Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

DIC34. NAVIDAD.NAVIDAD, de Fernando Andrés Puga

A dúo cantan los hermanitos.
Villancicos.
 No desafinan, no se equivocan, no se despeinan.
¡Son un amor!
El día que fuimos a vaciar la casa de los viejos, lo encontré en el doble fondo del último cajón del ropero de nuestra habitación.
¿La desmesura de mi grito de alegría? ¿Eso fue lo que te desequilibró aquella noche junto al pino excesivamente ornamentado? Lo querías con todas tus fuerzas, pero el gran paquete junto al árbol tenía pegada una etiqueta con mi nombre. Al lado, otro regalo. Nadie prestaba atención, pero había desilusión en esos dedos que desenvolvían sin deseo tu paquete, mientras no apartabas los ojos de la gran caja que tenía entre mis manos.
Mamá no tenía idea. Papá lo buscó por todas partes, pero no hubo caso. No estaba. Un huracán de envidia lo había hecho desaparecer.
No volvió Papá Noel al año siguiente. Ni al otro… ni al otro. Desde entonces, no más que regalos de ocasión junto al artificio de un abeto de plástico.
Está roto el Scalextric, aunque bastante entero. Sólo faltan dos autitos y algunos tramos de la pista. Voy a ver si lo reparo para que lo usen los chicos.

DIC33. MELCHOR, de Paloma Casado Marco

Fue el año en el que el virus de la sospecha cundió en la clase de primaria inoculado por algún compañero con hermanos mayores. Pronto comencé a padecer los síntomas del final de la inocencia, y afiebrado por la duda, acudí a los cuidados paliativos de mamá: su jarabe de entusiasmo y sus tiritas para cubrir los abscesos de incredulidad.
 -¿Cómo vamos a ser Reyes Magos los padres?
Decidí, como he hecho ante los retos importantes de la vida, conocer la verdad por mí mismo, y  la noche de Reyes esperé despierto hasta escuchar el excitante fru- fru de los envoltorios, para presentarme ante la puerta del salón, y encontrar a Melchor colocando los regalos en solitario. Cuando me descubrió, solo me atreví a preguntar con voz temblorosa:
-¿Dónde están los otros dos?
-Están repartiendo en otros pisos para ganar tiempo, ya sabes que esta noche tenemos mucho trabajo. Y tú, ¿qué haces aquí? No deberías estar levantado a estas horas, ¡ale! a dormir.
Con el corazón desbocado volví a la cama. Y aunque cerré fuerte los ojos, me fue imposible conciliar el sueño pensando en cuánto se parecía la voz de Melchor a la de mi tío Javier

DIC32. ME ROMPIERON EL ALMA, de Jesús Urbano Sojo

Contaba yo con ocho años y pensaba que era el niño más afortunado del mundo, hasta que aquel funesto día de Navidad comprobé que me equivocaba. Vi cómo mi madre se lo montaba con el hermano de mi padre, en la cocina, y mi padre sabiendo tal hecho, pasó del tema, sisó unos billetes de la cartera de su hermano y se fue al bingo. Lo peor vino luego. Me sentí hundido, defraudado, porque ya no podría confiar nunca más en mis padres. Me habían engañado, ya que aquella Navidad, de niño, mi hermana me dijo que Papá Noel no existía.

DIC31. UN GOLPE A LA INFANCIA, de Javier Sánchez Campos

Días antes de Nochebuena, mi padre me presentó al espía que no sabía espiar con la misma devoción que mi madre me había presentado al escritor sin obra. Yo les pregunté por la relación de estos tipos con la Navidad. Rieron de manera nerviosa. Mi padre se retorció las manos hasta crujir sus dedos. Contestaron que todo tiene que ver con todo pero que nada con nada. Repliqué que no comprendía, que a mí sólo me importaba comer jamón y recibir mi coche teledirigido. Respondieron, esquivando mi comentario, que lo siguiente era presentarme al astrólogo ciego y al músico sordo, para que comprobara lo felices que eran. Les dije, enfurecido, que no me importaba ninguno de esos bichos raros, que se podían ir todos a tomar viento, que sólo quería jamón y juguetes. Cruzaron su mirada como viles estafadores y me castigaron sin Navidad.

