40. Paseo infinito (Rosy Val)
«A estas edades no es prudente separarlos de sus seres más queridos». Nos advirtió su médico. Pero el reglamento de la residencia, ajeno a las necesidades de su corazón, no permitía que Golfo viviera con ella.
Yo ya no sabía qué hacer para consolarla, su añoranza como su mal iban en aumento y una nebulosa madrugada se apagó su luz.
Él tendió sus huesos en el quicio de su puerta, tres semanas más tarde se fue en busca del faro que le veló durante catorce años.
Que algunos se escandalizasen. Que otros me lo reprochasen, y la mayoría se llevase el dedo a la sien, no me importó, yo sabía que mamá lo aprobaría, y en la vasija donde ella guardaba sus chucherías mezclé para siempre sus almas convertidas en ceniza.
Un radiante día de primavera, bajo la mirada cómplice de pinos y encinas, les eché a volar. Un halo travieso los arremolinó y entre jaras, aliagas y cantueso, retomaron juntos sus largos paseos.
Somos mortales y tememos ese momento irremediable, más doloroso aún cuando dos seres están muy unidos, porque primero se marchará uno, cuando la naturaleza lo marque, con el consiguiente dolor y vacío para quien se queda. Todo ello, aplicable a algunos casos y relaciones entre personas, también puede ser aplicable a algunos casos y relaciones entre perros y personas; en este caso, a veces, se establecen vínculos más sinceros y fuertes que los de hombres y mujeres con sus semejantes. Si esta mujer sentía que debía estar cerca de su gran amigo en sus últimos momentos era porque se lo dictaba el corazón, lo mismo que a él. Aunque le llamasen loco, la decisión de su hijo de unir las cenizas de ambos para que diesen un paseo infinito demuestra una gran comprensión.
Un relato lleno de humanidad.
Un abrazo y suerte, Rosy
Muy agradecida Ángel, por tu hermoso comentario.
Un abrazo grande.
Mi amor por los animales ha hecho que tu relato me estremeciera. He sentido un escalofrío por toda mi espalda.
Me has traído a la memoria a Rex, Sam y Sully.
Me alegra haberte recordado a esos seres tan maravillosos que estoy segura fueron muy felices a tu lado.
Gracias, Virtudes, por tu sensibilidad.
Un abrazo grande.
¡Entrañable!
Suerte.
Sonrisas mil
Muchas gracias Manuela, por dedicarme tu tiempo.
Un abrazo grande.
Quienes tienen la suerte de tener, y en mi caso, haber tenido un perro, saben de su amor, cariño y lealtad, y por eso no nos cuesta identificarnos con el dolor de la anciana separada de su mascota, recluida allí en el geriátrico, y también valorar en ese gesto póstumo de la hija el inmenso amor hacia su madre, y en tus letras el tenor de este micro tan emotivo, que removió la nostalgia que aún siento por mi querido Batuque.
Fue agridulce leerte, pero me gustó.
Cariños,
Mariángeles
Sin duda Batuque te dejó una hermosa huella. Mariángeles, muchísimas gracias por tu comentario, tan especial como emotivo, aunque siento ese cachito de tristeza que te reportó leer mi relato.
Un abrazo grande.
Queridísima Rosy.
Es un micro que te hace pensar en el amor incondicional. Es precioso ese unir las cenizas de los dos para dar un paseo infinito.
Un abrazo enorme, caraguapa!!
Gracias Towanda, precioso es haberte encontrado paseándote entre mis letras, un lujazo es que me dediques las tuyas.
Un abrazo GRANDOTE. Caraguapa tú 🙂
Un relato muy emotivo. Triste, pero también reparador. Ella no podía vivir sin él, tampoco él sin ella. El hijo lo vio claro y medió para reunirlos. El verdadero protagonista de este micro es el amor entre dos seres vivos, inmortalizado en ese «paseo infinito» que tan acertadamente titula el micro. Enhorabuena y suerte, Rosy. Un beso desde Pamplona.