Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

SEP110. CUMPLEAÑOS, de Asun Gárate Iguarán

Hoy ha sido su cumpleaños: trece años. Se ha pasado el día entero delante del espejo, probándose ropa de su hermana mayor. Quiere ser como ella, tener un montón de novios y dinero para comprar cosas.
Cuando empiezan a oírse por el patio los ruidos de las cenas en las casas de los vecinos sale a buscar a su hermana.
Cruza varias calles hasta llegar a una plazoleta, de arcos oscuros, donde la encuentra fumando y charlando con otras chicas.
No se acerca a ellas, no quiere molestarlas, y se refugia en la sombra de los arcos.
Las ve cuchichear y teme que la echen de allí, pero su hermana se encoge de hombros y dejan de mirarla.
Se apoya en la pared fría. Mientras espera piensa que mañana se comprará un perfume.
De pronto, sin que lo haya visto venir, hay un hombre delante de ella. La niña se pone firme sobre los tacones y le sonríe con su primera sonrisa. El hombre le mira los pechos, que apenas asoman por el escote de la blusa demasiado grande, y dice con voz ronca: «Lo siento, putita, pero yo sólo como fruta madura». Y se aleja hacia las otras mujeres.

SEP109. CEREZAS, de Miguelángel Flores

Le pide un cartucho de cerezas, granates como besos. Y ella, con la visión de la fruta acurrucada en la cárcel de sus dedos grandes, oye por dentro claramente un clic. Un cortocircuito que le hace parpadear seguido, y abrir de nuevo el abanico. Algo más, señora, le dice él. Y a ella, que quisiera decirle qué más querría, sólo le sale por la boca, un par de limones y la cuenta.
En la penumbra fresca del hostal, imagina que son ahora dos puñados de cerezas sus pechos, apresados entre esas manos morenas; que es cautiva, ella entera, de los brazos y piernas del frutero. Y el techo se le cubre de frutos encarnados que maduran, que revientan a un tiempo, que la inundan sin prisa con su jugo. Rojo que le va y le vuelve de dentro a fuera.
Cuando llega el fin del soliloquio de sus dedos, con los mismos abre la ventana. Él está enfrente, ante la puerta de su tienda, mirándola, jugando en su boca con lo que, está segura, es un hueso de cereza.

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SEP108. MARÍA, de Jesús Coronado Bevia

Cayó como la fruta madura. Sin apenas tiempo para pensar. Sin apenas tiempo para olvidar. Tres años eran demasiados para vivirlos en soledad, acompañado de recuerdos que solo conseguían transmitirle una sensación de falsa felicidad. Y allí, en la terraza donde contaban las estrellas y sus labios hablaban sin mediar palabra, la brisa del mar le acarició el rostro susurrándole con olor a salitre y espuma su nombre. María. Y pensó que era la hora ya. Y que antes de que los años y el bastón que le aferraba a su perdida juventud le impidieran hacerlo aspiró una vez más el aroma de la rosa que su mano derecha portaba, roja como a ella le gustaban, se encaramó a la barandilla… y cayó. Cayó como la fruta madura cae del árbol cuando alcanza el punto perfecto de madurez y dulzor. Sin miedo. Sabía que María le esperaba al final del recorrido y hoy, por primera vez en tres años, se sintió feliz.

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SEP107. REBELIÓN, de Verónica Martín

Eva prefirió degustar un trozo de sandía y  derramar sensualidad en su mirada mientras tentaba a Adán con su sonrisa salpicada de almíbar.
Blancanieves desdeñó a la ancianita con su cesta cargada de deseos y se fue a coger setas.
Newton contemplaba un ejército hormigas que acreditarían su teoría de la velocidad.
Mientras tanto, las manzanas maduras festejaban su liberación.

