6. VACÍOS (Modes)
Cuando la anciana se sienta en un banco del parque, una neurona ilumina el agujero negro que es hoy su cerebro.
Pero se apaga al instante.
Y ella, mirando los árboles, siente tristeza y nostalgia y no sabe por qué.
Y es que la enfermedad lo ha borrado todo y ya nada recuerda.
Ni siquiera que su nombre es Caperucita.
Vaya, me has dejado un poco así, con nostalgia y agujeros, sin saber cómo. He pensado en Caperucita y la he visto corriendo por el bosque, era una niña, nada de esas historias erótico festivas que algunos intuyen en la narración. Nada de horror, ni de sangre.
Una niña de pocos años, feliz y despreocupada.
Imaginar que ha envejecido y que es azotada por la demencia se me hace tan cuesta arriba que ni el rojo de su traje puede devolver el color a la tarde.
Un abrazo Modes, felices Reyes Magos y, por favor, déjalos en su edad y su tiempo.
Hay enfermedades crueles que no respetan a nadie, ni siquiera a los personajes míticos de los cuentos. No quiero ni pensar qué le puede haber pasado al lobo. Si Caperucita ya es abuela ¿quién se acuerda ya de su abuela? ¿Qué habrá sido del cazador?
Un relato lleno de vacíos, que es lo que deja el tiempo cuando pasa como una apisonadora por la gente. Menos mal que las buenas historias perduran y, en ellas, los personajes son eternos.
Un abrazo, Modes. Suerte
Mira que me gustan las versiones de los cuentos clásicos, mogollón; he leído y leído muchas, y leeré. Y creo que esta es y será la más triste de todas.
Sólo vos, MODES, podés llenar los vacíos, todos y cada uno, con la última palabra, que no es cualquier palabra, sino la del color justo.
Soy de la misma opinión que Luisa Hurtado: versiones de Caperucita he leído muchas, pero nunca una como ésta, superlativamente triste (se me hace que con esa última neurona que se apaga, desaparece el recuerdo del lobo).
Un beso de cuento de hadas,
Mariángeles
No me gusta nada tu relato, Modes, pero nada, nada. Porque no es mío. 😀
La edad no perdona ni a los personajes clásicos. Buena apuesta Moldes. Suerte.
Besicos muchos.
Esos desenlaces tuyos, que trastocan las neuronas del lector, me encantan. Me hacen pensar que debo de tener algo de masoquista 🙂
Hola, Modes. Eso, que, como siempre, tu vieja Caperucita es uno de esos micros con mayúsculas. Qué me ha encantado, aunque con ello, mines mi infancia. 🙂
Un besazo.
Triste final para una vida de cuento como la de Caperucita. Me ha encantado lo que dices y cómo lo dices, Modes.
Mucha suerte.
Besos.
Ni Caperucita se libra.
Un abrazo Modes