55. APOTEOSIS (Belén Sáenz)
Piensa en trompetas plateadas, en galanes con gomina, y no puede resistir la tentación de excederse echando friegasuelos en el cubo. Con el mocho traza un arcoíris espumoso en el rellano. Las burbujas espejean pletóricas antes de estallar en luz. Como siguiendo el gesto del apuntador, Antonia desciende peldaño a peldaño, de puntillas por falta de tacones, cruzando con elegancia un pie por encima del empeine del otro. Se asegura de llevarse una mano a la pantorrilla para enderezar la raya invisible de unas medias de cristal que nunca ha tenido, arropada en un boa que ha confeccionado con hurtos a unos cuantos plumeros. Es el atrezo que ha visto en el cartel del espectáculo de cabaré que dan el sábado en el Lido. Ahora los vecinos abrirán las puertas de sus casas haciendo revolotear las palmas de las manos: el elenco de la diva, que es ella misma. Y cuando llegue al portal, alzará los brazos haciendo arabescos con los dedos entre vítores y aplausos. La frente llena de gloria, la mirada al cielo, sin concebir que algún chiquillo podría haberse dejado olvidada una pelotita en el penúltimo escalón. Sin sospechar que este viernes puede ser otro lunes disfrazado.
Muy bien relatado, las ilusiones de esta mujer por convertirse en diva. Cómo enfrenta su realidad con sus sueños, de forma poética, pero tras estos “arabescos” el final es duro porque deja claro que va a seguir fregando escaleras.