me enseño prudencia, los porqués de  sus “conductas” y que ¡Eran bailarines profesionales! interpretando sus coreografías eróticas.  Me admiré;  como las mías,  respiraban elegancia.
Vivimos los tres bailando por el mundo ¿coincidiremos? heredaron mi intuición. Llegaran a desconfiar… Sabrán guardar silencio…como hago yo.

JUL99. REGRESO A LOS ORÍGENES, de Belén Molina Moreno

Esta noche de desesperación he tenido conciencia de la negrura de mi ser. He huido de mí y me he fundido en el beso eterno del cielo y el mar. Me caí en sus entrañas y  bailé  entre sus bosques de algas y corrí por sus praderas de verde posidonia y volé en la suavidad de su agua; bailé con delfines,  corrí al encuentro de  las grandes tortugas y volé con las rayas oceánicas. He conocido la inmensidad azul del mar, he recordado  la enormidad del cielo y he comprendido la infinita maravilla limitada de la vida.  Esta noche he emprendido el viaje de salida del agujero negro que  me engulló hace dos millones de años y vuelvo a ser la estrella brillante que une todas las noches  el océano con la bóveda celeste.

JUL98. JARERO, de Isabel Fernández Ortiz

La puerta de los corrales se abre a las ocho de la mañana empujada por el bravío de unas astas que se topan con antiguas calles de adoquines vestidas por edificios que mantienen la casta incrustada en sus entrañas. Los ojos desafiantes de Jarero emprenden camino con esplendor, mostrando su pelaje en tono melocotón, que le distingue del resto de sus hermanos que exhiben su negro zaino. Jarero avanza armado de descaro hasta el lugar donde el miedo emana de la piel humana, amontonada sin control ni templanza. Con la punta de sus astas roza cada vida expuesta, marcando su territorio, mientras el pavor se contagia entre los presentes. Las pezuñas de sus patas, que comienzan a calentarse, se dirigen con decisión hasta un lugar desconocido para el animal. Siente como debe huir, evitar el gentío que se empeña en molestarle rozando su gruesa piel, incitándole a que les agreda con la fuerza que irradian sus astas. Cansado y enfadado, se adentra en un desconocido ruedo  que calma con su arena el escozor de sus patas. Un oportuno capote se evidencia ante su hocico guiándole hasta los toriles, donde las firmes manos humanas, fraguan el final de su camino.

JUL97. HE APRENDIDO…, de Mª Carmen Gómez Caro

He aprendido muchas cosas en este viaje. He aprendido, a fuerza de mirar el cielo, a barruntar los cambios del tiempo. He aprendido que todos los seres viven sus vidas con pasión, ya sean hormigas o murciélagos, y luchan, sufren, se alegran con las mismas cosas, les alcanza la misma muerte y dejan el mismo vacío entre los suyos. He aprendido el valor de lo auténtico, de lo que nos hace sentirnos orgullosos. Lejos quedan los días en los que me importaron apariencias vacías y elegancias supuestas…Hoy lo cambio todo por un abrazo sincero y mis arrugas ganadas con sonrisas y llantos. Mi viaje ha durado toda mi vida y sospecho que aún no ha terminado. Hoy sé que, pese a mi edad no he madurado: sólo soy una niña que ha viajado.

JUL96. EL PUEBLO, de Ana Rosa de Artíñano Comin

¡¡Siempre quise volver al pueblo de mi infancia.!!!
El viaje me enseñó demasiadas cosas y me hizo rememorar otras tantas que habían permanecido durante muchos años guardadas en el armario de mi memoria.
Volví, un día cualquiera con la madurez ya instalada en mi cuerpo y con ojos asombrados miré todo minuciosamente y recordé : sus calles, su defectuoso empedrado, los colmados atiborrados, el mercadillo de los sábados, la plaza con la fuente de los siete caños, la pineda, el tañir de las campanas golpeando el paso del tiempo, la casa Fontova del 1800 donde consumimos parte de nuestra adolescencia, con su laberinto de cuartos, su sala de juegos y su jardín encantado donde quedaron nuestros sueños prendidos en las ramas de sus frondosos árboles.
El «entoldado» de la fiesta Mayor donde dimos nuestros primeros pasos de baile agarradas al príncipe de nuestros sueños antes de que se convirtiera en rana.
Intenté hallar a la gente de antaño y descubrí con tristeza que la gran ciudad se los había llevado.
Me alejé de allí con melacolía, el paso del tiempo se había encargado de borrar las huellas y esconder, hábilmente, entre sus esquinas el pasado.