SEP106. COMPRARÁ MANZANAS, de Pilar Montes Conde

El teléfono sonó tres veces, cuando lo cogió oyó una voz que decía, la fruta está madura, mañana caerá del árbol, pasado ya puede comprar manzanas.
Cuando colgó su cara siguió impasible, como siempre, también como siempre, nadie que la viese en ese momento,hubiera imaginado la tormenta que bullía en su cabeza.
Pensaba en Alejandro, en los años transcurridos a su lado, desde aquel día, cuando ella tenía dieciocho y la encontró llorando.
Era un hombre atractivo, socio de su padre, que no solo la consoló de su desengaño amoroso, sino que un año después,se convirtió en su marido, para alegría de su familia y envidia de sus amigas.
La boda fue un cuento de hadas, del que despertó de forma brutal, cuando solos en su habitación, él se burló de su timidez dándole una bofetada. Fue la primera de muchas.
Pero había llegado su momento; por eso aquella noche, cuando su marido la abofeteó, de su boca no salió un quejido, sino una fuerte carcajada, él sorprendido la dijo que no la entendería  nunca. Ana callaba pensando, mañana lo entenderás, cuando saltes con tu coche por los aires.

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FINALISTA SEMANAL EN EL REC DE LA SER

Volvemos a sacar nuestro «árbol de plata» para reconocer otro triunfo de «los amigos de ENTC«
Nos ha llegado el chivatazo de que mañana a las 17,30 hs de nuestro horario peninsular en la Cadena Ser, tendremos un excelente representante al que tendremos que acompañar… ¡en la primera semana de esta temporada del REC (Relato en Cadena)!
Javier Sánchez Campos, autor de algunas joyitas en este blog (debo reconocer mi absoluta debilidad por esta lección de economía narrativa que os pongo en este enlace) es uno de los 4 finalistas de la semana en el concurso que convoca la Cadena Ser  y la Escuela de Esritores.
Ya ha hecho lo más difícil… felicidades.

SEP105. CAMPANILLAS ASESINAS, de Dylan Martínez Castro

Sintió revolotear mariposas en su estómago, y de pronto lo vió todo claro en esa fría mañana. Una inmensa alegría invadió su cuerpo.
Años de espera, rabia contenida.
Todo un mundo nuevo se abría delante de sus ojos.
Cayó como fruta madura desde el tejado de su prisión.

SEP104. MEJOR MAÑANA, de Mercedes Daza García

La cena se enfría en la mesa. El vestido se deshace en arrugas. Las agujas del reloj giran, enredadas a mi estómago. El teléfono permanece callado. El tocadiscos canta a mi tristeza. El saxo abandona el blues para extenderme una mano. Mi reflejo en la copa, vacía, al igual que yo. La vista al frente, clavada en la puerta. La esperanza escondida bajo el sofá. Mi corazón, blando y oscuro, como fruta madura bombea absurdas excusas en mi cabeza. Tú, de nuevo tú, el  que gira y desenrosca la tuerca de mis sueños y los deja bruscamente caer.  El cansancio recostado a mi lado cubre mi cuerpo encogido. No recuerdo haber pintado la pared del salón  de color gris. La vela me hace un último guiño.

SEP103. EL DIABLO, de Rafa Heredero García

El trato carnal con brujas. Eso era lo que más le gustaba. Sin duda. Más que escuchar los alaridos de los infelices que caían bajo sus dominios, o el olor de su agonía que todo lo impregnaba. Por eso no le importó evitar la habitual ronda de inspección en la que solía disfrutar del sufrimiento de tanta alma descarriada: una nueva bruja estaba esperando y tenía prisa por conocerla.
Se plantó ante ella, expectante, y le sorprendió y agradeció su juventud; también se sintió orgulloso al descubrir el temor en sus ojos cuando supo adónde había llegado. Y es que al final todas acababan cayendo allí. Era inevitable. Disponía de los medios para que así fuera, y a esta, además, no iba a ser difícil arrancarle sus pecados. Pero ya habría tiempo para eso.
Con el dorso de la mano acarició la temblorosa mejilla de la muchacha, y muy despacio, suavemente, la deslizó desde el cuello hacia sus hombros desnudos… Sabía por su experiencia que para ellas, para las brujas, aquello suponía una tortura más dolorosa que cuando penetraba su carne con un hierro candente, y eso a él, como Inquisidor General, era lo que más le gustaba. Sin duda.