 http://laideaquetorciolaesquina.blogspot.com.es/

DIC30. OBSESIÓN MORTAL, de Juan A.P.Guadilla

Su porte, su físico potente, su forma de destacar entre los demás , despertaron en él, hombre de campo, rudo y tosco,  un sentimiento que en el pasar de los días se convirtió en una fijación.
Le observaba con frecuencia, y en su mente se instaló con empeño un pensamiento: “debía eliminarlo”
Al acostarse,  una espiral cada vez más veloz giraba en su cerebro maquinando “cómo , dónde y cuándo”.  La idea le perseguía  con la constancia de un mal sueño y se mostraba esquivo  con el objeto de no levantar sospechas acerca de sus pretendidas intenciones.
Cerca de mi casa, el tío Humberto tenía  un cobertizo con los útiles de labranza  suficientes para perpetrar la  ejecución. Una vez  culminada su mortal decisión, lo ocultaría allí hasta  deshacerse definitivamente de su  cuerpo.
Aquellas navidades  las pasaríamos en familia, incluido el tío Humberto.
La noche del Veinticuatro todos nos sentamos a la mesa, excepto él.
En el entarimado del porche sonaron unos  pasos .Se hizo un  silencio…….  la  puerta se entreabrió  y apareció mi tío portando entre sus brazos un bulto que depositó junto a la mesa.
Esa noche, entre felicitaciones y buenos deseos, cenamos el pavo.

DIC28. Y VOLVIÓ LA NAVIDAD…, de Eneritz Angulo

En aquella cocina se sentía protegida. Sentada. Viendo como su abuelo hacía solitarios mientras contaba sus historias –Aquella navidad, de niño…- La voz pausada y esa mirada serena llenaban la estancia de tranquilidad. Su nariz percibió entonces el inconfundible olor que desprendía la abuela. Aquel perfume suave y delicado invadió la habitación y al darse la vuelta la envolvió con su cálida sonrisa. Se abandonó a tan añoradas sensaciones y se estremeció al sentir las manos de su madre acariciándole el pelo. La rodeó cariñosamente con sus brazos y antes de darle un beso le dijo al oído – hija mía … te quiero-
Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas y escuchó la voz de su terapeuta – Ana despídete, déjalos marchar- Le guiñó un ojo al abuelo, acarició a su abuela y mirando a su madre dijo –Te quiero mucho… mucho-
Fue duro decir adiós. Pero aquella navidad, el inmenso vacío de la ausencia desapareció al llenarse de emociones que ya no dolían. La paciencia del abuelo, la serenidad de la abuela y el inmenso amor de su madre se sentaron a la mesa. Volvió a sentirse segura. Levantó su copa y sonrió. ¡Feliz Navidad!

DIC27. LA BICICLETA ROJA, de Blanca Oteiza Corujo

Desde el verano llevaba pidiendo una nueva bicicleta y aunque mi sexto cumpleaños estaba cercano, aquella mañana de enero me levanté con la ilusión de encontrarmela en el salón de casa junto al Belén y al pino decorado. Pero no, tan sólo hallé paquetes pequeños. Llegué con la esperanza puesta a casa de mis abuelos. Desde la puerta aparecieron unas flechas pintadas en unas cuartillas que recorrían la vivienda, y allí, detrás de las cortinas del comedor estaba ella reluciente: mi querida, añorada y soñada bicicleta roja; esa que aún conservo en el trastero cubierta de polvo.

DIC26. AQUELLA SONRISA, de Luis Cruz Cubero Villalba

Llegamos a Ruidera treinta minutos antes del amanecer. Mi padre se había empeñado en llevarme de pesca durante esas vacaciones navideñas, pero yo, con doce años entonces, valoraba fervientemente que tenía otras cosas en qué pensar. Ir en pleno invierno a una laguna a pasar el día me parecía algo inútil. Como era de suponer, la humedad calaba hasta los huesos en la laguna Salvadora cuando mi padre paró la furgoneta. Comenzó a sacar los aparejos, obligándome a ayudarle en una tarea que se me antojaba demasiado penosa como para hacerla con una sonrisa, como él. Pero, esa sonrisa se me acabó clavando profundamente en mi alma de niño durante aquella tarde. Mientras íbamos sacando algunas piezas, devolviendo al agua los peces pequeños, con un respeto al entorno casi mayor que a sí mismo, me enseñó gran parte de lo bueno que he visto en esta vida. Luego, al atardecer en la cueva de Montesinos, me terminó de mostrar lo más hondo de su corazón quijotesco.
Hoy, treinta años después, cuando vislumbro la misma sonrisa, ahora afectada por la demencia, experimento la gratitud hacia un hombre que me enseñó todo lo bueno que puedo llegar a ver.