JUL95. TELEGRAMA PARA VENECIA, de Ricardo J. Gómez Tovar

Saludos desde Samarkanda. STOP. Viaje peligroso por Asia Central. STOP. Caravana asaltada, incursiones bandidos, tormentas arena. STOP. He pasado tanta sed que me bebería el Gran Canal. STOP. Llevo puesta una máscara veneciana para protegerme del polvo del camino. STOP. Papá y tío Matteo me dicen que deje de hacer el ganso, pero qué quieren: ¡con diecisiete años y ya de gira por el mundo! STOP. Sigo en ruta, pero las cosas no van precisamente como la seda. STOP. El desierto de Gobi empieza a agobiarme. STOP. Si no aparece pronto el palacio de Kublai Khan, me vuelvo a Venecia aunque sea haciendo dedo. STOP. Que c’est triste Venise, recordar el ayer. STOP. ¡Qué nostalgia! STOP. Pues ya estamos en Catay. ¡Trabajo de chinos nos ha costado! STOP. Aquí, recorriendo el río Amarillo, aunque a mí lo que me tienen es negro de tanto hacer kilómetros. STOP. ¡Hombre, Kublai, dichosos los ojos! STOP. Llevo ya cincuenta y cinco días en Pekín. STOP. El Khan y yo hemos hecho buenas migas y me ha enchufado en la Corte. STOP. Lo tengo preparado, ya tengo los baúles… No, que al final me quedo. STOP. Ya os cuento. Besos, Marco.

 www.ricardogomeztovar.blogspot.com

JUL94. EL TREN DEL RECUERDO, de Cristina González Prieto

Y sin previo aviso mi ser volvió a ser consciente dentro de aquel cuerpo cansado y atormentado, refugio de aquella alma eternamente soñadora que un día abandonó su jaula para no volver. Estación tras estación me alejaba cada vez más del camino que con tanta ilusión había iniciado apenas unos años. El largo viaje emprendido me enseñó lecciones que jamás pensé que se podían aprender, que jamás nadie me contó que debían ser aprendidas… Un camino lleno de luz y oscuridad las cuales debía de abrazar por igual puesto que ambos formaban parte de un mismo todo. Y allí sentada pensaba en cuántas vidas, cuantos viajes y cuantas lecciones había cobijado antes de mi inesperada llegada aquel viejo asiento destartalado de tan anticuado tren pasado de moda. A cada segundo que pasaba me estaba alejando más de mi antigua vida, me conducía hacia una nueva. Una sonrisa melancólica se dibujo en mi rostro. A veces nos empeñamos tanto en llegar a un punto que nos olvidamos de disfrutar del camino que nos lleva hasta él. Por fin lo había comprendido. No importa lo que deseemos o cuanto lo deseemos, pues, a veces cuando lo conseguimos pierde todo su valor.

JUL93. IDEALIZACIONES, de Adelina Garbuio

Escritores y soñadores han imaginado volar en avión. Si uno piensa en ello se imagina flotando entre las nubes, mirando bellos paisajes, acariciado por el sol que se refleja en la ventanilla y un suave movimiento que junto con nosotros permite que nuestros sueños vuelen.
Los grandes cineastas norteamericanos nos hicieron soñar con un interior sobrio, azafatas con escotes pronunciados, faldas apretadas y ricos tragos en las manos. La sensación de importancia, el saber que estamos por sobre todos.
Los más aventureros quizá soñaron con turbulencias, estado de emergencia y ser el único sobreviviente que utilizando un paracaídas se convierte en un nuevo héroe mediático.
Pero no, anoche el viaje me enseñó que sólo nauseas y fuertes dolores de oído me esperan haya arriba, ni poético, ni poderoso, ni valiente es viajar en avión.

