Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

ENE19. AU-SEN-TISMO, de Patricia Mejías

Cuando despierto, tengo el cuerpo lleno de arañazos y magulladuras. Como siempre, los culpables escondidos al otro lado de mi realidad; la energía cinética fantasmal me revuelve la vida y la casa entera a base de levitaciones y fenómenos paranormales.  He hecho de todo para mantenerlos a raya: gritar, patear, morder. Incluso ignorarlos cuando presiento las cucharas flotantes con comida, o las manos invisibles lavar mis genitales. Me he resistido a entablar comunicación con ellos. Hasta ahora. Las sesiones han abierto los canales de la mente; podré hablar con los del otro lado.  Verlos por primera vez.

— Aquí hay alguien, quiere decirte que te quiere, que te extraña, es muy cercana a ti. ¿Quieres verla?

Al abrir los ojos, mi madre. También padre y otros parientes. Y tan reales como el psiquiatra a mi lado.
El tratamiento está funcionando.

ENE18. ¡TIERRA TRÁGAME!, de Abdalah Nieto

Un sonido estridente le despertó sobresaltado. Era la radio despertador que le había regalado su padre el día anterior por su decimoctavo cumpleaños. No sabe si le dolió más ver las 6.00 a.m. iluminadas en rojo o el frío que sentía en sus pies a pesar de dormir con unos calcetines de lana que le había tejido su abuela hace tiempo. Cinco minutos más evadido de mundo real no le harían daño a nadie, aunque cuando se quiso dar cuenta era casi la hora de entrar al tajo. Ya era mayor de edad pero llevaba casi dos años trabajando de soldador en el taller de la esquina. Con la piel de gallina se vistió rápidamente y con una magdalena en una mano y su vieja mochila en la otra salio  corriendo de casa. Cuando llegó sus compañeros ya estaban embebidos entre los chispazos y los ruidos de la maquinaria. Se puso el mono e intento, en vano, ocupar su puesto sin que su jefe le pillara.
-¡Lo siento, pero estás despedido! Fue lo último que le dijo el encargado dándole voces a la vez que escuchó a su madre gritar:
– ¡Despiertaaaaaaaaaaaa, o volverás a llegar tarde al instituto!.

ENE16. RENACIMIENTO, de Inés Zapirain López

Cuando Emma despertó, las aletas de su pequeña nariz se movían nerviosas. No era la primera vez que aquel sueño alteraba su descanso.
Todavía temblando apartó la ropa de cama y posó sus pies sobre aquel suelo del color del caramelo; estaba frío. Acariciando su abultado vientre avanzó hacia la cocina, sabía que allí, en la penumbra, encontraría a su padre. El hombre se hallaba sentado en una vieja silla, canturreando, con sus manos entrelazadas sobre las piernas. Emma se arrodilló con mucho cuidado a sus pies y, el anciano comenzó a acariciar el cabello rizado de su hija. La luz dorada que emanaba de las puntas de sus dedos se confundía con la tonalidad violeta del aura de Emma; se confundía hasta el punto de que ya era imposible distinguir donde empezaba una y terminaba la otra. Entretejidas. Trenzadas. Resplandecían en sinuosa danza.
Fue entonces cuando el hombre languideció sobre la silla exhalando un suspiro. Vida y muerte se mezclaron en el instante en que aquella mano resbaló por su cabello, y, Emma sintió como aquel líquido anunciador corría entre sus piernas…
Cuando le mostraron al niño lo abrazó suavemente. Serena. Impregnándose de la luz dorada de su piel.

ENE14. SU PRIMER Y ÚLTIMO VIAJE, de Nicolás Megías Berdonce

Cuando despertó ya estaba a bordo de otro barco. No recordaba cómo había logrado llegar hasta allí. Su último recuerdo era estar en aquella mesa cenando,  acompañada de su marido, cuando sintió un ligero temblor bajo sus pies.
Miró a su alrededor,  pero no lo encontró con la mirada, solo veía a gente envuelta en mantas cubriendo aquellas joyas deslumbrantes y caros vestidos. Sus rostros reflejaban miedo, terror  e incluso en algunos aún perplejidad.  Otras miradas se perdían en el horizonte de aquel gélido océano en calma en el cual horas antes, todas aquellas personas e incluida ella misma disfrutaban de un espectacular viaje en él que habían llamado «El buque de los sueños».
Se levantó y aún mareada intentó buscar a su marido entre aquellas personas, pero solo veía algunos hombres entre tanta mujer y niño. Logró reconocer alguna de ellas en las cenas o en los paseos por la cubierta.
Se acercó a una y le preguntó:
– ¿Ha visto a mi marido?
La dama extrañada, le respondió:
– ¿Su marido? Seguro que debe de estar con él mío, y con muchos otros  que han decidido quedarse en el barco a esperar nuestro regreso cuando despierte el día.