 http://saludosdelmar.blogspot.com.es/

DIC25. ENTRE LA FE Y LA ESPERANZA, de Luz Hernández Baute

Yo no entendía porqué decían y repetían hasta la saciedad que aquel sería el año de las mujeres. Quizás por eso no me sorprendió que aquella navidad, de niño regordinto y desnudito, la figurita del pesebre se hubiera convertido en una minicenicienta tocada por la varita de algún hada invisible.
Mamá me sonrió y papá deshizo aquel belén.

DIC24. IMPUESTOS DE NAVIDAD, de Antonia García Lago

Aquella navidad de aquel año de gracia, todos los ciudadanos atendiendo a la angustiosa llamada de socorro se sintieron magnánimos, generosos, henchidos de gratitud y caridad, y fueron como pastores hacia el portal en filas, en grupos, en tropel, con lo que encontraron en el fondo triste de un bolsillo, ya ajado y hambriento, lo que recortaron de gasolina, lo que les faltaba para el comedor del colegio, lo que no gastarían en viajes a ninguna parte, a ofrendarlo a los pobres Bancos que habían caído en ruina.
Cantaron animados ante los cajeros automáticos (desalojando a los mendigos) y tras dejar sus presentes, regresaron con el corazón alegre y el alma henchida de gozo a sus casas, vacías de bienes y repletas de personas, porque gracias a su solidaridad, en esos días de paz y amor, todos los banqueros podrían comer pavo y hacer regalos a sus niños.
Blog = estimemlaparaula

DIC23. EL PERFUME, de Yolanda Nava

Es Nochebuena. Mamá ultima la cena mientras papá corta los turrones. Un enorme árbol bellamente decorado preside nuestro salón. Suenan alegres villancicos. Llega papá Noel con su saco cargado de regalos, como cada año, me los entrega en mi cuarto. Me sienta sobre sus rodillas y desliza sus rechonchos dedos debajo de mi falda, me susurra que es nuestro secreto, que no tiene nada de malo, que a las demás niñas les encanta. Me quedo quieta; me siento incómoda; pienso que soy rara porque a mí me desagrada profundamente. Intento apartarme para evitar el roce de su áspera barba en mi cara. Lucho para vencer la náusea que me provoca el olor dulzón y penetrante de su perfume, es idéntico al del tío Damián, el viejo pariente de papá que nos visita cada Navidad.


DIC22. REGRESO EN NAVIDAD, de Juan Herminio García-Zeballos

Aquella Navidad fue distinta. Aunque siendo un niño tampoco había vivido tantas, los acontecimientos determinaron que esa vez, las cosas fueran muy diferentes.
Ángel se levantó temprano, recordando las palabras de su abuela quien le había enseñado que lo más importante de la festividad no estaba sobre la chimenea, sino en el belén que su madre ponía al lado. El Niñito eran quien nacía y eso bastaba para celebrar.
Como todo crío obediente, Ángel miró atentamente las figuras de madera y para su sorpresa, halló sobre el establo un mensaje: –Fui al hospital, tu hermano pequeño me necesita, al regresar te contaré. Un beso, mamá-.  Así Ángel esperó varias horas, mirando la cuna y a quien estaba en ella.
Ya de noche, oyó que la puerta se abría y vio a su madre con los ojos llenos de lágrimas; fue corriendo hacia ella, la abrazó y le dijo que durante todo el tiempo de espera, no había hecho más que pensar en el recién nacido. La madre entristecida, sólo atinó a decirle: -“Tenemos que ser fuertes hijo, el niño que hace poco vino al mundo, volvió con su Padre y en estas Navidades ya está con Él”-.

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