Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

NOV145. LA CIUDAD DEL FIN DEL MUNDO, de José Muñoz Albaladejo

La ciudad del fin del mundo se alza prodigiosamente sobre un terreno desconocido. Su ingente verticalidad se impone ante sus gentes como un cruel tirano. Nadie sabe cómo llegó allí y nadie sabe cómo salir. Nadie queda en ella que recuerde cómo es el Sol o la Luna. De aspecto enfermizo, brillantes como el fuego, los edificios de la ciudad ya no dejan ver el cielo. Sus luces permanecen encendidas sin cesar. Abierta veinticuatro horas, la ciudad del fin del mundo no descansa nunca. Ante este panorama, no es de extrañar que sus habitantes caminen por las calles como muertos, sin alma, sin rumbo fijo. Simplemente caminan. La ciudad los sobrecoge, los atemoriza. Se repliegan sobre sí mismos y allí permanecen encerrados para siempre, desde que nacen hasta que mueren. Nunca fuimos tan pequeños ni estuvimos tan muertos como ahora.  Las formas de la ciudad se alteran, se distorsionan los paisajes, los colores cambian y las perspectivas nos engañan. Impotentes, vagamos por la ciudad del fin del mundo como quien ya no sabe a dónde ir: sin hacer camino a cada paso, solo repitiendo el mismo una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.

NOV143. INCANDESCENCIA, de Ana Rosa de Artíñano Comin

El frio del invierno ha entrado de puntillas sin avisar, me hundo entre los almohadones del sofá ligeramente adormecida por el calor que despide el fuego de la chimenea, siento como mi mirada se pierde entre el rojo intenso de las llamas, no puedo apartar mi vista de ellas, estoy hipnotizada.
Mi mente retrocede al pasado, percibo como mis sentimientos se amontonan y arden en la hoguera y como con el fuego chisporrotean devolviéndome antiguas imágenes que titilan como si tuvieran vida.
«Sonrio al verte correr en bicicleta, calle abajo, como alma que lleva el diablo, mirándome de reojo. Cara de velocidad, pelo revuelto, pantalones sucios llenos de polvo y zapatillas manchadas de barro y miles de sueños que salen desbordados por tu gastada mochila«.
Oigo, entre el crepitar de los leños al arder, el eco de tus palabras, algunas veces tiernas, cariñosas y otras secas e hirientes que un día desplegaron sus alas y se esfumaron arrastradas lejor por el viento del olvido.
Busco entre las brasas las cenizas de nuestra historia y no encuentro nada. Veo como el fuego, que todo lo arrasa, también ha ido quemando tu recuerdo.

NOV142. MICRO EPÍSTOLAS, de Laura Garrido Barrera

—Querida Matilde, guardo las cartas suyas que exudan el olor a su perfume de esencias más vivas. ¿Cómo pudo insinuarse así en su última misiva?. Atentamente suyo, Feliciano.

—Querido Feliciano, hay pasiones interiores en una mujer que se desatan alocadamente a la llamada del varón. Me contuve, pero al imaginarle, al leerle con su cuidada prosa ensalzando mis virtudes, no pude por menos  que agradecérselo con una parte íntima de mí. Siempre a sus pies.

—Querida Matilde, avivo el fuego que arde en mis venas, la huelo a usted cuando observo el tímido resplandor del sol en un horizonte lejano, y por la noche, un torrente de calor me acompaña hasta el nuevo amanecer. Le envío algo confidencial.

—Querido Feliciano, mis enaguas le gustaron, pero mi marido descubrió las letras de usted en sus pulgueros. Los ha quemado y ha enloquecido. ¿Cómo hará usted para alimentar la  llama de este amor que nos subyuga en la distancia? ¡Veinte años de cárcel son demasiados!