 malabareandoconpalabras.blogspot.com.ar

JUL92. PARADOJA, de Ana María Cuevas Calonge

El dolor es una cuestión de Física.
Acerca de flexibilidad, de resiliencia, de resistencia de materiales.  Cuando no pude cargar más, ni resistir más, el dolor me dobló y me quebré. Dolía tanto que simplemente no podía respirar, ni moverme. No había salida. Giré y giré sobre mi eje y lo único que pude ver fue obscuridad.
   Para escapar, corté por lo sano, las arterias de mis piernas y dejé la sangre fluir hasta morir.
   Hoy no veo otra cosa, ni siento otra cosa, ni puedo pensar en otra cosa que no sea el dolor del que quise escapar. El que hoy me rodea, me persigue, me acorrala igual que antes, más que antes, por siempre, para siempre. El viaje me enseñó que la eterna presencia del dolor, que me acecha, que me embosca, que me amenaza y que me lacera es el verdadero infierno de los suicidas.

 draanamary.blogspot.com

JUL91. ADAN Y ODOT, de María Elejoste Larrucea

Odot era perfecto pero no lo sabíamos. Se fue y Adán ocupó su lugar. Con Odot viajé a occidente en busca del milagro de la ciencia. Después, con Adán,  fui a oriente en busca de paz-ciencia. Viajé. Huir, para el silencio no oír. Me hice vieja.
Entendí que incluso los más pobres regalan sonrisas y centrifugué el huracán de mi rabia hasta hacerla brisa. Me dieron su calor, y reciclé mis lágrimas en gotas de rocío de un mañana mejor. Encontré la calma, los 21 gramos de mi alma, porque aunque anochece, siempre amanece.
Dicen, y es mentira, que el tiempo lo cura todo. Dicen y es cierto, que pone las cosas en su sitio.  Un día paseando sin rumbo, encontré los cuentos de Jams y en el número  10, Ana, la dependienta, me invitó a pasar. Y escribí un cuento, donde parte es cierto y parte invento. Y así, lo pasé por el espejo que aunque refleja la verdad,  lo pone del revés:  Adán cambia y  Odot tiene sentido.
Sus ojos verdes dan luz a otros padres, y su pequeño corazón late en otro pecho. Para ellos… el cielo, para nosotros… consuelo.

JUL90. LO QUE POSEO, de Ivana Laura Pizzio

Como un ermitaño, fuera de este mundo, vivo yo,
Una criatura sin miedo a mostrar quién es.
Un par de ojos mojados,
Un arrepentimiento fuerte en mí,
Esta piel que se marchita, cada vez que te habla mediante roces.
Con una mente abierta, he aprendido todo lo de la vida…
Preferí ser sola, porque descubro muchas cosas, aprendo más,
Sólo digo…
Únicamente tengo a mi cámara para tomar recuerdos,
Que se borrarán con el tiempo…
Bebo un té de menta,
Sinónimo de mi tristeza…
El mar me cuenta
dónde estás, si me recuerdas…
Pero a veces se aburre, y no quiere hablarme,
Por más que suplique.
Nubes grises me atormentan en el frío pavimento,
Con mi cuaderno manchado,
 De tantos borrones que le hago a mi vida.
Necesito hospedaje,
Para mis íntimos.
Sé que eres confiable;
Puedo confiar en ti, si esa es la duda.

JUL89. EL VIAJE ME ENSEÑÓ (CICATRICES), de Paula Morán

Empecé con las botas de mi padre, que me estaban grandes de talla y experiencias. Por todo equipaje tomé recuerdos, agua, expectativas y sal para las heridas. Supongo que mi inconsciente decidió el rumbo porque de repente me vi frente a todos mis espejos en una marea de bosques, estaciones, ríos, ciudades y otras selvas en las que jugar mis cartas intentando no llevarme demasiadas cicatrices. El viaje me enseñó a conocer mis fronteras y a respetar las de otros. Aprendí a limpiar mi piel de voces, a entender que es bueno que siempre queden castillos por alcanzar y que está bien conquistar cualquier palacio que se te ponga por delante, pero no cualquier corazón. Me enseñó que bajo todas las pieles hay cicatrices de los «Nunca» y los «Quizá» y que, al final, la idea de vivir en este mundo es no arrepentirse de nada cuando tengamos que salir.

 purpuraenlassespinas.blogspot.com

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