18. Tres escalones
No pude evitar mofarme de la fascinación de mi amigo por las profecías de la enésima pitonisa que visitaba. Pero no debí aceptar su apuesta, ni, sobre todo, subestimar la infinita crueldad de aquella maldita bruja. «Los tres escalones de cualquier escalera guardarán los mismos años que te resten de vida». Ese juramento corrompió mi destino.
Primero fueron mis seres queridos, después, miles de generaciones las que irían desapareciendo mientras confeccionaban inexorablemente la autodestrucción de nuestra especie. No quedó nada entre las ruinas. Nadie, solo yo. Yo, que debería ser polvo y, sin embargo, estoy vivo.
Esos tres escalones… Imposible terminar con ellos. La muerte seguirá ignorándome mientras quede alguna escalera, y la historia humana atestó el planeta de ellas. Ahí siguen, enterradas, preservadas de la erosión. No he parado de buscar. Si encuentro alguna, intento destruirla y continúo buscando, famélico, consumido, desde hace ¿cuánto?, ¿cientos de milenios…? No recuerdo si alguna vez comí o bebí.
No importa que me dejara ciego; sigo mirando al sol, cada vez más ardiente, más rojo, más gigante. Algún día, por fin devorará a la tierra con todas sus malditas escaleras para dejarme a merced del final más inconcebiblemente aterrador: los tres años siguientes.
Noa asusta la muerte, pero una existencia que parece eterna, en soledad y sin sentido, ha de ser una condena terrible, y su hipotético término, un anhelo de descanso, el afán de destruir ese número tres, una obsesión.y una quimera.
Siempre me encanta leerte, cómo podría ser de otra ser de otra forma cuando tus historias están impecablemente escritas, son originales y tengo la suerte de conocerte desde hace años.
Un abrazo grande y suerte, Antonio
Antonio, coincido con Ángel, aunque no te conozco. Pero me he quedado descolocada, pues pensaba que los tres escalones eran los tres años de vida que le quedan. ¿Es que cada escalera que va encontrándose le proporciona más años, y por eso las destruye?
Un abrazo y suerte.