—Querida Matilde, nunca me ha preguntado la causa de mi condena. Se la confieso: ¡arderán estos muros el mismo día que usted me posea! Soy pirómano de vocación y pirómano en espíritu.

 http://demispalabrasylasvuestras.blogspot.com/

NOV141. LA MECHA PURIFICADORA, de Mercedes C. Velázquez Manuel

Después de haberle introducido el brebaje hirviendo de hierba luisa, varas de viña, algunas ramas de duraznero blanco y un poco de hinojo recién cortado, procedió a zangolotearla de izquierda a derecha repetidas veces, dándole pequeños y bruscos zarandeos para que el enjuague oloroso penetrara bien y restañara las heridas guardadas durante algún tiempo.
Iniciaba así, con ella, un baile circular, de extremo a extremo hasta acabar exhausto. Terminada la danza, preparó una pequeña mecha de manera artesanal, depositando una cierta cantidad de azufre en un trozo de paño blanco, anudado a  un fino y largo alambre. Le pegó fuego e introdujo la mecha encendida en la boca, tapó cuidadosamente el orificio y dejó apenas un extremo del filamento colgando hacia el exterior. Una vez que la llama se hubiera consumido lentamente en sus entrañas, los gases del azufre secarían y purificarían su interior.
Cuando a las dos horas acudiera a verificar el resultado, ya estarían prietas, limpias y aromáticas las duelas cóncavas  unidas por anchos flejes  metálicos que, formando el envase, recibiría el mosto de la temporada. Según expectativas, estaría entre los mejores caldos de la zona. La barrica de roble  se encargaría del resto hasta finalizar el proceso.

 yotanci.blogspot.com

NOV140. CON TERNURA, de Nani Canovaca López

Se acercó insinuante, cariñoso y hasta meloso. Su mirada tierna y amorosa, podía derretir hasta los cubitos de hielo que había colocado dentro de la cubiletera para amenizar aquel encuentro, con un sorbito de aquella bebida afrodisiaca, fresca y algo picarona. Quemaba como el fuego e invitaba a pegarse, a cogerle y estrujarle para apreciar en su paladar el increíble sabor de la croqueta hecha a base de una excelente bechamel.

 http://misrelatosyotrascosas.blogspot.com.es/

NOV139. LA VIDA DEMORADA, de Begoña Guerra

Una lengua de fuego fue la que, siete días después de los idus de agosto, redujo a la niña Livia Domitia, de siete años, a un simple hueco.
En realidad, más que lengua era una de las vísceras sanguinolentas y palpitantes del Vesuvio. Se comió la ladera, atravesó las calles y llegó hasta la casa sin que nadie ni nada se le opusiera. Sorteó al canem, que para entonces no era más que un espectro, esquivó el impluvium que a esa hora ya no contenía agua sino hervor y puso en fuga a siete siervos medio manumitidos. Al fin encontró a Livia, cuyo cuerpo, de temeroso e implorante, se hallaba acurrucado, y la invadió de modo que fue perdiendo la sustancia, la esencia de la que todos estamos formados y se fue consumiendo y poco a poco abandonando el espacio que venía ocupando hasta que se volvió simple hueco, como antes quedó dicho.
Así, ausente, translúcida, invisible, estuvo Livia aguardando que los dioses vinieran a  re-crearla vertiendo  de nuevo en su espacio ausente el barro primitivo con el que vienen de siempre moldeando a todos los seres.
Una simple figura de barro es, pues, Domitia, la de la vida demorada.

GRACIAS POR LAS 300 000 VISITAS

Oh! Benvinguts, passeu, passeu.
de les tristors en farem fum.
A casa meva és casa vostra,
si és que hi ha casa d’algú.
( Oh, bienvenidos, pasad, pasad, de las tristezas haremos humo.
Mi casa es vuestra casa, si es que hay casas de alguien. )