ENE13. OMNISCIENTE PERO MENOS, de Jesús Lozano López

Cuando despertó todo el mundo se había ido a dormir. Esto le pareció notablemente extraño, de modo que esperó pacientemente, durante horas y horas, hasta que el sueño sobrevino otra vez. En sus sueños todo el mundo estaba despierto y activo, la vida se derramaba frenética por doquier; la sonrisa daba paso al llanto, este al grito, y aquel a su vez al mohín, el otro a la queja, esta al estremecimiento, toda la cadena trófica de las emociones agolpándose en un lugar que no dormía jamás. La cosa es que tanta actividad resultó tan placentera como extenuante. Nuevamente se dejó llevar por el sueño. De qué paso después cuando despertara en el sueño de un sueño, nada sé. Para mí que desapareció en una sima literaria, sea como fuere mi omnisciencia no da para más.

 http://entierrasdelamaquinahumana.blogspot.com.es/

ENE12. FANTASMAS NOCTURNOS, de Blanca Oteiza

Los sueños de la noche me perturban incluso ya despierta. Me persiguen hechizándome durante la mañana y perduran incluso durante la tarde. Golpean mi mente una y otra vez las imágenes de los sueños vividos en la oscuridad de mi alcoba. No me dejan escapar cuando siento que me falta el aire al recordarlos. Y son los dueños de mi cuerpo cuando quiero desconectar y no puedo; quiero desaparecer por un rato pero no hallo el momento de volverme invisible. Las horas pasan y se suceden como mis recuerdos nocturnos aún más intensamente en tiempo vespertino. El sol vuelve a ocultarse y mis temores recobran vida al acercarse el ocaso del día. De nuevo los fantasmas de la nostalgia, los anhelos perdidos, las reminiscencias del pasado casi olvidado que no volverá se agolpan en mi delirio nocturno. La oscuridad invade la estancia, me acuesto y aferrada a la almohada cierro los ojos y me preparo para una nueva batalla…

Relato fuera de concurso por haber sido semifinalista en el I Concurso Internacional de Microrrelatos La cesta de las palabras (2011) y estar publicado en el libro Misterios para el sueño.

ENE10. TERRIBLE DESPERTAR, de Gloria Arcos Lado

Estaba abriendo los ojos después de un dulce y reparador sueño cuando oyó unos gritos afuera, en la plaza a la que asomaba su casa.
  Eran gritos desgarradores, que albergaban en sus profundos lamentos,  todo el horror  imaginable.
 Cuando logró despertarse totalmente, se asomó a la ventana para ver de dónde procedía  aquel  griterío.
  Miró hacia la plaza, y únicamente vio un amasijo de hierros retorcidos de  un autobús, y a su lado decenas de cuerpos mutilados, algunos ya cadáveres, mezclados,  en un horrible caos, con  gente que pedía ayuda.
  Era tal el horror que descubrió, que se negaba a creer que fuera cierto lo ocurrido.
 Creía que en su ciudad ya había desaparecido el terrorismo. Por eso,  se negaba a admitir que pudieran regresar  los años del terror, de la barbarie indiscriminada  que acechaba en cualquier esquina, en forma de tiro en la sien,  bomba- lapa o coche bomba.
  Necesitaba saber que era un sueño lo que sus ojos, oídos y manos se empeñaban en mostrarle.  Pero por desgracia,  aunque se negara a admitirlo, otra vez  la sinrazón había desencadenado el terror en un instante.

ENE08. LOS NIÑOS DICEN LA VERDAD, de Héctor Hernández

—¡Papá, papá, despierta!
—¿Qué pasa, Julián?  ¿Por qué tanto escándalo?
—¡Hay un dinosaurio debajo de mi cama y me quiere comer!
—Calma, calma, no pasa nada. Vamos a tu cuarto y me aseguro que no te coma, ¿está bien? Pero tú te acuestas a dormir mientras yo reviso.
—Sí, papá.
—Veamos, de este lado no hay nada, y de este otro lado tam…
—Papá…¿Papá?
—…

ENE07. ERROR DE CÁLCULO, de Nuria Casado Marco

Voy a estallar, pienso, mientras golpeo frenéticamente el teclado.No puedo más, cualquier día me va a estallar la cabeza. Él, sigue hablando y hablando sin parar, toda excusa es válida: el boli que no pinta, la minifalda de la del registro, verborrea vacía de contenido. Cualquier cosa da pie a una disertación interminable, generalmente sobre temas banales que desembocan en imprecaciones, saltando de un tema a otro sin conexión, y elevando el tono de voz para certificar que el sufrido oyente recibe convenientemente su diatriba. Me parapeto detrás de la pantalla del ordenador, e intento sumergirme en la lectura que me ofrece la página abierta, intentando asimilar su contenido y por ende pasar desapercibido,  pero él inasequible al desaliento, asoma la cabecita y con un ¿eh?eh? me invita a participar en el monólogo y así evitar mi anhelado aislamiento.
Asi que aquel lunes, entré en el despacho y simulando una sonrisa (a lo Richard Widmark) e impostando la voz le abordé:
– Qué, está rico el café ¿no?
Por toda respuesta, su mirada vidriosa se posó en la mía.
Cuando despertó, craso error, el mundo se me vino abajo.

ENE06. VENTANÁS, de Gabriel Bevilaqua

Nora da vueltas para un lado y para otro, no puede dormir. Se desemboza y siente un aire gélido en la cara. Al encender la luz observa que las cortinas de la ventana se hinchan como velámenes. Se levanta, corre el cortinaje y descubre que las hojas de vidrio y los postigos están cerrados. De repente aquellas se empañan, salvo en un pequeño círculo del tamaño de una moneda. Se inclina hacia el mismo y descubre un ojo.

Con furor y miedo entremezclados, Nora trata de desempañar los vidrios pero no lo consigue. El ojo no deja de mirarla y ella apoya un dedo sobre el círculo. El dedo lo atraviesa y queda apresado.

Una lengua áspera, como de gato, lo lame.

Nora ciñe con la mano libre la muñeca de la atrapada y tira hacia sí con todas sus fuerzas. Cuando se libera, se halla de vuelta en la cama.

Enciende la luz y observa. El cortinaje cubre los vidrios como si jamás lo hubiese apartado. «Ha sido una pesadilla», murmura, y sonríe. Al instante las cortinas se agitan, un aire gélido le pega en la cara y una lengua áspera, como de gato, lame su espalda.

 http://elefantefunambulista.blogspot.com

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