Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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40. Paradoja

Cuando le ofrecieron la inmortalidad, aceptó con entusiasmo todo lo que una existencia eterna prometía. Disfrutó de instantes memorables: un cometa que pasaba cada cien años, ver el mar, un vuelo en avión, todo era una novedad. Pero el paso del tiempo le robó su capacidad de asombro y lo que antes eran maravillas ahora es rutina.
Se había negado al amor. El dolor de perder a un ser querido era un precio demasiado alto. Sin embargo, con los años, entendió que los momentos verdaderamente irrepetibles nacen del afecto: un primer «te quiero» o el primer llanto de un hijo recién nacido, pero también el primer silencio cómplice y las primeras risas de una broma privada. Momentos que vivía de manera única con cada persona.
Ha pasado los últimos años (¿siglos?) acumulando esos instantes. Primeros besos y vocecitas infantiles diciendo «papá» se suceden en un ciclo inacabable y le dan fuerzas para seguir adelante, como sorbos de agua en el desierto. Y con cada historia, llega invariablemente el desenlace. El momento más único, el que descubrió que más saciaba su sed. Aquel en que, cuando sus manos temblorosas quiebran la garganta, escucha el último suspiro del ser más querido.

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Con lo sensible que parecía, con ese temor, en un principio, a tener vivencias por miedo a la decepción de que terminasen, hasta que descubrió la emoción de los momentos considerados únicos, hasta el punto de provocar uno tremendo, innecesario, nocivo y artificial.
    Un relato que no deja indiferente, con desenlace inesperado, que descoloca e impacta. Una sensibilidad mal entendida, egoísta, dañina y patológica.
    Ya sabes que me alegra leerte. No dejes de escribir, Lluís.
    Un abrazo grande y suerte

  2. Rosa Gómez Gómez

    Si la naturaleza decidió que todos los seres fueran finitos por algo sería. Este ser se ha convertido en un monstruo inconsciente.
    ¡Me da “angurria”!

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