OTRA INSPIRACIÓN…CON TENTADORAS MANZANAS


Un letrero imprimía en la tarde sucia de bruma “Frutería”, y desde la acera al escaparate una escalera de manzanas puestas como pelotas en cajones de madera, todas del mismo amarillo. Se sintió arrastrada hacia atrás por el olor –había pasado de largo enfundada en la importancia de sus doce años- y tuvo que volver. (…)

Se quedó un rato oliendo y se puso a acariciar las frutas. Le debió de mirar desde tan lejos que el aprendiz repitió la oferta. “¿Cuántas le pongo? ¿Un kilo?” Era seguramente su primera venta y enrojeció. Serían de la misma edad. lla quiso contestar algro preciso y sintió su esfuerzo de volver a la superficie. Iba a hablar en el momento en el que el chico le puso entre las manos un saco de papel brillante y pesado. Ella echó a andar. “Señorita se olvida usted de pagar”. Ella le tendió el paquete con tanta naturalidad que el chico dudó un rato en recogerlo. (…)

Una tarde, con un movimiento rapidísimo, al pasar, le tendió la manzana más bonita de la frutería; ella le miró, no le dijo nada, mordió la manzana, sonrió y volvió la cabeza desde la esquina.

MAX AUB, Fábula Verde, en Escribir lo que imagino, edit. Alba

Texto propuesto por Irene Pastor… gracias.

SEP102. ÚLTIMA MIRADA, de Leticia Oliva

Amaneció muy temprano, era un día especial y no quería defraudarse a sí misma, ya él lo había hecho,  mientras apresuraba un trago de café amargo no dejaba de pensar en que el infeliz le había mentido, le prometió que estaría a su lado para siempre y ahora la dejaba sola, como todos antes que él.
Estaba enrabiada, conteniendo una lagrima y  pesar de eso se puso ese vestido verde que él tanto admiraba, en este último encuentro, quería que la viera digna, batalló un poco mas de usual con la hebillita de las sandalias, esmerándose en cada detalle.
Llegó al lugar del encuentro podía sentir las voces de todos apaciguarse a su paso, se detuvo unos minutos frente a él y lo miró, quiso decirle que le odiaba por dejarla, pero solo se mostro tranquila y digna, quería que la recordara así, eso era importante.
Un hombre se le acercó por detrás y le susurró algo al oído, ella asintió, mientras sonreía digna, preguntándose si él le diría algo antes de irse, pero no dijo nada.
Suspiro decepcionada, cuando el encardo de la funeraria cerro el féretro, bajo la mirada y permitió que esa lagrima cayera como fruta madura.

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SEP101. VIDA EXPRIMIDA, de Juan José Benítez Goya

Como fruta madura. Así se sentía Rubén.
Después de tantísimos años ejerciendo su profesión, estaba en el ocaso de su vida.
Se sentía como aquella manzana que relucía roja y desafiante ante el Sol, a punto de ser recolectada y disfrutada por los mejores paladares  o abandonada a su suerte e inevitablemente pudriéndose en aquel manzano con la única compañía de las ramas que le sostienen, hasta que llegue el momento en el que caiga melancólicamente y se funda con la tierra y pase  a ser un sedimento más.
No sabía si quería ser realmente roja y desafiante o un mero e insignificante sedimento.
También se planteaba si su trabajo era plenamente satisfactorio o por lo menos le gustaba.
Con este continuo dilema existencial en su vida, se levantaba cada día e iba a su trabajo.
Entraba por aquella puerta, rodeada por aquellos naranjos que adornan las calles y las plazas, pero únicamente eso, adornar, porque del sabor no hablemos.
Así se sentía Rubén, como un adorno frutal.
Pero eso sí, cuando ponía su traje de trabajo, se le disipaba completamente la duda. Se plantaba delante de centenares de niños y niñas, deseosos de reír. “¡Qué bonito es ser payaso!”

 http://juanjo1976.wordpress.com/

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