NOV138. ENCIÉNDEME, de Felipe Ferrante

-¿Estas cansado?- Los ojos de él colmados de reproche la observaban iracundos. Volvió a escupir en su  mano y arrodillándose siguió frotando. Arriba, abajo, en círculos. Rebecca disimulando su impaciencia observaba el obstinado rostro de Felipe que empapado en sudor seguía intentándolo.
-¿Paramos un rato?- sugirió ella
-Puedo conseguirlo-lo dijo sin mirarla a los ojos, con voz queda, algo avergonzado ahora.
-La semana pasada Paco lo consiguió en apenas cinco minutos- Había sarcasmo en su voz y por qué no decirlo, un cierto hartazgo.
-Ya- respiró profundo- es que Paco tiene más experiencia.
-Estaba mucho más húmeda- Rebecca dejó escapar una risa ahogada que cubrió rápidamente con su mano.  Él paró de repente, la miró un instante a los ojos y acto seguido redobló el ritmo, rabioso, iracundo. Perdiendo la compostura, entre convulsiones y a la voz de “vamooos” tan sólo los gritos de ella le regresaron al ahora, entonces lo percibió con claridad:
Una débil columna de humo se elevaba en el aire. Rebecca sujetaba con firmeza entre sus rodillas la rama de abedul, la hojarasca más próxima prendía, crepitaba incendiada ya…

 fraguadeprodigios.com

NOV137. CENIZAS, de Asun Gárate Iguarán

«Como el fuego se ha apagado podemos volver a casa» -dice el padre.
El niño no se mueve y sigue mirando las brasas. Sus ojos brillan enrojecidos.
Cuando el padre se marcha, el niño se arrodilla ante la hoguera. El aire ardiente le acaricia la cara tan suave como un soplido de amor. Por las mejillas teñidas de humo le descienden todas las lágrimas del mundo. Se ha consumido todo y sólo quedan las cenizas.
Regresa por el camino sombrío, por primera vez sin la mano que siempre le llevaba cogido. Y la soledad se le mete dentro, extendiéndose desde la punta de los dedos de su mano, que no va cobijada en aquella otra mano, hasta el corazón.
El padre está cenando en la cocina. Sobre la mesa hay un cofrecito. El niño lo coge, pero el padre dice: «Deja que se enfríen, ya las recogerás después. Ahora siéntate y cena. Y acéptalo, puñetas, mejor que se la coma el fuego que no los gusanos
El niño piensa que le gustaría ver arder la casa entera, su padre con el cuerpo en llamas, el pelo incendiado… Desearía que fueran sus cenizas las que tuviera que guardar en el cofrecito.

NOV136. ANTORCHA RUPESTRE, de Ignacio Feito

Al prender la antorcha dentro de la cueva, la ondulación de las llamas desprende una fuerza turbulenta y sinuosa que mueve los cuerpos moldeados por los relieves de la roca y los hace bailar por las paredes y la bóveda siguiendo el compás de una caja mágica. Un esquemático y solitario individuo parece rodear una línea vertical sujetándose con el brazo bajo una nube de pequeños puntos, como si bailara bajo la lluvia.
En el centro, danzarines de negras siluetas giran como derviches alrededor de la bestia herida y se toman de las manos mientras desplazan sus pies a uno y otro lado en pasitos breves, como lo harían en cualquier local de la 42th.
Sobre la cavidad de la entrada, una mujer sapiens ha dejado en la pared las huellas de sus manos que ahora aparecen como su única sustancia, con las palmas vueltas hacia la luz cimbreante del fuego que las hace palpitar como si florearan soleares. Más allá, una espiral roja se enrolla en un lentísimo e infinito movimiento que atraviesa las edades.
Antes de salir, unos extraños signos horadados en la piedra, vestigios de una incipiente escritura, de un mensaje oculto y milenario…¿Cheek to cheek?

NOV135. EURITMIA, de Víctor Zalalla Massa

Enredada en el desbroce del mundo, se propone como silvido marchito por una abertura excesiva de los labios. De entre las raspaduras, fluctuante y mistérica, surge la flama, y con ella el devenir del aire.

Sin manos baila su batuta y extiende su partitura por la hoja labrada, más y más potente, loca, tímida, grandilocuente, ahora calmada, otrora sobervia, angosta, simbiótica.
Caos.

En el ambiente, un dulzor de pardo cauce. En las cuencas de los ojos, un rumor de agua, que quisiera apresurarse a su encuentro para formar, junto a ella, la silueta creativa de sus sinos.
Orden.

 (http://victorzalalla.blogspot.con.es/)

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